Melvin Singh se consideró un ateo la mayor parte de su vida. Pero en la Pascua del año 2017 él, su mujer y sus tres hijos se bautizaron católicos y son hoy creyentes entusiastas y devotos.
¿Qué causó la transformación? Pues gran parte de la responsabilidad la tiene un famoso número de la revista ilustrada National Geographic: el que se dedicó en diciembre de 2015 a la Virgen María. “María, la mujer más poderosa del mundo”, se leía en esta portada.
La familia de Melvin Singh es originaria de la India. Parte era hindú, y otra parte era de devoción sikh. En su adolescencia Melvin ya se consideraba muy crítico con la religión organizada. Como adulto joven, se definía directamente como “ateo declarado y orgulloso”.
Vivía en Kellyville, Nueva Gales del Sur (Australia). Él y si su esposa Siow Yuen estaban enviando al hijo mayor a una escuela infantil católica. Alguna vez visitaban alguna iglesia católica, como atraídos por cierta curiosidad. “Pero no sentíamos ningún impulso de abrazar la fe“, explica al Catholic Outlook.
Pero en diciembre de 2015 le diagnosticaron un cáncer, peligroso y muy extraño, poco conocido. Nadie sabía realmente mucho de ese tipo de cáncer ni de cómo tratarlo. Había varias opciones, y todas ellas prácticamente experimentales. Prácticamente, se esperaba -sin pruebas- que aplicando lo de otros cánceres funcionara.
“Mis dos hermanos me animaron a rezar. Y lo hice. Ellos tenían la esperanza de que yo desarrollaría una relación con Dios. Y lo hice”, recuerda Melvin.
Pocos días después de ser diagnsoticado, Melvin y su familia volaban hacia Singapur. “Siow Yuen me pasó una revista para distraerme. Resultó que era una copia del National Geographic con María en la portada. Fue el inicio de un viaje increíble por el que ella me llevó a Dios”.
En Singapur, Melvin pensaba y dudaba sobre qué tratamiento decidir en su enfermedad. La duda le paralizaba. Entró en la capilla de adoración de la iglesia de Santa Teresa y rezó. Mientras estaba rezando, recibió una llamada: era la enfermera de uno de sus doctores. “Me dijo que se llamaba Mary Grace [María Gracia]. Cuando Dios te guía y te da paz, y María te pide que te muevas, ¡tú vas!”
La cirugía que escogió fue un éxito. Toda la familia sintió que, ahora, algo estaba pasando, que una nueva vida, más plena, estaba empezando. Era el Año de la Misericordia.
Conocer el pueblo de Dios… y consagrarse a María
Se apuntaron al curso de iniciación cristiana para adultos de la parroquia de su zona, la de Nuestra Señora del Rosario de Kellyville (aquí, su página parroquial dedicada a las oraciones marianas). Le llamaba la atención que acudían personas de todo tipo de orígenes y países. Les unía su deseo de formar parte de un nuevo pueblo: el Pueblo de Dios.
Durante su formación, Melvin y su mujer realizaron una consagración de 33 días a la Virgen María, una devoción difundida por los franciscanos conventuales y por San Maximiliano Kolbe. “Me emociona lo que hizo el padre Kolbe por la gente a su alrededor”, comenta.
La emoción poderosa del bautizo
Llegó la Vigilia Pascual y el bautizo de la familia. “Cuando me bautizaron, no podía dejar de llorar. Pero tampoco podía parar de sonreír. Sentía tanto amor. Era asombroso. Es como si el abrazo de Dios se hiciera un poquito más firme”, explica.
Para celebrarlo, organizaron un viaje en familia al santuario mariano de Lourdes, en Francia, y al Vaticano.
“Intentamos vivir tan cerca de las enseñanzas de Dios como sea posible. Tengo mucho que aprender y no quiero abrumar a los niños, pero Siow Yuen es una madre increíble que ha sido paciente y resistente. Con Dios de nuestro lado, estoy seguro que este viaje será espiritual y lleno de acontecimientos”, afirma Melvin.
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