domingo, 9 de marzo de 2025

Domingo 1 (Ciclo C) de Cuaresma

Primera Lectura

Lectura del libro del Deuteronomio (26,4-10):

Dijo Moisés al pueblo: «El sacerdote tomará de tu mano la cesta con las primicias y la pondrá ante el altar del Señor, tu Dios. Entonces tú dirás ante el Señor, tu Dios: «Mi padre fue un arameo errante, que bajó a Egipto, y se estableció allí, con unas pocas personas. Pero luego creció, hasta convertirse en una raza grande, potente y numerosa. Los egipcios nos maltrataron y nos oprimieron, y nos impusieron una dura esclavitud. Entonces clamamos al Señor, Dios de nuestros padres, y el Señor escuchó nuestra voz, miró nuestra opresión, nuestro trabajo y nuestra angustia.

El Señor nos sacó de Egipto con mano fuerte y brazo extendido, en medio de gran terror, con signos y portentos. Nos introdujo en este lugar, y nos dio esta tierra, una tierra que mana leche y miel. Por eso, ahora traigo aquí las primicias de los frutos del suelo que tú, Señor, me has dado.» Lo pondrás ante el Señor, tu Dios, y te postrarás en presencia del Señor, tu Dios.»

Palabra de Dios

Salmo 90,R/. Está conmigo, Señor, en la tribulación

Segunda Lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (10,8-13):

La Escritura dice: «La palabra está cerca de ti: la tienes en los labios y en el corazón.» Se refiere a la palabra de la fe que os anunciamos. Porque, si tus labios profesan que Jesús es el Señor, y tu corazón cree que Dios lo resucitó de entre los muertos, te salvarás. Por la fe del corazón llegamos a la justificación, y por la profesión de los labios, a la salvación. Dice la Escritura: «Nadie que cree en él quedará defraudado.» Porque no hay distinción entre judío y griego; ya que uno mismo es el Señor de todos, generoso con todos los que lo invocan. Pues «todo el que invoca el nombre del Señor se salvará.»

Palabra de Dios

Santo Evangelio según san Lucas (4,1-13):

En aquel tiempo, Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y durante cuarenta días, el Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado por el diablo.

Todo aquel tiempo estuvo sin comer, y al final sintió hambre.

Entonces el diablo le dijo: «Si eres Hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta en pan.»

Jesús le contestó: «Está escrito: No sólo de pan vive el hombre».

Después, llevándole a lo alto, el diablo le mostró en un instante todos los reinos del mundo y le dijo: «Te daré el poder y la gloria de todo eso, porque a mí me lo han dado, y yo lo doy a quien quiero. Si tú te arrodillas delante de mi, todo será tuyo.»

Jesús le contestó: «Está escrito: Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto».

Entonces lo llevó a Jerusalén y lo puso en el alero del templo y le dijo: Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: «Encargará a los ángeles que cuiden de ti», y también: «Te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras».

Jesús le contestó: Está mandado: «No tentarás al Señor, tu Dios».

Completadas las tentaciones, el demonio se marchó hasta otra ocasión.

Palabra del Señor

Compartimos:

Hoy, Jesús, «lleno de Espíritu Santo» (Lc 4,1), se adentra en el desierto, lejos de los hombres, para experimentar de forma inmediata y sensible su dependencia absoluta del Padre. Jesús se siente agredido por el hambre y este momento de desfallecimiento es aprovechado por el Maligno, que lo tienta con la intención de destruir el núcleo mismo de la identidad de Jesús como Hijo de Dios: su adhesión sustancial e incondicional al Padre. Con los ojos puestos en Cristo, vencedor del mal, los cristianos hoy nos sentimos estimulados a adentrarnos en el camino de la Cuaresma. Nos empuja a ello el deseo de autenticidad: ser plenamente aquello que somos, discípulos de Jesús y, con Él, hijos de Dios. Por esto queremos profundizar en nuestra adhesión honda a Jesucristo y a su programa de vida que es el Evangelio: «No sólo de pan vive el hombre» (Lc 4,4).


Como Jesús en el desierto, armados con la sabiduría de la Escritura, nos sentimos llamados a proclamar en nuestro mundo consumista que el hombre está diseñado a escala divina y que sólo puede colmar su hambre de felicidad cuando abre de par en par las puertas de su vida a Jesucristo Redentor del hombre. Esto comporta vencer multitud de tentaciones que quieren empequeñecer nuestra vocación humano-divina. Con el ejemplo y con la fuerza de Jesús tentado en el desierto, desenmascaremos las muchas mentiras sobre el hombre que nos son dichas sistemáticamente desde los medios de comunicación social y desde el medio ambiente pagano donde vivimos.


