domingo, 30 de septiembre de 2018

ÁNGELUS DEL PAPA FRANCISCO

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El Evangelio de este domingo (véase Marcos 9: 38-43.45.47-48) nos presenta uno de esos detalles muy instructivos de la vida de Jesús con sus discípulos. Habían visto que un hombre, que no era parte del grupo de seguidores de Jesús, expulsó demonios en el nombre de Jesús, y por lo tanto querían prohibirlo. Giovanni, con el celo entusiasta típico de los jóvenes, refiere el asunto al Maestro que busca su apoyo; pero Jesús, por el contrario, responde: "No se lo prohibáis, porque no hay nadie que pueda hacer un milagro en mi nombre, e inmediatamente habláis mal de mí; el que no es contra nosotros, es por nosotros" (versículos 39-40). ).

Juan y los otros discípulos manifiestan una actitud de cierre ante un evento que no encaja en sus esquemas, en este caso la acción, aunque buena, de una persona "externa" al círculo de seguidores. En cambio, Jesús aparece muy libre, totalmente abierto a la libertad del Espíritu de Dios, que en su acción no está limitado por ningún límite ni por ningún recinto. Jesús quiere educar a sus discípulos, incluso hoy, a esta libertad interior.

Es bueno para nosotros reflexionar sobre este episodio y hacer un autoexamen. La actitud de los discípulos de Jesús es muy humana, muy común, y podemos encontrarla en las comunidades cristianas de todos los tiempos, probablemente también en nosotros mismos. De buena fe, de hecho, con celo, uno quisiera proteger la autenticidad de una cierta experiencia, protegiendo al fundador o al líder de falsos imitadores. Pero al mismo tiempo existe el temor a la "competencia", y esto es malo: el miedo a la competencia, que alguien puede robar nuevos seguidores, y luego no se puede apreciar lo bueno que otros hacen: no es bueno. porque "no es nuestro", dicen. Es una forma de autorreferencialidad. De hecho, aquí está la raíz del proselitismo. Y la Iglesia - dijo el Papa Benedicto XVI - no crece por proselitismo, crece por atracción,

La gran libertad de Dios para entregarnos a nosotros es un desafío y una exhortación a cambiar nuestras actitudes y nuestras relaciones. Es la invitación que Jesús nos dirige hoy. Él nos llama a no pensar en las categorías de "amigo / enemigo", "nosotros / ellos", "que está en / que está fuera", "mi / tu", sino ir más allá, para abrir sus corazones para reconocer su presencia y la acción de Dios incluso en áreas inusuales e impredecibles y en personas que no forman parte de nuestro círculo. Se trata de estar más atentos a la autenticidad de lo bueno, lo bello y lo verdadero que se logra, que al nombre y procedencia de quienes lo hacen. Y, como sugiere el resto del Evangelio de hoy, en lugar de juzgar a los demás, debemos examinarnos a nosotros mismos y "cortar" sin comprometer todo lo que pueda escandalizar a las personas más débiles en la fe.

La Virgen María, modelo de recepción dócil de las sorpresas de Dios, nos ayuda a reconocer los signos de la presencia del Señor en medio de nosotros, descubriéndolo donde quiera que se manifieste, incluso en las situaciones más inimaginables e inusuales. Enséñanos a amar nuestra comunidad sin celos y cierres, siempre abiertos al vasto horizonte de la acción del Espíritu Santo.

Después del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas:

Expreso mi cercanía con las poblaciones de la isla de Sulawesi, en Indonesia, afectadas por un fuerte tsunami. Rezo por los muertos, lamentablemente muchos, por los heridos y los que perdieron sus hogares y trabajos. Que el Señor los consuele y apoye los esfuerzos de aquellos que están tratando de brindar alivio. Oremos juntos por nuestros hermanos en la isla de Sulawesi: Ave, Maria ...

Hoy, en Marsella, el Beato Jean-Baptiste Fouque, un sacerdote diocesano, fue proclamado y permaneció como vice-párroco de por vida. Buen ejemplo para los escaladores! Vivió entre los siglos XIX y XX, promovió numerosas obras sociales y de bienestar a favor de los jóvenes, los ancianos, los pobres y los enfermos. El ejemplo y la intercesión de este apóstol de la caridad nos apoyan en el compromiso de dar la bienvenida y compartir con las personas más débiles y desfavorecidas. ¡Una ronda de aplausos para el nuevo beato Jean-Baptiste!

Saludo con afecto a todos ustedes, romanos y peregrinos de diferentes países. En particular, saludo a los fieles de Calpe (España), el grupo de alcaldes y administradores de la región de Salzburgo, la delegación internacional de personas sordas con motivo de la Jornada mundial de los sordos.

Saludo a los miembros de la Comunidad de Sant'Egidio della Campania, a los jóvenes del Movimiento Shalom de Fucecchio, a los fieles de Foggia y a los de Rapallo.

Les deseo a todos un buen domingo. Y por favor, no te olvides de rezar por mí. Buen almuerzo y adiós!

Ante la situación de la Iglesia, el Papa pide rezar el Rosario e invocar a San Miguel Arcángel

A través de la Red Mundial de Oración del Papa, el Santo Padre ha pedido a los católicos de todo el mundo que recen con especial empeño el Santo Rosario, invocando a la Virgen María y al Arcángel San Miguel para que ayuden a la Iglesia en estos tiempos difíciles, y la defiendan de los “ataques del demonio”, informa la agencia de noticias de la Santa Sede Vatican News.

Para este mes de octubre, el Papa Francisco ha pedido a todos los fieles que hagan un esfuerzo mayor en nuestra oración personal y comunitaria. Por ello, invita a rezar el Santo Rosario cada día y, con especial devoción, pidiendo a la Virgen María que ayude a la Iglesia en estos tiempos de crisis, y pide también invocar la intercesión del Arcángel San Miguel, “Jefe de los Ejércitos celestes”, para que la defienda de los ataques del maligno.

La difusión de esta intención del Santo Padre ha sido encargada a la Red Mundial de Oración del Papa, y en este contexto, su director, el P. Frédéric Fornos, S.J., ha explicado la importancia de sumarnos a la petición de Francisco.

“Esta petición llega ahora, en particular, tras estos últimos meses donde la Iglesia vive situaciones difíciles, entre ellas, han aparecido con mucha más fuerza que antes, abusos sexuales, abusos de poder y de conciencia por parte de clérigos, personas consagradas y también laicos; sumando así divisiones internas. Y ciertamente, muchos católicos piensan que es un momento difícil de confusión donde se escuchan cosas que pueden sorprender, incluso horrorizar...”.

“Cosas que son favorecidas por el mal espíritu, como dice san Ignacio de Loyola, ‘el mortal enemigo de la naturaleza humana’, es decir; el enemigo que quiere destruir nuestro interior”, explica el P. Fornos destacando que en la tradición cristiana el mal tiene diversas figuras como la de satanás, que en hebreo significa el adversario; o el diablo que viene de la palabra griega diabolos, “el acusador, el que divide, el que siembra discordia”.

El seductor del mundo y padre de la mentira

En la Biblia, se encuentran muchas figuras como estas para ayudarnos a percibir la realidad del mal: “Hablamos del seductor del mundo, el padre de la mentira, que nos ataca y encuentra complicidades en nuestro corazón”, añade el director de la Red Mundial de Oración del Papa, afirmando que vivimos “dentro de un combate espiritual en el cual la Iglesia está desde un inicio y en el que cada uno de nosotros está involucrado, ya sea en su vida personal, espiritual y comunitaria”.

“Como vemos, el mal se manifiesta de varias maneras y la misión de evangelización de la Iglesia se hace más difícil, incluso se va desacreditando”-asegura el P. Fornos- destacando que parte de ello se debe a nuestra responsabilidad al dejarnos llevar por las pasiones que no nos abren a la verdadera vida, entre ellas: la riqueza, la vanidad y el orgullo.

“Son los escalones por los cuales quiere arrastrarnos el mal, el cual es un seductor. Trayendo pensamientos e intenciones buenas... poco a poco va llevando a la persona a sus perversas intenciones, como la discordia y la mentira”, argumenta Fornos.

