jueves, 31 de julio de 2025

Jueves de la XVII Semana del Tiempo Ordinario

Primera Lectura

Lectura del libro del Éxodo (40,16-21.34-38):

En aquellos días, Moisés hizo todo ajustándose a lo que el Señor le había mandado. El día uno del mes primero del segundo año fue construido el santuario. Moisés construyó el santuario, colocó las basas, puso los tablones con sus trancas y plantó las columnas; montó la tienda sobre el santuario y puso la cubierta sobre la tienda; como el Señor se lo había ordenado a Moisés. Colocó el documento de la alianza en el arca, sujetó al arca los varales y la cubrió con la placa. Después la metió en el santuario y colocó la cortina de modo que tapase el arca de la alianza; como el Señor se lo había ordenado a Moisés. Entonces la nube cubrió la tienda del encuentro, y la gloria del Señor llenó el santuario. Moisés no pudo entrar en la tienda del encuentro, porque la nube se había posado sobre ella, y la gloria del Señor llenaba el santuario. Cuando la nube se alzaba del santuario, los israelitas levantaban el campamento, en todas las etapas. Pero, cuando la nube no se alzaba, los israelitas esperaban hasta que se alzase. De día la nube del Señor se posaba sobre el santuario, y de noche el fuego, en todas sus etapas, a la vista de toda la casa de Israel.

Palabra de Dios


Salmo 83,R/. ¡Qué deseables son tus moradas,Señor de los ejércitos!


 Santo Evangelio según san Mateo (13,47-53):

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran. Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. ¿Entendéis bien todo esto?»

Ellos les contestaron: «Sí.»

Él les dijo: «Ya veis, un escriba que entiende del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo.»

Cuando Jesús acabó estas parábolas, partió de allí.

Palabra del Señor


Compartimos:

oy, el Evangelio constituye una llamada vital a la conversión. Jesús no nos ahorra la dureza de la realidad: «Saldrán los ángeles, separarán a los malos de entre los justos y los echarán en el horno de fuego» (Mt 13,49-50). ¡La advertencia es clara! No podemos quedarnos dormidos.


Ahora debemos optar libremente: o buscamos a Dios y el bien con todas nuestras fuerzas, o colocamos nuestra vida en el precipicio de la muerte. O estamos con Cristo o estamos contra Él. Convertirse significa, en este caso, optar totalmente por pertenecer a los justos y llevar una vida digna de hijos. Sin embargo, tenemos en nuestro interior la experiencia del pecado: vemos el bien que deberíamos hacer y en cambio obramos el mal; ¿cómo intentamos dar una verdadera unidad a nuestras vidas? Nosotros solos no podemos hacer mucho. Sólo si nos ponemos en manos de Dios podremos lograr hacer el bien y pertenecer a los justos.


«Por el hecho de no estar seguros del tiempo en que vendrá nuestro Juez, debemos vivir cada jornada como si nos tuviera que juzgar al día siguiente» (San Jerónimo). Esta frase es una invitación a vivir con intensidad y responsabilidad nuestro ser cristiano. No se trata de tener miedo, sino de vivir en la esperanza este tiempo que es de gracia, alabanza y gloria.


Cristo nos enseña el camino de nuestra propia glorificación. Cristo es el camino del hombre, por tanto, nuestra salvación, nuestra felicidad y todo lo que podamos imaginar pasa por Él. Y si todo lo tenemos en Cristo, no podemos dejar de amar a la Iglesia que nos lo muestra y es su cuerpo místico. Contra las visiones puramente humanas de esta realidad es necesario que recuperemos la visión divino-espiritual: ¡nada mejor que Cristo y que el cumplimiento de su voluntad!

miércoles, 30 de julio de 2025

Miércoles de la XVII Semana del Tiempo Ordinario

Primera Lectura

Lectura del libro del Éxodo (34,29-35):

