Fátima llegó a España hace dos años, con 23 años y una maleta cargada de ilusión. Vino con una amiga de su pueblo para trabajar y conseguir una vida mejor que la que, a priori, le esperaba en Marruecos. Es la pequeña de una familia tradicional y su futuro estaba limitado a casarse y tener niños, como el de la mayoría de las chicas como ella. Pero viajó durante dos años y, entonces, se quedó embarazada. Lo siguiente fue perder el trabajo y sus ahorros. Cuando ya se le habían agotado las opciones y su destino era la calle, tuvo un golpe de suerte: alguien le habló de Cáritas. Su hijo nació al día siguiente. Dos días después empezó el confinamiento
¿Dónde habría pasado la cuarentena si Cáritas no hubiera aparecido en su vida?
No quiero ni imaginarlo. No tenía dónde ir. El 11 de marzo me dieron una habitación en el Hogar Santa Bárbara de Cáritas Diocesana de Madrid, una residencia para madres gestantes en situación de emergencia. 24 horas después nació mi hijo. Solo dos días más tarde se declaró el Estado de alarma. Fue un milagro conseguir entrar en el hogar. Si Mohamed Ghali llega a nacer un día después, no sé cómo hubiera pasado la cuarentena.
¿Cómo se sintió el día que llegó al Hogar Santa Bárbara?
No me lo podía creer. Me sentí tranquila. Estaba al final del embarazo y ya no podía pagar los 150 euros de la habitación que compartía con otras chicas. Tampoco sabía cómo iba a vivir cuando naciera el bebé. Había perdido el trabajo por estar embarazada. No tenía dinero ni podía contar con la ayuda del padre. ¿Cómo iba a pagar las cosas del bebé, que además son tan caras? Estaba muy nerviosa y con la tensión muy alta.
¿Qué fue lo que cambió su suerte?
Fui a los Servicios Sociales municipales para pedir ayuda y alguien me habló de Cáritas. Hice las maletas, me fui al hogar y al día siguiente estaba naciendo mi hijo. Creo que él también supo que ya podía nacer.
¿Qué ha encontrado aquí?
Me he sentido muy bien, me han ayudado en todo. Aquí hay unas religiosas que nos ayudan con los bebés y nos enseñan a hacer las tareas de la casa. Ellas han estado con nosotras durante todo el confinamiento. Yo soy musulmana, el resto de las chicas y las hermanas son católicas, y nos entendemos estupendamente. Me he sentido muy cómoda.
¿Cómo es su día a día?
Nos levantamos y atendemos a nuestros niños. Aquí cada una tiene una habitación que debe mantener limpia y ordenada. Además, tenemos zonas comunes como el salón, la cocina, el comedor o el baño de los bebés. Estas estancias las limpiamos y ordenamos también entre todas y nos ocupamos de hacer la comida. Estas tareas las hacemos por turnos y vamos rotando, así aprendemos a hacer todo.
¿Cómo ve el futuro?
Espero recuperarme pronto para empezar a buscar una forma de ganarme la vida y cuidar de mi bebé. En el hogar podemos estar hasta que los bebés cumplen 6 meses, y luego es posible que la red de atención de Cáritas nos permita seguir contando con su ayuda, pero depende de la demanda que haya, claro. Yo espero poder trabajar lo antes posible. Hay muchas mujeres que piensan que el futuro es casarse y tener niños y no hacer nada más. Yo, además, quiero trabajar. A mí me gusta trabajar.
¿Dónde cree que podría hacerlo?
Cuando llegué a España estuve en Toledo y en Barcelona limpiando habitaciones de hotel, y en otros trabajos. Aquí en el Hogar Santa Bárbara hemos realizado talleres de cuidado de bebés, de habilidades domésticas, de conocimiento de la legislación laboral... y también hemos aprendido unas de las habilidades de las otras. Cocinamos, hacemos la manicura y mucho más. Espero poder encontrar pronto un trabajo y poner así en práctica todo lo que he aprendido aquí.
Marta Palacio Valdenebro
Comunicación de Cáritas Diocesana de Madrid
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