Convocadas por el Arzobispado de Madrid y la Asamblea Episcopal Ortodoxa de España y Portugal, varios centenares de personas se han juntado este sábado, 2 de septiembre, en la Casa de Campo para celebrar la segunda oración ecuménica por el cuidado de la creación, en esta ocasión con la mirada puesta en la tarea de ser custodios del agua.
En su pequeña motivación, el cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, ha destacado que «en el relato de la Creación ya tiene una importancia fundamental el agua» y que, además de sus numerosos «significados culturales y religiosos» –como «la entrada en la vida nueva de Jesucristo» a través del Bautismo en el caso de los cristianos–, es «un factor de desarrollo esencial», pues su presencia es importante para la salud, la agricultura, la industria…
«En el compromiso de dar al agua el puesto que le corresponde, hemos de suscitar una cultura del cuidado y de la custodia primorosa de los bienes comunes y fomentar la cultura del encuentro en la que todas las personas hagamos causa común. El grito de los sedientos –“Tuve sed y me distéis de beber”–, que son sacramento de Cristo, se une al clamor de la tierra y a la voluntad de Dios, que nos invita a cuidar, utilizar y compartir este bien escaso, que es de todos», ha asegurado.
Citando al Papa Francisco, el purpurado ha recordado que «en el mundo creado por Dios todo está conectado» y ha mostrado su preocupación no solo por «el grave problema de la escasez del agua», sino también por «la contaminación de la atmósfera y cambio climático» y «la gradual pérdida de la biodiversidad». «Convirtamos la tierra en un lugar habitable. Los cristianos tenemos la certeza de que Dios no nos abandona en este empeño ecuménico de custodiar el agua y asegurar su acceso universal», ha aseverado.
Con el cardenal Osoro han concelebrado el arzobispo siro-ortodoxo, monseñor Nicolaos Matti; el padre Macario en representación del obispo ortodoxo rumano, monseñor Timotei, y el archimandrita padre Demetrio en representación del metropolita monseñor Policarpo, del Patriarcado ecuménico de Constantinopla.
Durante toda la oración, amenizada con música del grupo Siquem, han sido constantes las muestras de ese «empeño ecuménico de custodiar el agua». Uno de los momentos centrales ha estado protagonizado por un grupo de scouts católicos, que ha ido llevando cuencos de agua al altar mientras, a través de la megafonía, se oían frases como «1.000 millones de personas no tienen agua», «el ciclo del agua y el de la vida son uno» o «hay lugares en los que un barril de agua cuesta más que un barril de petróleo». Esa agua ha sido bendecida después y asperjada entre los asistentes.
«El universo no existe por azar, es la manifestación amorosa de Dios»
La celebración de la Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación, instaurada por el Papa en 2015, había arrancado unas horas antes con una mesa redonda en el colegio Cristo Rey [disponible en el canal de YouTube del Arzobispado]. En ella, el archimandrita padre Demetrio ha subrayado que, para los creyentes, el cuidado del agua es «una cuestión de fe». «El universo no existe por azar, es la manifestación amorosa de Dios. Y vemos el terrible daño que se hace al medio ambiente como resultado del pecado, también de nuestro pecado personal», ha destacado, para luego incidir en que, como Iglesia, tenemos que levantar la voz para advertir «la dimensión real de los peligros que nos amenazan».
En primer lugar, ha explicado, «podemos contribuir en la formación de la conciencia social ecológica». También «debiéramos prestar nuestro apoyo a las víctimas de la crisis ecológica». Y por último, hay que dar «testimonio personal». «El estilo de vida del cristiano debiera ser un anticipo de lo que puede ser el estilo de vida de toda la sociedad. […] Podemos llevar un tren de vida más sencillo, librándonos del apremio del consumo», ha añadido.
Junto a él, la expresidenta de Manos Unidas Soledad Suárez ha recordado que el agua es «un elemento indispensable para la vida, para el desarrollo de los pueblos y un derecho humano que se reconoció en 2010, un poco tarde». Hoy, ha continuado, «donde hay pobreza se va a dar la escasez o la mala calidad del agua», por lo que «el cuidado del agua es imprescindible en la lucha contra el hambre». «No la tratamos con el debido respeto: se sobreexplota, se contamina, se negocia con ella como si fuera una mercancía… Y al actuar así estamos haciendo lo mismo a las personas que viven alrededor de esa agua», ha abundado.
Por su parte, el director del Observatorio del Agua – Fundación Botín, Alberto Garrido, ha afirmado que los mayores retos a la hora de gestionar el agua en España son «repartir el agua entre todas las funciones que tiene» aprovechando las buenas infraestructuras y la legislación existentes, y mejorar su calidad pues, según sus propios estudios en ríos, va empeorando sobremanera al pasar por las zonas llanas y poblaciones. Estos problemas «se acentúan» más allá de España, ha detallado, poniendo el foco en la cantidad de agua que requiere la agricultura.
Preguntado por cómo reducir el consumo de agua, Garrido ha enumerado algunas cosas que él hace día a día: no esperar a que el agua se caliente para meterse en la ducha; comer menos carne; no tirar grasa por el fregadero, limpiando con papel la sartén antes de lavarla; jamás tirar la comida, o «educar a las personas con las que convivimos, especialmente a los niños».
En este sentido, la experta en custodia del territorio Amaya Sánchez, de la Asociación Territorios Vivos, ha apostado por la «seducción ambiental»: cuando uno se enamora de algo, lo cuida, y por ello es clave acercar la naturaleza a la gente. Ella, por ejemplo, acompaña a familias al río para que «aprendan a medir la calidad del agua», con indicadores sencillos como la presencia de «bichos asquerosos», agua turbia o «determinados árboles en la ribera».
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