El marido de Chiara Corbella Petrillo, mujer italiana actualmente en proceso de canonización, ha ofrecido este fin de semana su testimonio en Barcelona y Madrid, «porque Dios nos quiere hablar a cada uno de manera personal y para eso se vale de Chiara»
«Ha sido algo muy grande porque Dios ha tocado el corazón de mucha gente. Había muchos que querían escuchar su historia y ahora han podido hacerlo de la mano de Enrico, su marido», explican los curas de la fraternidad sacerdotal San Carlos Borromeo, que ha traído a España a Enrico, el marido de Chiara Corbella, mujer italiana actualmente en proceso de beatificación en Roma, y a su padre espiritual, el franciscano Vito d’amati.
Chiara murió en 2012, a los 28 años, a causa de un cáncer que le fue diagnosticado cuando llevaba cinco meses embarazada de su tercer hijo, y decidió no recibir ningún tratamiento que pudiera perjudicarle. Con anterioridad ya había dado a luz a una niña con anencefalia que murió media hora después de nacer, y a otro que también viviría pocas semanas. Este camino marcado por la cruz fue vivido por Chiara y Enrico con un sufrimiento en el que les acompañó el Señor dándoles fe y e incluso alegría. Su luminosa aventura la recoge el libro Nacemos para no morir nunca (Palabra).
Fue el 21 de septiembre del 2018, día del aniversario de matrimonio de Enrico y Chiara, cuando se abrió en Roma la fase diocesana de la causa de beatificación de Chiara. Por ello, el testimonio de Enrico se centró en España en subrayar el vínculo entre el día de su boda y el de su funeral. En ambas celebraciones vistieron de blanco, Enrico cantó un tema propio, Amore mío…, todo con la intención de enfatizar la conexión entre el para siempre que se dieron al casarse, y el para siempre con el Chiara entró en la vida eterna.
Al testimonio de Enrico en Fuenlabrada asistieron 800 personas «porque no cabían más», aseguran. «Vino gente de toda España, familias con niños, personas que han hecho muchos kilómetros para escuchar a Enrico… También ha venido gente que ha perdido recientemente a alguien querido, todo porque cada uno de ellos ha sido tocado de alguna manera por Chiara, y Enrico repite que Dios les quiere hablar a cada uno de ellos de manera personal y para eso se vale también de su mujer».
Lejos de dar una imagen edulcorada de su esopsa, Enrico contó durante su testimonio que en las últimas semanas Chiara reconoció que tenía miedo del dolor, un temor que se mitigó cuando Enrico le leyó el episodio de la perfecta alegría de las Florecillas de san Francisco de Asís, y de este modo «se dio cuenta de que Dios también le hablaba a través de la enfermedad». Y también tuvo miedo del sufrimiento del purgatorio, «porque ella quería ir directamente al Paraíso a encontrase con Dios y con sus hijos ya fallecidos».
Enrico es hoy «un hombre con una fe muy grande, que no tiene miedo de contar sus dificultades, porque tiene una gran confianza en el Señor». En medio de todo ese sufrimiento, «pudo ver a su mujer como la carne de Cristo, y a través de ella pudo afianzar aún más su relación con el Señor, una relación cada vez más profunda y basada en la esperanza de que la muerte no es la última palabra».
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.