Ser fieles a la cruz, como María

Por otra parte, el sacerdote jesuita hace hincapié en que el Papa Francisco nos recuerda en su Carta al Pueblo de Dios, del 20 de agosto del 2018, que “si un miembro sufre, todos sufren con él… cuando experimentamos la desolación que nos producen estas llagas eclesiales, con María nos hará bien instar más en la oración (S. Ignacio de Loyola, Ejercicios Espirituales, 319), buscando crecer más en amor y fidelidad a la Iglesia”.

Recemos el Santo Rosario

Frente a esta situación, el Pontífice pide que todos los católicos y todos los fieles, recemos de manera intensa y especialmente cada día del mes de octubre el Santo Rosario, para que la Virgen María, “quien siempre estuvo a los pies de la cruz de Jesús y no se dejó vencer por el miedo”, ayude a la Iglesia en estos momentos de dolorosa dificultad; a la vez que invocamos el poder del Arcángel San Miguel, “jefe de los ejércitos celestes y protector de la Iglesia” (Apocalipsis 12, 7-9), para que la defienda de los ataques y trampas del maligno.

Oraciones tras el rezo del Rosario

Y así, el Papa nos invita al final del Rosario a concluir recitando una de las invocaciones más antiguas a la Santa Madre de Dios: el “Sub Tuum Praesidium”:

“Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios; no deseches las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien, líbranos de todo peligro, ¡oh siempre Virgen, gloriosa y bendita!”, junto con la oración tradicional a San Miguel escrita por León XIII: “San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha. Sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas del demonio. Que Dios manifieste sobre él su poder, es nuestra humilde súplica. Y tú, oh Príncipe de la Milicia Celestial, con el poder que Dios te ha conferido, arroja al infierno a Satanás, y a los demás espíritus malignos que vagan por el mundo para la perdición de las almas. Amén”.

Por su parte, la Red Mundial de Oración del Papa iniciará este pedido del Santo Padre el 1 de octubre, día de Santa Teresita de Lisieux, rezando con especial intensidad a lo largo de todo el mes.

sábado, 29 de septiembre de 2018

Domingo XXVI del tiempo ordinario (Ciclo B)

Evangelio (Mc 9,38-43.45.47-48): En aquel tiempo, Juan le dijo: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y no viene con nosotros y tratamos de impedírselo porque no venía con nosotros». Pero Jesús dijo: «No se lo impidáis, pues no hay nadie que obre un milagro invocando mi nombre y que luego sea capaz de hablar mal de mí. Pues el que no está contra nosotros, está por nosotros. Todo aquel que os dé de beber un vaso de agua por el hecho de que sois de Cristo, os aseguro que no perderá su recompensa.

»Y al que escandalice a uno de estos pequeños que creen, mejor le es que le pongan al cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos y que le echen al mar. Y si tu mano te es ocasión de pecado, córtatela. Más vale que entres manco en la Vida que, con las dos manos, ir a la gehenna, al fuego que no se apaga. Y si tu pie te es ocasión de pecado, córtatelo. Más vale que entres cojo en la Vida que, con los dos pies, ser arrojado a la gehenna. Y si tu ojo te es ocasión de pecado, sácatelo. Más vale que entres con un solo ojo en el Reino de Dios que, con los dos ojos, ser arrojado a la gehenna, donde su gusano no muere y el fuego no se apaga».
PALABRA DE DIOS

«No hay nadie que obre un milagro invocando mi nombre y que luego sea capaz de hablar mal de mí»

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Hoy, según el modelo del realizador de televisión más actual, contemplamos a Jesús poniendo gusanos y fuego allí donde debemos evitar ir: el infierno, «donde el gusano no muere y el fuego no se apaga» (Mc 9,48). Es una descripción del estado en el que puede quedar una persona cuando su vida no la ha llevado allí adonde quería ir. Podríamos compararlo al momento en que, conduciendo nuestro automóvil, tomamos una carretera por otra, pensando que vamos bien y vamos a parar a un lugar desconocido, sin saber dónde estamos y adónde no queríamos ir. Hay que evitar ir, sea como sea, aunque tengamos que desprendernos de cosas aparentemente irrenunciables: sin manos (cf. Mc 9,43), sin pies (cf. Mc 9,45), sin ojos (cf. Mc 9,47). Es necesario querer entrar en la vida o en el Reino de Dios, aunque sea sin algo de nosotros mismos.

Posiblemente, este Evangelio nos lleva a reflexionar para descubrir qué tenemos, por muy nuestro que sea, que no nos permite ir hacia Dios, —y todavía más— qué nos aleja de Él.

El mismo Jesús nos orienta para saber cuál es el pecado en el que nos hacen caer nuestras cosas (manos, pies y ojos). Jesús habla de los que escandalizan a los pequeños que creen en Él (cf. Mc 9,42). “Escandalizar” es alejar a alguien del Señor. Por lo tanto, valoremos en cada persona su proximidad con Jesús, la fe que tiene.

Jesús nos enseña que no hace falta ser de los Doce o de los discípulos más íntimos para estar con Él: «El que no está contra nosotros, está por nosotros» (Mc 9,40). Podemos entender que Jesús lo salva todo. Es una lección del Evangelio de hoy: hay muchos que están más cerca del Reino de Dios de lo que pensamos, porque hacen milagros en nombre de Jesús. Como confesó santa Teresita del Niño Jesús: «El Señor no me podrá premiar según mis obras (...). Pues bien, yo confío en que me premiará según las suyas».

Juan Benjumea: del traje de luces al hábito misionero

Lejos del foco mediático, trabajó durante años en las misiones combonianas en la selva de Ecuador

Los años de posguerra no fueron fáciles, y menos en el campo andaluz y para una humilde familia numerosa de la localidad sevillana de Paradas. La necesidad hizo que el joven Juan Benjumea viera en los toros la salida para mejorar él y los suyos. En los años cincuenta, un adolescente, como tantos, comenzó a probar suerte en las numerosas ganaderías de la zona. Los tentaderos en las fincas del conde de la Maza o de José Benítez Cubero fueron los primeros escenarios en donde demostró que no estaba falto de valor. Su nombre se hizo popular entre los aficionados y entre la gente del toro, pero no siempre pudo entregarse a su afición, pues las necesidades y penurias que azotaban a su familia le obligaban a acometer cualquier trabajo que supusiera llevar algo de dinero a casa.

Desde aprendiz en una carpintería a albañil en Sevilla, pero en donde logró un cierto renombre fue como domador de caballos en la yeguada del conde de Aguilar. Sin embargo, el veneno del toro ya le había calado muy hondo y parecía algo imparable. No desaprovechó las oportunidades que se le brindaban en becerradas populares en los pueblos de Sevilla hasta que vistió por primera vez el traje de luces en una modesta novillada económica en la Maestranza sevillana en el verano de 1956. De allí a la famosa «Oportunidad» de la plaza madrileña de Vista Alegre, y finalmente en Las Ventas. Fue la noche del 7 de agosto de 1965 en un seis para seis. Las cosas no salieron bien, los novillos de Miguel Zeballos estuvieron por encima de los noveles, que no pasaron de discretos.

La carrera taurina de Juan Benjumea se frenó en seco, pese a que había personas que seguían confiando en él como torero. Aquel mismo año le ofrecieron tomar la alternativa en la plaza de Málaga, pero la vocación del torero estaba virando hacia metas espiritualmente más amplias.

La vocación religiosa le había tocado ya como con una varita mágica. Unos cursillos de cristiandad le abrieron definitivamente las puertas para ingresar en el seminario de los padres combonianos de Moncada en Valencia. En ese momento colgó definitivamente el traje de luces para cambiarlo por el hábito misionero.

En aquellos años, resultó una noticia de primera plana la decisión de una figura del toreo, Juan García «Mondeño» que abandonó los ruedos para hacerse monje dominico. A los dos años, el valor hierático de Mondeño volvió a las plazas de toros. No fue el caso de Benjumea, que lejos de cualquier foco mediático trabajó durante muchos años en las misiones combonianas en la selva de Ecuador. Toda una vida de entrega en poblados perdidos o en las zonas más desfavorecidas de diversas capitales suramericanas, un bagaje que le llevó a ordenarse sacerdote en 1990. Así fortaleció su compromiso hasta su vuelta a Valencia, como ejemplo de entrega a los demás.

