Son, como he dicho, «teologales»: diagnostican de manera directa e inmediata y hacen que aparezca con luz inopinada y en toda su impresionante verdad los elementos del misterio de la Iglesia que en cada caso aborda.
Para Catalina la Iglesia es, ante todo, una realidad sobrenatural, misteriosa,mística '. Pero para ella esto no significa en absoluto cosa «celeste» o desencarnada, sino la vida misma de Dios presente y operante en la historia humana. La Iglesia a la que sirve Catalina es el Cuerpo Místico de Jesucristo y la Esposa del Verbo Encarnado, que tiene toda la santidad de su Señor y Cabeza y a la vez está formada por hombres y mujeres llenos de miserias, e incluso pecados. A esa realidad concreta sobrenatural, que es la Iglesia, Catalina la amaba de la manera más entregada y llena de pasión, hasta el extremo de dar su vida por ella.
En su lecho de muerte, a los 38 años de edad, le decía a su confesor: «si muero, sabed que muero de pasión por la Iglesia».
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