Mirar con los ojos de Dios
Dios nos conoce y nos ama en nuestra realidad más auténtica, con todas las virtualidades, con toda la pobreza. Debemos ponernos ante Él, con la actitud humilde de aquel ciego de Jericó que por su insistencia le devolvió la vista. Podemos suplicarle que dé luz a nuestros ojos para poder recorrer el camino de la vida, de la fe y del amor.
Inspiración del Espíritu
Abrirse al Espíritu, a la experiencia interna para recorrerlo todo con Él. Asumir sin defensas, atendiendo con sinceridad a las posibles llamadas de cambio de actitud de servicio, de entrega para ir viviendo de otra manera una vida nueva de transparencia evangélica.
Ser Receptivos
Acoger la obra de Dios para que se realice interiormente, sabiendo que la gracia de Dios actúa en nuestra vida. Si el Señor no construye la casa..."Él da a sus amigos mientras duerme" (Sal 127). Su gracia penetra en nuestra naturaleza y nos hace sentir la necesidad del 'Agua Viva' y buscaremos tiempos para estar con él en la soledad más completa.
Ante esta necesidad se opone la pereza, el creer que ya lo sé todo. Ya me conozco bien, estoy cansado de verme y mirarme sin cambiar nada.
Dejar a un lado problemas o situaciones que resulta agobiante que nos absorbe y no nos permite recorrer un camino de pureza, de oxigenación, de contemplación de la vida de la naturaleza... Hay empezar y experimentar lo que conduce a la vida espiritual.
Hacer silencio para descargar todo... para ver los acontecimientos desde los ojos de Dios. Escuchar los sonidos, aprender de las flores del campo y de la belleza de estar en Dios.
Nuestra vida es un regalo, el valor más bello que hemos recibido de Dios. lo que está dentro se puede compartir, ofrecer en todo su realidad maravillosa, para que todos saboreen los frutos de una vida en Dios.
Con Cariño Sor María Pilar
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