martes, 8 de octubre de 2019

LA INMIGRANTE


Mujer que caminas noche y día
con tu llave inmemorial
das nacimiento a la palabra veraz
atraviesas el río
    y nadie te reconoce
te mojas, sudas, pierdes tus zapatos.

Otra jornada abrumada de cansancio
no puedes verbalizar tus injurias
pero eres sabia aunque te encuentren infraganti.

Te interrogan
¿Quién eres? ¿De dónde vienes?
¿Qué buscas en esta tierra que ya tiene dueños
y fronteras y murallas y hermanos que saben de la muerte lenta?

Al espacio de tu linaje vuelves
    como sombra que releo
en tu luminosa faz el fuego no termina
escapas, caes, te levantas, te sacudes,
hablas en tu lengua de tortilla
muerdes tus palabras de café
y no te dejas derrotar por la nostalgia…

Tu canto se ahoga, se alejan las salidas
eres inmigrante
tu identidad se ha reducido para siempre.

No entiendes de visas
ni de planetas fragmentados
aprendes a decir “good morning”
pero a nadie le interesa “how you are”
ni que estés habitada por un hijo sepultado en el desierto
por el sueño de un empleo
de un refugio para dormir en paz.

Yo también soy la ruptura de la costura
aquí adentro no se disipa la niebla…
y me sucede que miro en tu espejo
    y me veo. 
Consuelo Hernández 

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