Himno para los catecúmenos
Eres llamado a la vida. ¡Santo pueblo de Dios!
Te invita el Creador que ama a su criatura,
te atrae benignamente el Redentor:
¡Venid, yo soy vuestro único Dios!
Habías huido del brillo de la luz
y un caos te envolvía.
El jardín de la felicidad ya no estaba.
Había entrado en la tierra la muerte cruenta.
Más, he aquí que llegó mansamente
Yo, el Dios que crea y recrea:
vengo a compartir vuestra flaqueza
pero soy fuerte para cargar con vuestro peso.
¡Venid a mí: gozoso el redil os espera¡
El signo de la cruz os marcará la frente,
la unción sellará vuestros oídos y vuestra boca.
Inclinad vuestro corazón a la enseñanza:
¡cantad el símbolo como un canto de vida!
Regocijaos por vuestro nombre nuevo:
¡estáis llamados a un herencia nueva!
Que nadie sojuzgue el enemigo.
seréis del Único Dios el Reino permanente.
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