Ángel González Abad/ABC

viernes, 28 de septiembre de 2018

Las mujeres son las principales víctimas del eterno conflicto que sufre el este de República Democrática de Congo.

 Frente a esta realidad, surgen iniciativas como FEPSI, que pretenden devolverles una dignidad que nunca debieron perder.

Las paredes de su despacho son toda una escuela de ética. En ellas están colocados pequeños carteles con frases para leer y pensar: «El que se burla de una mujer violada es tan culpable como el que la ha violado», «Todo el mundo debe actuar contra este fenómeno para proteger a su madre, su hermana, su vecina»… Si algo ha aprendido Marie Dolorose Masika de la guerra en Kivu (RDC) es la resiliencia y la lucha por los derechos de las mujeres. Enfermera de formación, fue la cuarta congoleña en recibir el premio Femme de Courage que otorga el Departamento de Estado de Estados Unidos. Casi 20 años después de la fundación en Butembo de la ONG que dirige, Mujeres Comprometidas en la Promoción de la Salud Integral (FEPSI, por sus siglas en francés), no duda de que su trabajo, para esta católica practicante, es una misión.

¿Qué significó el Premio Femme de Courage en 2014?
Es algo que no busqué. Este premio se otorga como reconocimiento a las mujeres que, por su compromiso con la promoción de la mujer, sostienen el mundo. Cuando vinieron a anunciarme que me habían concedido el premio no entendía de qué hablaba porque ni siquiera sabía que existía este galardón. Acordarme del premio me hace pensar en el esfuerzo que como mujeres hemos realizado para ayudar a las víctimas.

¿Por qué su interés por los problemas de las mujeres en la región?
Porque soy una mujer y porque siento una gran compasión por las víctimas. En el año 2000, que era tiempo de guerra, había mucha inestabilidad en Kivu Norte, muchos desplazados, muchos casos de violación de los derechos humanos y, como ocurre tantas veces en zonas de conflicto, muchas víctimas de violencia sexual abandonadas a su suerte. Me afectaban mucho las noticias que recibía sobre esa violencia sexual. Entonces me pregunté qué podía hacer. Afortunadamente no fui la única. Había más mujeres a las que este problema les impactaba. Por ejemplo Josephine Kighoma, que ya falleció, nos convocó para reflexionar sobre esta realidad. Nos dimos cuenta de que la primera necesidad de las víctimas era la atención médica y, como la mayoría de nosotras éramos enfermeras, empezamos a trabajar juntas para atender a tres tipos de víctimas: mujeres que habían sufrido violencia sexual, personas portadoras de VIH y enfermas de sida y, por último, desplazados a causa de la guerra. Así comenzamos y así lo seguimos haciendo.

¿Cuáles son los principales logros que ha conseguido FEPSI durante este tiempo?
Empezamos con 12 camas y hoy tenemos 65; o sea, ahora tenemos una capacidad de acogida mucho más grande y disponemos de estructuras más adecuadas para atender a las personas. Al principio titubeábamos, pero ahora, tras muchas sesiones de formación, hemos obtenido una gran experiencia. Tenemos una sala de escucha en el centro, tenemos psicólogos, enfermeras, consejeras… También trabajamos con otras organizaciones locales como la Asociación de Defensa de los Derechos de la Mujer, que se encarga de ofrecer asistencia jurídica, o el Sindicato de Mujeres Trabajadoras, que se ocupa de la inserción socioeco­nómica de las víctimas. De este modo el acompañamiento es más completo. Hemos extendido la sensibilización a toda la región para que las mujeres no se sientan solas. A día de hoy, más mujeres se acercan a pedir ayuda. El mismo hecho de que vengan es muy positivo porque supone que quieren romper con el silencio y ser ayudadas. Primero llegan llorando y muy deprimidas, pero después del acompañamiento se reencuentran con su sonrisa.

¿Las víctimas vienen solas o salen ustedes en su búsqueda?
Procedemos a la sensibilización de las mujeres en los pueblos, para lo que nos servimos de los medios de comunicación, especialmente la radio. Para no estigmatizar a las víctimas de violencia sexual, cuando abrimos el centro nos dijimos que no debía ser específico para este tipo de víctimas. Nos comprometimos a atenderlas gratuitamente gracias a nuestra aportación y la de nuestros socios que, a veces, nos traen medicamentos. Esto ya es una buena manera de atraerlas para que acudan a curarse. Decidimos atender también a otros pacientes, que pagarían algo por el servicio, lo que, además de evitar el estigma, nos ayudaría en el funcionamiento del centro hospitalario. Trabajamos también con estructuras sanitarias que ya existen en la región y formamos al personal sanitario que se encuentra allí, y que es el que trabaja sobre el terreno. Y si el caso es problemático, enviamos a las víctimas a profesionales especializados en un tipo de psicoterapia profunda y reparadora. Esta descentralización nos ha facilitado el trabajo de tal manera que, gracias a los profesionales sanitarios a los que formamos, podemos llegar hasta la base, que son los habitantes de los pueblos más olvidados.

¿Qué estrategia emplean en la ONG para que las víctimas se abran a la terapia y al acompañamiento?
En las zonas de conflicto formamos a las mujeres sobre violencia sexual. Les explicamos los factores físicos, psicológicos y sociales que son consecuencia de estas situaciones. Luego las escuchamos, les hacemos pequeñas preguntas para que hablen, aunque si encontramos resistencia por su parte no insistimos, dejamos que se vayan para escucharlas al día siguiente. Si constatamos que es muy difícil, dejamos pasar el asunto, creamos y fortalecemos el lazo de amistad con ellas y, a la larga, terminan abriéndose a nosotras. Pero también detectamos a falsas víctimas. Hay algunas mujeres que se inventan historias con el objetivo de beneficiarse de las ventajas que ofrece el centro.

Por Lwanga Kakule Silusawa

jueves, 27 de septiembre de 2018

De «punki» y drogadicto que casi muere apaleado a padre de 9 hijos: un fin de semana cambió su vida

Ricardo Pareja Meseguer es ahora marido, padre de nueve hijos y evangelizador digital. Su vida, como reconoce este catalán de casi 50 años, es un milagro. Sigue vivo por la gracia de Dios, pues antes de conocer la Iglesia era punk, con su estrafalaria estética y su cresta, estaba metido en el mundo de la droga y borracho todo el día en la calle. El empeño de su tía, que rezaba por él en todo momento, y una paliza que le propinaron unos neonazis en la que perdió la visión en un ojo, fueron el desencadenante que acabaron llevándole a Dios.

Unas catequesis del Camino Neocatecumenal lograron que de un día para otro dejara la vida punk, todos los vicios y arreglara las cosas con su familia. Ya estando en esta realidad eclesial conoció a la que hoy es su mujer, ella también entró en la Iglesia, y juntos crearon esta familia numerosa.

Vida punk, drogas y alcohol

“Yo era uno de esos ‘punkies’ de mediados de los 80 que estaba metido en la droga, siempre borracho, iba con una cresta de gallo y encadenado con cadenas gruesas, no me lavaba, andaba con unos colegas donde el amor libre y la homosexualidad eran el ambiente dominante. Realmente estaba hecho un asco y nadie daba un céntimo por mi vida”, explica Ricardo.

Todo estalló cuando estudió en una academia de peluquería. Era una persona muy tímida y pasó una mala experiencia. “En esa situación –cuenta este barcelonés- conocí una chica punk y me fascinó ese mundo. Entrar en él era como salir de golpe de la timidez y echarle cara a todo y como no, para esta hazaña necesitaba la ayuda del alcohol y de las drogas”.

La paliza con la que casi le matan

Su vida se convirtió en una espiral de vicios y malas compañías. Su familia temía que cualquier día llegara una llamada diciéndoles que su hijo estaba muerto. Y esto estuvo  a punto de suceder. “Cuando peor estaba, el Señor, que ya había intentado atraerme con lazos de amor sin éxito, me hizo vivir una experiencia que cambió mi vida para siempre… Un día me cogieron un grupo de neonazis, me golpearon con barras de hierro en la cabeza hasta que todo yo era brechas de sangre. Me dejaron medio muerto en mitad de la vía pública mientras la gente deambulaba sin hacer ni decir nada”, recuerda.

