Queridos hermanos y hermanas:
La catequesis de hoy se enmarca en la semana de oración por la unidad de los cristianos, que este año tiene como tema la hospitalidad, recordando el naufragio de Pablo en la isla de Malta.
El texto de los Hechos de los Apóstoles nos presenta una situación desesperada. Pablo y sus compañeros, junto al resto de los tripulantes del barco en que viajaban, quedan a la deriva durante 14 días, perdidos y desorientados, a merced del mar embravecido. El Apóstol, sin embargo, desde su experiencia de fe, llama a la confianza en Dios que es para él un Padre amoroso.
Providencialmente, todos se salvan y llegan a Malta, donde en abierto contraste con esa terrible experiencia que han sufrido, saborean el entrañable modo de hacer hospitalidad de los habitantes de la isla. Es significativo que aquellos hombres, que no conocían a Cristo, fueron capaces de manifestar el amor de Dios. La hospitalidad espontánea y su trato considerado comunican ese amor de Dios. Por parte suya, Pablo les muestra a ellos la misericordia de Dios, curando a los enfermos de la isla.
Queridos hermanos: La hospitalidad es una virtud ecuménica; acoger a los cristianos de otras tradiciones significa mostrarles el amor de Dios, pero también acoger lo que Dios ha realizado en sus vidas y dejarnos recibir de las otras comunidades, es lo mismo. Estemos disponibles y abiertos, con el deseo de conocer su experiencia de fe, para vernos enriquecidos por ese don espiritual.
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, venidos de España y de Latinoamérica. Pidamos al Señor por todos cuantos sufren en el mar tempestuoso del desarraigo y el abandono, y comprometámonos a trabajar juntos, pidiendo al Señor el don de la unidad, de modo que como cristianos testimoniemos el amor premuroso de Dios por cada persona. Que el Señor los bendiga.
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