lunes, 3 de diciembre de 2018

El islam y Europa, un «problema político» de grandes dimensiones: Informe del Observatorio Van Thuân

Un conocido líder islamista británico pidiendo la "Sharia" para Reino Unido en una manifestación en Londres
El Observatorio Cardenal Van Thuân ha publicado un informe sobre el Islam político y la problemática que va a generar en un lugar como Europa, que ha dejado de lado cualquier tipo de valores. La islamización pacífica y silenciosa, el multiculturalismo y el intento de introducir "leyes islámicas" en las legislaciones europeas son algunos de los aspectos en los que profundiza el informe. Este es el resumen que Silvio Brachetta realiza del texto:

Islam, problema político

El décimo Informe del Observatorio Cardenal Van Thuân dedicado al Islam político (ver aquí) «abre una nueva pista», es decir, no sólo se pregunta sobre la realidad del Islam político, sino que también analiza su «compatibilidad o incompatibilidad con los principios de la Doctrina social de la Iglesia». Así escribe mons. Giampaolo Crepaldi [1], en razón de la poca atención que los medios de comunicación y el mundo político y cultural prestan al impacto social que el islam tiene en ámbito europeo. A este respecto, dos parecen ser sólo las preocupaciones de los europeos, según Crepaldi. En lo que concierne a las instituciones políticas, la idea es arrinconar el problema únicamente con el «principio de tolerancia». En lo que respecta a la Iglesia católica, la única preocupación tiene que ver con la urgencia de iniciar el «diálogo interreligioso». Ambos ámbitos -civil y religioso-, parecen basar cualquier iniciativa futura respecto a los inmigrantes y los ciudadanos musulmanes en el «principio de la libertad religiosa».

Calcularlo todo en base a la libertad religiosa es, sin embargo, «insuficiente» -sostiene el arzobispo-, porque «así no se afronta el problema de la verdad de las religiones y el de las especiales características de la religión islámica». Precisamente con motivo de la naturaleza teológica del islam, por ejemplo, no nos podemos limitar a la cuestión de la simple tolerancia, porque por parte del islam no puede haber un intercambio, hasta el punto que «un cierto fundamentalismo es inseparable» de  la religión de Mahoma.

La "Gran Sustitución"

Tampoco hay que subestimar -siempre según Crepaldi-, las presiones de los nuevos partidos de matriz islámica, que desean introducir en las legislaciones europeas elementos «del derecho islámico (fiqh) y de la ley islámica (sharia)». A este aspecto del Islam político se añaden otros: la lejanía del sistema islámico respecto a la laicidad, un sistema social basado en la sumisión al Dios del Corán, la unidad y superioridad de la comunidad islámica (Umma). Por no hablar de las convicciones especiales sobre la mujer y la familia, muy distantes de la perspectiva occidental. La Doctrina social de la Iglesia y el islam, por lo tanto, están en posiciones distintas, pero no solo: la Doctrina social tiene una visión muy diferente también del modernismo neoilustrado que rige la casi totalidad de las instituciones progresistas europeas.

El cuadro, entonces, nos muestra toda la debilidad del sistema europeo respecto a un islam agresivo, si no por medio de los atentados -obra de una minoría-, sí al menos en ámbito cultural, dado que los musulmanes están dispuestos a integrarse a su modo, intentando exportar sus principios religiosos a la política y la sociedad. Por este motivo, Giulio Meotti[2] habla de un programa de hegemonía social evidente por parte del mundo musulmán francés. Y cita, por este motivo, al arzobispo de Estrasburgo mons. Luc Ravel, según el cual está en marcha una «Gran Sustitución»[3], resultado del bajo índice de natalidad de los franceses respecto al de los musulmanes. En resumen, según Meotti, está en marcha «la islamización "pacífica" de Europa a través de las mezquitas, el proselitismo, la demografía, el multiculturalismo y la sustitución».

En realidad, ya se hablaba de ello en 1990, cuando el islámologo Bernard Lewis dijo que «la "corrección política" y el "multiculturalismo" eran una mezcla letal para Occidente» y anunciaba «la tercera invasión islámica de Europa», que tendría «mayor éxito que la primera y la segunda». Sea como sea, para Meotti es un hecho que «en 1970 las mezquitas en Francia eran un centenar; hoy son más de 2.450», con un «ritmo de casi dos nuevas mezquitas por semana desde hace diez años hasta ahora».

Stefano Fontana[4] considera que la situación actual es inestable debido a dos fuerzas opuestas, del todo asimétricas. Por una parte, está Europa, «complaciente y sin pretensiones», y por la otra la comunidad islámica, «convencida y decidida». Por lo tanto, hay un desequilibrio. La debilidad occidental es debida también al hecho de que Europa -observa Fontana- «se niega a conocer el islam». O mejor, «lo re-conoce», es decir, «lo acepta y lo convalida sin conocerlo por lo que es». Sobra cada cuestión desciende el silencio: poligamia, derecho paralelo de la sharia, condición de la mujer en el islam. Hay sólo un vago sueño difundido, según el cual existiría un «islam moderado» de tipo europeo. Pero, escribe Fontana, «ni en el texto del Corán» y ni tan siquiera «en las palabras y en los actos de Mahoma» hay sitio para un islam de este tipo.

Se llega, por lo tanto, a una pretensión absurda: Occidente llama «integración» a la imposición a los musulmanes de «una incoherencia respecto a los principios de su religión». Todo está basado en algunos malentendidos. Según la corriente dominante occidental, la cuestión de la migración se resolverá desde el principio de la libertad religiosa, la tolerancia y el convencimiento de que todas las religiones monoteístas son, en el fondo, iguales. Tampoco la Iglesia es ajena a esta lógica -explica Fontana-, cuando no va más allá de la propuesta del diálogo interreligioso y la sociedad multicultural. La realidad es distinta: «Occidente no puede integrar al islam porque Occidente mismo está desintegrado» y «porque no quiere mirar al islam por lo que realmente es».

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