miércoles, 31 de julio de 2024

Miércoles de la XVII semana del Tiempo Ordinario,San Ignacio de Loyola, presbítero

  Primera Lectura

Lectura del profeta Jeremías (15,10.16-21):

Ay de mí, ¡madre mía!, ¿por qué me diste a luz? Soy hombre que trae líos y contiendas a todo el país. No les debo dinero, ni me deben; ¡pero todos me maldicen! Cuando me llegaban tus palabras, yo las devoraba. Tus palabras eran para mí gozo y alegría, porque entonces hacías descansar tu Nombre sobre mí, ¡oh Yavé Sabaot! Yo no me sentaba con otros para bromear, sino que, apenas tu mano me tomaba, yo me sentaba aparte, pues me habías llenado de tu propio enojo. ¿Por qué mi dolor no tiene fin y no hay remedio para mi herida? ¿Por qué tú, mi manantial, me dejas de repente sin agua?

Entonces Yavé me dijo: «Si vuelves a mí, yo te haré volver a mi servicio. Separa el oro de la escoria si quieres ser mi propia boca. Tendrán que volver a ti, pero tú no volverás a ellos. Haré que tú seas como una fortaleza y una pared de bronce frente a ellos; y si te declaran la guerra, no te vencerán, pues yo estoy contigo para librarte y salvarte. Te protegeré contra los malvados y te arrancaré de las manos de los violentos.»

Palabra de Dios

Salmo 58 R/. Dios es mi refugio en el peligro

 Santo Evangelio según san Mateo (13,44-46):

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra, lo vuelve a esconder, y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo. El Reino de los Cielos se parece también a un comerciante en perlas finas, que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra.»

Palabra del Señor

Compartimos:

Quizá el evangelio de hoy no nos ofrezca simplemente dos parábolas, sino dos síntesis autobiográficas, y también biográficas. En cierto momento los discípulos, considerando que Jesús tenía hambre, le indicaron que comiese, a lo cual él respondió: “tengo un alimento que vosotros no conocéis” (Jn 4,32), y poco después añadió: “yo vivo por el Padre e igualmente el que me coma vivirá por mí” (Jn 6,57). ¿Cuál es el alimento de Jesús? ¿Qué es lo que le da vida? “Llevar a cabo la obra de quien me envió” (Jn 4,34).


Cuando, quizá en torno a sus 30 años, abandona la estabilidad y seguridad del hogar paterno y emprende una vida itinerante, en inseguridad y a merced de la providencia del Padre, dedicado exclusivamente a anunciar la cercanía del reino y a anticiparlo con sus palabras de consuelo y sus acciones curativas, lo hace porque ha encontrado un motivo muy fuerte, muy noble, que le ha seducido por completo: su “piedra preciosa”. Algunos expertos consideran que, del párrafo que hemos leído, la expresión clave es “lleno de alegría por el hallazgo”. Más que las pocas o muchas ganancias del propio oficio, o la satisfacción de ser un padre de familia feliz, organizada según la alianza y el estilo de Israel, Jesús ha descubierto lo plenificante de la entrega a la causa del Padre. No parece que haya tenido que hacerse especial violencia para reorganizar así su vida: su nuevo estilo no es una heroicidad, sino la consecuencia sencilla, inmediata, normal… de lo que ha descubierto.


Y puede decirlo también de sus seguidores y seguidoras; no parece que los haya llamado a un ascetismo heroico, sino a la vida de seducidos por algo plenificante. Son los “amigos del novio” que Israel esperaba, y van con él en actitud de fiesta; estando con él “no pueden ayunar” (Mc 2,19); se alegran de oír su voz, con una “alegría colmada” (Jn 3,29).


Al mismo tiempo, Jesús puede estar invitando a los suyos a un examen de conciencia: si a alguno de ellos aquel nuevo estilo de vida se le hace cuesta arriba, seguro que no está encantado con lo descubierto. También lo dijo el Maestro: “quien pone la mano en el arado y vuelve la vista atrás no es apto para el Reino de Dios” (Lc 9,62), es decir, no está loco de contento por el hallazgo. El que va con Jesús tiene que rezar muchas veces el salmo 15, versículo 6: “me ha tocado un lote hermosos, me encanta mi heredad”. Jesús critica a quienes, por motivo religioso, imponen a otros cargas pesadas (Mt 23,4). Él no llama ante todo a una vida estoica, sino a la mística gozosa; lo primero no es vender, privarse de todo, sino entusiasmarse con el tesoro hallado, que conducirá a olvidarse de todo; si esto exige alguna renuncia, esta resultará suave, normal… será la “carga ligera”.


Anthony de Mello cuenta la fábula del mendigo que, en un sendero del bosque, encontró un gran diamante. Cuando un habitante de la aldea vecina se le acercó y se lo pidió, el mendigo se lo dio sin oponer resistencia. Este gesto desconcertó al aldeano de tal forma que aquella noche, buscando una explicación de tan extraña experiencia, no pudo dormir. Por ello, a la mañana siguiente, antes de que el mendigo continuase su camino, se le acercó, le devolvió el diamante, y le pidió: “dame la riqueza que te permite desprenderte con tanta facilidad de este diamante”. Para ser seguidor de Jesús hay que haber encontrado el tesoro, hay que ser rico.

martes, 30 de julio de 2024

Martes de la XVII Semana del Tiempo Ordinario. San Pedro Crisólogo, obispo y doctor de la Iglesia

Primera Lectura

Lectura del profeta Jeremías (14,17-22):

Mis ojos se deshacen en lágrimas, día y noche no cesan: por la terrible desgracia de la Doncella de mi pueblo, una herida de fuertes dolores. Salgo al campo: muertos a espada; entro en la ciudad: desfallecidos de hambre; tanto el profeta como el sacerdote vagan sin sentido por el país. «¿Por qué has rechazado del todo a Judá? ¿Tiene asco tu garganta de Sión? ¿Por qué nos has herido sin remedio? Se espera la paz, y no hay bienestar, al tiempo de la cura sucede la turbación. Señor, reconocemos nuestra impiedad, la culpa de nuestros padres, porque pecamos contra ti. No nos rechaces, por tu nombre, no desprestigies tu trono glorioso; recuerda y no rompas tu alianza con nosotros. ¿Existe entre los ídolos de los gentiles quien dé la lluvia? ¿Soltarán los cielos aguas torrenciales? ¿No eres, Señor Dios nuestro, nuestra esperanza, porque tú lo hiciste todo?»

Palabra de Dios

Salmo 78 R/. Líbranos, Señor, por el honor de tu nombre

Santo Evangelio según san Mateo (13,36-43):

En aquel tiempo, Jesús dejó a la gente y se fue a casa. Los discípulos se acercaron a decirle: «Acláranos la parábola de la cizaña en el campo.»

Él les contestó: «El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del Reino; la cizaña son los partidarios del Maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la cosecha es el fin del tiempo, y los segadores los ángeles. Lo mismo que se arranca la cizaña y se quema: así será el fin del tiempo: el Hijo del Hombre enviará a sus ángeles y arrancarán de su Reino a todos los corruptores y malvados y los arrojarán al horno encendido; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga.»

Palabra del Señor

Compartimos:

La parábola de la cizaña es conocida solamente por el primer evangelista, que él cambia de género literario, transformándola en una alegoría perfecta; cada pequeño detalle de la narración tiene un simbolismo. Tal vez Mateo ya no cuenta con un fin del mundo inminente, como sucede a otros autores del NT, pues él escribe cuando ya ha tenido lugar la destrucción del templo y de la ciudad santa y, sin embargo, no ha llegado el final que, años antes, se esperaba. Pero él sabe que Dios ejerce permanentemente un juicio sobre el mundo, en el cual encuentra metal noble y también ganga, o, en el presente caso, trigo limpio y cizaña venenosa. El evangelista hace probablemente una doble aplicación: es cizaña el judaísmo que no ha aceptado el mensaje cristiano e incluso persigue a la Iglesia (“toda planta que mi Padre no plantó”: Mt 15,13), y es cizaña el sector de Iglesia que no vive de acuerdo a la fe que ha abrazado (“¿cómo estás aquí sin vestido de fiesta?”: Mt 22,12).


Indudablemente, ni Jesús ni el evangelista desean tener a la comunidad de creyentes permanentemente atemorizada por el juicio venidero o “la siega realizada por los ángeles”; pero sí quieren que viva con los ojos abiertos, consciente de que no todo lo que la rodea es pan vendito, que el poder del mal o de la “contaminación” (llámesele “diablo” o de otras maneras) la amenaza o acosa en todo momento; ella debe tener paciencia con su entorno y hacerse resistente al mismo “con la coraza de la fe y de la caridad” (1Tes 5,8). Así se convertirá en oro acrisolado, que brillará como el sol en el Reino de su Padre. La comunidad cristiana tiene una vocación sublime, un futuro o más allá indescriptible: “lo que ni el ojo vio ni el oído oyó ni subió a la imaginación humana” (1Co 2,9). Sería lamentable que, seducida por “falsos silogismos de colores” (Sor Juan I. de la Cruz), se viese privada del galardón final, galardón o resplandor futuro que debe poseer en forma proléptica ya en el presente, pues está llamada a brillar “como antorcha en medio del mundo” (Flp 2,15).