San Benito dedica el capítulo 49 de su Regla a “La observancia cuaresmal” y exhorta a «borrar en estos días santos las negligencias de otros tiempos (...), dándonos a la oración con lágrimas, a la lectura, a la compunción del corazón y a la abstinencia (...), a ofrecer a Dios alguna cosa por propia voluntad con el fin de dar gozo al Espíritu Santo (...) y a esperar con deseo espiritual la Santa Pascua».

sábado, 8 de marzo de 2025

Sábado después de Ceniza

Primera Lectura

Lectura del libro de Isaías (58,9b-14):

Esto dice el Señor:

«Cuando alejes de ti la opresión,

el dedo acusador y la calumnia,

cuando ofrezcas al hambriento de lo tuyo

y sacies al alma afligida,

brillará tu luz en las tinieblas,

tu oscuridad como el mediodía.

El Señor te guiará siempre,

hartará tu alma en tierra abrasada,

dará vigor a tus huesos.

Serás un huerto bien regado,

un manantial de aguas que no engañan.

Tu gente reconstruirá las ruinas antiguas,

volverás a levantar los cimientos de otros tiempos;

te llamarán “reparador de brechas”,

“restaurador de senderos”,

para hacer habitable el país.

Si detienes tus pasos el sábado,

para no hacer negocios en mi día santo,

y llamas al sábado “mi delicia”

y lo consagras a la gloria del Señor;

si lo honras, evitando viajes,

dejando de hacer tus negocios y de discutir tus asuntos,

entonces encontrarás tu delicia en el Señor.

Te conduciré sobre las alturas del país

y gozarás del patrimonio de Jacob, tu padre.

Ha hablado la boca del Señor».

Palabra de Dios


Salmo 85,R/. Enséñame, Señor, tu camino,para que siga tu verdad

Santo Evangelio según san Lucas (5,27-32):

En aquel tiempo, vio Jesús a un publicano llamado Leví, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo:

«Sígueme».

Él, dejándolo todo, se levantó y lo siguió. Leví ofreció en su honor un gran banquete en su casa, y estaban a la mesa con ellos un gran número de publicanos y otros. Y murmuraban los fariseos y sus escribas diciendo a los discípulos de Jesús:

«¿Cómo es que coméis y bebéis con publicanos y pecadores?»

Jesús les respondió:

«No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a que se conviertan».

Palabra del Señor

Compartimos:

 Hoy vemos cómo avanza la Cuaresma y la intensidad de la conversión a la que el Señor nos llama. La figura del apóstol y evangelista Mateo es muy representativa de quienes podemos llegar a pensar que, por causa de nuestro historial, o por los pecados personales o situaciones complicadas, es difícil que el Señor se fije en nosotros para colaborar con Él.


Pues bien, Jesucristo, para sacarnos toda duda nos pone como primer evangelista el cobrador de impuestos Leví, a quien le dice sin más: «Sígueme» (Lc 5,27). Con él hace exactamente lo contrario de lo que una mentalidad “prudente” pudiera considerar si quisiéramos aparentar ser “políticamente correctos”. Leví —en cambio— venía de un mundo donde padecía el rechazo de todos sus compatriotas, ya que se le consideraba, sólo por el hecho de ser publicano, colaboracionista de los romanos y, posiblemente, defraudador por las “comisiones”, el que ahogaba a los pobres para cobrarles los impuestos, en fin, un pecador público.


A los que se consideraban perfectos no se les podía pasar por la cabeza que Jesús no solamente le llamara a seguirlo, sino ni tan sólo a sentarse en la misma mesa.


Pero con esta actitud de escogerlo, Nuestro Señor Jesucristo nos dice que más bien es este tipo de gente de quien le gusta servirse para extender su Reino; ha escogido a los malvados, a los pecadores, a los que no se creen justos: «Para confundir a los fuertes, ha escogido a los que son débiles a los ojos del mundo» (1Cor 1,27). Son éstos los que necesitan al médico, y sobre todo, ellos son los que entenderán que los otros lo necesiten.


Hemos de huir, pues, de pensar que Dios quiere expedientes limpios e inmaculados para servirle. Este expediente sólo lo preparó para Nuestra Madre. Pero para nosotros, sujetos de la salvación de Dios y protagonistas de la Cuaresma, Dios quiere un corazón contrito y humillado. Precisamente, «Dios te ha escogido débil para darte su propio poder» (San Agustín). Éste es el tipo de gente que, como dice el salmista, Dios no menosprecia.

viernes, 7 de marzo de 2025

Viernes después de Ceniza

Primera Lectura

Lectura del libro de lsaías (58,1-9a):

Esto dice el Señor Dios:

«Grita a pleno pulmón, no te contengas;

alza la voz como una trompeta,

denuncia a mi pueblo sus delitos,

a la casa de Jacob sus pecados.

Consultan mi oráculo a diario,

desean conocer mi voluntad.

Como si fuera un pueblo que practica la justicia

y no descuida el mandato de su Dios,

me piden sentencias justas,

quieren acercarse a Dios.

“¿Para qué ayunar, si no haces caso;

mortificarnos, si no te enteras?”

En realidad, el día de ayuno hacéis vuestros negocios

y apremiáis a vuestros servidores;

ayunáis para querellas y litigios,

y herís con furibundos puñetazos.

No ayunéis de este modo,

si queréis que se oiga vuestra voz en el cielo.

