José Antonio Martín Petón siempre se considerará futbolista. Probó suerte como periodista y no le fue mal, pero acabó representando a jugadores. Su Niño dio el estirón con él y ahora ha logrado que el Huesca juegue en Primera. Del Atleti hasta la médula, se confiesa católico de los que han descubierto «un camino de luz»
Futbolista, representante, comentarista, ahora dirigente… ¿Qué no ha sido en el fútbol?
Futbolista siempre, nunca se es ex. Y muchas veces he sido utillero. Pedía camisetas a mis amigos de Bemiser y me ocupaba de que las equipaciones estuvieran el domingo. Me falta ser delegado de campo, que gana puntos al crear buen ambiente.
¿Son tan malos los representantes?
Es heredero de una figura un poco escabrosa que es la del tratante, que ponía de acuerdo a distintas ganaderías. Cuando el fútbol empieza a verse como un negocio, permite su entrada. Sabían que un equipo necesitaba jugadores y que otro los tenía. Hubo personajes muy curiosos. Para controlarlo se creó la figura del agente FIFA. Como universitario y futbolista hice un examen oral, fui uno de los primeros… Estaba entonces en Antena 3, en la productora Atlántico que llevaba a artistas como Chiquito. Asensio [principal accionista] había entrado en el fútbol y parecía inteligente crear una agencia que generara sinergias. Bahía luego creció por su cuenta. Tiene espíritu corporativo, los trabajadores participan de los beneficios. Por eso, cuando me sacaron en Forbes me pareció un insulto.
Entonces, ¿ayudan al deportista?
Mira Torres, que empezó con 14 años y ya lleva casi 20 con nosotros. Lo fundamental es la naturaleza del muchacho y la educación en casa, pero tiene que estar acompañado por profesionales que piensan igual.
¿Qué enseña Torres a los niños que lo admiran?
Si un niño quiere ser como él está queriendo ser un tipo con valores: sencillez, humildad, generosidad… En el libro que hemos hecho con Carlos Matallanas [un periodista que tiene ELA], Fernando se rebela contra una frase hecha que dice que «el delantero tiene que ser egoísta». Lo patentiza con el cuarto gol de la Eurocopa de 2012. Se jugaba ser bota de oro en solitario y tenía una ocasión clara de gol, pero vio cómo llegaba corriendo su amigo Juan Mata, que no había jugado durante el campeonato y lo había pasado mal, y se lo cedió.
¿Y el «si se cree y se trabaja, se puede» del Cholo Simeone?
Cuando quieres dar una réplica a un discurso, tienes que oponer una tesis contraria… ¿Quién en el mundo se atreve a decir que, si no se cree y no se trabaja, se puede? Es un axioma definitivo, certero. Es de un psicólogo de masas; cualquier político de primer orden lo firmaría.
Hay jugadores evangélicos y musulmanes… ¿Se esconden los católicos?
Un amigo mío, Nacho, era un percusionista melenudo, muy bueno y popular. Era educador social, pero permanecía indiferente a la religión. Sintió la llamada y ahora es fraile carmelita. Siempre llevo un escapulario que me dio [lo saca del bolsillo]. Es forofo del Huesca y me llamó el otro día: «He visto que [el jugador] Musto ha subido una foto a Twitter rezando a la Virgen de Guadalupe», y me dio unos calendarios de la Virgen del Carmen para «los muchachos». Hay algunos que están orgullosos de su fe y otros que, quizá por su educación, no. El catolicismo se ha vuelto una religión hacia dentro, pero, como decía un tipo muy querido mío, Juan Pablo II, hay que ser valientes. Y contarle al mundo que es un camino de luz. Si todos hiciéramos lo que hizo Aquel, seríamos felices. Viviríamos en paz.
Hace poco murió el padre Daniel, durante años capellán del Atlético de Madrid…
El club ha tenido dos capellanes muy significados: el padre Daniel y antes don Pablo, que era un atlético febril y mandaba más que el entrenador. Iban a Misa juntos, casaba a todos, los acompañaba en momentos duros. El Pechuga San Román te hablaba de él con una ternura y un reconocimiento que luego se trasladó al padre Daniel. [Se emociona] Era un tipo especial, bondadoso y generoso, con corazón atlético. Ha sido muy duro.
¿Tiene capellán el Huesca?
En el Huesca hay un salesiano en todas las ceremonias. Hacemos una ofrenda al inicio de temporada y damos gracias al final. Estamos hermanados con San Lorenzo de Almagro porque, en los dos sitios, el fútbol entró por los salesianos. Esta temporada daremos gracias en todo caso, pero espero que por seguir en Primera.
¿Por qué pide Petón?
Como el resto del género humano practicante, pedimos mucho por cosas urgentes. Si nos van a tirar un golpe franco, me he sorprendido rezando consecutivamente. Y ahora con el VAR te da tiempo a rezar un misterio del rosario. Estuve once años sin ir a Misa, pero no dejé nunca de rezar el rosario. En los entrenamientos, en los 30 minutos de carrera continua, lo rezaba entero.
¿Dejó de ir a Misa?
Usaré una frase que me hizo gracia: no me borré del club, pero me estaban quitando la afición. El mensaje desde el púlpito era tedioso. Pero un día iba andando por la calle Pío XII a tomar una horchata con una amiga, pasé por la iglesia del Jumbo y oí a un cura que estaba riñendo, pero con gracia, a los feligreses. Sentado en los escalones del altar decía: «Teniendo a alguien que lo pasa mal al lado, ¿es cristiano no ayudarle? Aunque no le des diez euros ni dos, dale un abrazo». Se le hinchaba la vena, ¡cuánta verdad! Empecé a ir allí con él.
Sé que es lector y melómano, ¿alguna recomendación ahora?
Regalaría Imperiofobia y leyenda negra de María Elvira Roca Barea. Debería ser de consumo obligatorio para entender nuestra historia. Los imperios son imperios, hay más generosos y otros, menos. Sin que hubiera pasado un siglo de la llegada de los españoles, había universidades en Perú. Stanford, la primera americana, tardó en nacer más de tres siglos. Canción me dan ganas de decirte la obertura 1812 de Tchaikovsky, que cuenta extraordinariamente un conflicto. Pero te diré Cantares, que funde Machado con Serrat y habla de la España de la rabia y de la idea.
Rodrigo Pinedo
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