Cabalmente la interpelación del profeta Jeremías que hemos oído al principio va en la misma línea. Al pueblo de Israel se le ofrecía también trigo y cizaña, Yahvé o los ídolos paganos. En más de una ocasión se desvió o despistó, confundió con Dios lo que no lo era, pensando que un idolillo de los paganos circundantes sería capaz de enviar la lluvia. Cuando el trigo y la cizaña comienzan a crecer, son igual de bellos; y el labrador puede equivocarse al arrancar, Afortunadamente siempre es tiempo de rectificar: “Dios nuestro, esperamos solo en ti”.

lunes, 29 de julio de 2024

Educar en un sociedad plural

 Una sociedad que alcanzara grandes avances, que fuera protagonista de un gran desarrollo económico, científico, cultural, social… pero que fracasara en la educación de la siguiente generación… sería sin duda una sociedad fracasada, entre otras cosas porque todos aquellos logros se perderían.


Una sociedad inteligente debe dedicar a la educación sus mejores energías, su mejor talento, sus mejores recursos y su mayor ilusión.


La educación necesita un mensaje y un enfoque siempre proactivo, de esperanza, de esfuerzo, de superación. Un relato que resulte realmente inspirador para toda la comunidad educativa. Un empeño que permita atraer el mejor talento para la educación, y que haga que el compromiso por educar, tanto en la familia como en la escuela, tenga cada vez mejor consideración y reconocimiento social.


Además, la educación debe hacer a la sociedad cada vez más plural, más libre, con más equidad. Una educación en la que aprendamos a convivir, a alcanzar acuerdos, a comprometernos todos en la construcción de un mundo mejor.

Alfonso Aguiló

lunes de la XVII Semana del Tiempo Ordinario Santos Marta, María y Lázaro

Primera Lectura

Lectura del libro de Jeremías (13,1-11):

Así me dijo el Señor: «Vete y cómprate un cinturón de lino, y rodéate con él la cintura; pero que no toque el agua.»

Me compré el cinturón, según me lo mandó el Señor, y me lo ceñí.

Me volvió a hablar el Señor: «Torna el cinturón que has comprado y llevas ceñido, levántate y ve al río Éufrates, y escóndelo allí, entre las hendiduras de las piedras.»

Fui y lo escondí en el Éufrates, según me había mandado el Señor.

Pasados muchos días, me dijo el Señor: «Levántate, vete al río Éufrates y recoge el cinturón que te mandé esconder allí.»

Fui al Éufrates, cavé, y recogí el cinturón del sitio donde lo había escondido: estaba estropeado, no servía para nada.

Entonces me vino la siguiente palabra del Señor: «Así dice el Señor: De este modo consumiré la soberbia de Judá, la gran soberbia de Jerusalén. Este pueblo malvado que se niega a escuchar mis palabras, que se comporta con corazón obstinado y sigue a dioses extranjeros, para rendirles culto y adoración, será como ese cinturón, que ya no sirve para nada. Como se adhiere el cinturón a la cintura del hombre, así me adherí la casa de Judá y la casa de Israel –oráculo del Señor–, para que ellas fueran mi pueblo, mi fama, mi alabanza, mi ornamento; pero no me escucharon.»

Palabra de Dios

Salmo Dt 32,R/. Despreciaste a la Roca que te engendró

 Santo Evangelio según san Mateo (13,31-35):

En aquel tiempo, Jesús propuso esta otra parábola a la gente: «El reino de los cielos se parece a un grano de mostaza que uno siembra en su huerta; aunque es la más pequeña de las semillas, cuando crece es más alta que las hortalizas; se hace un arbusto más alto que las hortalizas, y vienen los pájaros a anidar en sus ramas.»

Les dijo otra parábola: «El reino de los cielos se parece a la levadura; una mujer la amasa con tres medidas de harina, y basta para que todo fermente.»

Jesús expuso todo esto a la gente en parábolas y sin parábolas no les exponía nada. Así se cumplió el oráculo del profeta: «Abriré mi boca diciendo parábolas, anunciaré lo secreto desde la fundación del mundo.»

Palabra del Señor

Compartimos:

Hoy celebramos sencillamente la santidad de tres hermanos, dos mujeres y un varón, en cuya casa, quizá repetidas veces (cf. Lc 10,38-42), se hospedó Jesús. Al parecer son solteros, cosa rara en el judaísmo de la época (¿pertenecerían a algún grupo integrista, tal vez esenio?). El evangelio destaca la actitud de Jesús para con ellos: “amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro” (Jn 11,5), y este es calificado como “amigo” (Jn 11,11) de Jesús y de sus seguidores: “nuestro amigo”. El evangelista tenido por más tendente a la espiritualización es el que repara en los sentimientos humanos de Jesús, que “se conmovió y se turbó en su interior” (11,33), y “derramó lágrimas” (11,35) por la muerte de Lázaro.


Se nos ofrece una gran lección de humanidad, o insistencia en la verdadera encarnación, al mismo tiempo que la confesión de fe en el mesianismo, omnipotencia y divinidad de Jesús: “el Cristo, el Hijo de Dios, el esperado del mundo” (Jn 11,27). Lázaro cultiva la amistad, María escucha a Jesús sentada a sus pies, Marta procura que en la casa no falte nada en las atenciones al singular visitante. Previamente ha confesado que, donde está Jesús, la muerte no tiene poder: “no hubiera muerto mi hermano” (11,32).


Sobra toda reivindicación feminista barata o malsana, pero quizá convenga observar que, en el cuarto evangelio, la confesión de fe de Marta está en paralelo con la de Pedro: “nosotros creemos y sabemos que tú eres el santo de Dios” (Jn 6,69). Seamos varones o mujeres, jóvenes o mayores, sanos o enfermos… estamos llamados a cultivar la amistad con Jesús, a escuchar su palabra y atender a los detalles de su causa, sobre todo a confesar y proclamar que él es la vida y el único que tiene palabras de vida eterna.

domingo, 28 de julio de 2024

ÁNGELUS DEL PAPA FRANCISCO

Plaza de San Pedro

Queridos hermanos y hermanas, ¡feliz domingo!

Hoy, el Evangelio de la Liturgia nos habla del milagro de los panes y los peces (cfr. Jn 6,1-15). Un milagro, es decir, un “signo”, cuyos protagonistas realizan tres gestos que Jesús repetirá en la Última Cena. ¿Cuáles son estos gestos? Ofrecer, dar gracias y compartir.

Primero: ofrecer. El Evangelio habla de un muchacho que tiene cinco panes y dos peces (cfr. Jn 6,9). Es el gesto con el que reconocemos que tenemos algo bueno que dar, y decimos nuestro “sí” incluso si lo que tenemos es demasiado poco con respecto a lo que se necesita. En la Misa, esto se subraya cuando el sacerdote ofrece sobre el altar el pan y el vino, y cada uno se ofrece a sí mismo, su propia vida. Es un gesto que puede parecer poca cosa si pensamos en las inmensas necesidades de la humanidad, al igual que los cinco panes y los dos peces ante una multitud de miles de personas; pero Dios hace de él la materia para el milagro más grande que existe: aquel en el que Él mismo, ¡Él mismo!, se hace presente entre nosotros, para la salvación del mundo.

Y así se comprende el segundo gesto: dar gracias (cfr. Jn 6,11). El primer gesto es ofrecer, el segundo, dar gracias, esto es, decirle al Señor con humildad, pero también con alegría: “Todo lo que tengo es don tuyo, Señor, y para agradecértelo solamente puedo devolverte lo que Tú me has dado primero, junto con tu Hijo Jesucristo, añadiendo lo que puedo”. Cada uno de nosotros puede añadir algo. ¿Qué puedo darle al Señor? Quien es pequeño, ¿qué puede dar? Su pobre amor. Puede decir: “Señor, te amo”. ¡Nosotros somos pobres, nuestro amor es tan pequeño! Pero podemos dárselo al Señor, y Él lo acoge.

Ofrecer, dar gracias, y el tercer gesto es compartir (cfr. Jn 6,11). En la Misa es la Comunión, cuando juntos nos acercamos al altar para recibir el Cuerpo y la Sangre de Cristo: fruto del don de todos transformado por el Señor en alimento para todos. El momento de la Comunión es un momento muy hermoso que nos enseña a vivir cada gesto de amor como un don de la gracia, tanto para quien da como para quien recibe.

Hermanos, hermanas, preguntarnos: ¿yo creo verdaderamente, por gracia de Dios, que tengo algo único que donar a los hermanos, o me siento anónimo, “uno entre muchos”? ¿Poseo un bien que puedo donar? ¿Agradezco al Señor los dones con los que continuamente me manifiesta su amor? ¿Vivo el compartir con los demás como un momento de encuentro y enriquecimiento recíproco?

Que la Virgen María nos ayude a vivir con fe cada Celebración eucarística, y a reconocer y gustar todos los días los “milagros” de la gracia de Dios.

Queridos hermanos y hermanas:

Aseguro mi oración por las víctimas del deslizamiento de tierras que arrolló un poblado en el sur de Etiopía. Estoy cerca de esta población que sufre tanto y de todos los que la están socorriendo.

Y mientras en el mundo hay tanta gente que sufre calamidades y hambre, se siguen fabricando y vendiendo armas y se queman recursos para alimentar guerras grandes y pequeñas. Este es un escándalo que la comunidad internacional no debería tolerar, y que contradice el espíritu de fraternidad de los Juegos Olímpicos que acaban de comenzar. No lo olvidemos, hermanos y hermanas: ¡la guerra es una derrota!