¿Es ese el ayuno que deseo en el día de la penitencia:

inclinar la cabeza como un junco,

acostarse sobre saco y ceniza?

¿A eso llamáis ayuno,

día agradable al Señor?

Este es el ayuno que yo quiero:

soltar las cadenas injustas,

desatar las correas del yugo,

liberar a los oprimidos,

quebrar todos los yugos,

partir tu pan con el hambriento,

hospedar a los pobres sin techo,

cubrir a quien ves desnudo

y no desentenderte de los tuyos.

Entonces surgirá tu luz como la aurora,

enseguida se curarán tus heridas,

ante ti marchará la justicia,

detrás de ti la gloria del Señor.

Entonces clamarás al Señor y te responderá;

pedirás ayuda y te dirá: “Aquí estoy”».

Palabra de Dios

Salmo 50,R/. Un corazón quebrantado y humillado,tú, Dios mío, no lo desprecias

Santo Evangelio según san Mateo (9,14-15):

En aquel tiempo, os discípulos de Juan se le acercan a Jesús, preguntándole:

«¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discípulos no ayunan?».

Jesús les dijo:

«¿Es que pueden guardar luto los amigos del esposo, mientras el esposo está con ellos? Llegarán días en que les arrebatarán al esposo, y entonces ayunarán».

Palabra del Señor

Compartimos:

Hoy, primer viernes de Cuaresma, habiendo vivido el ayuno y la abstinencia del Miércoles de Ceniza, hemos procurado ofrecer el ayuno y el rezo del Santo Rosario por la paz, que tanto urge en nuestro mundo. Nosotros estamos dispuestos a tener cuidado de este ejercicio cuaresmal que la Iglesia, Madre y Maestra, nos pide que observemos, y a recordar que el mismo Señor dijo: «Días vendrán en que les será arrebatado el novio; entonces ayunarán» (Mt 9,15). Tenemos el deseo de vivirlo no sólo como el cumplimiento de un precepto al que estamos obligados, sino —sobre todo— procurando llegar a encontrar el espíritu que nos conduce a vivir esta práctica cuaresmal y que nos ayudará en nuestro progreso espiritual.


Buscando este sentido profundo, nos podemos preguntar: ¿cuál es el verdadero ayuno? Ya el profeta Isaías, en la primera lectura de hoy, comenta cuál es el ayuno que Dios aprecia: «Partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, cubrir a quien ves desnudo y no desentenderte de los tuyos. Entonces surgirá tu luz como la aurora, enseguida se curarán tus heridas, ante ti marchará la justicia, detrás de ti la gloria del Señor» (Is 58,7-8). A Dios le gusta y espera de nosotros todo aquello que nos lleva al amor auténtico con nuestros hermanos.


Cada año, el Santo Padre Juan Pablo II nos escribía un mensaje de Cuaresma. En uno de estos mensajes, bajo el lema «Hace más feliz dar que recibir» (Hch 20,35), sus palabras nos ayudaron a descubrir esta misma dimensión caritativa del ayuno, que nos dispone —desde lo profundo de nuestro corazón— a prepararnos para la Pascua con un esfuerzo para identificarnos, cada vez más, con el amor de Cristo que le ha llevado hasta dar la vida en la Cruz. En definitiva, «lo que todo cristiano ha de hacer en cualquier tiempo, ahora hay que hacerlo con más solicitud y con más devoción» (San León Magno, papa).

jueves, 6 de marzo de 2025

Evangelio del Jueves después de Ceniza

Primera Lectura

Lectura del libro del Deuteronomio (30,15-20):

MOISÉS habló al pueblo, diciendo:

«Mira: hoy pongo delante de ti la vida y el bien, la muerte y el mal. Pues yo te mando hoy amar al Señor, tu Dios, seguir sus caminos, observar sus preceptos, mandatos y decretos, y así vivirás y crecerás y el Señor, tu Dios, te bendecirá en la tierra donde vas a entrar para poseerla.

Pero, si tu corazón se aparta y no escuchas, si te dejas arrastrar y te postras ante otros dioses y les sirves, yo os declaro hoy que moriréis sin remedio; no duraréis mucho en la tierra adonde tú vas a entrar para tomarla en posesión una vez pasado el Jordán.

Hoy cito como testigos contra vosotros al cielo y a la tierra. Pongo delante de ti la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Elige la vida, para que viváis tú y tu descendencia, amando al Señor, tu Dios, escuchando su voz, adhiriéndote a él, pues él es tu vida y tus muchos años en la tierra que juró dar a tus padres, Abrahán, Isaac y Jacob».

Palabra de Dios

Salmo 1 R/. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor

Santo Evangelio según san Lucas (9,22-25):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día».

Entonces decía a todos:

«Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz cada día y me siga. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se arruina a sí mismo?».

