Es una de las frases más escuchadas en los últimos meses ¡Cuidado con las distancias! ¡No te acerques! ¡A menos de 1,5 m prohibido juntarse!.
La pandemia de la COVID19 nos está cambiando un estilo de vida en el que la cercanía, la unidad, el abrazo, el beso y el grupo… se presentan como “danger” ¡peligro!.
La prohibición de reuniones y estrechamientos sociales nos está distanciando de los otros. ¿Podremos recuperar esa proximidad algún día sin tener miedo al contagio?.
Es importante trabajar desde ya un estilo de vida, que a pesar de esas medidas tan extremas, nos hagan estar al lado del otro, compartir con los demás aquello que somos buscando otras fórmulas de acercamiento.
Que la distancia física no nos haga estar lejos del que lo necesita, de nuestros seres queridos, de aquellos a quienes queremos, de aquellos que son más vulnerables y de los que son más rechazados por la sociedad.
Por tanto:
– Que la fe sea el metro con el que mides esas distancias.
– Que tu corazón siempre esté cerca de los otros.
– Que tu mirada, tras la mascarilla, transparente complicidad y sintonía.
– Que tu palabra sea amable, paciente, veraz y cercana.
– No huyas de los otros, no te alejes violentamente.
– Abre tu espíritu de forma que los demás vean en ti un apoyo y consuelo.
– Saluda codo con codo o acerca tu mano al corazón como signo de cariño.
– Ofrece tu tiempo, escucha con atención de forma que cale el mensaje del otro en tu interior.
– Sé generoso siempre y no midas tu entrega en ningún terreno de tu existencia.
Y no olvides:
– Abrazar al otro con los ojos.
– Pasar tu brazo por el hombro de los demás con palabras cercanas.
– Acortar distancias con gestos de amor.
– Reunirte con los otros desde un espíritu de amistad.
– Ver más allá del espacio y del tiempo y fomentar momentos de libertad y comprensión.
– Susurrar al oído de los otros utilizando el lenguaje de signos, los signos del Evangelio.
– Cuidarte para cuidar a los que te rodean.
– Ser precavido, tomar medidas de seguridad hacia ti y hacia los demás temiendo más por la salud de los otros que por la tuya misma.
– Profundizar en la grandeza de los otros y verles como hijos de un mismo Dios.
– Lo más importante no es la distancia física sino la cercanía espiritual.
El metro y medio de distancia de seguridad lo superaremos con una dosis diaria de esperanza, donación y solidaridad.
¡Ánimo!
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