Cuando Moisés bajó del monte Sinaí con las dos tablas de la alianza en la mano, no sabía que tenía radiante la piel de la cara, de haber hablado con el Señor. Pero Aarón y todos los israelitas vieron a Moisés con la piel de la cara radiante y no se atrevieron a acercarse a él. Cuando Moisés los llamó, se acercaron Aarón y los jefes de la comunidad, y Moisés les habló. Después se acercaron todos los israelitas, y Moisés les comunicó las órdenes que el Señor le había dado en el monte Sinaí. Y, cuando terminó de hablar con ellos, se echó un velo por la cara. Cuando entraba a la presencia del Señor para hablar con él, se quitaba el velo hasta la salida. Cuando salía, comunicaba a los israelitas lo que le habían mandado. Los israelitas veían la piel de su cara radiante, y Moisés se volvía a echar el velo por la cara, hasta que volvía a hablar con Dios.

Palabra de Dios


Salmo  98 R/. Santo eres, Señor, Dios nuestro


 Santo Evangelio según san Mateo (13,44-46):

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo. El reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra.»

Palabra del Señor


Compartimos:

El texto evangélico de hoy es algo así como la “codicia reconducida”. Jesús no pone un ejemplo que nos habla del deseo que tenemos todos de sentirnos seguros. Y esa seguridad se encuentra muchas veces en un cierto nivel de riqueza. Algunos pueden pensar que no es verdad pero podríamos pensar en los pobres de nuestro mundo, los que no tienen tantas veces ni lo suficiente para asegurarse el día, tanto menos para asegurarse el mañana. Ellos darían todo por encontrarse con ese tesoro y poder descansar tranquilos sin la angustia de pensar si mañana tendrán lo suficiente para comer y seguir sobreviviendo.


Pues Jesús compara el reino precisamente a ese tesoro escondido en el campo, que se presenta como la solución a todos los problemas que pueda tener una persona o una familia a medio y largo plazo. ¿Todos los problemas? Es posible que no todos. Pero incluso cuando se tiene una enfermedad y dinero es una situación mucho más deseable que si solo se tiene la enfermedad.


¿Es entonces el reino ese tesoro que todo lo soluciona? ¿Ser cristiano ya basta para tenerlo todo? Depende del punto de vista. Si por ser cristiano entendemos ir a misa los domingos, cumplir básicamente los mandamientos y no cometer pecados graves, entonces está claro que mucho tesoro no es. Así se supone que nos aseguramos la salvación eterna pero durante esta vida estaremos pensando en otros tesoros que nos interesarán más.


Pero si miramos bien lo que es el reino y todo lo que él conlleva: relación con Dios, justicia, fraternidad, etc. entonces es posible que nos vayamos dando cuenta de que el reino es el verdadero tesoro, lo que realmente vale la pena en este mundo. Todo lo demás (cuentas corrientes, propiedades, etc.) empieza a ser visto desde otra perspectiva y puesto al servicio del reino, que es lo único por lo que vale la pena luchar y dar la vida. Todo, lo que somos y lo que tenemos, tiene valor en tanto en cuanto sirve al reino. Por eso, conviene abrir los ojos y darnos cuenta de lo que es de verdad el reino del que nos habló Jesús.

martes, 29 de julio de 2025

Martes de la XVII Semana del Tiempo Ordinario

Primera Lectura

Lectura del libro del Éxodo (33,7-11;34,5b-9.28):

En aquellos días, Moisés levantó la tienda de Dios y la plantó fuera, a distancia del campamento, y la llamó «tienda del encuentro». El que tenia que visitar al Señor salía fuera del campamento y se dirigía a la tienda del encuentro. Cuando Moisés salía en dirección a la tienda, todo el pueblo se levantaba y esperaba a la entrada de sus tiendas, mirando a Moisés hasta que éste entraba en la tienda; en cuanto él entraba, la columna de nube bajaba y se quedaba a la entrada de la tienda, mientras él hablaba con el Señor, y el Señor hablaba con Moisés. Cuando el pueblo vela la columna de nube a la puerta de la tienda, se levantaba y se prosternaba, cada uno a la entrada de su tienda. El Señor hablaba con Moisés cara a cara, como habla un hombre con un amigo. Después él volvia al campamento, mientras Josué, hijo de Nun, su joven ayudante, no se apartaba de la tienda. Y Moisés pronunció el nombre del Señor.

