¿Qué es la comunión espiritual?
El tiempo ha pasado en situaciones como la emergencia del coronavirus se entiende ahora otra dimensión de la Comunión espiritual. Pero, ¿qué es? Un gesto que define como "un acto de deseo" que consiste en "expresarle a Jesucristo que deseamos recibirlo en el corazón"
Y es que Jesús, dice el evangelio de este domingo(Jn 4), el culto cristiano es "en espíritu y verdad". Por eso, en cualquier lugar y situación el creyente se puede encontrar con Dios y sentir la unión, la comunión. El deseo va unido a una disposición interior con la que en medio de nuestro silencio la presencia de Dios puede habitar en nuestra intimidad.
El sínodo de la Amazonía ha dejado el testimonio de quienes viven la Eucaristía de forma esporádica. Sin embargo, no han dejado de valorar la fuerza de la "fracción del pan" para el camino del creyente. Como los pueblos indígenas de las selvas más remotas, son tantos los que se ven privados de la comunión sacramental debido a las persecuciones religiosas o las situaciones de violencia generalizada.
¿Cómo se hace la comunión espiritual?
No hay fórmulas establecidas. Las recomendaciones de santos y autores de espiritualidad ayudan a quienes necesariamente han de hacerlo a menudo, bien sea por la enfermedad o las circunstancias, la clave es hacer consciente este deseo de recibir a Jesús y que él sea aliento de vida cotidiana.
A ese deseo consciente, le puede acompañar una aclamación espontánea que muestre esta disposición para que Él se haga presente en el corazón ya que no podemos recibirlo de forma sacramental como cualquier día en el templo; "Él vendrá a unirse vosotros en un dulce intimidad" -decía San Alfonso María de Ligorio-. En este sentido, hay muchas oraciones que pueden ayudar a poner palabras a este deseo interior. Cuando sentimos que el amor de Dios se enfría, -¡corramos pronto a la comunión espiritual!", recomendaba el cura de Ars y este tiene que ser uno de los efectos.
Creo, Jesús mío,
que estás real
y verdaderamente en el cielo
y en el Santísimo Sacramento del Altar.
Os amo sobre todas las cosas
y deseo vivamente recibirte
dentro de mi alma,
pero no pudiendo hacerlo
ahora sacramentalmente,
venid al menos
espiritualmente a mi corazón.
Y como si ya os hubiese recibido,
os abrazo y me uno del todo a Ti.
Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti. Amén
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