Finalmente, una ambulancia le trasladó al hospital. Allí estuvo dos semanas ingresado y le dijeron que nunca más vería con uno de sus ojos.

La convivencia que cambió su vida

Poco antes de que le dieran el alta, su tía que siempre había rezado por él y le hablaba de Dios apareció con un matrimonio. Le invitaron a una convivencia. Y sin nada que perder acabó yendo.

En aquella convivencia quedó fascinado con las catequesis. En una entrevista en Misioneros Digitales explica que “muchas cosas me impactaron. Por ejemplo, descubrir que en las Escrituras estaba mi vida, que no eran solo historias que pasaron, sino que era totalmente actual para mí. Que Dios me amaba tal como yo era a pesar de que era despreciable, que me quería tanto que había muerto y resucitado por mis pecados. Que me esperaba una vida plena de la mano de Cristo, que yo me había pasado la vida buscando el sentido y el sentido era amar y esto no lo podía realizar yo, que es un don de Dios”.

Tras esta convivencia regresó a Barcelona y entró en una comunidad neocatecumenal de la parroquia de San Luis Gonzaga. Su vida dio un vuelco total, y entonces conoció a Merche, que no era creyente, y que acabó siendo su esposa y madre de sus nueve hijos. “El Señor nos permitió un noviazgo santo, ¡qué regalo! Era como un tesoro preciado para mí. El Señor me colmaba con creces… ¿merecía yo ese derroche de gracias? Sentía, sin duda, que no me lo merecía pero el Señor es infinitamente bondadoso. Tiempo después Merche entró a la Iglesia y nos casamos”.

La conversión es diaria

Ricardo recuerda el cambio radical de su vida, pero también las luchas enormes a lo largo de los años. “Después de mi conversión, de casarme con Merche, aunque ya nunca consumí drogas, sí bebía con asiduidad y eso me volvió a traer problemas”, confiesa. Ya han pasado 10 años sin abusar del alcohol. Pero también “he tenido mis crisis de fe, porque la conversión es diaria, aunque en esto, mi esposa ha sido un instrumento de Dios y una ayuda perfecta”.

Su vida tenía ya un orden. La relación con sus padres experimentó un cambio total. “Estaba recobrando la alegría perdida entre las falsas carcajadas de cuando estás colocado. Ya no necesitaba aparentar ni llamar la atención con una indumentaria. Podía estar limpio y perfumado, era un joven contento con su vida porque hasta lo más oscuro de mi vida pertenecía a mi historia de salvación”.

Sus hijos conocen su historia

Tampoco ha ocultado nunca a sus hijos cuál ha sido su pasado. Ricardo afirma que “siempre les he hablado con franqueza de mi historia” porque “la vida es un misterio de alegrías y sufrimientos, de vigor y enfermedad, de luchas y noches oscuras. Pero todo es historia de salvación”.

“Mis hijos –agrega este padre- me conocen, saben que muchas veces me equivoco, que a veces soy duro, cabezón, gritón y muchas más cosas, y aunque siempre hay un tiempo en la adolescencia en el que parece que yo soy como el enemigo, la verdad es que es un tiempo que pasa y a la luz de la fe ellos también descubren que lo que a su padre le pasa también en parte les pasa a ellos. Para nada somos perfectos, una familia tan numerosa la hace grande el Señor, porque nos reconciliamos, rezamos los unos por los otros y eso es lo más”.

El mundo necesita apóstoles

Ricado Pareja es consciente de la necesidad de Dios que hay en el mundo y por ello evangeliza también a través de Internet. A tiempo y a destiempo. En la entrevista explica que “los divorcios superan en muchos países a las bodas, los jóvenes han perdido el sentido del esfuerzo, la capacidad de sufrimiento, no saben lo que es el amor. Todo es sexo y libertinaje. No podemos estar impasibles a este terrorismo que nos sacude. Los ancianos nadie los quiere porque ya no producen sólo son un gasto y cuidarlos nos destruye. Estamos construyendo una sociedad individualista donde todo se realiza a través de una pantalla, sin el trato humano, sin que se puedan conocer personalmente al otro y amarlo. Donde sólo hay un dios que es el dinero. En nuestra mano está decir la verdad, y la verdad es que el que tiene el Espíritu de Jesucristo tiene un corazón dispuesto a amar. Esto es lo que esta sociedad necesita, porque si tú has experimentado que Cristo te ama, tú ya no abortas, ni metes a tus padres en el asilo, ni dejas a tu mujer por otra más joven. El problema está en el corazón y Dios es un renovador de corazones. Por eso, que mejor aprovechar estos medios que llegan a tanta gente”.

miércoles, 26 de septiembre de 2018

MENSAJE DEL PAPA FRANCISCO A LOS CATÓLICOS CHINOS Y A LA IGLESIA UNIVERSAL

«Su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades» 
(Salmo 100, 5)

Queridos hermanos en el episcopado, sacerdotes, personas consagradas y todos los fieles de la Iglesia católica en China: damos gracias al Señor, porque es eterna su misericordia y reconocemos que «él nos hizo y somos suyos, su pueblo y ovejas de su rebaño» (Sal 100,3).

En este momento resuenan en mi interior las palabras con las que mi venerado Predecesor os exhortaba en la Carta del 27 de mayo de 2007: «Iglesia católica en China, pequeña grey presente y operante en la vastedad de un inmenso Pueblo que camina en la historia, ¡cómo resuenan alentadoras y provocadoras para ti las palabras de Jesús: “No temas, pequeño rebaño; porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el Reino” (Lc 12,32)! Por tanto, “alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro a Padre que está en el cielo” (Mt 5,16)» (Benedicto XVI, Carta a los católicos chinos, 27 mayo 2007, 5).

1. En los últimos tiempos, han circulado muchas voces opuestas sobre el presente y, especialmente, sobre el futuro de la comunidad católica en China. Soy consciente de que semejante torbellino de opiniones y consideraciones habrá provocado mucha confusión, originando en muchos corazones sentimientos encontrados. En algunos, surgen dudas y perplejidad; otros, tienen la sensación de que han sido abandonados por la Santa Sede y, al mismo tiempo, se preguntan inquietos sobre el valor del sufrimiento vivido en fidelidad al Sucesor de Pedro. En otros muchos, en cambio, predominan expectativas y reflexiones positivas que están animadas por la esperanza de un futuro más sereno a causa de un testimonio fecundo de la fe en tierra china.

Dicha situación se ha ido acentuando sobre todo con referencia al Acuerdo Provisional entre la Santa Sede y la República Popular China que, como sabéis, se ha firmado recientemente en Pekín. En un momento tan significativo para la vida de la Iglesia, y a través de este breve Mensaje, deseo, sobre todo, aseguraros que cada día os tengo presentes en mi oración además de compartir con vosotros los sentimientos que están en mi corazón.

Son sentimientos de gratitud al Señor y de sincera admiración —que es la admiración de toda la Iglesia católica— por el don de vuestra fidelidad, de la constancia en la prueba, de la arraigada confianza en la Providencia divina, también cuando ciertos acontecimientos se demostraron particularmente adversos y difíciles.

Tales experiencias dolorosas pertenecen al tesoro espiritual de la Iglesia en China y de todo el Pueblo de Dios que peregrina en la tierra. Os aseguro que el Señor, precisamente a través del crisol de las pruebas, no deja nunca de colmarnos de sus consolaciones y de prepararnos para una alegría más grande. Con el Salmo 126 tenemos la certeza de que «los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares» (v. 5).

Sigamos, entonces, con la mirada fija en el ejemplo de tantos fieles y pastores que no han dudado en ofrecer su “testimonio maravilloso” (cf. 1 Tm 6,13) al Evangelio, hasta el ofrecimiento de la propia vida. Se han de considerar como verdaderos amigos de Dios.

