lunes, 8 de junio de 2020

La Iglesia espera que el Gobierno integre a las minorías religiosas

En 1974, los vicariatos apostólicos de Jartum y El Obeid fueron erigidos como archidiócesis y diócesis, respectivamente. Las dos engloban todo el territorio de Sudán. MUNDO NEGRO ha entrevistado a sus dos pastores: Michael Didi Adgum Mangoria, titular de la sede capitalina, y Yunan Tombe Trille, obispo en una tierra con raíces combonianas. Ambos son sudaneses nubas.

Sustituyó en diciembre de 2016 al cardenal Gabriel Zubeir en la archidiócesis de Jartum, la más grande del mundo con casi un millón de kilómetros cuadrados. ¿Puede presentárnosla?
La archidiócesis integra un total de 29 parroquias, dos de las cuales están en Sudán del Sur aunque pertenezcan jurídicamente a Jartum. Están atendidas por 43 sacerdotes. Por desgracia, las vocaciones cayeron drásticamente después de la división del país en 2011 y actualmente solo tenemos un seminarista mayor. 

Michael Didi, arzobispo de Jartum. Fotografía: Enrique Bayo. Arriba, Catedral de El Obeid, con las imágenes de Santa Josefina Bakhita y San Daniel Comboni, como en todas las iglesias católicas sudanesas. Fotografía: Carla Fibla García-Sala
La mayoría de los católicos de la archidiócesis siguen siendo sursudaneses y, en menor número, nubas originarios de los estados de Kordofán. También cuenta con algunos árabes católicos de origen sirio; católicos coptos, sobre todo en Omdurman, y una comunidad católica grecomelquita bastante activa.

La relación entre ellos es fraterna, aunque a veces constatamos despuntes de «tribalismo». Cuando llegué a Jartum insistí en esta enfermedad que destruye la convivencia. Si advierto que algún sacerdote está implicado en comportamientos de este tipo seré muy duro con él.

¿Cuáles son los desafíos y las alegrías?
Antes de 2011, casi todos los agentes pastorales, líderes de comunidades y catequistas eran del sur. Cuando muchos se fueron al nuevo estado, en algunas parroquias tuvimos que comenzar de nuevo, formando y preparando nuevos líderes. Las familias católicas son pocas y predominan los bautizos de adultos porque los fieles no fueron bautizados de niños, un signo de que casi estamos al comienzo de la evangelización. Otro desafío es la juventud, que se implica poco en la Iglesia después del bautismo y la confirmación.

Las enormes distancias y la movilidad de la gente dificultan también nuestra acción pastoral. En algunas parroquias, los cristianos son trabajadores estacionales y se mueven continuamente, por lo que no resulta fácil construir con ellos una comunidad estable. Si exceptuamos a los cristianos de origen sirio, que tienen una buena posición económica, una parte relevante del resto son desplazados y refugiados llegados aquí en busca de trabajo, o a causa de los conflictos en el sur y los Montes Nuba. Pocos eligieron venir. Con todo, tenemos la alegría de constatar que mucha gente aceptó la fe y se identifica -alegremente como cristiana.

¿Cuál es la relación con las otras Iglesias cristianas?
En los años 60 se creó el Consejo de las Iglesias, pero funciona con muchas dificultades. Hay muchas sectas y algunas se muestran hostiles hacia la Iglesia católica y tratan de llevarse a algunos de sus miembros, pero por una razón u otra, después de un tiempo, se encuentran defraudados, desilusionados y regresan a la Iglesia católica. Por otro lado, algunas Iglesias están divididas por motivos económicos y otras razones. También el Gobierno anterior se prestó a este juego para dividirlas. Pero, sin duda, cuanto más unidos estemos los cristianos será mucho mejor para todos.

