Una iglesia católica ha podido ser construida e inaugurada por primera vez en Cuba desde que hace 60 años se instalara la férrea dictadura comunista a manos de Fidel Castro. Este histórico momento se produjo este pasado sábado 26 de enero en la localidad de Sandino, ante la alegría de los muchos fieles que vieron como por fin se podía erigir la iglesia y así tener un templo en el que rezar. Este país pese a décadas de comunismo mantiene una población católica que supera el 60%.
La nueva parroquia del Sagrado Corazón es una de las tres únicas iglesias que el régimen cubano ha autorizado a que se puedan construir en un estado que los Castro declararon ateo y que en su última constitución se declara laico, pese a que la libertad real está muy lejos de conseguirse.
Una iglesia en la Cuba comunista financiada por católicos de EEUU
La autorización para estas tres construcciones y la devolución de alguna que otra propiedad que la dictadura expropió a la Iglesia cuando tomó el poder es una de las pequeñas mejoras de la situación de los católicos en la isla que se ha experimentado en los últimos años.
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Paradójicamente, la construcción de esta primera parroquia en más de seis décadas ha sido posible gracias a los fondos donados por los feligreses de la parroquia de San Lorenzo en la ciudad estadounidense de Tampa, precisamente el país más odiado por la dictadura comunista cubana.
El levantamiento del embargo por parte de EEUU, y la lenta apertura del propio Partido Comunista en Cuba ha ayudado también a que se haya podido materializar esta ayuda. El sacerdote de la parroquia de Tampa, Steven Dornquast, viajó a Cuba para asistir a la inauguración y allí dijo que “en la Iglesia Católica con el bautismo recibimos una identidad” y “ayudar a nuestros hermanos es parte de nuestra fe”.
Estos feligreses estadounidenses lograron recaudar y enviar a Cuba 95.000 dólares para la construcción de la parroquia, que tiene una capacidad para 200 personas y ocupa 800 metros cuadrados de un terreno que el Estado ha accedido ceder a la Iglesia.
Un pueblo creado por el régimen para llevar a "contrarrevolucionarios"
Este templo en Sandino es casi milagroso puesto que esta localidad se creó después del triunfo del golpe castrista. Situada a 250 kilómetros al oeste de La Habana se fundó para llevar a este lugar apartado a los que el régimen consideraba familias contrarrevolucionarias. Hasta la fecha no tenían un templo.
La nueva parroquia tiene una capacidad para 200 personas
“Para la Iglesia es un hecho histórico. Este es un pueblo de desterrados de la región montañosa del Escambray (este del país). Muchas familias o sus descendientes que dejaron atrás a sus santos no tenían un templo en el cual orar”, afirma a Diario de Cuba Juan Hidalberto Hernández, un feligrés de 60 años.
Pese a la gran noticia que supone la construcción de una parroquia 60 años después, lo cierto es que de momento sólo es algo anecdótico, al igual que la devolución de algunos locales y templos a la Iglesia. En 2013 y 2014 se hicieron públicas algunas de estas devoluciones, pero no han sido más desde entonces.
"Es poco lo que se ha percibido"
“Hay expectativas para otras devoluciones, aunque en el transcurso de estos últimos años, realmente es poco lo que se ha percibido. Algunas diócesis han recibido algún terreno, algún local, pero realmente todavía faltaría mucho por devolver”, aseguraba a este mismo diario crítico con la dictadura monseñor José Félix Pérez, portavoz de la Conferencia Episcopal Cubana.
Además, explicaba que “algunas propiedades de la Iglesia que dejaron de ser suyas en el año 1961 o 1962 están ocupadas por instituciones oficiales o familias, y ya nunca volverán a ser de la iglesia; por ejemplo, colegios, hospitales, asilos de ancianos”.
Sobre los bienes devueltos, fuentes eclesiales aseguran que “el estado de conservación de estos inmuebles deja mucho que desear, lo que hace pensar que detrás de la restitución hay también razones económicas: el gobierno cubano no cuenta con los recursos necesarios para mantener edificios que se están deteriorando rápidamente y que después de ser expropiados en los años 60 se usaron para todo tipo de fines: como almacenes, hornos, comedores obreros o escuelas”.
Sin embargo, la Iglesia reclama dos ámbitos en los que no ha sido escuchado por el régimen. Por un lado, poder abrir escuelas y por otro tener acceso a los medios de comunicación.
Tolerada, pero vigilada y controlada
Aunque los brotes verdes en cuanto a la libertad religiosa empiezan, la realidad cubana la definieron en una carta publicada en enero de 2018 tres sacerdotes católicos, apoyados por una buena parte del clero de la isla. Decían esto:
“La Iglesia es tolerada, pero no deja de ser vigilada y controlada. Se reduce la plena libertad religiosa con una controlada libertad de permisos de culto. Los cristianos pueden reunirse a compartir su fe, pero no les es permitido construir un templo. La Iglesia puede hacer procesiones e incluso misas públicas, pero siempre a condición de un permiso expreso de las autoridades, que, en caso de no otorgarlo, no permiten apelación ni dan explicación. La Iglesia puede alzar su voz en los templos, pero no tiene acceso libre a los medios masivos de comunicación y, en los escasos momentos en que esto ocurre, es siempre bajo censura. Los laicos son censurados cuando intentan aplicar a la práctica política y social su fe”.
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