2. Por mi parte, siempre he considerado a China como una tierra llena de grandes oportunidades, y al Pueblo chino como artífice y protector de un patrimonio inestimable de cultura y sabiduría, que se ha ido acrisolando resistiendo a las adversidades e integrando las diferencias, y que tomó contacto, no por casualidad, desde tiempos remotos con el mensaje cristiano. Como decía con gran sutileza el P. Mateo Ricci, S.J., desafiándonos a vivir la virtud de la confianza, «antes de establecer una amistad, se necesita observar; después de tenerla, se necesita confianza mutua» (De Amicitia, 7).

Tengo también la convicción de que el encuentro solo será auténtico y fecundo si se realiza poniendo en práctica el diálogo, que significa conocerse, respetarse y “caminar juntos” para construir un futuro común de mayor armonía.

En este surco se coloca el Acuerdo Provisional, que es fruto de un largo y complejo diálogo institucional entre la Santa Sede y las Autoridades chinas, iniciado ya por san Juan Pablo II y seguido por el Papa Benedicto XVI. A lo largo de dicho recorrido, la Santa Sede no tenía —ni tiene— otro objetivo, sino el de llevar a cabo los fines espirituales y pastorales que le son propios; es decir, sostener y promover el anuncio del Evangelio, así como el de alcanzar y mantener la plena y visible unidad de la comunidad católica en China.

Sobre el valor y finalidades de dicho Acuerdo, deseo proponeros algunas reflexiones, ofreciéndoos además alguna sugerencia de espiritualidad pastoral para el camino que, en esta nueva fase, estamos llamados a recorrer.

Se trata de un camino que, como la etapa precedente, «requiere tiempo y presupone la buena voluntad de las partes» (Benedicto XVI, Carta a los católicos chinos, 27 mayo 2007, 4), pero para la Iglesia, dentro y fuera de China, no se trata solo de adherirse a valores humanos, sino de responder a una vocación espiritual: salir de sí misma para abrazar «el gozo y la esperanza, la tristeza y la angustia de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de todos los afligidos» (Conc. Ecum. Vat. II, Const. ap. Gaudium et spes, 1), así como los desafíos del presente que Dios le confía. Por tanto, es una llamada eclesial para que nos hagamos peregrinos en los caminos de la historia, confiando ante todo en Dios y en sus promesas, como hicieron Abrahán y nuestros padres en la fe.

Abrahán, llamado por Dios, obedeció partiendo hacia una tierra desconocida que tenía que recibir en heredad, sin conocer el camino que se abría ante él. Si Abrahán hubiera pretendido condiciones, sociales y políticas, ideales antes de salir de su tierra, quizás no hubiera salido nunca. Él, en cambio, confió en Dios y por su Palabra dejó su propia casa y sus seguridades. No fueron pues los cambios históricos los que le permitieron confiar en Dios, sino que fue su fe auténtica la que provocó un cambio en la historia. La fe, de hecho, «es fundamento de lo que se espera y garantía de lo que no se ve. Por ella son recordados los antiguos» (Heb 11,1-2).

3. Como Sucesor de Pedro, deseo confirmaros en esta fe (cf. Lc 11,32) —en la fe de Abrahán, en la fe de la Virgen María, en la fe que habéis recibido—, para invitaros a que pongáis cada vez con mayor convicción vuestra confianza en el Señor de la historia, discerniendo su voluntad que se realiza en la Iglesia. Invoquemos el don del Espíritu para que ilumine la mente, encienda el corazón y nos ayude a entender hacia dónde nos quiere llevar para superar los inevitables momentos de cansancio y tener el valor de seguir decididamente el camino que se abre ante nosotros.

Con el fin de sostener e impulsar el anuncio del Evangelio en China y de restablecer la plena y visible unidad en la Iglesia, era fundamental afrontar, en primer lugar, la cuestión de los nombramientos episcopales. Todos conocéis que, lamentablemente, la historia reciente de la Iglesia católica en China ha estado dolorosamente marcada por las profundas tensiones, heridas y divisiones que se han polarizado, sobre todo, en torno a la figura del obispo como guardián de la autenticidad de la fe y garante de la comunión eclesial.

Cuando, en el pasado, se pretendió determinar también la vida interna de las comunidades católicas, imponiendo el control directo más allá de las legítimas competencias del Estado, surgió en la Iglesia en China el fenómeno de la clandestinidad. Dicha experiencia —cabe señalar— no es normal en la vida de la Iglesia y «la historia enseña que pastores y fieles han recurrido a ella sólo con el doloroso deseo de mantener íntegra la propia fe» (Benedicto XVI, Carta a los católicos chinos, 27 mayo 2007, 8).

Quisiera daros a conocer que, desde que me fue confiado el Ministerio Petrino, he experimentado gran consuelo al constatar el sincero deseo de los católicos chinos de vivir su fe en plena comunión con la Iglesia universal y con el Sucesor de Pedro, que es «el principio y fundamento perpetuo y visible de la unidad, tanto de los obispos como de la muchedumbre de fieles» (Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, 23). De este deseo, he recibido durante estos años numerosos signos y testimonios concretos, también de parte de los que, incluso obispos, han herido la comunión en la Iglesia, a causa de su debilidad y de sus errores, pero, además, no pocas veces, por la fuerte e indebida presión externa.

Por lo tanto, después de haber examinado atentamente cada situación personal y escuchado distintos pareceres, he reflexionado y rezado mucho buscando el verdadero bien de la Iglesia en China. Finalmente, ante el Señor y con serenidad de juicio, en continuidad con las directrices de mis Predecesores inmediatos, he decidido conceder la reconciliación a los siete restantes obispos “oficiales” ordenados sin mandato pontificio y, habiendo remitido toda sanción canónica relativa, readmitirlos a la plena comunión eclesial. Al mismo tiempo, les pido a ellos que manifiesten, a través de gestos concretos y visibles, la restablecida unidad con la Sede Apostólica y con las Iglesias dispersas por el mundo, y que se mantengan fieles a pesar de las dificultades.

4. En el sexto año de mi Pontificado, que ya desde los primeros pasos puse bajo el amor misericordioso de Dios, invito por lo tanto a todos los católicos chinos a que se hagan artífices de reconciliación, recordando con renovado empuje apostólico las palabras de san Pablo: «Dios nos reconcilió consigo por medio de Cristo y nos encargó el ministerio de la reconciliación» (2 Co 5,18).

De hecho, como escribí al concluir el Jubileo Extraordinario de la misericordia, «no existe ley ni precepto que pueda impedir a Dios volver a abrazar al hijo que regresa a él reconociendo que se ha equivocado, pero decidido a recomenzar desde el principio. Quedarse solamente en la ley equivale a banalizar la fe y la misericordia divina. […] Incluso en los casos más complejos, en los que se siente la tentación de hacer prevalecer una justicia que deriva sólo de las normas, se debe creer en la fuerza que brota de la gracia divina» (Carta ap. Misericordia et misera, 20 noviembre 2016, 11).

Con este espíritu, y con las decisiones adoptadas, podemos iniciar un camino inédito, que confiamos en que ayudará a sanar las heridas del pasado, a restablecer la plena comunión de todos los católicos chinos y a abrir una fase de mayor colaboración fraterna, para asumir con renovado compromiso la misión de anunciar el Evangelio. En efecto, la Iglesia existe para dar testimonio de Jesús y del amor del Padre que perdona y salva.

5. El Acuerdo Provisional firmado con las Autoridades chinas, aun cuando está circunscrito a algunos aspectos de la vida de la Iglesia y está llamado necesariamente a ser mejorado, puede contribuir —por su parte— a escribir esta nueva página de la Iglesia católica en China. Por primera vez, se contemplan elementos estables de colaboración entre las Autoridades del Estado y la Sede Apostólica, con la esperanza de asegurar buenos pastores a la comunidad católica.

En este contexto, la Santa Sede desea hacer lo que le corresponde hasta el final, pero también vosotros, obispos, sacerdotes, personas consagradas y fieles laicos, tenéis un papel importante: buscar de forma conjunta buenos candidatos que sean capaces de asumir en la Iglesia el delicado e importante servicio episcopal. No se trata, en efecto, de nombrar funcionarios para la gestión de las cuestiones religiosas, sino de tener pastores auténticos según el corazón de Jesús, entregados con su trabajo generoso al servicio del Pueblo de Dios, especialmente de los más pobres y débiles, teniendo en cuenta las palabras del Señor: «El que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos» (Mc 10,43-44).