Palabra del Señor

Compartimos:

Cada momento de la historia tiene su peculiaridad. De este que vivimos podríamos decir que es el momento del “yo”. El individuo se ha colocado en el centro del universo. Lo más importante es su bienestar, su sentirse bien. Todo lo demás está en función del “yo”. Es como si la persona, cada persona, se  hubiese colocado en el centro del universo y todo lo demás, otras personas, mundo y todo lo que se pueda imaginar, fuesen planetas dando vueltas en torno a ella. Todo a su servicio. Todo para su bien. El “yo” se piensa así. El “yo” es lo importante, lo único importante, y todo lo demás está en función suya y de su bienestar. Como decía un sociólogo, todo lo que rodea al individuo es como si fueran prótesis. Vale en tanto en cuanto le ayuda. Cuando eso que le rodea no ayuda ni favorece el bienestar del “yo”, sencillamente se tira. Así sucede con unas gafas o con unos zapatos. Pero también sucede con una relación o con una amistad. Vale en tanto en cuanto me ayuda, me hace crecer, me hace sentirme bien. En el momento en que no es así, la relación se corta, se tira. Y se busca otra que me ayude a volver a sentirme bien. Exactamente igual que cambio de gafas cuando las que tengo ya no están ajustadas y no me hacen sentirme bien.


La propuesta de Jesús para este comienzo de la Cuaresma es precisamente “descentrarnos”:  dejar de considerarnos el centro del mundo, dejar de pensar que nuestro sentirnos bien es el objetivo fundamental de nuestra vida. Hay algo mucho más importante: la causa de Jesús, el Reino. Por el Reino hay que dejarlo todo, hay que negarse a uno mismo. Mis necesidades, mis problemas, mis angustias, pasan a un segundo plano porque el Reino es lo más importante. Y el Reino es fraternidad, es amor. Es pensar primero en el bienestar del otro. El Reino es precisamente colocar al otro, y en especial al pobre y necesitado, en el centro (y pasar a considerarse uno a sí mismo planeta o satélite). Solo el que pierda su vida por el Reino encontrará la vida plena y verdadera, la del Reino. Dicho en otras palabras: ¿de qué te sirve buscar tanto tu bienestar si al final te quedas más solo que la una? Seguir a Jesús es descentrarse y poner al “otro” en el centro de mi vida y mis preocupaciones.

miércoles, 5 de marzo de 2025

Evangelio del Miércoles de Ceniza

Primera Lectura

Lectura de la profecía de Joel (2,12-18):

AHORA —oráculo del Señor—,,

convertíos a mí de todo corazón,

con ayunos, llantos y lamentos;

rasgad vuestros corazones, no vuestros vestidos,

y convertíos al Señor vuestro Dios,

un Dios compasivo y misericordioso,

lento a la cólera y rico en amor,

que se arrepiente del castigo.

¡Quién sabe si cambiará y se arrepentirá

dejando tras de sí la bendición,

ofrenda y libación

para el Señor, vuestro Dios!

Tocad la trompeta en Sion,

proclamad un ayuno santo,

convocad a la asamblea,

reunid a la gente,

santificad a la comunidad,

llamad a los ancianos;

congregad a los muchachos

y a los niños de pecho;

salga el esposo de la alcoba

y la esposa del tálamo.

Entre el atrio y el altar

lloren los sacerdotes,

servidores del Señor,

y digan:

«Ten compasión de tu pueblo, Señor;

no entregues tu heredad al oprobio

ni a las burlas de los pueblos».

¿Por qué van a decir las gentes:

«Dónde está su Dios»?

Entonces se encendió

el celo de Dios por su tierra

y perdonó a su pueblo.

Palabra de Dios


Salmo 50, R/. Misericordia, Señor: hemos pecado


Segunda Lectura

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (5,20–6,2):

HERMANOS:

Actuamos como enviados de Cristo, y es como si Dios mismo exhortara por medio de nosotros. En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios.

Al que no conocía el pecado, lo hizo pecado en favor nuestro, para que nosotros llegáramos a ser justicia de Dios en él.

Y como cooperadores suyos, os exhortamos a no echar en saco roto la gracia de Dios. Pues dice:

«En el tiempo favorable te escuché,

en el día de la salvación te ayudé».

Pues mirad: ahora es el tiempo favorable, ahora es el día de la salvación.

Palabra de Dios


Santo Evangelio según san Mateo (6,1-6.16-18):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario no tenéis recompensa de vuestro Padre celestial.

Por tanto, cuando hagas limosna, no mandes tocar la trompeta ante ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles para ser honrados por la gente; en verdad os digo que ya han recibido su recompensa.

Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

Cuando oréis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vean los hombres. En verdad os digo que ya han recibido su recompensa.

Tú, en cambio, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo recompensará.

Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas que desfiguran sus rostros para hacer ver a los hombres que ayunan. En verdad os digo que ya han recibido su paga.

Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no los hombres, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará».

