Díez Quintanilla, presidente de Radio María desde 2013, ha publicado recientemente el libro Las apariciones de la Virgen María (LibrosLibres), que se centran en “las 9 más importantes”, a saber: el Pilar, Guadalupe, la Medalla Milagrosa, La Salette, Lourdes, Fátima, Pontmain, Beauraing y Banneux. Habla de las apariciones de la Virgen y el papel de los santuarios marianos entrevistado para el portal de noticias marianas CariFilii.es .
– ¿Por qué esas 9 apariciones, y no otras?
– Son las nueve que tienen mención litúrgica propia. Otras pueden tener distintos niveles de aprobación, pero no están incorporadas en la liturgia oficial de la Iglesia con mención propia.
– ¿Cuáles son los niveles de aprobación?
– Cuando se produce una aparición, la Iglesia espera a que finalicen las apariciones y después el obispo local analiza los hechos. El obispo puede declarar que “consta la sobrenaturalidad” de las apariciones, que han sucedido y son obra de Dios y la Virgen. Otras veces el obispo, después de comprobar la realidad de los hechos, da permiso para celebrar misa en el lugar, levantar una capilla o santuario, etc… Lo hace cuando ve que hay buenos frutos, devoción, conversiones, peregrinos, vidas transformadas y sanadas.
» Otra posibilidad es que el Papa, o Doctrina de la Fe, desde Roma, reconozcan la sobrenaturalidad de unas apariciones. Y el nivel más alto de aprobación es cuando la Iglesia incorpora mención litúrgica propia para un día sobre esa aparición, que es el caso de las nueve del libro.
– ¿Tienen un protocolo las autoridades eclesiásticas para examinar apariciones?
– En 1978 Doctrina de la Fe distribuyó un texto entre los obispos con instrucciones sobre cómo actuar en estos casos: examinar a los videntes, los frutos, etc… Luego Benedicto XVI hizo público ese texto, y en varios idiomas, para que no quedara sólo al alcance de los obispos. Las autoridades eclesiales tienen que examinar los hechos. El obispo Zumárraga hizo venir 3 veces a San Juan Diego antes de llegar a una conclusión. El sacerdote de Banneux pedía a la vidente que se convirtiera alguien del pueblo… y se convirtió el padre ateo de la niña. Los pastores de la Iglesia, en circunstancias complejas, también confían en la Virgen, y eso es hermoso.
-¿Qué tienen en común y en qué se diferencian las apariciones?
– Siempre se repite la llamada de la Virgen a la conversión y la oración. A veces habla también del sacrificio y la expiación. Hay diferencias en el aspecto con el que la Virgen se presenta, para adaptarse a cada caso y a los videntes. Era importante, por ejemplo, que en su aparición a San Juan Diego en el México del s.XVI tuviera aspecto indígena. También puede adaptar el mensaje a un momento concreto. En Lourdes buscaba reafirmar el dogma de la Inmaculada. Con la Medalla Milagrosa, buscaba reafirmar el llamado a la oración tras la Revolución Francesa. En Fátima el contexto era el crecimiento del comunismo.
– ¿Cuándo puede una aparición distraer de Dios y perjudicar a la persona?
– En mi opinión es sospechoso todo lo que quite paz interior y altere la vida de una forma antinatural. Los mensajes de la Virgen deben llevar a vivir con amor y confianza. Todos los católicos han de creer las doctrinas del Credo, la doctrina católica, pero las apariciones son revelaciones privadas y un católico no está obligado a creerlos, incluso si son aprobadas por la Iglesia. Uno puede salvarse y vivir bien sin creer que la Virgen se apareció en Lourdes, por ejemplo.
– ¿Qué piensa sobre esos amigos que nos insisten en que adoptemos su aparición preferida o que vayamos a su santuario preferido?
– Un cristiano ha de ser prudente y humilde. Si un santuario ha hecho bien a muchas personas durante mucho tiempo, es razonable y humilde pensar que vale la pena acudir, orar… La historia del Pilar, por ejemplo, puede parecer fantasiosa, pero hay milagros ligados al Pilar, como el del Cojo de Calanda, muy documentado. Vemos que la fe se acrecienta en estos santuarios. Como mínimo, la humildad debería llevarnos a una actitud prudente y respetuosa.
– Un periodista planteó una hipótesis: ¿las apariciones no aprobadas distraen de las sí aprobadas?
– Hay que confiar en la Iglesia y sus obispos. Hay lugares que no han sido oficialmente aprobados, pero vemos que allí cambian vidas. No tiene sentido ser demasiado beligerante contra la decisión de los pastores.
El santuario de Beauraing en Bélgica, con una aparición aprobada pero poco conocida
– ¿Han envejecido las apariciones del siglo XX? Fátima, Beauraing y Banneaux son de antes de la Segunda Guerra Mundial…
– Creo que no ha envejecido su mensaje, aunque sí puede haber menos peregrinos. Puede ser cultural. Nuestra cultura, por ejemplo, hoy esconde a los enfermos, y quizá por eso hay menos peregrinos en Lourdes. Beauraing y Banneaux están en Bélgica, que es una zona muy descristianizada. Y algunas apariciones aún son poco conocidas. Beauraing, Banneux y Pontmain son bastante conocidas en Francia y otros países europeos, pero muy poco en España.
– ¿Es importante el lugar? La directora de la película Las letras de Jordi, agnóstica, decía que la gruta de Lourdes le hacía pensar que algo sí había pasado…
– Es verdad que muchas veces parecen lugares especiales, apartados, que respiran paz, que invitan a la meditación… Es algo que decide la sabiduría divina. ¿Por qué tal o cual sitio? En Guadalupe, la colina de Tepeyac también tiene algo especial. El vidente, el mensaje y el lugar se interrelacionan.
– ¿Qué pasará con los santuarios marianos tras esta pandemia? ¿Cómo los verá la gente?
– Visitar esos lugares seguirá tocando a muchas personas, su mensaje de conversión seguirá calando, conectando con el sentido de trascendencia de los hombres. También las historias de los videntes seguirán ahí, impactándonos, aunque puedan cambiar las cifras de peregrinos.
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