Hoy se celebra la Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores, con el tema “En la vejez no me abandones” (cf. Sal 71,9). El abandono de los ancianos es, de hecho, una triste realidad a la que no debemos acostumbrarnos. Para muchos de ellos, sobre todo en estos días de verano, la soledad puede convertirse en un peso difícil de soportar. La Jornada de hoy nos invita a escuchar la voz de los ancianos que dicen: “¡No me abandones!”, y a responderles: “¡No te abandonaré!”. Reforcemos la alianza entre nietos y abuelos, entre jóvenes y ancianos. ¡Digamos “no” a la soledad de los ancianos! Nuestro futuro depende mucho del modo en que los abuelos y los nietos aprendan a vivir juntos. ¡No olvidemos a los ancianos!¡ Y un aplauso para todos los abuelos, para todos!

Saludo a todos los romanos y peregrinos venidos de varias partes de Italia y del mundo. En especial, saludo a los participantes en el Congreso General de la Unión del Apostolado Católico; a los chicos de la Acción Católica de Bolonia y a los de la Unidad pastoral Rivera del Po–Sermide, en la diócesis de Mántua; al grupo de jóvenes de la diócesis de Verona; y a los animadores del Oratorio “Carlo Acutis” de Quartu Sant’Elena.

Envío un saludo a cuantos participan en la conclusión de la fiesta de la Virgen del Carmen en Transtíber: esta tarde tendrá lugar la procesión de la Virgen por el río Tíber. ¡Aprendamos de María, nuestra Madre, a poner en práctica el Evangelio en la vida cotidiana!

He oído antes un canto neocatecumenal… ¡luego me gustaría volver a escucharlo!

Les deseo a todos un feliz domingo. Y, por favor, no se olviden de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta la vista!

Lamentable espectáculo en Paris, en la ceremonia de Apertura de los Juegos Olímpicos.

 En un comunicado publicado este sábado 27 de julio, la Conferencia Episcopal Francesa criticó las “escenas de escarnio y burla contra el cristianismo, que deploramos profundamente”.

“Agradecemos a las personas de otros credos religiosos que han expresado su solidaridad. Esta mañana, pensamos en todos los cristianos de todos los continentes que han sido heridos por el ultraje y la provocación de algunas escenas”, señalaron los obispos de Francia.

Fray Nelson Medina, conocido sacerdote dominico colombiano que realiza un vasto apostolado en redes sociales, señaló “que no verá ni una escena de los Juegos Olímpicos. Qué asco lo que han hecho burlándose del Señor Jesucristo y de su máxima donación de amor. Y es que son cobardes: con Mahoma no se meterían. #JuegosOlímpicosParís2024”.

El sacerdote español Juan Manuel Góngora, que en X es seguido por más de 76 mil personas, reaccionó a la burla con una cita de J.R.R. Tolkien, el famoso escritor católico de la saga de El Señor de los Anillos: “El mal no puede crear nada nuevo, solo corromper o arruinar lo que las fuerzas del bien han inventado o construido”.

-Oramos por estos hermanos que consideran nuestra fe en Jesucristo objeto de burlas, de mal gusto en el arte, ofendiendo nuestros sentimientos más profundos. Tarde o temprano estarán en las manos de Dios y contemplaran la VERDAD Y EL AMOR DE DIOS POR TODOS.

 Sor Maria Pilar Cano

sábado, 27 de julio de 2024

XVII Domingo del Tiempo Ordinario

Primera Lectura

Lectura del segundo libro de los Reyes (4,42-44):

En aquellos días, uno de Baal-Salisá vino a traer al profeta Eliseo el pan de las primicias, veinte panes de cebada y grano reciente en la alforja.

Eliseo dijo: «Dáselos a la gente, que coman.»

El criado replicó: «¿Qué hago yo con esto para cien personas?»

Eliseo insistió: «Dáselos a la gente, que coman. Porque así dice el Señor: Comerán y sobrará.»

Entonces el criado se los sirvió, comieron y sobró, como había dicho el Señor.

Palabra de Dios

Salmo 144,R/. Abres tú la mano, Señor, y nos sacias

Segunda Lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (4,1-6):

Yo, el prisionero por el Señor, os ruego que andéis como pide la vocación a la que habéis sido convocados. Sed siempre humildes y amables, sed comprensivos, sobrellevaos mutuamente con amor; esforzaos en mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz. Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la esperanza de la vocación a la que habéis sido convocados. Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de todo, que lo trasciende todo, y lo penetra todo, y lo invade todo.

Palabra de Dios

Santo Evangelio según san Juan (6,1-15):

En aquel tiempo, Jesús se marchó a la otra parte del lago de Galilea (o de Tiberíades). Lo seguía mucha gente, porque habían visto los signos que hacía con los enfermos. Subió Jesús entonces a la montaña y se sentó allí con sus discípulos. Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos.

Jesús entonces levantó los ojos, y al ver que acudía mucha gente, dice a Felipe: «¿Con qué compraremos panes para que coman éstos?» Lo decía para tentarlo, pues bien sabía él lo que iba a hacer.

Felipe contestó: «Doscientos denarios de pan no bastan para que a cada uno le toque un pedazo.»

Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dice: «Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y un par de peces; pero, ¿qué es eso para tantos?»

Jesús dijo: «Decid a la gente que se siente en el suelo.»

Había mucha hierba en aquel sitio. Se sentaron; sólo los hombres eran unos cinco mil. Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados, y lo mismo todo lo que quisieron del pescado.

Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: «Recoged los pedazos que han sobrado; que nada se desperdicie.»

Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos de los cinco panes de cebada, que sobraron a los que habían comido.

La gente entonces, al ver el signo que había hecho, decía: «Éste sí que es el Profeta que tenía que venir al mundo.»

Jesús entonces, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró otra vez a la montaña él solo.

Palabra del Señor

Compartimos:

Empezamos este domingo un camino con Jesús, en torno al pan, el de cada día, y el Pan de Vida. Hay unas cuantas semanas para reflexionar sobre este producto, tan necesario para la vida, física y espiritual. Cada domingo habrá un motivo para la reflexión. Porque la Palabra nos da el alimento que necesitamos para esa vida.


Hasta hoy, a lo largo de los domingos de este año (fuera de Cuaresma y Pascua) hemos ido leyendo el evangelio de san Marcos. Es el más breve de todos, y se considera que fue el primero en ser escrito. Pero hoy, y los cuatro domingos siguientes, la liturgia nos propone el capitulo sexto del evangelio de san Juan. Juan ofrece una presentación original del episodio de los panes y los peces, que en el evangelio de Marcos se narra de forma algo más breve y sin el complemento del discurso de Jesús que ofrece el cuarto evangelio. Luego, tras la lectura de este capítulo de Juan (a lo largo de cinco domingos), a principios de septiembre reanudaremos la proclamación del evangelio de Marcos.


Tanto en la primera lectura como en el Evangelio asistimos a lo que podríamos llamar “milagros de la fe”. Aparece en primer lugar el profeta Eliseo que, en tiempos de hambre, ayuda a su gente en varios momentos. Después de solucionar un problema con una olla “envenenada”, echando harina para que pudieran comer (2 Reyes 4, 38-41), surge la oportunidad de dar de comer a cien personas. Una situación desesperada, difícil de solucionar. Cuando le traen veinte panes de cebada, le pide a su criado que los reparta entre la gente. Poco le pareció al criado, pero para el Señor nada es imposible. Comieron y sobró. Una historia que recuerda a la del Evangelio de Juan.


Una primera conexión con el Evangelio es que Eliseo no se guarda los panes que le han dado a él, como tampoco lo hizo el muchacho. Un gesto generoso de una persona, un hombre anónimo de Baal – Salisá, que continúa Eliseo, es preciso para que se produzca el milagro. “Como había dicho el Señor”. Comieron y sobró. Cuando nos parezca que un pequeño donativo a una ONG no sirve de nada, por ejemplo, recordemos esta escena del Antiguo Testamento. Contra la lógica del hombre, está la fe en la Palabra de Dios. Como Pedro en el lago: “ya que lo dices, echaremos las redes…” (Lc 5,5)


Las palabras de Pablo en la segunda lectura (“un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo”) las uso a menudo en mi parroquia, cuando algún ortodoxo despistado me pregunta que si puede entrar a rezar. Y cualquier cristiano, ante el drama de la separación de las Iglesias, debería repetirlas a menudo. Porque el Ecumenismo y la oración por la unidad de los cristianos no es cosa sólo de la semana del 18 al 25 de enero, una vez al año.


Ayuda bastante, para dar testimonio de armonía, el vivir como sugiere Pablo en los primeros versículos de este fragmento: “sed siempre humildes y amables, sed comprensivos, sobrellevaos mutuamente con amor; esforzaos en mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz”. Con ese espíritu, es más fácil conseguir la unión de todos los cristianos. Para compartir todo lo que hemos heredado.


Esa unidad no puede depender de si alguien me cae bien o mal, o si conviene o no a mis intereses egoístas. Según esos criterios humanos, habría más de mil motivos para estar separados. Porque cada uno tiene su historia, su educación, su carácter, sus circunstancias económicas y sociales… Incluso entre los cristianos, a veces, la religión es motivo de disputa. Pero si algo nos está enseñando el mundo actual en que vivimos, global e intercultural, es que la diversidad es una riqueza, que contribuye a que todos aprendamos, y puede servir para ayudarnos unos a otros, completando lo que nos falta con la experiencia de los demás.


