viernes, 7 de junio de 2019

LA VENIDA DEL ESPÍRITU SANTO


 
Hace siete semanas que el Ungido 
fue semilla y fue trigo. En este día 
se hace ofrenda del pan, es Ley judía. 
De Nueva Ley, Jesús lo ha revestido. 

A rezar, con María, se han unido 
sus leales seguidores. Les envía 
el aliento de luz y valentía 
que en las lenguas de fuego ha descendido. 

Impregnados del Astro matutino, 
tienen el don de hablar en otro idioma 
y encuentran el sentido de la vida. 

Se manifiesta entero, Uno y Trino. 
Ellos baten sus alas de paloma 
y proclaman la gracia recibida. 

El Ser, lumbre de fe y de santidad, 
trae sus dones en llamas de indulgencia: 
sabiduría, entendimiento, ciencia, 
fuerza, consejo, amor a Dios, piedad. 

Sus frutos: longanimidad, bondad 
mansedumbre, fidelidad, paciencia, 
benignidad, modestia, continencia, 
castidad, gozo, paz y caridad. 

El Espíritu Santo es libertad, 
es jubileo y conversión al Padre, 
es dulce huésped de las almas puras. 

Es alfaguara de inmortalidad 
encarnada en el seno de la Madre 
portadora de célicas venturas. 

Resurrección de amor es su doctrina. 
El Verbo que amanece en claridad 
es el Sol de esencial felicidad 
que en la noche a las almas ilumina. 

El paráclito guía y predestina 
al creyente que vive en la verdad 
cumpliendo la divina voluntad 
y por Jesús el Reino vaticina. 

Entre los pedregales del dolor 
se descubren las arras de su herencia 
en el sendero de la perfección. 

Extiende su poder transformador 
sobre las rocas de la indiferencia 
con el milagro de su comunión. 


 Emma Margarita R.A.-Valdés           

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