¿Es difícil ser Iglesia en un país islámico?
Con el islam político empezaron los problemas sociales. A la Iglesia católica no se le reconoce personalidad legal. Ha habido maltrato y hostigamiento por parte de la Policía. Nos pusieron dificultades y trabas cuando tratábamos de construir nuestros centros o los caminos para acceder a ellos. Algunos los edificamos sin estos permisos y nos los derribaron. Cuando se produjo la división del país, el presidente Al Bashir dijo que cuando se fueran los del sur, el país tendría una cultura, una religión y una lengua, pero aquí seguimos sin ser reconocidos.

Ahora estamos más esperanzados con el nuevo Gobierno. He podido encontrarme con el actual ministro de Asuntos Religiosos y tengo una buena impresión. La gente está muy cansada, pero confiamos en que las cosas cambien a mejor, aunque sabemos que el proceso llevará su tiempo.

La diócesis de El Obeid está en el centro de Sudán y engloba cinco estados en Darfur y los dos estados de Kordofán. Es una tierra que conoció Comboni.
Sí, Daniel Comboni vino aquí hace 149 años, cuando se preparaba la revolución de Mohammed Ahmed Al-Mahdi y la situación no reunía las condiciones necesarias para llevar a cabo la evangelización. Ciertamente fue muy poco lo que pudo hacer. Fundó cerca de aquí el poblado cristiano de Malbes y poco más. Puede decirse que la población no aceptó la misión y Comboni se orientó hacia el sur, donde encontró una mejor acogida. No obstante, aunque no fue bien recibido en este ambiente islámico, puso los fundamentos y de aquí salieron el primer sacerdote sudanés que se unió a Comboni, Daniel Sorur, y la primera hermana comboniana sudanesa, Fortunata Quascé.

Cuando los colonizadores ingleses asignaron a principios del siglo XX la región de Kordofán a la Iglesia católica, tampoco se aprovechó la ocasión.
No. El entonces obispo de Jartum enviaba el grueso de los misioneros al sur y aquí solo dejaba a un puñado de ellos. Quienes realmente fundaron esta Iglesia, sus verdaderos misioneros, fueron los nativos, ellos son los misioneros de su tierra. Muchas personas que iban a Jartum en busca de trabajo y de nuevas oportunidades, por las tardes, al terminar el trabajo, asistían a los encuentros en los llamados Comboni clubs, en las escuelas católicas o en las iglesias. Recibían la catequesis y eran bautizados. Cuando regresaban a sus poblados de Kordofán o de Darfur anunciaban el Evangelio a sus hermanos.

¿Cuáles son las cifras de su diócesis? 
En este momento están trabajando en El Obeid 22 sacerdotes, y otros están fuera cursando estudios. Sin embargo, los sacerdotes oriundos de esta diócesis son 44. Muchos de ellos pertenecen a la archidiócesis de Jartum o a congregaciones religiosas. Tenemos 15 parroquias y un buen número de vocaciones. En este curso 2019-2020 contamos, en las diversas etapas formativas, con 52 candidatos al sacerdocio. Se puede decir que, en general, el número de sacerdotes es suficiente. La Iglesia está creciendo, hay mucha gente joven llegando hasta nosotros y comenzando a formar parte de nuestras comunidades, por lo que necesitamos formar sacerdotes que puedan cuidarlos pastoralmente. Un problema son las distancias, porque la diócesis es muy extensa, contamos con muchos centros, y los cristianos viven muy alejados entre sí.

¿Cuáles son las principales líneas pastorales en El Obeid?
La primera urgencia es catequizar, sobre todo a niños y niñas, y formar a muchos cristianos laicos que puedan evangelizar en cualquier parte. Nuestra gente proviene de las zonas rurales y hasta allí tiene que llegar la formación cristiana a través de buenos catequistas. 

Otro reto importante es la educación de la juventud, para que contribuya a la construcción del país. Aunque los jóvenes cristianos sean pocos en comparación con los musulmanes, también deben contribuir al desarrollo de su país. Tienen que ser conscientes de quiénes son y de sus derechos y deberes. Tienen que estar y percibirse como parte de la nación, enraizados en esta tierra y sentirse responsables.