Para muestra, un botón. Con lo que tenía un muchacho, que compartió lo que tenía, se pudo dar de comer a toda esa gente. Se acercaba la Pascua, un gran grupo de personas estaban a la espera de lo que Jesús pudiera decirles, y el Maestro, que siempre vivía pendiente de todo, sintió compasión por ese rebaño. Alimentarlos no era tarea fácil, ya lo dijo Felipe. Pero para Dios no hay nada imposible. Con lo poco que les dio a los Discípulos, cinco panes y dos peces, comieron todos y hasta sobró. Esa idea de compartir lo que tenemos, sea mucho o poco, debería calar en nosotros. Para eso compartimos la Eucaristía (el texto describe cómo Jesús tomo los panes, los bendijo y los repartió, así como los peces, con una clara referencia a lo que hacemos en nuestros templos), para que todos se sacien del Pan de vida.


Otro momento interesante es la orden que da, cuando todos se han saciado: «Recoged los pedazos que han sobrado; que nada se desperdicie.» Vivimos en un mundo, por lo menos en Occidente, donde muchas cosas nos sobran. Antes se tiraba todo, ahora, el reciclaje está imponiéndose, poco a poco, porque el mundo no da más de sí, y los recursos son los que son. No hay que dejar que se pierda nada de lo creado por el hombre, porque todo ha sido creado por Dios. El ejemplo de Cristo nos recuerda que nada – ni nadie – sobra en este mundo.


Desde otro punto de vista, ahora, como nunca, hay sobre abundancia de bienes en nuestro mundo. El problema no es la falta de bienes, lo que pasa es que están mal repartidos. Habrá que pensar de qué modo dejen de morir de hambre tantas personas por todo el mundo. ¿Cómo podremos reducir la “geografía del hambre”? ¿Cómo lograr que todos participen del banquete de la vida? ¿Qué puedo hacer yo para contribuir a que todos participen de esa vida?


Para terminar la jornada, Jesús se retiró a la montaña, sólo. Podemos creer que se lo hizo para poder estar con su Padre, en oración, buscando iluminación para seguir con la tarea que Aquél le había encomendado. Antes de las decisiones importantes, orar para buscar la luz. Después de las cosas, grandes o pequeñas, de la vida, orar para dar gracias. Una vez más, el ejemplo de Jesús nos puede orientar en nuestra vida.


Valorar lo que tenemos, ponerlo a disposición de los demás y no olvidar agradecer a Dios por todo ello, pueden ser algunas de las enseñanzas de este domingo. Que sepamos llevarlo a la práctica en nuestra vida.

Sábado de la XVI Semana del Tiempo Ordinario. Santa María en sábado

Primera Lectura

Lectura del libro de Jeremías (7,1-11):

Palabra del Señor que recibió Jeremías: «Ponte a la puerta del templo, y grita allí esta palabra: «¡Escucha, Judá, la palabra del Señor, los que entráis por esas puertas para adorar al Señor! Así dice el Señor de los ejércitos, Dios de Israel: Enmendad vuestra conducta y vuestras acciones, y habitaré con vosotros en este lugar. No os creáis seguros con palabras engañosas, repitiendo: ‘Es el templo del Señor, el templo del Señor, el templo del Señor.’ Si enmendáis vuestra conducta y vuestras acciones, si juzgáis rectamente entre un hombre y su prójimo, si no explotáis al forastero, al huérfano y a la viuda, si no derramáis sangre inocente en este lugar, si no seguís a dioses extranjeros, para vuestro mal, entonces habitaré con vosotros en este lugar, en la tierra que di a vuestros padres, desde hace tanto tiempo y para siempre. Mirad: Vosotros os fiáis de palabras engañosas que no sirven de nada. ¿De modo que robáis, matáis, adulteráis, juráis en falso, quemáis incienso a Baal, seguís a dioses extranjeros y desconocidos, y después entráis a presentaros ante mí en este templo, que lleva mi nombre, y os decís: ‘Estamos salvos’, para seguir cometiendo esas abominaciones? ¿Creéis que es una cueva de bandidos este templo que lleva mi nombre? Atención, que yo lo he visto.»» Oráculo del Señor.

Palabra de Dios

Salmo 83,R/. ¡Qué deseables son tus moradas, Señor de los ejércitos!

Santo Evangelio según san Mateo (13,24-30):

En aquel tiempo, Jesús propuso otra parábola a la gente: «El reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero, mientras la gente dormía, su enemigo fue y sembró cizaña en medio del trigo y se marchó. Cuando empezaba a verdear y se formaba la espiga apareció también la cizaña. Entonces fueron los criados a decirle al amo: «Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde sale la cizaña?» Él les dijo: «Un enemigo lo ha hecho.» Los criados le preguntaron: «¿Quieres que vayamos a arrancarla?» Pero él les respondió: «No, que, al arrancar la cizaña, podríais arrancar también el trigo. Dejadlos crecer juntos hasta la siega y, cuando llegue la siega, diré a los segadores: Arrancad primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo almacenadlo en mi granero.»

Palabra del Señor

Compartimos:

Nos preguntamos a veces como es posible que el mal, relativo o absoluto, se extienda y crezca en todo el mundo. ¿Señor cómo permites tanto crimen, tanta violencia, tanta injusticia, tanta corrupción? Somos como los que, en la parábola del trigo y la cizaña, reclaman al dueño que haga arrancar la mala yerba y limpie el campo. Y nos desconcierta la respuesta: no vaya a ser que con la cizaña arranquéis también las espigas que empiezan a brotar. Claro que juzgando así nos situamos en el lugar “de los buenos”. Buenos con certezas: creemos saber, claramente, lo que es trigo y lo que es cizaña.


Hay actos, ideas y criterios malos sin paliativos. Pero, en bastantes ocasiones, especialmente cuando consideramos los propios comportamientos y actitudes, las cosas no están tan claras. Es difícil conocerse a sí mismo… ¿Y si lo que creo una mala inclinación es un rasgo de temperamento que puede resultar positivo si, con la gracia de Dios, aprendo a manejarlo? Los “hijos del trueno” impulsivos, apasionados, después de ser tocados por el Espíritu en Pentecostés, dedicaron su vida a testimoniar, hasta el martirio en el caso de Santiago, que Cristo nos ha redimido y salvado.


No está muy “de moda” hablar de los pecados capitales. Quizá convenga meditar un poco y confrontarnos con ellos. Son capitales porque son como las raíces del mal, de donde nacen nuestras malas acciones y juicios. Son las consecuencias de nuestra condición humana, dañada desde el principio. Pero esta condición está redimida por Cristo y con su Gracia es posible cambiar desde la raíz. Resistir el mal y vencerlo. Cambiar… sin dejar de ser como somos pero con un ser iluminado.


Los santos nos pueden enseñar mucho sobre el asunto, leer sus biografías (prefiriendo,según mi opinión, relatos poco “azucarados” y de autores reconocidos) puede ser de mucho provecho espiritual. Por poner algún ejemplo, las obras de Chesterton sobre San Francisco de Asís y Santo Tomás de Aquino son excelentes; Frank G. Slaughter noveló la vida de María Magdalena; André Frossard escribió sobre la muerte de San Maximiliano Kolbe… También los escritos de los protagonistas: muchos, como San Agustín en sus Confesiones, han contado su vida. Descubriremos entre ellos y nosotros grandes distancias, pero también muchos sentimientos, pasiones, dudas y certezas compartidas. Al fin, formamos parte de la “comunión de los santos”.

viernes, 26 de julio de 2024

viernes de la XVI Semana del Tiempo Ordinario. Santos Joaquín y Ana, padres de la bienaventurada Virgen María

Primera Lectura

Lectura del libro de Jeremías (3,14-17):

Volved, hijos apóstatas –oráculo del Señor–, que yo soy vuestro dueño; cogeré a uno de cada ciudad, a dos de cada tribu, y os traeré a Sión; os daré pastores a mi gusto que os apacienten con saber y acierto; entonces, cuando crezcáis y os multipliquéis en el país –oráculo del Señor–, ya no se nombrará el arca de la alianza del Señor, no se recordará ni mencionará, no se echará de menos ni se hará otra. En aquel tiempo, llamarán a Jerusalén «Trono del Señor», acudirán a ella todos los paganos, porque Jerusalén llevará el nombre del Señor, y ya no seguirán la maldad de su corazón obstinado.

Palabra de Dios

Salmo Jr 31 R/. El Señor nos guardará como un pastor a su rebaño

Santo Evangelio según san Mateo (13,18-23):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Vosotros oíd lo que significa la parábola del sembrador: Si uno escucha la palabra del reino sin entenderla, viene el Maligno y roba lo sembrado en su corazón. Esto significa lo sembrado al borde del camino. Lo sembrado en terreno pedregoso significa el que la escucha y la acepta en seguida con alegría; pero no tiene raíces, es inconstante, y, en cuanto viene una dificultad o persecución por la palabra, sucumbe. Lo sembrado entre zarzas significa el que escucha la palabra; pero los afanes de la vida y la seducción de las riquezas la ahogan y se queda estéril. Lo sembrado en tierra buena significa el que escucha la palabra y la entiende; ése dará fruto y producirá ciento o sesenta o treinta por uno.»

Palabra del Señor

Compartimos:

La antífona de entrada en la Liturgia eucarística de hoy nos invita a alabar a Joaquín y Ana por su hija “porque el Señor les dio la bendición de todos los hombres”. Y la colecta se refiere a los mismos santos a quienes Dios concedió la gracia de que naciera de ellos la Madre del Hijo encarnado.