El Señor pasó ante él, proclamando: «Señor, Señor, Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia y lealtad. Misericordioso hasta la milésima generación, que perdona culpa, delito y pecado, pero no deja impune y castiga la culpa de los padres en los hijos y nietos, hasta la tercera y cuarta generación.»

Moisés, al momento, se inclinó y se echó por tierra.

Y le dijo: «Si he obtenido tu favor, que mi Señor vaya con nosotros, aunque ése es un pueblo de cerviz dura; perdona nuestras culpas y pecados y tómanos como heredad tuya.»

Moisés estuvo allí con el Señor cuarenta días con sus cuarenta noches: no comió pan ni bebió agua; y escribió en las tablas las cláusulas del pacto, los diez mandamientos.

Palabra de Dios


Salmo 102,R/. El Señor es compasivo y misericordioso


 Santo Evangelio según san Mateo (13,36-43):

En aquel tiempo, Jesús dejó a la gente y se fue a casa.

Los discípulos se le acercaron a decirle: «Acláranos la parábola de la cizaña en el campo.»

Él les contestó: «El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del reino; la cizaña son los partidarios del Maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la cosecha es el fin del tiempo, y los segadores los ángeles. Lo mismo que se arranca la cizaña y se quema, así será al fin del tiempo: el Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y arrancarán de su reino a todos los corruptores y malvados y los arrojarán al horno encendido; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga.»

Palabra del Señor


Compartimos:

Casi siempre que hemos leído esta parábola de Jesús la hemos aplicado a nuestro mundo, a nuestra sociedad. El trigo y la cizaña nos han hecho pensar en que hay hombres y mujeres buenos y hay también, desgraciadamente, hombres y mujeres malos. Y pensamos que, como en el texto evangélico del día anterior, Jesús nos está invitando a tener paciencia. No hay que apresurarse en castigar o expulsar o excluir a esos malos, no vaya a ser que erremos el tiro y nos carguemos también a los buenos. Pero habrá un momento, el de la siega, el momento final, en que será el mismo Dios el que haga la recolección y separe el trigo de la cizaña. Ese será el momento en que se verá con claridad lo que es cada uno. Porque Dios ve el corazón de cada persona. Y unos irán al horno y otros, el trigo bueno, se llevarán el premio merecido.


Esta es, sin duda, una forma de leer la parábola. Pero yo prefiero verlo de otro modo. El campo donde se ha sembrado el trigo y donde también crece la cizaña no es el campo del mundo sino mi propio corazón. Ahí se nos cambia la perspectiva. Dejamos de mirar hacia fuera (a los otros) para tratar de identificar donde está la cizaña (lo que se nos da de maravilla) y volvemos la vista a nosotros mismos. Descubrimos entonces con sorpresa un poco fingida que también dentro de nosotros crece la cizaña. A veces donde menos lo esperamos. A veces tan mezclada con el trigo que no es fácil distinguirla bien. A veces nuestras mayores virtudes son también nuestros mayores defectos.


Entonces es fácil que agradezcamos esta paciencia de Dios que espera hasta el final, hasta la cosecha, para separar con destreza lo que en nosotros es trigo y lo que es cizaña. Porque sólo él conoce bien lo que es bueno y lo que es malo en nosotros. Sólo él conoce de verdad nuestras motivaciones, nuestros temores, nuestros deseos más profundos. Sólo él es capaz de ir más allá de las apariencias, de la imagen que nos construimos frente a los demás.


Por eso, conviene no juzgar con demasiada severidad a nuestros hermanos y hermanas, y acentuar con ellos y con nosotros mismos la misericordia. La misma paciencia y misericordia que Dios nos tiene.

lunes, 28 de julio de 2025

Lunes de la XVII Semana del Tiempo Ordinario

Primera Lectura

Lectura del libro del Éxodo (32,15-24.30-34):

En aquellos días, Moisés se volvió y bajó del monte con las dos tablas de la alianza en la mano. Las tablas estaban escritas por ambos lados; eran hechura de Dios, y la escritura era escritura de Dios, grabada en las tablas.