El tercer reto es la sanidad. La diócesis dispone de un gran hospital. Una de nuestras preocupaciones es ayudar a la gente a ser consciente de los problemas de salud, sobre todo con tantas personas desplazadas y tantos refugiados sursudaneses. Tenemos que dar una respuesta como Iglesia para ayudar a estas personas. 

¿Cómo vive la minoría católica en un país de mayoría musulmana?
Diría que es un reto complicado porque sufrimos restricciones que no nos permiten realizar el servicio pastoral que nos gustaría. Tenemos que ser conscientes de que somos de aquí, hemos nacido en este país, somos sudaneses y tenemos derechos y obligaciones. Estamos aquí para quedarnos, porque somos sudaneses como los demás.

El fundamentalismo en Sudán islamizó todos los aspectos de la vida y de la sociedad. Las escuelas están islamizadas. Incluso el currículo está islamizado. El profesor de -Matemáticas enseña matemáticas, pero en ellas incluye el islam; pasa lo mismo con el que enseña historia, porque dentro de la historia está también el islam. Desde el punto de vista legal, tienen incluso el derecho a hacerlo. Los profesores fundamentalistas enganchan a los alumnos con diversos trucos, para convertirlos al credo islámico.

Nuestros niños no tienen enseñanza cristiana dentro de estos ambientes porque no tenemos espacio para enseñar religión en las escuelas estatales. En zonas islámicas, incluso los individuos particulares tienen derecho a islamizar. Ellos, cuando hablan de libertad religiosa, están pensando en la libertad del islam. Decir religión y decir islam es la misma cosa. 

¿Cómo afectan los conflictos en Darfur y en los Montes Nuba al trabajo pastoral?
En Darfur, la mayoría de los centros cristianos están en zonas del interior, y ni yo ni los sacerdotes podemos visitarlos todos. Únicamente en torno a Nyala hay más de 60 pequeñas comunidades cristianas. Yo solo puedo ir hasta esta ciudad y mantener el contacto con estos grupos a través de los catequistas. Por esto damos una gran importancia a su formación. Tampoco puedo encontrarme con los cristianos de  los Montes Nuba. Lo que hago es verme, de vez en cuando, con algunos agentes pastorales, sacerdotes y religiosas que están trabajando allí. En 2018 me encontré con ellos en Nairobi y pasamos juntos unos días; en 2019 en Juba durante tres semanas. Tuvimos un retiro, un tiempo para la formación… Yo llego a los cristianos a través de estos agentes pastorales.

¿Qué piensa del nuevo Sudán y del nuevo Gobierno?
Hay aspectos positivos en la revolución de Sudán, que ayudó a crear esta idea de que todos somos sudaneses. Los jóvenes, cristianos y no cristianos, empiezan a vivir juntos dentro de la misma zona y a sentirse todos sudaneses, y esto es muy positivo. No se quiere aceptar que Sudán es todavía una nación racista, no se acepta, pero es un hecho. Y la revolución en Sudán preparó el camino para acabar con este racismo. Hemos colocado en un tiesto una pequeña planta, veremos cómo crece.

Los cristianos sudaneses están marginados porque existe una mentalidad equivocada de que la Iglesia está detrás de los conflictos en Sudán del Sur y los Montes Nuba. Por eso nos vemos marginados en este país, pues de algún modo se nos identifica con rebeldes. Muchos de nuestros edificios y propiedades nos fueron arrebatados. Veremos si el nuevo Gobierno es igual o mejor que los anteriores. La Constitución es buena mientras se trata de palabras, pero yo ya estoy harto de palabras y quiero ver obras. En fin, nosotros somos mayores y tenemos la mente contaminada, pero esperamos que los jóvenes que nos suceden se vean a sí mismos como sudaneses y sean constructores de unidad. 

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