En efecto, los dibujos de Santa Rosa de Lima utilizaron un estilo, lenguaje y forma literaria de la tradición emblemática y renacentista y barroca. Como en los tratados emblemáticos del amor divino, Rosa relata sus experiencias místicas uniendo la palabra y la imagen. El nivel de las experiencias místicas descritas por Rosa corresponde en magnitud al milagroso intercambio de corazones que Jesús realizara con Santa Catalina de Siena o a las transverberaciones del corazón de Santa Teresa de Jesús. De estos dos pliegos, uno se refiere a las Mercedes o pruebas interiores de la santa, y el otro a la escala mística.
Primer pliego
En el primer pliego, Rosa ha recortado tres corazones, pegándolos en serie para mostrar gráficamente el inicio de la secuencia de comunicaiones o gracias místicas. Cuando el P.Getino da a conocer estos documentos, reparó en la similitud del lenguaje místico de Rosa con el de Santa Teresa de Jesús y de Juan de la Cruz. Gracias a las inspiraciones que se encuentran en este primer pliego, podemos decir que fueron escritas antes de la confesión General a la que fue sometida Rosa, encomendada a los frailes dominicos, pues así lo menciona en su escrito central.
La posible fecha del diseño de dichos gráficos sería el 23 de agosto de 1614, víspera de la fiesta del apóstol San Bartolomé. Rosa parece recibir las Mercedes hace 5 años(1609). Los 2 años de padecimientos podrían llevarnos al tiempo de su profesión como terciaria secular (30/8/1607) y afirmar en todo caso que ella fue sometida a esta confesión general como requisito previo para la profesión para ser laica dominica.
Uno de los textos localizados al lado izquierdo revela que Rosa entregaba estos manuscritos a su confesor o guía espiritual para que él los revisase y corrijase sus errores, algo que se acostumbraba en aquella época. Estos guías espirituales confirman la autenticidad y originalidad de los escritos, ya que en aquella época circulaban numerosos y falsos escritos de experiencia mística que podrían haber restado la originalidad a los escritos de Rosa.
Segundo pliego
La escala espiritual dibujada por Rosa tenía el mismo sentido que la escala espiritual de San Juan Climaco; una obra que fray Luis de Granada publicó en 1562 y que Rosa leyó. Resulta a la vez extraño comprobar cómo el contexto de las mercedes divinas tienen su analogía con el cántico espiritualidad de San Juan de la Cruz, siendo sorprendente que el diseño gráfico de la novena merced muestre en dibujo lo que el mismo Juan de la Cruz declara en el verso de la canción segunda de "Llama de amor viva". Sin embargo, las obras de San Juan comenzaron a publicarse incompletas en 1618; la primera redacción del cántico apareció en 1627 y la segunda en 1703, cuando la santa ya había fallecido, de manera que es improbable que los escritos de Rosa fueran una copia del gran místico.
También se puede ver la influencia de una tercera mano mucho más docta y conocedora de esta riqueza espiritual, en el mismo proceso inquisitorial por el cual pasó y de hecho asegura la mano correctora de sus confesores o padres espirituales. Habría que acortar que algunos autores ven en la décima merced el mejor ejemplo de la manipulación, pues está escrito en latín y la historia nos narra que Rosa era iletrada.
De los escritos de santa Rosa de Lima.
El salvador levantó la voz y dijo, con incomparable majestad: "¡Conozcan todos que la gracia sigue a la tribulación.
Sepan que sin el peso de las aflicciones no se llega al colmo de la gracia. Comprendan que, conforme al acrecentamiento de los trabajos, se aumenta juntamente la medida de los carismas. Que nadie se engañe: esta es la única verdadera escala del paraíso, y fuera de la cruz no hay camino por donde se pueda subir al cielo!"
Oídas estas palabras, me sobrevino un impetu poderoso de ponerme en medio de la plaza para gritar con grandes clamores, diciendo a todas las personas, de cualquier edad, sexo, estado y condición que fuesen: "Oíd pueblos, oíd, todo género de gentes: de parte de Cristo y con palabras tomadas de su misma boca, yo os aviso: Que no se adquiere gracia sin padecer aflicciones; hay necesidad de trabajos y más trabajos, para conseguir la participación íntima de la divina naturaleza, la gloria de los hijos de Dios y la perfecta hermosura del alma."
Este mismo estímulo me impulsaba impetuosamente a predicar la hermosura de la divina gracia, me angustiaba y me hacía sudar y anhelar. Me parecía que ya no podía el alma detenerse en la cárcel del cuerpo, sino que se había de romper la prisión y, libre y sola, con más agilidad se había de ir por el mundo, dando voces: "¡Oh, si conociesen los mortales qué gran cosa es la gracia, qué hermosa, qué noble, qué preciosa, cuántas riquezas esconde en sí, cuántos tesoros, cuántos júbilos y delicias! Sin duda emplearían toda su diligencia, afanes y desvelos en buscar penas y aflicciones; andarían todos por el mundo en busca de molestias, enfermedades y tormentos, en vez de aventuras, por conseguir el tesoro último de la constancia en el sufrimiento. Nadie se quejaría de la cruz ni de los trabajos que le caen en suerte, si conocieran las balanzas donde se pesan para repartirlos entre los hombres."
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