San Vicente Ferrer nació en Valencia, el 23 de enero de 1350. Sus padres fueron Guillermo Ferrer, notario, y Constança Miquel. Fue bautizado en la Parroquia de san Esteban.
Tomó el hábito de fraile dominico en el cercano Real Convento de Predicadores el 5 de febrero de 1367, emitiendo sus votos definitivos el 6 de febrero de 1368. Estudió Filosofía, Biblia y Teología en Barcelona, Lérida y Toulouse obteniendo en 1388 los títulos de “Maestro en Teología” y “Predicador General” en su orden religiosa.
Residió en Avignon durante el Cisma de Occidente donde recibió diversos cargos de Benedicto XIII. En 1399 abandona definitivamente esta ciudad y se consagra a su actividad misionera.
El contenido de su predicación siempre fue el de penitencia y reforma. En este sentido se esforzaba por resolver contiendas, mejorar la vida moral y espiritual, buscando una sociedad más cristiana, más espiritual y más armoniosa. Predicó por toda la Corona de Aragón, la de Castilla y, además, el sur de Francia, el norte de Italia, Suiza y la Bretaña francesa. En muchos lugares se recuerda su paso por los hechos portentosos y milagros que ocurrieron.
En al ámbito social, su gran prestigio le llevó a fundar en 1410 una cofradía para atender a los niños huérfanos y abandonados de Valencia, tarea que continúa en el Colegio Imperial de Niños Huérfanos de san Vicente Ferrer. Participó en el Compromiso de Caspe en el que se designó heredero de la Corona de Aragón a Fernando de Antequera tras la muerte sin descendencia de Martín el Humano.
En 1419 predicó la que sería su última Cuaresma y a los 69 años murió en Vannes (Bretaña francesa) el 5 de abril de ese mismo año. Está sepultado junto al altar mayor de la Catedral.
San Vicente fue canonizado el 29 de junio de 1455 en Roma por el papa Calixto III. Su fiesta se celebra el 5 de abril, aunque desde muy antiguo, en Valencia, se celebra el lunes posterior a la Octava de Pascua.
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