Al entrar en la capilla para el rezo matinal me ha encontrado con una agradable sorpresa. Las personas de la etnia minoritaria que ayer nos deleitaron con sus cantos, bailes y representación (una tribu que vive a 650 kilómetros del lugar del Capítulo), estaban en la capilla, vestidos con su ropa habitual, que es prácticamente la que utilizaron en la representación. Han estado en la eucaristía no como meros asistentes, sino como activos participantes. Hemos podido disfrutar del canto del “gloria”, del “sanctus” y del “agnus dei” en su propia lengua, con su música instrumental, acompañado del baile suave y el juego de manos de 20 jóvenes y niñas desplegadas ante del altar. Calculo que había más de 60 personas de la etnia celebrando con nosotros. Por supuesto, la mayoría han ido a comulgar.
El predicador del día, prior de la Provincia de San José en Estados Unidos, fray Kenneth Raymond Letoile, ha agradecido la presencia de estos hermanos, y ha dicho que con ellos se estaba cumpliendo lo que dice el libro de los salmos: “alabad al Señor con danzas”. Luego ha dicho que la fiesta del Apóstol Santiago nos ofrece tres regalos: el de nuestra vocación (Santiago llamado a seguir a Jesús), el de ser hermanos (Santiago, el hermano del Señor) y el del cáliz del Señor, este cáliz que Santiago se mostró dispuesto a tomar, aunque no sabía a dónde iba a llevarle. Terminó haciendo una alusión al “cáliz” por el que ha pasado la Provincia Reina de los mártires del Vietnam.
Por la mañana se han entregado dos textos de dos comisiones, para que cada capitular pueda no sólo conocerlos, sino hacer por escrito las enmiendas que considere. Mañana, viernes, el plenario empezará a discutir y aprobar textos. El resto de comisiones, a lo largo de la mañana, han terminado sus textos y los han entregado a la Secretaría general. Esperemos que el plenario no haga muchas correcciones y todo transcurra con cierta celeridad.
Condena y prevención con los abusos
El coloquio de la tarde ha versado sobre dos temas muy distintos, pero igualmente importantes. La sesión ha comenzado más pronto de lo habitual, a las 15:30, para dedicar todo el espacio requerido al primero de los temas, a saber, los abusos sobre menores y personas vulnerables, con todo lo que eso conlleva de víctimas y victimarios. Es un tema que afecta a toda la Iglesia y sobre el que este Capítulo va a decir una palabra, no sólo de condena, sino también una palabra fuerte sobre prevención, para que esto no se repita nunca más.
Hemos dialogado con sinceridad, como una familia, y hemos intentado ver todas las vertientes que conlleva este delicado y detestable tema. Lejos de culpar a los medios de comunicación, se ha dicho expresamente que ellos pueden ayudarnos a encontrar la verdad. También se ha insistido en la necesidad de educar a nuestros jóvenes en formación en cuestiones de castidad y afectividad.
Tumba de Santo Domingo de Guzmán en Bolonia
El segundo tema ha versado sobre los preparativos para celebrar el 800 aniversario de la muerte de Santo Domingo (1221-2021), su nacimiento a la vida eterna. Los actos fundamentales tendrán lugar en Bolonia, donde está su sepulcro, pero también se invita a las provincias a realizar actos más locales. Los milagros que adornan la tumba del santo tratan de presentarlo como “otro Cristo”, como un apóstol que sana, enseña y comparte el pan de la eucaristía.
La predicación es un camino para la santidad
Se prepara una guía en varias lenguas para peregrinaciones que recorran el último camino de Domingo desde Roma a Bolonia. Y se detengan en los lugares de este camino que nos recuerdan a otras grandes figuras: fray Angélico, Tomás de Aquino, Ines de Montepulciano, Catalina de Sena, Margarita de Castello y Giorgio La Pira, que vino a presentar a Ho Chi Minh un plan de paz para Vietnam. Fray Fausto Arici, provincial de la Provincia de Santo Domingo en Italia, donde está la ciudad de Bolonia, ha garantizado que habrá medios suficientes para recibir a los peregrinos. Finalmente, fray Gerard Timoner, recordando a Domingo predicador, ha afirmado que la predicación es un camino para la santidad.
Fr. Martín Gelabert, O.P.
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