Abre la puerta que tienes cerrada con llave,
y derriba los muros que protegen tu yo.
Abre la puerta y sal de ti mismo.
Hay demasiadas heridas que anhelan
ser curadas por el bálsamo de tu mirada,
demasiado nublada por las propias inquietudes.
No te excuses con tus debilidades e impotencias
y abre las dependencias de tus seguridades y posesiones.
No tengas miedo de perder, ni de los escollos ni los fríos,
que están en las calles apáticas y asténicas de la vida.
Crea vida en los terrenos áridos y aparentemente infértiles,
pese a que te digan que estás loco.
Construye vínculos de concordia y de diálogo
donde hay oposición o incomunicación.
Ofrece esperanza a los que permanecen en el sin sentido.
Lucha para derribar las ataduras de los que están alienados.
Abraza el llanto de quienes son tratados injustamente.
Ama a quien te lo pone difícil,
a pesar de que se aprovechen de tu amor.
Y si a pesar de todo, no brota la vida, ni la concordia,
ni la esperanza, ni la libertad...
escucha entonces, en el silencio de la vida.
la suave brisa del amor,
tan ahogada por ruidos y alborotos,
que te busca y te espera desde la eternidad
para venir a permanecer en ti.
Y entonces...todo será luz y fuerza en tu caminar.
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