Por otra parte el Evangelio es la explicación de la parábola del sembrador que escuchamos hace poco. Pues bien, María, hija, según la tradición de Joaquín y Ana, es el prototipo de la Iglesia, la primera discípula de Jesús, la llena de gracia que acepta la Palabra. Con su Fiat se realiza la Encarnación. Ciertamente, la bendición de toda la humanidad.


Ella es la “tierra buena” que, recibiendo la gracia, da frutos abundantísimos. Jesús es Hijo de Dios, hijo de una mujer, esa de quien decimos que es el orgullo de nuestra raza. En su obra Los milagros, C.S. Lewis dice de María: “… el pequeño punto brillante como la punta de una lanza. Hay una joven israelita en oración. Toda la humanidad (en lo que afecta a su redención) se ha estrechado hasta ese extremo.” El ciento por uno de la parábola es el fruto de la tierra buena que es María. La que escuchó y entendió la palabra. Entendió, con un conocimiento interior, que Dios le pedía su disponibilidad para algo extraordinario. Y aceptó. Es tierra buena…


La explicación de la parábola nos invita a ser tierra buena, previniéndonos de lo que, procedente del maligno, de nuestras torpes inclinaciones, del ambiente que nos rodea, nos incapacita para dar fruto. Nos invita a disponer el corazón para acoger su palabra. “Arranquemos las espinas, preparemos el terreno, recibamos la simiente, perseveremos hasta la siega…” exhortaba San Agustín. Y me parece que este santo, muy avezado en el conocimiento propio, con estas y otras palabras nos anima a conocernos y discernir que es lo que nos impide acoger el mensaje: nuestra superficialidad comodona, nuestra voluntad débil, nuestras tendencias negativas arraigadas, nuestra falta de voluntad y constancia en la oración y en el servicio… Sin Mí -dijo Jesús- no podéis hacer nada. Con Él lo podemos todo, hasta convertir nuestro terreno infértil en huerto fecundo. Como María, digamos hágase en mi tu voluntad.

jueves, 25 de julio de 2024

Lecturas de Santiago, Apóstol

 Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (4,33;5,12.27-33;12,2):

En aquellos días, los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con mucho valor y hacían muchos signos y prodigios en medio del pueblo. Los condujeron a presencia del Sanedrín y el sumo sacerdote los interrogó: «¿No os habíamos prohibido formalmente enseñar en nombre de ése? En cambio, habéis llenado Jerusalén con vuestra enseñanza y queréis hacernos responsables de la sangre de ese hombre.»

Pedro y los apóstoles replicaron: «Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis, colgándolo de un madero. La diestra de Dios lo exaltó, haciéndolo jefe y salvador, para otorgarle a Israel la conversión con el perdón de los pecados. Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo, que Dios da a los que le obedecen.» Esta respuesta los exasperó, y decidieron acabar con ellos. Más tarde, el rey Herodes hizo pasar a cuchillo a Santiago, hermano de Juan.

Palabra de Dios

Salmo 66 R/. Oh Dios, que te alaben los pueblos,que todos los pueblos te alaben

Segunda Lectura

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (4,7-15):

Este tesoro del ministerio lo llevamos en vasijas de barro, para que se vea que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros. Nos aprietan por todos lados, pero no nos aplastan; estamos apurados, pero no desesperados; acosados, pero no abandonados; nos derriban, pero no nos rematan; en toda ocasión y por todas partes, llevamos en el cuerpo la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo. Mientras vivimos, continuamente nos están entregando a la muerte, por causa de Jesús; para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. Así, la muerte está actuando en nosotros, y la vida en vosotros. Teniendo el mismo espíritu de fe, según lo que está escrito: «Creí, por eso hablé», también nosotros creemos y por eso hablamos; sabiendo que quien resucitó al Señor Jesús también con Jesús nos resucitará y nos hará estar con vosotros. Todo es para vuestro bien. Cuantos más reciban la gracia, mayor será el agradecimiento, para gloria de Dios.

Palabra de Dios

Santo Evangelio según san Mateo (20,20-28):

En aquel tiempo, se acercó a Jesús la madre de los Zebedeos con sus hijos y se postró para hacerle una petición. Él le preguntó: «¿Qué deseas?»

Ella contestó: «Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.»

Pero Jesús replicó: «No sabéis lo que pedís. ¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber?»

Contestaron: «Lo somos.»

Él les dijo: «Mi cáliz lo beberéis; pero el puesto a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre.»

Los otros diez, que lo habían oído, se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús, reuniéndolos, les dijo: «Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo. Igual que el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos.»

Palabra del Señor

Compartimos:

Hoy es la fiesta del Patrón de España, Santiago. Él y su hermano Juan, hijos de Zebedeo que, en Betania, iniciaron su camino con Jesús “a eso de las cuatro de la tarde”, según relata Juan, su hermano (Jn 1, 39).


Hay un Santiago rodeado de leyenda y ligado a España desde los comienzos de la predicación de los apóstoles. El de la batalla de Clavijo, el que fue alentado por Santa María a orillas del Ebro, el del sepulcro señalado por una luz misteriosa en Compostela… La historia resulta medio disparatada e inverosímil, sin embargo una tradición que data del II s. está asentada en indicios arqueológicos e históricos que podrían confirmar, al menos, la realidad de que ciertamente su cuerpo y su cabeza están sepultados en donde se venera al apóstol, es decir, en Santiago de Compostela, el tercer lugar, después de Jerusalén y Roma, meta de peregrinos de la Cristiandad y de todo el mundo, aún hoy.


Pero hay otro -quien sabe si el mismo- del que sabemos algo con certeza y es el Santiago de los relatos del Nuevo Testamento, el primero de los apóstoles mártir, decapitado por Herodes en Jerusalén. A él y a su hermano, Jesús les puso el apodo de “hijos del trueno” por su vehemencia y, tal vez, arrogancia. Recordamos como pedían que fuego bajado de lo alto aniquilara a las aldeas donde el Maestro no fuera bien recibido…


Santiago, con su hermano y con Pedro y Andrés formaba parte de un pequeño grupo, un tanto especial entre los doce. Santiago es citado expresamente en la Transfiguración, en la resurreción de la hija de Jairo y en el huerto de los olivos. El pasaje de la Lectura de hoy es un expresivo retrato de los impulsivos hermanos cuando responden al unísono: “podemos”. ¿Y si hoy el Señor nos preguntase si podemos beber el cáliz que Él bebió? ¿Nos atreveríamos a decir que podemos? Creo que solo con una humildad verdadera y con un gran amor. Y solo sabiendo que es Él quien puede hacerlo en nosotros.

miércoles, 24 de julio de 2024

Miércoles de la XVI Semana del Tiempo Ordinario.

Primera Lectura

Comienzo del profeta Jeremías (1,1.4-10):

Palabras de Jeremías, hijo de Helcías, de los sacerdotes residentes en Anatot, territorio de Benjamín. Recibí esta palabra del Señor: «Antes de formarte en el vientre, te escogí; antes de que salieras del seno materno, te consagré: te nombré profeta de los gentiles.»

Yo repuse: «¡Ay, Señor mío! Mira que no sé hablar, que soy un muchacho.»

El Señor me contestó: «No digas: «Soy un muchacho», que adonde yo te envíe, irás, y lo que yo te mande, lo dirás. No les tengas miedo, que yo estoy contigo para librarte.» Oráculo del Señor.

El Señor extendió la mano y me tocó la boca; y me dijo: «Mira: yo pongo mis palabras en tu boca, hoy te establezco sobre pueblos y reyes, para arrancar y arrasar, para destruir y demoler, para edificar y plantar.»

Palabra de Dios

Salmo 70 R/. Mi boca contará tu salvación, Señor

 Santo Evangelio según san Mateo (13,1-9):

Aquel día, salió Jesús de casa y se sentó junto al lago. Y acudió a él tanta gente que tuvo que subirse a una barca; se sentó, y la gente quedó de pie en la orilla.

Les habló mucho rato en parábolas: «Salió el sembrador a sembrar. Al sembrar, un poco cayó al borde del camino; vinieron los pájaros y se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra, y, como la tierra no era profunda, brotó en seguida; pero, en cuanto salió el sol, se abrasó y por falta de raíz se secó. Otro poco cayó entre zarzas, que crecieron y lo ahogaron. El resto cayó en tierra buena y dio grano: unos, ciento; otros, sesenta; otros, treinta. El que tenga oídos que oiga.»

Palabra del Señor

Compartimos:

En la lectura del Evangelio de hoy, Jesús expone la parábola del sembrador. Algún predicador ha bromeado un poco sobre este sembrador, algo descuidado, que esparce la semilla sin mirar hacia dónde cae, de manera que buena parte de ella se desperdicia y cae sobre terreno muy poco propicio. Sin embargo, Jesús está hablando de Dios, el Dios que hace salir el sol sobre buenos y malos y llover sobre justos e injustos, sencillamente porque es bondad y amor.