En este sentido, es evidente que un Acuerdo no es nada más que un instrumento, y por sí solo no podrá resolver todos los problemas existentes. En realidad, este resultaría ineficaz y estéril si no fuera acompañado por un compromiso profundo de renovación de la conducta personal y del comportamiento eclesial.

6. A nivel pastoral, la comunidad católica en China está llamada a permanecer unida, para superar las divisiones del pasado que tantos sufrimientos han provocado y lo siguen haciendo en el corazón de muchos pastores y fieles. Que todos los cristianos, sin distinción, hagan ahora gestos de reconciliación y de comunión. En este sentido, tomemos en serio la advertencia de san Juan de la Cruz: «A la tarde te examinarán en el amor» (Palabras de luz y de amor, 1,60).

Que, en el ámbito civil y político, los católicos chinos sean buenos ciudadanos, amen totalmente a su Patria y sirvan a su País con esfuerzo y honestidad, según sus propias capacidades. Que, en el plano ético, sean conscientes de que muchos compatriotas esperan de ellos un grado más en el servicio del bien común y del desarrollo armonioso de la sociedad entera. Que los católicos sepan, de modo particular, ofrecer aquella aportación profética y constructiva que ellos obtienen de su fe en el reino de Dios. Esto puede exigirles también la dificultad de expresar una palabra crítica, no por inútil contraposición, sino con el fin de edificar una sociedad más justa, más humana y más respetuosa con la dignidad de cada persona.

7. Me dirijo a todos vosotros, queridos hermanos obispos, sacerdotes y personas consagradas, que «servís al Señor con alegría» (Sal 100,2). Que nos reconozcamos como discípulos de Cristo en el servicio al Pueblo de Dios. Que vivamos la caridad pastoral como brújula de nuestro ministerio. Que superemos las contradicciones del pasado, la búsqueda de intereses personales y atendamos a los fieles, haciendo nuestras sus alegrías y sufrimientos. Que trabajemos humildemente por la reconciliación y la unidad. Que retomemos con fuerza y pasión el camino de la evangelización, como señaló el Concilio Ecuménico Vaticano II.

A todos vosotros os digo nuevamente con afecto: «Nos moviliza el ejemplo de tantos sacerdotes, religiosas, religiosos y laicos que se dedican a anunciar y a servir con gran fidelidad, muchas veces arriesgando sus vidas y ciertamente a costa de su comodidad. Su testimonio nos recuerda que la Iglesia no necesita tantos burócratas y funcionarios, sino misioneros apasionados, devorados por el entusiasmo de comunicar la verdadera vida. Los santos sorprenden, desinstalan, porque sus vidas nos invitan a salir de la mediocridad tranquila y anestesiante» (Exhort. ap. Gaudete et exsultate, 19 marzo 2018, 138).

Os ruego con convicción que pidáis la gracia de no vacilar cuando el Espíritu nos reclame que demos un paso adelante: «Pidamos el valor apostólico de comunicar el Evangelio a los demás y de renunciar a hacer de nuestra vida cristiana un museo de recuerdos. En todo caso, dejemos que el Espíritu Santo nos haga contemplar la historia en la clave de Jesús resucitado. De ese modo la Iglesia, en lugar de estancarse, podrá seguir adelante acogiendo las sorpresas del Señor» (ibíd., 139).

8. En este año, en el que toda la Iglesia celebra el Sínodo de los Jóvenes, deseo dirigirme especialmente a vosotros, jóvenes católicos chinos, que atravesáis las puertas de la Casa del Señor «con himnos dándole gracias y bendiciendo su nombre» (Sal 100,4). Os pido que colaboréis en la construcción del futuro de vuestro País con los dones personales que habéis recibido y con vuestra fe joven. Os animo a llevar a todos, con vuestro entusiasmo, la alegría del Evangelio.

Estad dispuestos a acoger como guía segura al Espíritu Santo, que indica al mundo de hoy el camino hacia la reconciliación y la paz. Dejaos sorprender por la fuerza renovadora de la gracia, también cuando os pueda parecer que el Señor os pide un compromiso superior a vuestras fuerzas. No tengáis miedo de escuchar su voz que os pide fraternidad, encuentro, capacidad de diálogo y de perdón, y espíritu de servicio, a pesar de tantas experiencias dolorosas del pasado reciente y de las heridas todavía abiertas.

Abrid el corazón y la mente para discernir el plan misericordioso de Dios, que nos pide superar los prejuicios personales y antagonismos entre los grupos y las comunidades, para abrir un camino valiente y fraterno a la luz de una auténtica cultura del encuentro.

Muchas son las tentaciones de hoy: el orgullo del éxito mundano, la cerrazón en las propias certezas, la supremacía dada a las cosas materiales como si Dios no existiese. Id contracorriente y permaneced firmes en el Señor: «Él solo es bueno», solo «su misericordia es eterna», solo su fidelidad dura «por todas las edades» (Sal 100,5).

9. Queridos hermanos y hermanas de la Iglesia universal: todos debemos reconocer como uno de los signos de nuestro tiempo lo que está sucediendo hoy en la vida de la Iglesia en China. Tenemos una tarea importante: acompañar con la oración fervorosa y la amistad fraterna a nuestros hermanos y hermanas en China. De hecho, ellos deben experimentar que no están solos en el camino que en este momento se abre ante ellos. Es necesario que sean acogidos y ayudados como parte viva de la Iglesia: «Ved qué dulzura, qué delicia, convivir los hermanos unidos» (Sal 133,1).

Que cada comunidad católica local, en todo el mundo, se comprometa a valorizar y a acoger el tesoro espiritual y cultural específico de los católicos chinos. Ha llegado la hora en que probemos juntos los frutos genuinos del Evangelio sembrado en el seno del antiguo “Reino del Medio” y que elevemos al Señor Jesucristo el canto de la fe y de la acción de gracias, embellecido con auténticas notas chinas.

10. Me dirijo con respeto a los que guían la República Popular China y renuevo la invitación a continuar el diálogo iniciado hace tiempo con confianza, valentía y amplitud de miras. Deseo asegurar que la Santa Sede seguirá trabajando sinceramente para crecer en la auténtica amistad con el Pueblo chino.

Los contactos actuales entre la Santa Sede y el Gobierno chino se están revelando útiles para superar las contraposiciones del pasado, también reciente, y para escribir una página de colaboración más serena y concreta en la certeza de que «las incomprensiones no favorecen ni a las Autoridades chinas ni a la Iglesia católica en China» (Benedicto XVI, Carta a los católicos chinos, 27 mayo 2007, 4).

De este modo, China y la Sede Apostólica, llamadas por la historia a una tarea difícil pero apasionante, podrán actuar más positivamente a favor del crecimiento ordenado y armonioso de la comunidad católica en tierra china, y se esforzarán en promover el desarrollo integral de la sociedad, asegurando un mayor respeto por la persona humana también en el ámbito religioso, trabajando de forma concreta en la protección del ambiente en el que vivimos y en la construcción de un futuro de paz y de fraternidad entre los pueblos.

Es de suma importancia que también en China, a nivel local, se profundicen cada vez más las relaciones entre los Responsables de las comunidades eclesiales y las Autoridades civiles, mediante un diálogo sincero y una escucha sin prejuicios que permita superar las actitudes recíprocas de hostilidad. Se tiene que aprender un estilo nuevo de colaboración sencilla y cotidiana entre las Autoridades locales y las eclesiásticas —obispos, sacerdotes, ancianos de las comunidades— de tal modo que se garantice el desarrollo ordenado de las actividades pastorales, armonizando las expectativas legítimas de los fieles y las decisiones que son competencia de las Autoridades.

Esto ayudará a comprender que la Iglesia en China no es ajena a la historia china, ni pide ningún privilegio: su finalidad en el diálogo con las Autoridades civiles es la de «llegar a una relación basada en el respeto recíproco y en el conocimiento profundo» (ibíd.).

