«Este vértice norte-sur pone fin a un conflicto activo desde hace mucho tiempo y se convertirá en un hito para la paz en la península coreana». Son palabras de alegría y conmoción de los obispos coreanos, sobre el histórico encuentro entre el líder norcoreano Kim Jong-un y el presidente de Corea del Sur, Moon Jae-in
«Un hecho histórico». «Un hito para la paz». La Iglesia católica coreana, como todo el pueblo de esa pequeña península del océano pacífico, está de fiesta. Alegría y conmoción al ver en la televisión las imágenes históricas de un encuentro no pocos osaban creen posible, sobre todo cuando la escalada nuclear y de misiles parecía incontenible.
A las 9:30 de esta mañana (2:30 hora española), Kim Jong-un se ha convertido en el primer líder de Corea del Norte en atravesar la línea de demarcación militar que divida la península desde hace 70 años. Estamos en Panmunjom. Kim ha llegado a la frontera con sus colaboradores clave al lado. Con su tradicional camisa oscura estilo Mao, ha caminado hacia el estreccho corredor que separa los dos edificios del encuentro, conocidos como T2 y T3, en el Área de Seguridad Conjunta (JSA por sus siglas en inglés).
El presidente de Corea del Sur, Moon Jae-in, lo ha esperado sonriente al lado del bordillo de cemento que señala la frontera. Los dos han posado para los flashes de los fotógrafos. Después, por sorpresa, Kim ha pedido a Moon volver a cruzar juntos la frontera para pisar suelo norcoreano, y los dos lo han hecho de la mano.
«La última nación dividida»
«Los líderes de la Península Coreana del Norte y del Sur, la última nación dividida del mundo, se encuentran en Panmunjom, símbolo de la división», escribe el obispo de Gwangju, monseñor Hyginus Kim Hee-Joong, presidente de los obispos coreanos. «Este vértice norte-sur pone fin a un conflicto activo desde hace mucho tiempo y se convertirá en un hito de la paz sobre la península coreana. Es un hecho histórico que atrae al mundo entero» y marcará un giro «para la reconciliación norte-sur y la paz en el mundo».
En nombre de la Iglesia en Corea, monseñor Kim Hee-Joong celebra «el éxito de la cumbre, según las expectativas y en interés del pueblo coreano y de todos los pueblos». «Rezad para que, como el Señor resucitado hizo descender la paz sobre sus discípulos, pueda también hoy dar a la península coreana una paz duradera».
«Es un día histórico. Estoy conmovido. He llorado al ver las imágenes. El proceso de reconciliación ha empezado. Ahora no se puede dar marcha atrás». Monseñor Lazzaro You Heung-sik, obispo de Daejeon y presidente de la Comisión Episcopal para la Sociedad, responde al teléfono con una voz llena de alegría. El obispo cuenta lo importante que ha sido la llamada lanzada el miércoles pasado en la audiencia general por el Papa Francisco, que deseó «un diálogo transparente y un camino concreto de reconciliación y de fraternidad reencontrada».
El Santo Padre también pidió –recordó el obispo– «a todos los que tienen responsabilidad política que tuvieran el coraje de ser instrumentos y artesanos de paz, exhortándolos a proseguir el camino de reconciliación emprendido. Ha indicado la dirección en la que caminar para una paz verdadera no solo en la península coreana sino para toda la región asiática y el mundo entero».
Muchas señales positivas
Las imágenes del encuentro están teniendo un gran eco en Corea. «El pueblo coreano no creía que un encuentro entre los dos líderes fuera posible. Ahora estas imágenes nos están diciendo que es verdad y están comunicando un clima de gran fraternidad».
Son muy importantes –continúa monseñor You– las primeras palabras escritas en el libro de visitas por Kim Jong-un, «ahora comienza una nueva historia». El obispo subraya también la presencia en la cumbre de todos los responsables militares y diplomáticos de Corea del Norte, y el hecho de que al terminar la jornada los dos líderes hayan firmado una declaración común y que en la cena ofrecida por Moon haya participado también la mujer de Kim. «Todo son señales positivas –comenta– que indican un diálogo impulsado con el corazón y no solo con un lenguaje puramente diplomático».
Y añade que «se está normalizando rápidamente una situación que ha sido anormal durante más de 60 años. La recuperación de la fraternidad del pueblo coreano finalmente está llegando a esta tierra como la primavera después de un largo invierno».
La Iglesia, durante todo este período de espera y preparación, ya seguido y rezado todos los días por la cumbre. «Nuestra tarea ahora como cristianos –añade monseñor You– es vivir esta realidad de diálogo en concreto y desde una fraternidad nunca olvidada, siempre esperada». Ahora las miradas están fijas en la relación entre Kim Jong-un y el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, tendrán a finales de mayo o principios de junio, y al viaje a Estados Unidos que el presidente surcoreano Moon hará a mediados de mes para preparar el encuentro.
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