Al oír Josué el griterío del pueblo, dijo a Moisés: «Se oyen gritos de guerra en el campamento.»

Contestó él: «No es grito de victoria, no es grito de derrota, que son cantos lo que oigo.»

Al acercarse al campamento y ver el becerro y las danzas, Moisés, enfurecido, tiró las tablas y las rompió al pie del monte. Después agarró el becerro que habían hecho, lo quemó y lo trituró hasta hacerlo polvo, que echó en agua, haciéndoselo beber a los israelitas.

Moisés dijo a Aarón: «¿Qué te ha hecho este pueblo, para que nos acarreases tan enorme pecado?»

Contestó Aarón: «No se irrite mi señor. Sabes que este pueblo es perverso. Me dijeron: «Haznos un Dios que vaya delante de nosotros, pues a ese Moisés que nos sacó de Egipto no sabemos qué le ha pasado.» Yo les dije: «Quien tenga oro que se desprenda de él y me lo dé»; yo lo eché al fuego, y salió este becerro.»

Al día siguiente, Moisés dijo al pueblo: «Habéis cometido un pecado gravísimo; pero ahora subiré al Señor a expiar vuestro pecado.»

Volvió, pues, Moisés al Señor y le dijo: «Este pueblo ha cometido un pecado gravísimo, haciéndose dioses de oro. Pero ahora, o perdonas su pecado o me borras del libro de tu registro.»

El Señor respondió: «Al que haya pecado contra mí lo borraré del libro. Ahora ve y guía a tu pueblo al sitio que te dije; mi ángel irá delante de ti; y cuando llegue el día de la cuenta, les pediré cuentas de su pecado.»

Palabra de Dios


Salmo 105,R/. Dad gracias al Señor porque es bueno


 Santo Evangelio según san Mateo (13,31-35):

En aquel tiempo, Jesús propuso esta otra parábola a la gente: «El reino de los cielos se parece a un grano de mostaza que uno siembra en su huerta; aunque es la más pequeña de las semillas, cuando crece es más alta que las hortalizas; se hace un arbusto más alto que las hortalizas, y vienen los pájaros a anidar en sus ramas.»

Les dijo otra parábola: «El reino de los cielos se parece a la levadura; una mujer la amasa con tres medidas de harina, y basta para que todo fermente.»

Jesús expuso todo esto a la gente en parábolas y sin parábolas no les exponía nada. Así se cumplió el oráculo del profeta: «Abriré mi boca diciendo parábolas, anunciaré lo secreto desde la fundación del mundo.»

Palabra del Señor


Compartimos:

Los árboles son seres vivo de crecimiento muy lento, pero que muy lento. No tienen nada que ver con las prisas del mundo actual, siempre regidos por un horario y por una agenda, siempre buscando soluciones y respuestas y remedios rápidos. A nosotros nos va lo inmediato, el ya ahora, sin esperas ni demoras. Cuando vamos al médico preferimos que nos dé unas pastillas que nos quiten rápidamente el dolor o los síntomas molestos de nuestra enfermedad antes de que nos diga que lo que tenemos que hacer es cambiar de estilo de vida y que poco a poco iremos notando la mejoría. Si nos dice algo así, la mayoría de nosotros estamos más que dispuestos a cambiar de médico y buscar a otro que nos de soluciones ya.


Lo de los árboles es otra cosa. Empiezan por una semilla mínima y van creciendo poco a poco, año a año. Para ser realistas, de año en año prácticamente no se nota la diferencia. Pero cuando han pasado veinte o treinta o cuarenta años, entonces se ve que han crecido y que aquella semilla tan pequeña ha dado lugar a un ser vivo enorme, capaz de resistir las tempestades y las sequías.