11. En nombre de toda la Iglesia, pido al Señor el don de la paz, a la vez que os invito a todos a invocar conmigo la protección maternal de la Virgen María.

Madre del cielo, escucha la voz de tus hijos, que humildemente invocan tu nombre.

Virgen de la esperanza, a ti confiamos el camino de los creyentes en la noble tierra de China. Te pedimos que presentes al Señor de la historia las tribulaciones y las fatigas, las súplicas y las esperanzas de los fieles que te rezan, oh Reina del cielo.

Madre de la Iglesia, te consagramos el presente y el futuro de las familias y de nuestras comunidades. Protégelas y ayúdalas en la reconciliación fraterna y en el servicio hacia los pobres que bendicen tu nombre, oh Reina del cielo.

Consoladora de los afligidos, nos dirigimos a ti para que seas refugio de los que lloran en la hora de la prueba. Vela sobre tus hijos que alaban tu nombre, haz que lleven juntos el anuncio del Evangelio. Acompaña sus pasos por un mundo más fraterno, haz que todos lleven la alegría del perdón, oh Reina del cielo.

María, Auxilio de los cristianos, te pedimos para China días de bendición y de paz. Amén.

Vaticano, 26 de septiembre de 2018

Francisco

AUDIENCIA GENERAL DEL PAPA FRANCISCO

Queridos hermanos y hermanas:

En los últimos días realicé un viaje apostólico a Lituania, Letonia y Estonia, con motivo del centenario de su independencia.

Estos países, llamados Bálticos, son pueblos que bajo el yugo nacista y también soviético, sufrieron mucho. Ahora que gozan de libertad mi misión fue anunciarles nuevamente la alegría del Evangelio y la revolución de la misericordia y de la ternura, porque para darle sentido y plenitud a la vida, además de la libertad, es indispensable el amor que viene de Dios.

Durante este viaje, con marcado carácter ecuménico, me encontré con muchas personas. En Vilna, les recordé a los jóvenes la importancia del diálogo entre las generaciones, y en Riga, les subrayé a los ancianos la estrecha relación que existe entre la paciencia y la esperanza. También a los sacerdotes, consagrados y seminaristas, les manifesté que es indispensable estar centrados en Dios y arraigados en su amor, manteniendo viva la memoria de los mártires, para seguir su ejemplo y ser testigos de esperanza. Tampoco me faltó la oportunidad para honrar a las víctimas del genocidio judío en Lituania y de las persecuciones a todos los ciudadanos..

A estas tres Naciones las une una fuerte devoción mariana. Por ello, en las tres celebraciones eucarísticas, el santo Pueblo fiel de Dios que peregrina en esas tierras, ha renovado con María su «sí» a Jesucristo, suplicando a la Madre de Dios que continúe protegiendo y acompañando a sus hijos en estos momentos de su historia.

Saludos:

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española venidos de España y Latinoamérica. Los animo a ser fieles al Evangelio de Jesús, que en tiempos de prueba da fuerza y alienta en la esperanza, y en tiempos de libertad ilumina la vida cotidiana de las personas, las familias y la sociedad. Que María, Madre de la Misericordia, nos acompañe en el camino de la caridad concreta y del servicio gratuito. Muchas gracias.


Un lugar en el mundo para el Aquinas

Cristino Fayos es un abogado de éxito en una de las consultorías más destacadas del mundo y profesor en el ICADE. No se define como cinéfilo, pero gracias a su paso por el Colegio Mayor Aquinas se dejó marcar por la deliciosa historia de Adolfo Aristrain y Federico Luppi en ‘Un lugar en el mundo’. Ahí está, algo anecdótico pero que sirve para ilustrar lo que el Aquinas ofrece a quienes pasan por él: un sitio para abrirse al mundo y a nuevas realidades en las que nunca habría pensado antes. Por eso, Fayos eligió el título de este largometraje argentino para la lección inaugural del curso 2018-19 en el Colegio Mayor Aquinas.

El acto estuvo presidido por el prior provincial de la provincia de Hispania, fray Jesús Díaz OP, a la que pertenece el Colegio Mayor Aquinas. Él fue el encargado de declarar el curso inaugurado. También intervino Ignacio Antón OP, director del Colegio Mayor Aquinas quien, con sus palabras, recordó a algunos de los personajes destacados de la historia dominicana, nombres que desde este año sirven para designar las diferentes salas y pabellones comunes del Mayor: Santa Catalina de Siena, Domingo de Soto o Giorgio La Pira son algunos ejemplos.

A pesar de ser un experto conferenciante, Fayos aseguró que tener que hablar en el Aquinas es una charla que le “impone, por el cariño y sentido de pertenencia”. Como antiguo colegial, su lección inaugural no fue tanto académica como de vida. En el colegio vivió el sentido de hermanamiento con otros 150 jóvenes; también vivencias intensas y tristes como el asesinato de Tomás y Valiente. No se olvidó del día a día y del cariño que aún guarda al personal del Mayor… pero sobre todo habló a los colegiales de lo que vendrá después de la universidad.

Y respecto a ese ‘después de’, Fayos transmitió un mensaje muy claro: “Hoy están obsesionados con la competitividad”. Algo contra lo que quiso advertir a los aquinos: “Unos alumnos me pidieron adelantar el examen de la asignatura a diciembre para hacer prácticas en Navidad. Cuando me enteré el motivo, me negué.”

Antes del acto académico se celebró una eucaristía para dar gracias por el inicio de curso que fue presidida por fray José Luis Ruiz OP. Y, después del acto, los colegiales disfrutaron de una cena en los jardines del Aquinas.

martes, 25 de septiembre de 2018

«Muchos van a gurús buscando sanación porque los sacerdotes no ofrecen el poder de los sacramentos»

El padre James Manjackal (www.jmanjackal.net) es uno de los predicadores más populares de la Renovación Carismática Católica, especialmente por su fuerte denuncia contra la Nueva Era y a las supersticiones de estilo orientalista. Nació en 1946 en Cheruvally (Kerala, al sur de la India) y fue ordenado sacerdote en 1973, en la congregación de los fransalianos (Misioneros de San Francisco de Sales, www.msfstoday.org), fundada en Francia en el siglo XIX, con gran presencia en la India.

Durante décadas el padre Manjackal ha recorrido los más diversos países con retiros de sanación y evangelización. En la India es muy conocido por haber fundado en 1989 el activísimo centro de retiros de la Renovación Carismática Charis Bhavan (www.charisbhavan.org), que dirigió durante los 6 primeros años. Con la caída del Muro de Berlín, ha podido predicar el Evangelio en los países de Europa Oriental, donde ha encontrado durante tres décadas una población muy herida por el comunismo y las espiritualidades orientalistas y la Nueva Era.

A su paso por Madrid, en el centro de retiros de los agustinos en la población de Guadarrama, le hemos entrevistado para ReL acerca de la Nueva Era y el mundo sobrenatural.

Le preguntamos primero por el debate acerca de los laicos que hacen "palabras de mando" o "órdenes" a enfermedades. En esta práctica, hay laicos que dicen: "espíritu de parálisis" o "espíritu de cojera, vete en el nombre de Jesús, te lo ordeno en el nombre de Jesús"... Hay quien dice que esta práctica es como hablar con espíritus y no debería realizarse, que deben limitarse a hablar con Dios pidiendo sanación. Otros dicen que deberían realizarla solo sacerdotes. Ya consultamos el tema con el padre Gareth Leyshon (léalo aquí). La postura del Padre Manjackal es similar.

- Padre Manjackal, ¿cuál es su postura al respecto de las "órdenes" o "palabras de mando" dirigidas al "espíritu de tal enfermedad", que practican algunos laicos?

