Adoba tú estas tierras,
nuestras manos son tan torpes
que han dejado baldías todos los campos.
Cava tú estas tierras,
y haz limpieza de resistencias,
afanes de posesión y autosuficiencias,
que obstaculizan sembrar
los frutos de la misericordia y el abandono.
Riega tú estas tierras,
tan sedientas de sentido, de justicia,
generosidad y gratuidad,
y que se ablanden los corazones endurecidos
por la indiferencia y la vanidad.
Adoba tú nuestras intimidades,
y cava hasta los abismos de nuestro ser
para arraigar en él, silente y paciente.
Solo Tú puedes hacernos fructificar.
Mar Galceran
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