En el Evangelio de este domingo (cf. Mc 7,31-37) relata la historia de la curación milagrosa de un sordomudo por Jesús. Ellos trajeron un sordomudo, rogándole para imponer su mano. En cambio, hace varios gestos con él: primero que nada, lo alejó de la multitud. En esta ocasión, como en otros, Jesús siempre actúa discretamente. No quiere impresionar a la gente, no busca popularidad ni éxito, solo quiere hacer el bien a la gente. Con esta actitud, nos enseña que el bien debe hacerse sin clamores , sin ostentación, sin "hacer sonar la trompeta". Debe hacerse en silencio.
Cuando se hizo a un lado, Jesús puso sus dedos en los oídos del sordomudo y con su saliva tocó su lengua. Este gesto se refiere a la Encarnación. El Hijo de Dios es un hombre insertado en la realidad humana: se hizo hombre, por lo tanto, puede comprender la condición dolorosa de otro hombre e interviene con un gesto en el que está involucrada su propia humanidad. Al mismo tiempo, Jesús quiere dejar en claro que el milagro ocurre a causa de su unión con el Padre: para esto, miró hacia el cielo. Luego suspiró y pronunció la palabra decisiva: "Effatà", que significa "Abrir". E inmediatamente el hombre fue sanado: sus orejas se abrieron, su lengua se derritió. La curación fue para él una "apertura" a los demás y al mundo.
Este relato del Evangelio subraya la necesidad de una doble curación. En primer lugar, la curación de la enfermedad y el sufrimiento físico, para restaurar la salud del cuerpo; incluso si esta finalidad no es completamente alcanzable en el horizonte terrenal, a pesar de tantos esfuerzos de la ciencia y la medicina. Pero hay una segunda curación, tal vez más difícil, y se está curando del miedo. Curación del miedo que nos empuja a marginar a los enfermos, a marginar a los que sufren, a los discapacitados. Y hay muchas maneras de marginar, incluso con pseudo lástima o con la eliminación del problema; uno permanece sordo y mudo cuando se enfrenta con los dolores de las personas marcadas por la enfermedad, la angustia y la dificultad. Con demasiada frecuencia, los enfermos y los que sufren se convierten en un problema, mientras que deberían ser una oportunidad para expresar la preocupación y la solidaridad de una sociedad hacia los más débiles.
Jesús nos ha revelado el secreto de un milagro que nosotros también podemos repetir, convirtiéndose en protagonistas de '' Effatá', esa palabra 'abierto' con el que ha dado el habla y el oído a los sordos-mudos. Se trata de abrirnos a las necesidades de nuestros hermanos sufrientes y necesitados, evitando el egoísmo y el cierre del corazón. Es precisamente el corazón, ese núcleo profundo de la persona, que Jesús vino a "abrir", a liberar, a permitirnos vivir plenamente la relación con Dios y con los demás. Se hizo hombre porque el hombre, hecho sordo y mudo por el pecado, puede escuchar la voz de Dios, la voz del Amor que habla a su corazón, y así aprender a hablar a su vez el lenguaje del amor, traduciéndolo en gestos de generosidad y entrega.
Que María, que está totalmente "abierta" al amor del Señor, obtenga para nosotros experimentar todos los días, en la fe, el milagro de "Effatà", vivir en comunión con Dios y con nuestros hermanos y hermanas.
Después del Angelus
Queridos hermanos y hermanas:
ayer, en Loreto, en el Santuario Pontificio de la Santa Casa, se celebró la Fiesta de la Natividad de María y comenzó la propuesta de espiritualidad para las familias: la Casa de María de cada familia. Confiamos a la Santísima Virgen las iniciativas del Santuario y cuántas, de diversas maneras, participarán en él.
Hoy, en Estrasburgo, celebramos la Beatificación de Alfonsa Maria Eppinger, fundadora de las Hermanas del Santísimo Salvador. Damos gracias a Dios por esta mujer valiente y sabia que, sufriendo, silenciando y orando, fue testigo del amor de Dios sobre todo a aquellos que estaban enfermos en cuerpo y espíritu. Un aplauso al nuevo Bendito todos juntos!
Saludo con afecto a todos ustedes, romanos y peregrinos de diferentes países: familias, grupos parroquiales, asociaciones.
Saludo a los fieles de la diócesis de Como, a los jóvenes participantes en el encuentro promovido por La Obra de la Iglesia , a las Confirmaciones de Prevalle.
Les deseo a todos un buen domingo. Y por favor, no te olvides de rezar por mí. Buen almuerzo y adiós!
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