domingo, 24 de diciembre de 2017

ÁNGELUS DEL PAPA FRANCISCO


Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!


En este domingo que precede inmediatamente a la Navidad, escuchemos el Evangelio de la Anunciación (véase Lc 1, 26-38).

En este pasaje del Evangelio podemos ver un contraste entre las promesas del ángel y la respuesta de María. Este contraste se manifiesta en la dimensión y el contenido de las expresiones de los dos protagonistas. El ángel le dijo a María: "No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios y he aquí, concebirás un hijo, usted es darle el nombre de Jesús, Él será grande y será llamado Hijo..; El Señor Dios le dará el trono de David su padre, y reinará sobre la casa de Jacob y su reino no tendrá fin "(vv. 30-33). Es largorevelación, que abre perspectivas inauditas. El niño que nacerá de esta humilde muchacha de Nazaret será llamado el Hijo del Altísimo: no es posible concebir una dignidad más alta que esta. Y después de la pregunta de María, con la que pide explicaciones, la revelación del ángel se vuelve aún más detallada y sorprendente.

En cambio, la respuesta de María es una frase corta , que no habla de gloria, no habla de privilegio, sino solo de disponibilidad y servicio: "He aquí el siervo del Señor: ven a mí según tu palabra" (v. 38) . El contenido también es diferente. María no está exaltada por la perspectiva de convertirse en la madre del Mesías, pero sigue siendo modesta y expresa su adhesión al plan del Señor. Maria no se jacta Es humilde, modesto. Se mantiene como siempre.

Este contraste es significativo. Nos hace entender que Mary es muy humilde y no intenta presumir. Él reconoce que es pequeño ante Dios, y está feliz de ser así. Al mismo tiempo, es consciente de que su respuesta depende de la realización del plan de Dios, y que, por lo tanto, está llamada a adherirse a él con todo su ser.

En esta circunstancia, María se presenta con una actitud que corresponde perfectamente a la del Hijo de Dios cuando viene al mundo: quiere convertirse en el Siervo del Señor, ponerse al servicio de la humanidad para cumplir el plan del Padre. María dice: "He aquí el siervo del Señor"; y el Hijo de Dios, al entrar en el mundo, dice: "He aquí, vengo a [...] hacer, oh Dios, tu voluntad" ( Hebreos 10,7.9). La actitud de María refleja plenamente esta declaración del Hijo de Dios, que también se convierte en hijo de María. Así, Nuestra Señora se revela a sí misma como la colaboradora perfecta del plan de Dios, y se revela como discípula de su Hijo, y en el Magníficat puede proclamar que "Dios ha levantado a los humildes" ( Lc. 1,52), porque con esta respuesta humilde y generosa ha obtenido una gran alegría y también una gran gloria.

Al admirar a nuestra Madre por esta respuesta al llamado y la misión de Dios, le pedimos que nos ayude a cada uno de nosotros a acoger el plan de Dios en nuestras vidas, con sincera humildad y valiente generosidad.

Después del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas:

en la oración de espera del nacimiento de Jesús, el Príncipe de la Paz, invocamos el regalo de la paz para todo el mundo, especialmente para las poblaciones que más sufren los conflictos en curso. Renuevo especialmente mi llamamiento para que, con motivo de la Santa Navidad, los secuestrados (sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos) sean liberados y puedan regresar a sus hogares. Oramos por ellos

También deseo asegurar mis oraciones a la población de la isla de Mindanao, en Filipinas, golpeada por una tormenta que ha causado numerosas víctimas y destrucción. Dios el misericordioso da la bienvenida a las almas de los muertos y consuela a los que sufren de esta calamidad. Oramos por esta gente.

Saludo con afecto a todos ustedes, fieles romanos y peregrinos de diversos países, familias, grupos parroquiales, asociaciones.

En estas horas que nos separan de la Navidad, recomiendo: encontrar unos momentos para detenerse en silencio y orar ante la escena de la natividad, para adorar en el corazón el misterio de la verdadera Navidad, la de Jesús, que viene a nosotros con amor, humildad y ternura.

Y, en esos momentos, recuerda orar por mí también. Gracias! Buen domingo y almuerce bien! Adiós!

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