Palabra del Señor


Compartimos:

Hoy comenzamos nuestro itinerario hacia la Pascua, y el Evangelio nos recuerda los deberes fundamentales del cristiano, no sólo como preparación hacia un tiempo litúrgico, sino en preparación hacia la Pascua Eterna: «Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos por ellos; de lo contrario no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial» (Mt 6,1). La justicia de la que habla Jesús consiste en vivir conforme a los principios evangélicos, sin olvidar que «si vuestra justicia no supera la justicia de los doctores de la ley y de los fariseos, no entraréis en el Reino de los cielos» (Mt 5,20).


La justicia nos lleva al amor, manifestado en la limosna y en obras de misericordia: «Cuando hagas limosna que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha» (Mt 6,3). No es que se deban ocultar las obras buenas, sino que no debe pensarse en la alabanza humana al hacerlas, ni desear algún otro bien. En otras palabras, debo dar limosna de tal modo que ni yo tenga la sensación de estar haciendo una cosa buena que merece una recompensa por parte de Dios y elogio por parte de los hombres.


Benedicto XVI insistía en que socorrer a los necesitados es un deber de justicia, aun antes que un acto de caridad: «La caridad va más allá de la justicia (…), pero nunca carece de justicia, la cual lleva a dar al otro lo que es "suyo", lo que le corresponde en virtud de su ser y de su obrar». No debemos olvidar que no somos propietarios absolutos de los bienes que poseemos, sino administradores. Cristo nos ha enseñado que la auténtica caridad es aquella que no se limita a "dar" la limosna, sino que lleva a "darse" uno mismo, a ofrecerse a Dios como culto espiritual (cf. Rom 12,1). Ése sería el verdadero gesto de justicia y caridad cristiana, «y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará» (Mt 6,4).

martes, 4 de marzo de 2025

Martes de la VIII Semana del Tiempo Ordinario

Primera Lectura

Lectura del libro del Eclesiástico (35,1-12):

Quien observa la ley multiplica las ofrendas,

quien guarda los mandamientos ofrece sacrificios de comunión.

Quien devuelve un favor hace una ofrenda de flor de harina,

quien da limosna ofrece sacrificios de alabanza.

Apartarse del mal es complacer al Señor,

un sacrificio de expiación es apartarse de la injusticia.

No te presentes ante el Señor con las manos vacías,

pues esto es lo que prescriben los mandamientos.

La ofrenda del justo enriquece el altar,

su perfume sube hasta el Altísimo.

El sacrificio del justo es aceptable,

su memorial no se olvidará.

Glorifica al Señor con generosidad,

y no escatimes las primicias de tus manos.

Cuando hagas tus ofrendas, pon cara alegre

y paga los diezmos de buena gana.

Da al Altísimo como él te ha dado a ti,

con generosidad, según tus posibilidades.

Porque el Señor sabe recompensar

y te devolverá siete veces más.

No trates de sobornar al Señor, porque no lo aceptará;

no te apoyes en sacrificio injusto.

Porque el Señor es juez,

y para él no cuenta el prestigio de las personas.


Palabra de Dios


Salmo 49,R/. Al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios


Santo Evangelio según san Marcos (10,28-31):

En aquel tiempo, Pedro se puso a decir a Jesús:

«Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido».

Jesús dijo:

«En verdad os digo que no hay nadie que haya dejado casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, que no reciba ahora, en este tiempo, cien veces más —casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones— y en la edad futura, vida eterna. Muchos primeros serán últimos, y muchos últimos primeros».

Palabra del Señor

Compartimos:

Dicen los apóstoles que lo habían dejado todo. Ese “todo” se puede comentar desde dos puntos de vista. El primero es que nos podemos parar a pensar en qué consistía ese “todo”. El mundo de unos pescadores de la Galilea del tiempo de Jesús debía ser enormemente pobre. Su vida, más que vivir, era un sobrevivir, un luchar por encontrar lo mínimo necesario para mantenerse en vida. El “todo” de aquellos pescadores o campesinos debía ser muy poco. Quizá Mateo, del que se dice que era publicano pudiese estar en un nivel económico un poco más alto. Los publicanos eran los recaudadores de los impuestos. Su beneficio era un porcentaje de lo que reuniesen. Pero no es creíble que el tal Mateo fuese de los grandes, de los que se quedaban con la tajada buena. Al fin y al cabo, Galilea era pobre y pobres debían ser los impuestos que allí se recogían. Así que su “todo” también era poco. Si no era apenas lo justo.


Pero también es verdad que, y es la otra perspectiva, por poco que tengamos eso que tenemos es un poco parte de nosotros, es lo que nos hace sentirnos seguros. Nuestra casa/cabaña/choza es nuestra. Algo de puerta tiene. Pobres pero viviendo en su pueblo, con su gente, contando con una cierta solidaridad, con familia, amigos y conocidos, todos formando una red de seguridad. Eso poco que tenemos, que tenían el grupo de los que seguían a Jesús antes de seguirle era “todo” lo que tenían. Era lo suyo, lo que les daba un sentido de pertenencia, un formar parte de algo, de un pueblo, de una tradición.


