Querido hombre:
Con gozo y alegría te comunico que ha llegado el tiempo, se ha cumplido la espera anunciada desde antiguo, ¡y ésta es la noticia!: os envío a mi Hijo.
Alegraos todos, poneos de fiesta porque hoy el cielo y la tierra se unen.
Decidlo a todos; anunciadlo por todos los rincones; pregonadlo allí donde hay desesperación y miedo: mi Hijo ha puesto su morada y ha establecido para siempre su domicilio en la ciudad de los hombres.
Lleva un mensaje de paz y de alegría. Lleva en su corazón todo lo mejor de mi corazón de Dios. Lleva en sus labios la palabra que los afligidos esperaban. Lleva en sus manos la bendición y la ayuda que muchas manos de hombres esperaban. Lleva en su mirada la profundidad del rostro de Dios.
Hombres, abrid los ojos, levantad la mirada: con vosotros está. ¡Reconoced al que ha salido del cielo para abrir las puertas cerradas! Desde ahora todo lo mejor ya es posible en la tierra. Desde ahora la tierra ya es también la “casa de Dios”, porque en ella habita mi Hijo,al que os envío.
No tembléis, hombres, ante esta presencia. Alegraos.
El Hijo que os envío es Salvador. Su presencia es sencilla. Ya podéis mirar a Dios, queridos hombres, sin miedo a morir. Ya podéis entablar un nuevo diálogo conmigo, según Él os enseñe.
Hombres, sabedlo, toda mi imaginación de Dios, todo mi amor reiterado desde antiguo… está concentrado en este Hijo, el recién nacido de Belén.
Vosotros, los sencillos, los que esperáis todo porque el corazón no está agostado por las cosas, sed los primeros en ir a Él y en reconocerlo… y cantad y proclamad: “Grande es el Dios de nuestros padres.”
Querido hombre, desde ahora, cuando quieras saber algo de mí no tienes más que ir a Él. Desde ahora, cuando el peso de tus cadenas te sea insoportable… no tienes más que ir a Él. Yo soy así. Yo, Dios, hago las cosas así: en la fragilidad de este Niño está todo mi poder de Dios. Creedlo. En este Niño recién nacido está la salvación y la Palabra final de Dios. Abrid, hombres, vuestros ojos; abrid vuestros oídos; abrid vuestro corazón; abrid vuestra esperanza… Abríos a esta novedad, hombres de todos los pueblos del mundo.
Este es el mensaje en esta noche. Está permitida la alegría. Está permitido soñar. Está permitido creer en la paz para los hombres… Está permitido creer que lo imposible será posible. Está permitido dar gracias y cantar… Hombres, en esta noche os está permitido mirar al sol en medio de la noche.
Yo, Dios, os comunico esto para que lo reconozcáis y caminéis como hombres razonables. Yo, Dios, os hablo estas cosa para que lo reconozcáis en la sencillez de un pesebre y en la soledad y silencio de esta noche. El grande, el que esperaron los profetas, el anunciado desde antiguo está ya entre vosotros. ¡Paz a los hombres que aman el nombre de Dios!.
Yo, Dios, os lo digo y lo hago. Yo, Dios, os lo anuncio.
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