Puedes recordar a María y a San José y acercarte con ellos a Jesús. Las cosas más bellas comienzan a nacer en el corazón. Acoge como una gracia muy grande el pequeño deseo que sientes de acercarte a Jesús, de tocar su corazón con tu oración.
BUSCA TESTIGOS. Lo que te pasa no es obstáculo para acercarte a Jesús, aunque a veces te lo parezca. Hasta lo que te parece imposible puede llegar a ser posible. A tu lado hay más personas de las que te parece que pueden ayudarte a entender esto.
ACÉRCATE A MIRAR. Puedes leer despacio Lucas 8, 43-48.
Trata del encuentro, casi anónimo de una mujer enferma con Jesús.
"Entonces, una mujer que padecía flujo de sangre desde hacia doce años, y que no había podido ser curada por nadie, se acercó por detrás y tocó la orla de su manto, y al punto se le paró el flujo de sangre. Jesús dijo: "¿Quién me ha tocado"? Como todos negasen, dijo Pedro: "Maestro, las gentes te aprietan y te oprimen". Pero Jesús dijo: "Alguien me ha tocado porque he sentido que una fuerza ha salido de mí". Viéndose descubierta la mujer, se acercó temblorosa, y postrándose ante Él, contó delante de todo el pueblo por qué razón le había tocado, y como al punto había sido curada. Él le dijo:"Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz".
TE PUEDES FIJAR EN ESTOS DETALLES O EN OTROS QUE TÚ ENCUENTRES.
Medítalos en tu corazón.
Prolonga un encuentro con Jesús en tu corazón
-Ponte en su situación. Doce años enferma son muchos años, muchos días, muchas horas, muchos minutos y muchos segundos. Sin encontrar remedio.
-La mujer corre el riesgo del encuentro. Se atreve a tocar el manto a escondidas. El dolor tan presente la había convertido en invisible. Pero el riesgo de la fe le permite descubrir al amor sanador de Jesús.
-La mujer toca a Jesús y Jesús toca con su Fuerza a la mujer. Todo lo que él toca se hace nuevo, se llena de vida.
PROLONGA EL ENCUENTRO CON JESÚS EN TU CORAZÓN. Jesús está contigo, está en ti. Nunca se va de tu lado. Está llamándote y esperándote para volver a empezar. Aprovecha la ocasión. Alarga tu mano, aunque sientas vergüenza, y tócale con la fe. No hace falta que hables mucho, basta que lo toques para experimentar la sanación. Acoge la fuerza y la esperanza que te regala Jesús.
SAL A LA VIDA. Con el silencio de la ternura. Con el agradecimiento sonoro en los adentros. Con el perfume de amor a Jesús que llena de buen olor toda la casa. Con la capacidad de curar con cariño a los que sienten vergüenza de su enfermedad. Puedes ser hoy persona sanada que sana, mirada con amor que mira bendiciendo. Puedes salir y ponerte en medio de la vida como un faro que ilumina a los que están envueltos en la noche.
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