Los cristianos hemos recibido su encargo, trasmitido por los apóstoles, de “id y predicad a todos”. Los cristianos, es decir, los seguidores de Cristo, no sólo un grupo especializado de sacerdotes, religiosos, misioneros… sino todos los bautizados. Llevamos décadas oyendo hablar de “nueva evangelización”, de “nuevos métodos”, de planes y proyectos de pastoral y de la implicación y el compromiso de todo el pueblo de Dios para llevar el mensaje de salvación, para sembrar la buena semilla. Pero muchas veces ponemos tantos previos antes de hablar de nuestra fe en Jesucristo y de dar razones de ella, que no acabamos de arrancar. En el mejor de los casos, estudiamos detenidamente el “terreno”: nivel de conocimiento, situación existencial, condiciones socioeconómicas, cultura y tradiciones, experiencia religiosa, psicología, etc. Y, después ante la persona real y la situación concreta, prejuzgamos al sujeto, a veces un familiar, un amigo, un conocido o vecino, un compañero de trabajo o alguien en un encuentro casual y callamos porque parece superficial, no tiene inquietudes, está absorbido por el interés material, muy alejado de lo religioso o totalmente ignorante, no es receptivo, lleva una vida desordenada, apenas lo conocemos… Justificaciones y excusas para la cobardía y el miedo de muchos de nosotros sólo capaces de hablar de Cristo y de la salvación eterna con los que percibimos afines. Tenemos miedo a “hacer el ridículo” si manifestamos públicamente nuestra fe, lo que denota, a fin de cuentas, la debilidad de esa fe que creemos tener. Y más aún lo frágil que es nuestra caridad si no ofrecemos al prójimo lo mejor que podemos entregar. Pablo escribía a Timoteo en la segunda carta: “Proclama la palabra, insiste a tiempo o a destiempo, arguye, reprocha, exhorta con toda magnanimidad y doctrina”. Pidamos al Señor la gracia de ser sus testigos, valientes, seguros del auxilio del Espíritu Santo y, desde luego, no jueces para decidir quien puede recibir la semilla de la Palabra, sino sencillos y atrevidos sembradores que van dejando la semilla en buena tierra, en abrojos y espinas, en suelo endurecido o en piedras. A fin de cuentas, Dios puede sacar de las piedras hijos de Abraham (Mt.3,9)

martes, 23 de julio de 2024

Martes de la XVI Semana del Tiempo Ordinario,Santa Brígida de Suecia, religiosa

Primera Lectura

Lectura de la profecía de Miqueas (7,14-15.18-20):

Señor, pastorea a tu pueblo con el cayado, a las ovejas de tu heredad, a las que habitan apartadas en la maleza, en medio del Carmelo. Pastarán en Basán y Galaad, como en tiempos antiguos; como cuando saliste de Egipto y te mostraba mis prodigios. ¿Qué Dios como tú, que perdonas el pecado y absuelves la culpa al resto de tu heredad? No mantendrá por siempre la ira, pues se complace en la misericordia. Volverá a compadecerse y extinguirá nuestras culpas, arrojará a lo hondo del mar todos nuestros delitos. Serás fiel a Jacob, piadoso con Abrahán, como juraste a nuestros padres en tiempos remotos.

Palabra de Dios

Salmo 84,R/. Muéstranos, Señor, tu misericordia

Santo Evangelio según san Mateo (12,46-50):

En aquel tiempo, estaba Jesús hablando a la gente, cuando su madre y sus hermanos se presentaron fuera, tratando de hablar con él.

Uno se lo avisó: «Oye, tu madre y tus hermanos están fuera y quieren hablar contigo.»

Pero él contestó al que le avisaba: «¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?»

Y, señalando con la mano a los discípulos, dijo: «Éstos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de mi Padre del cielo, ése es mi hermano, y mi hermana, y mi madre.»

Palabra del Señor

Compartimos:

Juan Pablo II, en la encíclica Mulieres dignitatem del año 1988, escribió: “La Iglesia expresa su agradecimiento por todas las manifestaciones del genio femenino aparecidas a lo largo de la historia, en medio de los pueblos y de las naciones; da gracias por todos los carismas que el Espíritu Santo otorga a las mujeres en la historia del Pueblo de Dios, por todas las victorias que debe a su fe, esperanza y caridad; manifiesta su gratitud por todos los frutos de santidad femenina”. En 1999, en vísperas de la entrada en el nuevo milenio, proclamó copatronas de Europa a Santa Brígida, Santa Catalina de Siena y Santa Teresa Benedicta de la Cruz. Y en la carta apostólica Spes aedificandi para la proclamación de las copatronas decía: “considero particularmente significativa la opción por esta santidad de rostro femenino, en el marco de la tendencia providencial que, en la Iglesia y en la sociedad de nuestro tiempo, se ha venido afirmando, con un reconocimiento cada vez más claro de la dignidad y de los dones propios de la mujer”.


Bueno, pues si ayer recordamos a la “primera apóstol” Santa María Magdalena, hoy celebramos a Santa Brígida de Suecia. Santa Brígida amó intensamente a Cristo, fue esposa fiel, madre de ocho hijos, tuvo visiones, peregrinó por el mundo conocido en el s. XIV… En la iglesia del destierro de Aviñón, escribió, amonestó a los Papas, reconvino a reyes y nobles, creó una orden monástica, sufrió por alguno de sus hijos bastante descarriados y atendió a pobres y enfermos. Es decir, hizo de todo un poco o un mucho, como la mayoría de las mujeres ayer y hoy, en diferentes contextos.


Podemos agradecer la santidad de tantas personas notables, santas y santos, pero también la de todas esas (madres, hermanas, amigas, compañeras) que nos han dado ejemplo de vida entregada. Damos a gracias a Dios, porque en esta Iglesia, que ha sido y es tan asediada y combatida desde fuera y desde dentro, brotaron y siguen brotando frutos de santidad. 

lunes, 22 de julio de 2024

Santa María Magdalena

Primera Lectura

Lectura del libro del Cantar de los Cantares (3,1-4a):

Así dice la esposa: «En mi cama, por la noche, buscaba al amor de mi alma: lo busqué y no lo encontré. Me levanté y recorrí la ciudad por las calles y las plazas, buscando al amor de mi alma; lo busqué y no lo encontré. Me han encontrado los guardias que rondan por la ciudad: «¿Visteis al amor de mi alma?» Pero, apenas los pasé, encontré al amor de mi alma.»

Palabra de Dios

Salmo 62,R/. Mi alma está sedienta de ti, mi Dios

Santo Evangelio según san Juan (20,1.11-18):

El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro. Fuera, junto al sepulcro, estaba María, llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús.

Ellos le preguntan: «Mujer, ¿por qué lloras?»

Ella les contesta: «Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto.»

Dicho esto, da media vuelta y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús.

Jesús le dice: «Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?»

Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta: «Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré.»

Jesús le dice: «¡María!»

Ella se vuelve y le dice: «¡Rabboni!», que significa: «¡Maestro!»

Jesús le dice: «Suéltame, que todavía no he subido al Padre. Anda, ve a mis hermanos y diles: «Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro.»»

María Magdalena fue y anunció a los discípulos: «He visto al Señor y ha dicho esto.»

Palabra del Señor

Compartimos:

Santa María Magdalena, de cuya vida en realidad, sabemos muy poco, ocupa un lugar relevante en la devoción y el culto de los fieles y en escritos de padres de la Iglesia y predicadores. Pero aún más en el arte religioso, especialmente pintura y es protagonista también de tradiciones piadosas, novelas, leyendas, relatos gnósticos y algún que otro delirio fantasioso, incluyendo su muerte y enterramiento en las proximidades de Marsella.


A la santa se la identifica fecuentemente con mujeres que aparecen en los relatos evangélicos: la del perfume de nardos, la María de Betania que “eligió la mejor parte”, la adúltera perdonada o aquella de quien se dice que fueron expulsados siete demonios. Identificada con su nombre aparece en los cuatro evangelios: Lucas dice que fue una de las mujeres que ayudó a Jesús y a los apóstoles en su predicacón en Galilea; Marcos, Mateo y Juan la sitúan con otras mujeres en la crucifixión y en la mañana de la Resurrección; Mateo y Marcos también la citan en la sepultura; y Juan relata la aparición del Resucitado en el huerto en el que estaba la tumba vacía.


Lo esencial de María Magdalena está en esas pocas referencias: sirvió y siguió al Maestro, estuvo al pie de la Cruz, vio al Señor Resucitado y corrió a decírselo a los apóstoles. Vio, creyó… y corrió a anunciarlo. Y en esto consiste ser cristiano: en creer en Jesucristo, en seguirle y en anunciar su victoria sobre el dolor, la muerte y el pecado. La misión de María Magdalena es la misma que la de los que nos decimos cristianos. Pero en esta santa, además el encargo es dirigirse a los apóstoles. Santo Tomás de Aquino dice de ella que fue hecha apóstol de los apóstoles (facta est apostolorum apostola). Juan Pablo II y Benedicto XVI han hablado bellamente sobre esta santa. Juan Pablo II en Mulieris Dignitatem se refirió a ella con los términos de Santo Tomás y señaló que en “la prueba más difícil de fe y fidelidad” de los cristianos, la Crucifixión, las mujeres demostraron ser más fuertes que los apóstoles”.​


En 1916 la Congregación para el Culto Divino publicó un decreto por el cual se eleva la celebración de santa María Magdalena al grado de fiesta en el Calendario romano general, por expreso deseo del papa Francisco. En la liturgia del día, rezamos: “Oh, Dios, tu Unigénito confió a María Magdalena, antes que a nadie, el anuncio de la alegría pascual, concédenos por su intercesión y ejemplo, proclamar a Cristo vivo, y que le veamos reinando en tu Gloria”.

domingo, 21 de julio de 2024

ÁNGELUS DEL PAPA FRANCISCO

 Plaza de San Pedro

¡Queridos hermanos y hermanas, buen domingo!