Así que sí, hay que valorar lo que dice Pedro a Jesús. Ellos lo habían dejado “todo” por el Reino. Con sus limitaciones, sus miserias, sus nostalgias. Es verdad. Pero también con mucho valor para dejar ese “todo” por seguir a aquel hombre. Algo tenían que haber visto en él, en su mensaje, en su forma de comportarse, que les hizo pensar que valía la pena dejarlo “todo”, por poco que fuese.


Pregunta: ¿Vemos algo así nosotros en Jesús? ¿Somos capaces de dejar nuestro “todo” por el Reino?

lunes, 3 de marzo de 2025

Fray Félix Hernández Mariano: "San Álvaro nos enseña que la humildad es la fuerza del amor verdadero"

En el santuario dominico de Scala Coeli, este domingo pasado, fray Félix Hernández Mariano exaltó con profundidad y emoción la figura del beato Álvaro de Córdoba, en un acto organizado por la Agrupación de Hermandades y Cofradías de Córdoba. Esta exaltación, una tradición anual en honor al patrón de los cofrades cordobeses, reunió a numerosos fieles y devotos en un ambiente de recogimiento y espiritualidad.


  El evento comenzó con la presentación de D. Antonio Susín, hermano mayor de las Angustias, quien destacó el compromiso y la devoción de fray Félix hacia su "hermano en la fe". Durante su intervención, fray Félix Hernández realizó un profundo recorrido histórico y espiritual sobre la vida de san Álvaro, resaltando su fidelidad a la vocación recibida y su incansable labor en la reforma de la Orden de Predicadores en España, devolviendo a la comunidad el sueño genuino de santo Domingo de Guzmán.


  En su prédica, fray Félix subrayó la humildad de san Álvaro, quien, a pesar de haber alcanzado el reconocimiento de “Maestro en Sagrada Teología” y ser confesor de la reina Catalina, nunca se apartó de las necesidades del pueblo, sirviendo con entrega y sencillez. “Ser humilde es tener siempre presente que cuanto hay en nuestra vida es un regalo de Dios”, expresó fray Félix, invitando a los presentes a reflexionar sobre la auténtica humildad cristiana.


Además, destacó la importancia de la espiritualidad de la cruz, inspiración de san Álvaro tras su peregrinación a Tierra Santa y su experiencia en la Vía Dolorosa. Esta vivencia le llevó a fundar en Scala Coeli el primer Vía Crucis de Occidente, transformando el sufrimiento en amor y esperanza para toda la humanidad. “El amor más grande se entrega para quitar el pecado del mundo”, afirmó fray Félix, recordando la compasión dominicana que san Álvaro vivió al servicio de los más necesitados.


  En un momento emotivo, fray Félix destacó que “la cruz no es el final, sino el camino hacia la resurrección”, recordando que la experiencia de la cruz permite transformar el sufrimiento en amor redentor. Según el predicador, san Álvaro comprendió que “solo abrazando la cruz se alcanza la verdadera libertad y la plenitud de la vida”. 


  La ceremonia concluyó con la veneración del busto del beato, acompañado de una ofrenda floral realizada por la Agrupación de Hermandades y Cofradías de Córdoba. La jornada fue un testimonio de fe y devoción, en la que la figura de san Álvaro de Córdoba volvió a brillar como modelo de santidad y compromiso evangélico para toda la comunidad cristiana.

Lunes de la VIII Semana del Tiempo Ordinario

Primera Lectura

Lectura del libro del Eclesiástico (17,20-28):

A los que se arrepienten Dios les permite volver,

y consuela a los que han perdido la esperanza,

y los hace partícipes de la suerte de los justos.

Retorna al Señor y abandona el pecado,

reza ante su rostro y elimina los obstáculos.

Vuélvete al Altísimo y apártate de la injusticia

y detesta con toda el alma la abominación.

Reconoce los justos juicios de Dios,

permanece en la suerte que te ha asignado

y en la oración al Dios altísimo.

En el abismo ¿quién alabará al Altísimo

como lo hacen los vivos y quienes le dan gracias?

Para el muerto, como quien no existe, desaparece la alabanza,

solo el que está vivo y sano alaba al Señor.

¡Qué grande es la misericordia del Señor

y su perdón para los que retornan a él!

Palabra de Dios

Salmo 31, Alegraos, justos, y gozad con el Señor

Santo Evangelio según san Marcos (10,17-27):

En  aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló ante él y le preguntó:

«Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?».

Jesús le contestó:

«Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios. Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre».

Él replicó:

«Maestro, todo eso lo he cumplido desde mi juventud».

Jesús se quedó mirándolo, lo amó y le dijo:

«Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dáselo a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego ven y sígueme».

A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó triste porque era muy rico.

Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos:

«¿Qué difícil les será entrar en el reino de Dios a los que tienen riquezas!».

Los discípulos quedaron sorprendidos de estas palabras. Pero Jesús añadió:

«Hijos, ¡qué difícil es entrar en el reino de Dios! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios».

Ellos se espantaron y comentaban:

«Entonces, ¿quién puede salvarse?».

Jesús se les quedó mirando y les dijo:

«Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo».


