En la primera parte del acto, Fr. Francisco J. Rodríguez Fassio, O.P., también de la comunidad dominica de Scala Coeli, realizó una detallada presentación sobre la figura de Sto. Tomás de Aquino hoy, señalando que últimamente se está comenzando a conocer más y mejor la obra de Sto. Tomás, sobre todo en lo referido a sus comentarios de la Biblia y sus sermones, sin olvidar su ya conocida y muy comentada Suma Teológica. “Sto. Tomás es mucho más que la Suma Teológica. Hoy se le está redescubriendo como un gran evangelizador”. Rodríguez Fassio definió a Sto. Tomás como un ser tremendamente afectivo, poeta, místico, un gran predicador, un hombre de su tiempo y viajero -tanto que incluso murió en camino-, muy interesado por la realidad, sobre todo por los “por qué, para qué y cómo de esa realidad”. Pero, principalmente fue un teólogo bíblico, un gran biblista, que intenta comprender y hacer comprender la Palabra de Dios recogida en la Sagrada Biblia, uniendo la teología, la espiritualidad, la moral, las cuestiones filosóficas y las sociales, señalando que, ante la realidad de Dios, del hombre y del mundo, lo principal es averiguar qué podemos saber y cómo podemos responder. Trata de huir de los compartimentos estancos y tener una visión total de la vida. Finalmente, destacó mediante diversos ejemplos la que denominó “modernidad” de Sto. Tomás.
Un teólogo con la pintura, con la palabra y con la acción pastoral
A continuación, cedió la palabra a Fr. Félix, no sin antes presentarlo como un teólogo con la pintura, con la palabra y con la acción pastoral, testigo y predicador de la Belleza, la Verdad y el Bien, que son los otros nombres de Dios.
Tras presentar varias definiciones del término “verdad”, Fr. Félix explicó su significado desde la tradición cristiana, mencionando a quién más se refirió a la misma, San Juan a través de su Evangelio. “Pero Juan no llama nunca a Dios mismo como “la Verdad”, sino que Dios nos revela “Su Verdad”. Y esa “Verdad” que Dios revela es Jesucristo”.
Hoy la verdad es un tema muy discutido, parece que se ha extendido en nuestro mundo que no hay una sola verdad, sino que todo es relativo (“lo que hoy es verdad, ayer no lo era”, “la verdad de hoy puede que mañana no lo sea”). Parece que cada persona tiene su “propia verdad” y todas son igualmente válidas. Pero esto es peligroso y triste, ya que si cada uno se mueve y valora por una propia y aislada verdad, es imposible tener un ámbito común en el que relacionarse, encontrarse y construir juntos. Y así se presentan fenómenos como las “fake news” o noticias falsas, que a fe de repetirse mucho pueden llegar a ser tenidas como válidas y verdaderas.
Pero, frente a todo lo anterior, tampoco se puede pretender la imposición de una sola verdad, cerrada para todos e incapaz de acoger la pluralidad del ser humano.
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Hernández Mariano se pregunta “cómo podemos situarnos entonces los creyentes, sobre todo los católicos, frente a esto”. Para ser humanos, para convivir, para progresar, necesitamos encontrar ese espacio común donde todos podamos encontrarnos con nuestro propio bagaje, con nuestras culturas, tradiciones e historias, y con nuestros sueños. Y eso es “la Verdad”, una verdad común y objetiva, pero, eso sí, una sola Verdad, que no es poseída en absoluto por nadie, que ha de ser buscada y, además, en común. Y para los católicos, esa Verdad que Dios revela es Jesucristo. Él mismo nos lo dice: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”. Y en la Verdad de Dios encontramos también la propia Verdad del ser humano. Jesús es la plenitud de esa revelación de Dios.
Concretando lo manifestado anteriormente, Fr. Félix señaló que esa búsqueda de la verdad hay que hacerla a través del diálogo, el cual ha de tener una serie de características: ha de ser un diálogo total, es decir, un diálogo con todos, con el hermano, con el diferente, incluso con la sociedad que nos ha tocado vivir, con la cultura en la que vivimos y con las diferentes culturas que nos podemos encontrar; un diálogo con las realidades del dolor y el sufrimiento; un diálogo con toda la creación, ya que no podemos olvidar que la verdad se busca, exige nuestro esfuerzo y tiene que ser trabajada, pero, ante todo, se nos revela, se nos va ofreciendo por un Dios que se manifiesta en todo y en todos. Para la búsqueda de la verdad nos necesitamos todos. Y para ello necesitamos salir de la “propia tierra”, abandonar nuestras “propias seguridades”, lo que creemos saber y conocer, para acercarnos al otro con humildad, sin verlo como adversario, escuchándolo de verdad, tratando de no juzgarlo, de no rebatir lo que oímos, sino tratando de comprender, de acoger sus argumentos, su vida, su historia, con actitudes tales como la contemplación, el silencio, la comprensión y la misericordia.
La búsqueda de la Verdad es amar, y el estudio es amor
Finalmente, y como conclusión, Fr. Félix señaló que la búsqueda de la Verdad es amar, y el estudio es amor. Estudiamos para amar más y mejor. Y conforme vamos caminando en esa aventura de la búsqueda de la verdad, nuestro corazón cada vez se ensancha más, podemos amar más y mejor.
Finalizada la intervención de Fr. Félix se abrió un amplio e interesante dialogo entre los asistentes.
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