El Evangelio de la liturgia de hoy (Mc 6,30-34) narra que los apóstoles, regresando de la misión, se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho; entonces Él les dijo: «Vengan ustedes solos a un lugar desierto, para descansar un poco» (v. 31). La gente entiende sus movimientos y, al desembarcar, Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, y estuvo enseñándoles largo rato (cfr v. 34).

Por tanto, por un lado, la invitación a descansar y, por el otro, la compasión de Jesús por la muchedumbre. Es hermoso detenerse a reflexionar sobre la compasión de Jesús. Parecen dos cosas inconciliables, la invitación a descansar y la compasión, pero en cambio van juntas: descanso y compasión. Veamos.

Jesús se preocupa por el cansancio de los discípulos. Quizás está intuyendo un peligro que puede incumbir también en nuestra vida y nuestro apostolado, cuando por ejemplo el entusiasmo en el llevar adelante la misión, o el trabajo, así como el papel y las tareas que nos son confiadas nos hacen víctimas del activismo, y esta no es una cosa buena: tan preocupados por las cosas que hacer y demasiado preocupados por los resultados. Y entonces ocurre que nos agitamos y perdemos de vista lo esencial, arriesgando acabar con nuestras energías y caer en el cansancio del cuerpo y del espíritu. Es una advertencia importante para nuestra vida, para nuestra sociedad a menudo prisionera de la prisa, pero también para la Iglesia y para el servicio pastoral: hermanos y hermanas ¡estemos atentos a la dictadura del hacer! Y esto puede pasar por necesidad, también en las familias, cuando por ejemplo el papá para ganarse el pan está obligado a ausentarse por trabajo sacrificando el tiempo que pudiera dedicar a la familia. A menudo salen temprano por la mañana cuando los niños todavía duermen y regresan la noche tarde cuando están ya en la cama. Esta es una injusticia social. En las familias, papá y mamá deberían tener tiempo para compartir con los hijos, para acrecentar este amor familiar y no caer en la dictadura del hacer. Pensemos en lo que podemos hacer para ayudar a las personas que están obligadas a vivir así.

Al mismo tiempo, el descanso propuesto por Jesús no es una fuga del mundo, un retirarse en el bienestar personal; por el contrario, frente a la gente confundida Él siente compasión. Y entonces del Evangelio aprendemos que estas dos realidades – descanso y compasión – están ligadas: solo si aprendemos a descansar podemos tener compasión. De hecho, es posible tener una mirada de compasión, que sabe reconocer las necesidades del prójimo, solamente si nuestro corazón no está consumado por el ansia del hacer, si sabemos detenernos y, en el silencio de la adoración, recibir la Gracia de Dios.

Por tanto, hermanos y hermanas, podemos preguntarnos: ¿se detenerme durante mis jornadas? ¿Se tomarme un momento para estar conmigo mismo y con el Señor, o estoy siempre sumido en la prisa, sumido en la prisa, la prisa de las cosas por hacer? ¿Sabemos encontrar un poco de “desierto” interior en medio al ruido y a las actividades de cada día?

Que la Virgen Santa nos ayude a “descansar en el Espíritu” también en medio de todas las actividades cotidianas, y a ser disponibles y compasivos para con los otros.

¡Queridos hermanos y hermanas!

Esta semana comienzan los Juegos Olímpicos de París, que precederán a los Juegos Paraolímpicos. El deporte tiene también una gran fuerza social, capaz de unir pacíficamente a personas de diversas culturas. Deseo que este evento pueda ser un signo del mundo inclusivo que queremos construir y que los atletas, con su testimonio deportivo, sean mensajeros de paz y modelos válidos para los jóvenes. De manera particular, según la antigua tradición, que las Olimpiadas sean una ocasión para establecer una tregua en las guerras, demostrando una sincera voluntad de paz.

Saludo a todos ustedes, romanos y peregrinos de Italia y de tantos Países. En particular saludo a l’Équipe Notre Dame de la diócesis de Quixadá en el Brasil; la Asociación “Assumpta Science Center Ofekata”, comprometida en proyectos solidarios formativos para África.

Saludo también a los Silenziosi Operai della Croce y al Centro Volontari della Sofferenza, reunidos en recuerdo del fundador Beato Luigi Novarese; a las aspirantes y a las jóvenes profesas del Istituto delle Missionarie della Regalità di Cristo; a los jóvenes del grupo vocacional del Seminario Menor de Roma, que han transitado por los caminos de San Francisco de Asís en Roma.

Recemos, hermanos y hermanas, por la paz. No olvidemos a la martirizada Ucrania, a Palestina, a Israel, Myanmar y a tantos otros Países en guerra. No olvidemos, no olvidemos. ¡La guerra es una derrota!

Deseo a todos un buen domingo. y por favor no se olviden de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!

sábado, 20 de julio de 2024

XVI Domingo del Tiempo Ordinario

Primera Lectura

Lectura del libro de Jeremías (23,1-6):

Ay de los pastores que dispersan y dejan perecer las ovejas de mi rebaño –oráculo del Señor–.

Por eso, así dice el Señor, Dios de Israel: «A los pastores que pastorean mi pueblo: Vosotros dispersasteis mis ovejas, las expulsasteis, no las guardasteis; pues yo os tomaré cuentas, por la maldad de vuestras acciones –oráculo del Señor–. Yo mismo reuniré el resto de mis ovejas de todos los países adonde las expulsé, y las volveré a traer a sus dehesas, para que crezcan y se multipliquen. Les pondré pastores que las pastoreen; ya no temerán ni se espantarán, y ninguna se perderá –oráculo del Señor–. Mirad que llegan días –oráculo del Señor– en que suscitaré a David un vástago legítimo: reinará como rey prudente, hará justicia y derecho en la tierra. En sus días se salvará Judá, Israel habitará seguro. Y lo llamarán con este nombre: El-Señor-nuestra-justicia.»

Palabra de Dios

Salmo 22 R/. El Señor es mi pastor, nada me falta

Segunda Lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (2,13-18):

Ahora estáis en Cristo Jesús. Ahora, por la sangre de Cristo, estáis cerca los que antes estabais lejos. Él es nuestra paz. Él ha hecho de los dos pueblos una sola cosa, derribando con su carne el muro que los separaba: el odio. Él ha abolido la Ley con sus mandamientos y reglas, haciendo las paces, para crear con los dos, en él, un solo hombre nuevo. Reconcilió con Dios a los dos pueblos, uniéndolos en un solo cuerpo mediante la cruz, dando muerte, en él, al odio. Vino y trajo la noticia de la paz: paz a vosotros, los de lejos; paz también a los de cerca. Así, unos y otros, podemos acercarnos al Padre con un mismo Espíritu.

Palabra de Dios

Santo Evangelio según san Marcos (6,30-34):

En aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado.

Él les dijo: «Venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco.»

Porque eran tantos los que iban y venían que no encontraban tiempo ni para comer. Se fueron en barca a un sitio tranquilo y apartado. Muchos los vieron marcharse y los reconocieron; entonces de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron. Al desembarcar, Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles con calma.

Palabra del Señor

Compartimos:

Hoy encontramos un doble mensaje. Por un lado, Jesús nos llama con una bella invitación a seguirlo: «Le siguieron muchos y los curó a todos» (Mt 12,15). Si le seguimos encontraremos remedio a las dificultades del camino, como se nos recordaba hace poco: «Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso» (Mt 11,28). Por otro lado, se nos muestra el valor del amor manso: «No disputará ni gritará» (Mt 12,19).


Él sabe que estamos agobiados y cansados por el peso de nuestras debilidades físicas y de carácter... y por esta cruz inesperada que nos ha visitado con toda su crudeza, por las desavenencias, los desengaños, las tristezas. De hecho, «se confabularon contra Él para ver cómo eliminarle» (Mt 12,14). y... nosotros que sabemos que el discípulo no es más que el maestro (cf. Mt 10,24), hemos de ser conscientes de que también tendremos que sufrir incomprensión y persecución.


Todo ello constituye un fajo que pesa encima de nosotros, un fardo que nos doblega. Y sentimos como si Jesús nos dijera: «Deja tu fardo a mis pies, yo me ocuparé de él; dame este peso que te agobia, yo te lo llevaré; descárgate de tus preocupaciones y dámelas a mí...».


Es curioso: Jesús nos invita a dejar nuestro peso, pero nos ofrece otro: su yugo, con la promesa, eso sí, de que es suave y ligero. Nos quiere enseñar que no podemos ir por el mundo sin ningún peso. Una carga u otra la hemos de llevar. Pero que no sea nuestro fardo lleno de materialidad; que sea su peso que no agobia.


En África, las madres y hermanas mayores llevan a los pequeños en la espalda. Una vez, un misionero vio a una niña que llevaba a su hermanito... Le dice: «¿No crees que es un peso demasiado grande para ti?». Ella respondió sin pensárselo: «No es un peso, es mi hermanito y le amo». El amor, el yugo de Jesús, no sólo no es pesado, sino que nos libera de todo aquello que nos agobia.

Sábado de la XV Semana del Tiempo Ordinario.

Primera Lectura

Lectura de la profecía de Miqueas (2,1-5):

¡Ay de los que meditan maldades, traman iniquidades en sus camas; al amanecer las cumplen, porque tienen el poder! Codician los campos y los roban, las casas, y se apoderan de ellas; oprimen al hombre y a su casa, al varón y a sus posesiones.

