jueves, 10 de junio de 2021

Evangelio de cada día

 Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (3,15–4,1.3-6):

Hasta hoy, cada vez que los israelitas leen los libros de Moisés, un velo cubre sus mentes; pero, cuando se vuelvan hacia el Señor, se quitará el velo. El Señor del que se habla es el Espíritu; y donde hay Espíritu del Señor hay libertad. Y nosotros todos, que llevamos la cara descubierta, reflejamos la gloria del Señor y nos vamos transformando en su imagen con resplandor creciente; asi es como actúa el Señor, que es Espíritu. Por eso, encargados de este ministerio por misericordia de Dios, no nos acobardamos. Si nuestro Evangelio sigue velado, es para los que van a la perdición, o sea, para los incrédulos: el dios de este mundo ha obcecado su mente para que no distingan el fulgor del glorioso Evangelio de Cristo, imagen de Dios. Nosotros no nos predicamos a nosotros mismos, predicamos que Cristo es Señor, y nosotros siervos vuestros por Jesús. El Dios que dijo: «Brille la luz del seno de la tiniebla» ha brillado en nuestros corazones, para que nosotros iluminemos, dando a conocer la gloria de Dios, reflejada en Cristo.

Palabra de Dios

Salmo 84,La gloria del Señor habitará en nuestra tierra

 Santo Evangelio según san Mateo (5,20-26):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Si no sois mejores que los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos. Habéis oído que se dijo a los antiguos: "No matarás", y el que mate será procesado. Pero yo os digo: Todo el que esté peleado con su hermano será procesado. Y si uno llama a su hermano "imbécil", tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama "renegado", merece la condena del fuego. Por tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda. Con el que te pone pleito, procura arreglarte en seguida, mientras vais todavía de camino, no sea que te entregue al juez, y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último cuarto.»

Palabra del Señor

Compartimos:

Hoy Jesús recuerda en el evangelio el mandamiento principal de la “cultura de la vida”, formulado en negativo: “no matarás”. Y en vez de pensar solamente en el asesinato, como forma más directa de muerte provocada, Jesús amplía el significado de este mandamiento a diversas expresiones de la “cultura de la muerte”: vivir peleados es una manera de matar la convivencia, con consecuencias para los que viven la pelea y para los que los rodean; insultar al prójimo es una forma de matar la dignidad del otro, que es criatura de Dios… Todo aquello que destruya la vida, en cualquiera de sus formas, se aleja del querer de Dios.

Por eso Jesús, cuando explica esto, nos invita a que “si tu hermano tiene quejas contra ti” (y no tanto “si tú tienes quejas contra tu hermano”), vayamos a reconciliarnos antes de buscar la comunión con Dios en la celebración cristiana.

Al comienzo de la eucaristía siempre hacemos memoria de aquello en lo que hemos podido contribuir a esa “cultura de la muerte”, entendida según Jesús. Y estamos invitados a repararlo con gestos de vida.

El Dios de Jesús es el Dios de la Vida. Por ello, desde él, estamos llamados a favorecer la vida en todas sus formas. Cuando la Iglesia dice “no” a algo, es porque quiere decir “sí” a lo contrario. El mandamiento del “no matarás” encierra un gran “sí a la vida”, que estamos llamados a recrear y cuidar, personal y comunitariamente, allá donde estemos.

Señor Dios nuestro, amigo de la vida,

enséñanos a vivir como tu Hijo Jesucristo

para ser agentes de la cultura de la vida

que Él nos vino a traer.


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