«Felices quienes cierran todas las heridas sufridas.
Felices quienes, después de haber saboreado la dulzura del perdón, gozan felices con el abrazo del reencuentro.
Felices quienes perdonan setenta millones de veces siete y no se arrepienten nunca de haberlo hecho.
Felices quienes han descubierto en el tesoro del perdón las semillas de un mundo nuevo.
Felices quienes saben que no son incompatibles la proclamación de la verdad y la justicia con la compasión y el perdón.
Felices quienes intentan incluir, rehabilitar, no acallar nada, olvidar,
perdonar, en definitiva, como la única forma de reconciliación y verdadera convivencia fraterna»
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