Por eso, dice el Señor: «Mirad, yo medito una desgracia contra esa familia. No lograréis apartar el cuello de ella, no podréis caminar erguidos, porque será un tiempo calamitoso. Aquel día entonarán contra vosotros una sátira, cantarán una elegía: «Han acabado con nosotros, venden la heredad de mi pueblo; nadie lo impedía, reparten a extraños nuestra tierra.» Nadie os sortea los lotes en la asamblea del Señor.»

Palabra de Dios

Salmo 9,R/. No te olvides de los humildes, Señor

Santo Evangelio según san Mateo (12,14-21):

En aquel tiempo, los fariseos planearon el modo de acabar con Jesús. Pero Jesús se enteró, se marchó de allí, y muchos le siguieron. Él los curó a todos, mandándoles que no lo descubrieran. Así se cumplió lo que dijo el profeta Isaías: «Mirad a mi siervo, mi elegido, mi amado, mi predilecto. Sobre él he puesto mi espíritu para que anuncie el derecho a las naciones. No porfiará, no gritará, no voceará por las calles. La caña cascada no la quebrará, el pábilo vacilante no lo apagará, hasta implantar el derecho; en su nombre esperarán las naciones.»

Palabra del Señor

Compartimos:

Mientras que los fariseos buscan a Jesús para matarlo, la gente, “muchos”, lo buscan para que les dé vida. Estas dos reacciones tan opuestas son las respuestas a un mismo hecho: Jesús, contraviniendo la ley del sábado, ha curado en la sinagoga a un hombre con la mano atrofiada. A propósito de este caso, Mateo presenta de un modo muy gráfico el enorme contraste entre dos concepciones religiosas: la que usa la ley para condenar, perseguir, incluso matar (recordemos las palabras de los sumos sacerdotes durante el proceso de Jesús: “Nosotros tenemos una ley, y según esta ley este hombre debe morir” – Jn 19, 7); y, por el otro lado, la que, llevando la ley a su perfección, hace presente el amor de Dios Padre, creador de la vida, y que, en consecuencia, acoge, perdona, cura, restaura lo que está caído.


Miqueas levanta la voz contra los que traman maldades y anuncia castigos para ellos. Pero Jesús, víctima de esas maquinaciones, lejos de amenazar o usar su poder para castigar, se retira y usa su poder para dar vida. Como indica Mateo, en él se cumple la profecía del Siervo de Yahvé, que no elige el camino de la violencia para combatir el mal, sino el de la entrega de la propia vida para restaurar lo que está a punto de morir: “la caña cascada no la quebrará, el pábilo vacilante no lo apagará”.


También nosotros nos sentimos con frecuencia confrontados con la necesidad de elegir entre dos caminos contrapuestos: el camino de la violencia y la destrucción de lo que consideramos malo (combatir el mal con el mal), o el del servicio, la paciencia y la restauración de lo que está a punto de morir: es el camino elegido por Cristo, el camino de la cruz, de la entrega generosa de la propia vida.

viernes, 19 de julio de 2024

Viernes de la XVII Semana del Tiempo Ordinario

Primera Lectura

Lectura del libro de Isaías (38,1-6.21-22.7-8):

En aquellos días, Ezequías cayó enfermo de muerte, y vino a visitarlo el profeta Isaías, hijo de Amós, y le dijo: «Así dice el Señor: «Haz testamento, porque vas a morir sin remedio y no vivirás.»» Entonces, Ezequías volvió la cara a la pared y oró al Señor: «Señor, acuérdate que he procedido de acuerdo contigo, con corazón sincero e íntegro, y que he hecho lo que te agrada.» Y Ezequías lloró con largo llanto.

Y vino la palabra del Señor a Isaías: «Ve y dile a Ezequías: Así dice el Señor, Dios de David, tu padre: «He escuchado tu oración, he visto tus lágrimas. Mira, añado a tus días otros quince años. Te libraré de las manos del rey de Asiria, a ti y a esta ciudad, y la protegeré.»»

Isaías dijo: «Que traigan un emplasto de higos y lo apliquen a la herida, para que se cure.»

Ezequías dijo: «¿Cuál es la prueba de que subiré a la casa del Señor?»

Isaías respondió: «Ésta es la señal del Señor, de que cumplirá el Señor la palabra dada: «En el reloj de sol de Acaz haré que la sombra suba los diez grados que ha bajado.»» Y retrocedió el sol en el reloj los diez grados que había avanzado.

Palabra de Dios

Salmo Is 38 R/. Señor, detuviste mi alma ante la tumba vacía

Santo Evangelio según san Mateo (12,1-8):

Un sábado de aquéllos, Jesús atravesaba un sembrado; los discípulos, que tenían hambre, empezaron a arrancar espigas y a comérselas. Los fariseos, al verlo, le dijeron: «Mira, tus discípulos están haciendo una cosa que no está permitida en sábado.»

Les replicó: «¿No habéis leído lo que hizo David, cuando él y sus hombres sintieron hambre? Entró en la casa de Dios y comieron de los panes presentados, cosa que no les estaba permitida ni a él ni a sus compañeros, sino sólo a los sacerdotes. ¿Y no habéis leído en la Ley que los sacerdotes pueden violar el sábado en el templo sin incurrir en culpa? Pues os digo que aquí hay uno que es más que el templo. Si comprendierais lo que significa «quiero misericordia y no sacrificio», no condenaríais a los que no tienen culpa. Porque el Hijo del hombre es señor del sábado.»

Palabra del Señor

Compartimos:

Jesús no ha venido a abolir la ley ni los profetas, sino a darles cumplimiento (cf. Mt 5, 17-18). Pero ese cumplimiento no consiste en añadir nuevos preceptos, o en eliminar o atemperar otros. La plenitud de la ley consiste en llegar a sus raíces, a su corazón, a su núcleo esencial, el que da sentido a todos los preceptos concretos. Ese corazón es el mandamiento del amor: a su luz los mandamientos y las prohibiciones adquieren sentido o, según las circunstancias, carecen de él, como en el caso del evangelio de hoy. El amor, que es la sustancia de Dios, da vida, no la quita. Por eso, cuando la ley se utiliza de manera rígida, inmisericorde, despiadada, y sirve para condenar y no para dar vida, o es que se la está malinterpretando, o es que se ha corrompido.


En realidad, Jesús no ha venido a reinterpretar la ley (en un sentido más rígido o más laxo), sino que él mismo, en persona, se convierte para nosotros en ley. Él es el Señor del Sábado, porque es el Señor del tiempo, y el Señor de la vida y de la muerte. Pero no porque nos dé vida o muerte a su antojo, sino porque con su muerte en la cruz nos ha dado a todos la vida eterna.

jueves, 18 de julio de 2024

Jueves de la XV Semana del Tiempo Ordinario

Primera Lectura

Lectura del libro de Isaías (26,7-9.12.16-19):

La senda del justo es recta. Tú allanas el sendero del justo; en la senda de tus juicios, Señor, te esperamos, ansiando tu nombre y tu recuerdo. Mi alma te ansía de noche, mi espíritu en mi interior madruga por ti, porque tus juicios son luz de la tierra, y aprenden justicia los habitantes del orbe. Señor, tú nos darás la paz, porque todas nuestras empresas nos las realizas tú. Señor, en el peligro acudíamos a ti, cuando apretaba la fuerza de tu escarmiento. Como la preñada cuando le llega el parto se retuerce y grita angustiada, así éramos en tu presencia, Señor: concebimos, nos retorcimos, dimos a luz… viento; no trajimos salvación al país, no le nacieron habitantes al mundo. ¡Vivirán tus muertos, tus cadáveres se alzarán, despertarán jubilosos los que habitan el polvo! Porque tu rocío es rocío de luz, y la tierra de las sombras parirá.

Palabra de Dios

Salmo 101 R/. El Señor desde el cielo se ha fijado en la tierra

 Santo Evangelio según san Mateo (11,28-30):

En aquel tiempo, exclamó Jesús: «Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.»

Palabra del Señor

Compartimos:

El “magníficat de Jesús” continúa con una llamada a acercarnos a él, porque él es realmente la fuente de la sabiduría revelada a los humildes, él, que es también manso y humilde de corazón.


Los humildes son los justos del Antiguo Testamento, los que caminan por sendas rectas y llanas, lo que esperan en el Señor y tienen ansia de Dios. Pero también estos pasan por peligros y sufren aprietos, y pueden experimentar en ocasiones el desaliento de que sus esfuerzos por el bien y la justicia resultan inútiles, dan a luz viento, se revelan estériles. De hecho, es frecuente que perseverar en el bien, la honestidad y la justicia conlleve sinsabores y desventajas, y esta situación puede llevar a la tentación de apartarse de la senda del justo.


Jesús llama a sí a los cansados y agobiados; a los que son justos, pero están tentados de no perseverar en la justicia, y también a los pecadores, abrumados por el peso de sus pecados. Y todos podemos ser un poco de los unos y de los otros. Jesús nos alivia, porque perdona nuestros pecados, haciéndonos volver a la senda de la justica, y también porque alimenta nuestra esperanza de que la justicia acabará teniendo su premio: él es el justo que por no apartarse de la senda de la justicia murió en la cruz, y que en su resurrección se ha hecho realidad la profecía de Isaías: ¡los muertos vivirán!


En Jesús, en definitiva, aprendemos la sabiduría del amor, que es un yugo, porque nos exige salir de nosotros mismos para hacer el bien; pero es un yugo ligero, porque el amor es antes que nada un don que recibimos de Dios, precisamente por medio de Jesucristo, el manso y humilde de corazón, que ha cargado sobre sí nuestros pecados, y nos ayuda a llevar este yugo del amor.