-  Hay una diferencia entre hablar de "espíritus de enfermedades" y "espíritus malignos". El cristianismo enseña que las cosas que pasan en el mundo dependen de dos espíritus. El bueno es el que llamamos Espíritu Santo, que es Dios. El malo es Satanás. Así, en 1 Juan 5, 19 leemos: "El mundo entero está bajo el maligno. Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero". Sí, el espíritu del mal puede causar enfermedades y una persona que sufra bajo este espíritu puede estar físicamente enfermo por su acción. En esos casos, un cristiano laico, ungido por el Espíritu Santo, puede, en oración, en nombre de Jesús, ordenar al espíritu de enfermedad que se vaya. Lo que un laico no puede hacer (excepto por encargo expreso del obispo) es realizar el ritual del exorcismo, que es para casos de posesión, cuando el demonio tiene una dominación total, muy fuerte de la persona. 

- ¿Ha conocido muchos casos de posesión?

- Sí, muchos casos de posesión y de liberación, pero no tanto en la India como en Europa. En la India los obispos son bastante reacios a estos temas, casi ninguno tiene exorcistas designados en las diócesis. El padre Rufus Pereira, de la Renovación Carismática, era el único conocido allí, y ya murió. La gente con problemas de liberación de lo maligno acude a grupos carismáticos, y allí rezan por ellos con oraciones de liberación y los obispos no objetan. Si se encuentra un caso que parece de verdadera posesión, el obispo designa un exorcista para el caso. Tanto en India como en Europa hay muchos obispos que, por desgracia, no creen en el demonio ni los exorcismos.

- ¿Dice que ha visto más posesiones en Europa que en India?

- Sí, cientos de casos en Croacia, Polonia, Bosnia, en general en el Este de Europa... También bastantes en Francia. En Austria conocí 3 o 4 casos, uno en Alemania. En general, tiene que ver con la falta de recurso a los sacramentos y la extensión de prácticas de new age, de esoterismo, de satanismo y de masonería. Todas esas cosas atraen lo demoníaco.

- ¿Qué piensa del reiki y de esas prácticas de new age que se presentan como sanadoras?

- En la Iglesia hoy nos encontramos en exorcismos con que el demonio, al ser detectado y expulsado, dice de si mismo "me llamo reiki" o "me llamo Sai Baba" o... dan nombres de gurús de nueva era. Quieren decir que ellos, los demonios, han podido actuar en la víctima porque ella se relacionó con esas prácticas o gurús. La realidad es que hay gente con poderes ocultos que curan de verdad, al menos al principio. El enfermo empieza a sentirse bien y se engancha a ese ambiente. Luego empezarán a sentir éxtasis, sentirse "renacer", etc... Todo son trucos del Maligno, que como dice la escritura puede disfrazarse de ángel de luz. Si una curación viene de Dios también deberíamos ver crecer su vida de fe y de sacramentos. Dicho esto, es verdad que existen algunas personas con un poder dado por Dios para sanar.

- ¿Cómo definiría de forma sencilla la "new age" o "nueva era"?

- Son unas prácticas que prometen que encontrarás a Dios en ti mismo, que de hecho tú mismo llegarás a ser, con estas prácticas, un dios. En realidad, eso te aleja del verdadero Dios, porque creerás que ya no le necesitas y no le rezarás ni te tratarás con Él. 

- Hay bautizados, incluso católicos creyentes, que van a retiros de meditación a sitios budistas, con prácticas budistas... ellos no buscan hacer un culto o adoración, sino sólo practicar una cierta relajación, concentración...

- Un católico no puede hacer eso, ir a sitios sagrados de otras religiones ni realizar prácticas sagradas de otras religiones. El cristiano sigue a Jesucristo como único Señor. No puede ir a Buda, a Shiva o a cualquiera de los 3 millones de dioses hindúes a buscar nada, aunque luego además vaya a misa o rece el rosario. Eso va contra el primer mandamiento: "No tendrás otros dioses junto a mí".

- ¿Por qué la gente va a sanadores y curanderos de new age, o paganos, y no a los cristianos?

- Porque los sacerdotes no están dando la sanación que está en los sacramentos. La confesión es muy sanadora, la misa es sanadora... pero los sacerdotes hoy no dan eso. 

- De todas las supersticiones o prácticas new age, ¿cuál le parece la peor?

- Sin duda el yoga, en mi opinión. El 75% de la población de Europa Oriental ha participado alguna vez en una práctica de yoga. 

- Pero muchas personas no hacen yoga como algo religioso, sino como simple gimnasia...

- El yoga tiene 11 niveles o pasos que buscan unir a la persona con la divinidad, pero no con el Dios cristiano, sino con la divinidad hindú. Y el primer paso es el kada yoga, que se presenta como gimnasia, unos ejercicios. Pero está integrado en todo el sistema de yoga y lleva a los demás pasos. El hinduismo dice que con el yoga y sus pasos podrás llegar a ser un dios tú mismo. Eso te aleja del Dios verdadero. Es algo sagrado, es un culto religioso pagano. En la India, como en Occidente, siempre existió la simple gimnasia, que está bien y es sana y lícita. Pues haz gimnasia, pero no hagas yoga. La gimnasia es gimnasia, y el yoga es yoga.

- ¿Alguna otra práctica preocupante que se esté divulgando?

- La homeopatía: es mala ciencia, es falsa, no cura, sólo es placebo, no es medicina real... Pero, además de estafar, hay casos en los que en el agua se puede ocultar poder maligno, con prácticas ocultistas, para dañar y enganchar a las personas. Sea por ocultismo o por no ser medicina real, debemos rechazar la homeopatía.

- ¿Qué debe hacer una persona que se haya involucrado en estas prácticas para protegerse de sus consecuencias?

- Primero, renunciar a todo lo new age, a sus libros, casetes, perfumes, estatuillas, objetos... Renunciar a ellos, destruirlos, sacarlos de casa. Mientras no hagas eso, seguirás incumpliendo el Primer Mandamiento: "amarás a Dios sobre todas las cosas". Después, es necesario acudir a una oración de liberación, a ser posible con la oración de un sacerdote. En tercer lugar, hay que confesarse y acudir a la vida de sacramentos, a la misa. En cuarto lugar, tener oración personal cada día. Y, finalmente, nunca, nunca, volver a ese mundo de la new age y lo oculto. 

- ¿Qué le parecen los escándalos que se conocen hoy de clérigos involucrados en abusos sexuales y otros clérigos que lo ocultaban o minimizaban?

- Creo que es lo que el profeta Oseas describía en su capítulo 5: un espíritu de adulterio. La esposa, consagrada al Esposo, le traiciona y adultera. Aquí son los clérigos, consagrados a Dios, volcados en la homosexualidad, la inmoralidad sexual... El primer mandamiento y el sexto van muy ligados: el sexo descontrolado y la idolatría tienen un lazo. Yo creo que la ola de abusos apareció hace unos 50 o 60 años, al igual que la ola de New Age y de esoterismo. Ese espíritu de adulterio, que yo digo, quitó al mismo tiempo la conexión con Dios y la conexión con una buena moral sexual, de vida íntegra. 

- ¿Una relación entre new age y los abusos sexuales?

- Muchos sacerdotes y obispos se han metido en estas cosas esotéricas y accedieron, con el adulterio espiritual, a la inmoralidad sexual. 

- ¿Pero usted conoce a esos clérigos, tiene pruebas, los ha visto haciendo new age?

- Seguro que algunos casos podrías verlos hasta en Internet. En realidad, la New Age se presenta como una oferta espiritual más, compatible con el cristianismo, pero saben que no puede ser. Insisten en que la era de Piscis, del Pez cristiano, se acaba y la de Acuarius, con sus ideales fluidos, nada firmes, debe sustituirla.

- ¿La New Age pretende sustituir al cristianismo?

- Sí, ellos necesitan destruir al cristianismo, con su Dios único, su religión única y su moral cristiana tan firme. Pero no lo tiene fácil, porque el cristianismo cuenta con Cristo, que no es un concepto sino una persona, que ha muerto por nosotros, es nuestro Salvador y no se dejará absorber. El cristiano debe equiparse con sus valores, la moral cristiana. En todo el mundo la gente respeta al catolicismo sus valores éticos: no al divorcio, no al aborto, no a la eutanasia, esos valores... hasta los paganos admiran estos valores y debemos conservarlos. Como sacerdote y predicador digo, en India, en Europa Occidental o en Europa Oriental, que el cristianismo es la luz del mundo y sal de la tierra.