Palabra del Señor


Compartimos:

Lo primero que me llama la atención de este texto es la pregunta que hace el hombre a Jesús: “¿Qué haré para heredar la vida eterna?” Me hace pensar que a veces estamos tan preocupados por el futuro que no somos capaces de vivir el presente. Este hombre está pensando en qué va a ser de él después de la muerte. Pero parece que no está pensando mucho en lo que tiene ahora entre manos. Hubiese entendido mejor la pregunta si hubiese preguntado algo así como “¿Qué haré para vivir una vida plena?” Porque lo que tenemos entre manos es ya la vida, el mejor regalo que nos ha dado el Señor. Y hay que aprovechar a fondo este don, disfrutarlo, gozarlo, recrearse en él, deleitarse. La verdad es que no tenemos otra cosa. Como decía un sacerdote ya mayor: por mucho que apretemos los puños no vamos a lograr alargar ni un minuto más esta vida que se nos regala, este presente. Por eso hay que vivirlo a fondo.


Lo segundo que deberíamos pensar es en qué consiste para nosotros eso de disfrutar, gozar, deleitarnos en la vida que se nos ha regalado. Alguno ya estará pensando en tener muchas cosas, casas, coches, muchas otras cosas y, por supuesto, dinero en el banco para comprar muchas otras. ¡Error! Tengo muchas dudas que todas esas cosas nos ayuden a disfrutar de verdad de la vida. La verdad, la mera verdad, es que la vida solo se disfruta en el amor compartido. Eso sí que es verdadero gozo. El que brota de la fraternidad, de las manos abiertas, del encuentro gozoso con los otros, de la justicia que no excluye ni condena a nadie sino que salva y forma familia. ¿No es eso el Reino? ¿No es ese el significado más profundo de la Eucaristía? Ahí y solo ahí está nuestra salvación, la vida plena.


Lo de tener muchas cosas, mucho poder, mucha seguridad no lleva a nada más que a la soledad. Se ve muy claro en el final de la película “El Padrino II”. La película termina con una escena en la que el padrino, el protagonista, está solo en una enorme casa. Ha matado a todos sus enemigos. Tiene todo el poder. Pero está solo, solo. ¿Es eso disfrutar de la vida?

domingo, 2 de marzo de 2025

VIII Domingo del Tiempo Ordinario

Primera Lectura

Lectura del libro de Sirácida (27, 4-7)

Cuando se agita la criba, quedan los desechos;

así, cuando la persona habla, se descubren sus defectos.

El horno prueba las vasijas del alfarero,

y la persona es probada en su conversación.

El fruto revela el cultivo del árbol,

así la palabra revela el corazón de la persona.

No elogies a nadie antes de oírlo hablar,

porque ahí es donde se prueba una persona.


Palabra de Dios.


Salmo 91, R/. Es bueno darte gracias, Señor.

Segunda Lectura

SEGUNDA LECTURA: 1 Cor 15, 54-58

Nos da la victoria por medio de Jesucristo

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios.

HERMANOS:

Cuando esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita:

«La muerte ha sido absorbida en la victoria. ¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está, muerte, tu aguijón?».

El aguijón de la muerte es el pecado, y la fuerza del pecado, la ley.

¡Gracias a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo!

De modo que, hermanos míos queridos, manteneos firmes e inconmovibles.

Entregaos siempre sin reservas a la obra del Señor, convencidos de que vuestro esfuerzo no será vano en el Señor.


Palabra de Dios.


De lo que rebosa el corazón habla la boca

Santo Evangelio según san Lucas: Lc 6, 39-45

En aquel tiempo, dijo Jesús a los discípulos una parábola:

«¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? No está el discípulo sobre su maestro, si bien, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro. ¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Hermano, déjame que te saque la mota del ojo”, sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano.

Pues no hay árbol bueno que dé fruto malo, ni árbol malo que dé fruto bueno; por ello, cada árbol se conoce por su fruto; porque no se recogen higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos.

El hombre bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque de lo que rebosa el corazón habla la boca».

Compartimos:

Hoy hay sed de Dios, hay frenesí por encontrar un sentido a la existencia y a la actuación propias. El boom del interés esotérico lo demuestra, pero las teorías auto-redentoras no sirven. A través del profeta Jeremías, Dios lamenta que su pueblo haya cometido dos males: le abandonaron a Él, fuente de aguas vivas, y se cavaron aljibes, aljibes agrietados, que no retienen el agua (cf. Jer 2,13).


Hay quienes vagan entre medio de pseudo-filosofías y pseudo-religiones —ciegos que guían a otros ciegos (cf. Lc 6,39)— hasta que descorazonados, como san Agustín, con el esfuerzo proprio y la gracia de Dios, se convierten, porque descubren la coherencia y trascendencia de la fe revelada. En palabras de san Josemaría Escrivá, «La gente tiene una visión plana, pegada a la tierra, de dos dimensiones. —Cuando vivas vida sobrenatural obtendrás de Dios la tercera dimensión: la altura, y, con ella, el relieve, el peso y el volumen».


