El pasado viernes 5 de julio el Papa Francisco reconoció las virtudes heroicas de la Madre Francisca Del Espiritu Santo De Fuentes, fundadora de las dominicas de Santa Catalina de Siena en Manila, en el siglo XVII.
Francisca de Fuentes nació en 1647 en Manila, cuando las Islas Filipinas pertenecían a la Corona española. Francisca era española a todos los efectos aunque nunca salió de las islas: era hija del español Simón de Fuentes y de la mestiza Ana María del Castillo. Se casó siendo joven con un caballero que murió muy pronto, dejándola viuda y sin hijos.
Entonces se dedicó a una vida de oración y de obras de caridad. Se reunía para rezar con su hermana de sangre y otras jóvenes damas. Vivió experiencias místicas, como una visión de los santos Domingo de Guzmán y Francisco de Asís. En 1682 se hizo terciaria dominica eligiendo el nombre de Francisca del Espíritu Santo. Desde 1686 intentó fundar una comunidad de religiosas en Intramuros (la Manila hispánica) para vivir en común, pero no lo consiguió hasta 1696 con la ayuda del dominico Juan de Santo Domingo y Madre Francisca como priora de por vida, y no lograría estabilidad hasta 1706.
Francisca, una hermana y otras damas empezaron a rezar; querían vivir juntas en oración; así nació una
congregación que hoy cuenta con 50 comunidades
Para españolas y filipinas
Las normas establecían (siguiendo el precedente de otras fundaciones en las islas de décadas anteriores) que sólo habría 15 religiosas, que debían ser de sangre española. Pero había mujeres filipinas que pedían admisión. En 1699 se decidió que las filipinas podían entrar como legas con votos simples, ejercer tareas manuales y tener nombres religiosos no relacionados con el Rosario (que se reservaban para las españolas). Esta distinción se mantendría hasta bien entrado el siglo XIX.
El beaterío inicial vivió muchas complicaciones, y quedó atrapado en conflictos jurisdiccionales entre el arzobispo y los dominicos, temas de financiación y un status poco claro (no era legalmente "de clausura" y algunas religiosas pasaban demasiado tiempo fuera). Incluso hubo dos años, entre 1704 y 1706, que las religiosas tuvieron que vivir como laicas en unas dependencias del gobernador y algunas damas españolas abandonaron mientras las filipinas tendían a perseverar.
En 1706, teniendo Madre Francisca casi 60 años, se llegó a un acuerdo con el arzobispo y se retomó la vida en el beaterío, con 15 hermanas españolas y varias hermanas legas. Ese año el beaterío empezó a funcionar también como escuela para niñas, tanto españolas como mestizas como "indias filipinas". Enseñaban religión, leer y escribir, aritmética y labores artísticas (música, bordado, etc...).
Un legado de 50 comunidades
Madre Francisca moriría cinco años después, en 1711. Ese beaterío con escuela sería el origen de la Congregación de las Dominicas de Santa Catalina de Siena, que desde el siglo XIX se abrieron al trabajo misionero y ampliaron su servicio como educadoras. Hoy las Dominicas de Santa Catalina de Siena cuentan con unas 50 comunidades en Filipinas y Estados Unidos (y presencia en Italia), que suman más de 270 religiosas.
En 2003 empezó el proceso diocesano de beatificación de la Madre Francisca del Espíritu Santo, con el nihil obstat del cardenal Jaime Sin, arzobispo de Manila. Ahora, reconocidas sus virtudes heroicas y el título de venerable, bastará un milagro por intercesión de la religiosa para que sea declarada beata.
Web para la canonización de Madre Francisca (en inglés, con oraciones en español y lenguas filipinas)
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