domingo, 4 de marzo de 2018

ORACION DE MANASES (ODA XII) - (apócrifo pseudoepigráfico)

Oraciones de los primeros cristianos

 Señor Todopoderoso, Dios de nuestros padres Abrahán, Isaac y Jacob y de su justa descendencia, que has hecho el cielo y la tierra con todo su universo,que has encadenado el mar con tu imperiosa palabra, que has cerrado y sellado el abismo con tu temible y glorioso nombre, ante quien todo se estremece y tiembla por tu poderosa presencia, porque insoportable es la majestad de tu gloria e irresistible la cólera de tu amenaza contra los pecadores, pero inmensa e insondable la piedad de tu promesa;
 porque tú eres Señor Altísimo, compasivo, paciente y rico en misericordia, y te lamentas de las maldades de los hombres.

 [. . .]Pues, Tú, Señor, conforme a la generosidad de tu bondad has prometido arrepentimiento y perdón a los que han pecado, y por la abundancia de tu misericordia has fijado penitencia a los pecadores para que se salven;
8 Tú, en efecto, Señor Dios de los justos, no estableciste penitencia para los justos, para Abrahán, Isaac y Jacob, que no pecaron contra Ti, sino que estableciste penitencia para mí, el pecador; porque he cometido pecados más numerosos que las arenas del mar; se han multiplicado mis faltas, Señor, se han multiplicado y no soy digno de tender la mirada y ver la altura del cielo a causa de la multitud de mis faltas.

 [. . .]Y ahora, Señor, me encuentro justamente castigado y merecidamente afligido, pues heme aquí cautivo, doblegado por cadena de hierro demasiado fuerte para poder erguir la cabeza a causa de mis pecados, y no hay alivio para mí porque he irritado tu cólera y el mal ante Ti he obrado al haber establecido abominaciones y multiplicado ultrajes.

 Y ahora inclino la rodilla de mi corazón suplicando tu generosidad.

 He pecado, Señor, he pecado y mis faltas yo conozco, pero te pido suplicante: ¡Aparta de mí tu enojo, Señor, aparta de mí tu enojo y no me hagas perecer junto a mis faltas ni, eternamente resentido, me prestes atención a las maldades ni me condenes a los abismos de la tierra! Porque Tú eres, Señor, el Dios de los que se arrepienten, y en mí mostrarás tu bondad ya que, aun siendo indigno, me salvarás conforme a tu mucha misericordia, y te alabaré por siempre en los días de mi vida, pues himnos te entona todo el ejército de los cielos y tuya es la gloria por los siglos. Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.