Benedicto XVI iluminó muchísimos aspectos de la fe con textos científicos y textos pastorales llenos de sugerencias, como su trilogía "Jesús de Nazaret". He observado cómo muchos no-católicos se orientan en sus enseñanzas (y en las de san Juan Pablo II). Esto no es casual, pues no hay árbol bueno que dé fruto malo, no hay árbol malo que dé fruto bueno (cf. Lc 6,43).


Se podrían dar grandes pasos en el ecumenismo, si hubiere más buena voluntad y más amor a la Verdad (muchos no se convierten por prejuicios y ataduras sociales, que no deberían ser freno alguno, pero lo son). En cualquier caso, demos gracias a Dios por esos regalos (Juan Pablo II no dudaba en afirmar que Concilio Vaticano II es el gran regalo de Dios a la Iglesia en el siglo XX); y pidamos por la Unidad, la gran intención de Jesucristo, por la que Él mismo rezó en su Última Cena.

sábado, 1 de marzo de 2025

Sábado de la VII Semana del Tiempo Ordinario

Primera Lectura

Lectura del libro del Eclesiástico (17,1-13):

EL Señor creó al ser humano de la tierra,

y a ella lo hará volver de nuevo.

Concedió a los humanos días contados y un tiempo fijo,

y les dio autoridad sobre cuanto hay en la tierra.

Los revistió de una fuerza como la suya

y los hizo a su propia imagen.

Hizo que todo ser viviente los temiese,

para que dominaran sobre fieras y aves.

Discernimiento, lengua y ojos,

oídos y corazón les dio para pensar.

Los llenó de ciencia y entendimiento,

y les enseñó el bien y el mal.

Puso su mirada en sus corazones,

para mostrarles la grandeza de sus obras,

y les concedió gloriarse por siempre de sus maravillas.

Por eso alabarán su santo nombre,

para contár la grandeza de sus obras.

Puso delante de ellos la ciencia,

y les dejó en herencia una ley de vida.

Estableció con ellos una alianza eterna,

y les enseñó sus decretos.

Sus ojos vieron la grandeza de su gloria

y sus oídos oyeron su voz gloriosa.

Les dijo: «Guardaos de toda iniquidad»,

y les dio a cada uno preceptos acerca del prójimo.

La conducta humana está siempre ante Dios,

no puede ocultarse a sus ojos.

Palabra de Dios


Salmo Responsorial 102,R/. La misericordia del Señor dura siempre,para los que cumplen sus mandatos


Santo Evangelio según san Marcos (10,13-16):

En aquel tiempo, le acercaban a Jesús niños para que los tocara, pero los discípulos los regañaban.

Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo:

«Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis, pues de los que son como ellos es el reino de Dios. En verdad os digo que quien no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él».

Y tomándolos en brazos los bendecía imponiéndoles las manos.

Palabra del Señor

Compartimos:

Vamos a reconocerlo de una vez y sin miedo: hombres y mujeres, por más que vayamos creciendo en años, que tengamos estudios y experiencia, seguimos siendo seres débiles, frágiles, vulnerables, necesitados de cariño y atención. Si somos realistas, lo que muchas veces nos ha enseñado la educación y la experiencia ha sido a hacernos una coraza que nos proteja de un mundo que nos parece amenazador. Es una coraza que nos permite mantener la apariencia de personas maduras, serias y responsables. Es una coraza que nos permite también, muchas veces, ocultar nuestros sentimientos porque el grupo, la sociedad, no ve bien que uno vaya manifestando sus sentimientos así como así. Es una coraza que nos da seguridad para movernos entre las vicisitudes y circunstancias de este mundo complicado y marrullero en el que nos ha tocado vivir (lo de “complicado y marrullero” está tomado de la canción Cambalache de Enrique Santos Discépolo, que completa lo dicho).


Pero, si somos valientes y nos miramos sin miedo al espejo, lo que encontramos es lo que he dicho al principio: un ser débil, frágil, vulnerable, necesitado de cariño y atención. Esa la mera verdad, por mucho que nos cueste aceptarlo y que nos hayamos acostumbrado tanto a la coraza que nos hemos puesto que nos hayamos terminado creyendo que es parte de nuestra piel.


Quizá lo que dice Jesús cuando nos invita a hacernos como niños para poder entrar en el reino de Dios, no es más que una invitación a quitarnos esa coraza que nos recubre y a mostrarnos como somos, desnudos de todo artificio, y necesitando siempre una mano amiga que nos acompañe, que nos ayude, que nos levante y camine con nosotros.


Desde ahí, quizá solo desde ahí, podremos reconocer y sentir y experimentar la enormidad del amor de Dios que nos ha creado y que mantiene nuestra vida y nuestro ser. Desde ahí, y solo desde ahí, el agradecimiento por tanto don gratuito se convertirá en el motor de nuestra vida. Desde ahí, y solo desde ahí, seremos capaces de mirar a los demás de otra manera, dejando que nuestros ojos vayan más allá de sus corazas.