Jesús compara en el texto evangélico de hoy el reino de los cielos con esa semilla pequeña, mínima, que se siembra y que poco a poco, año a año, va creciendo. O sea, que el reino de los cielos no es como los fuegos artificiales que en un momento explotan y echan todas las luces de colores por el cielo (claro que se apagan enseguida). El reino de los cielos es de crecimiento lento, que casi no se aprecia. Para ver su crecimiento hay que echarle mucho tiempo, una perspectiva de años. De entrada no se ve nada. Es como la vida de muchos cristianos, gente sencilla, laicos, sacerdotes, religiosos, religiosas, que, a primera vista se diría que no hacen nada, pero que van dejando caer esa semilla del reino con su vida, con su forma de vivir, y van cuidándola día a día, aunque no ven nada.


Conclusión: que el reino de los cielos es cuestión de mucha paciencia, es enemigo de las prisas. Y que lo último que podemos perder es la esperanza, porque Dios mismo es el que cuida esa semilla.

domingo, 27 de julio de 2025

Domingo 17 (Ciclo C) del tiempo ordinario

1ª Lectura (Gén 18,20-32):

 En aquellos días, el Señor dijo: «El clamor contra Sodoma y Gomorra es fuerte y su pecado es grave: voy a bajar, a ver si realmente sus acciones responden a la queja llegada a mí; y si no, lo sabré». Los hombres se volvieron de allí y se dirigieron a Sodoma, mientras Abrahán seguía en pie ante el Señor. Abrahán se acercó y le dijo: «¿Es que vas a destruir al inocente con el culpable? Si hay cincuenta inocentes en la ciudad, ¿los destruirás y no perdonarás el lugar por los cincuenta inocentes que hay en él? ¡Lejos de ti tal cosa!, matar al inocente con el culpable, de modo que la suerte del inocente sea como la del culpable; ¡lejos de ti! El juez de toda la tierra, ¿no hará justicia?». El Señor contestó: «Si encuentro en la ciudad de Sodoma cincuenta inocentes, perdonaré a toda la ciudad en atención a ellos».


»Abrahán respondió: «Me he atrevido a hablar a mi Señor, yo que soy polvo y ceniza! Y si faltan cinco para el número de cincuenta inocentes, ¿destruirás, por cinco, toda la ciudad?». Respondió el Señor: «No la destruiré, si es que encuentro allí cuarenta y cinco». Abrahán insistió: «Quizá no se encuentren más que cuarenta». Él dijo: «En atención a los cuarenta, no lo haré». Abrahán siguió hablando: «Que no se enfade mi Señor si sigo hablando. ¿Y si se encuentran treinta?». Él contestó: «No lo haré, si encuentro allí treinta». Insistió Abrahán: «Ya que me he atrevido a hablar a mi Señor, ¿y si se encuentran allí veinte?». Respondió el Señor: «En atención a los veinte, no la destruiré». Abrahán continuó: «Que no se enfade mi Señor si hablo una vez más: ¿Y si se encuentran diez?». Contestó el Señor: «En atención a los diez, no la destruiré».

Palabra de Dios

Salmo responsorial: 137 R/. Cuando te invoqué, me escuchaste, Señor.

2ª Lectura (Col 2,12-14): Hermanos:

Por el bautismo fuisteis sepultados con Cristo y habéis resucitado con él, por la fe en la fuerza de Dios que lo resucitó de los muertos. Y a vosotros, que estabais muertos por vuestros pecados y la incircuncisión de vuestra carne, os vivificó con él. Canceló la nota de cargo que nos condenaba con sus cláusulas contrarias a nosotros; la quitó de en medio, clavándola en la cruz.

Palabra de Dios

Versículo antes del Evangelio (Rom 8,15): Aleluya. Hemos recibido un espíritu de hijos, que nos hace exclamar: “¡Padre!”. Aleluya.


Santo Evangelio (Lc 11,1-13): 

Un día que Jesús estaba en oración, en cierto lugar, cuando hubo terminado, uno de sus discípulos le dijo: «Señor, enséñanos a orar, como Juan lo enseñó a sus discípulos». Les dijo: «Cuando oréis, decid: ‘Padre, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Danos cada día el pan que necesitamos. Perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos todos los que nos han ofendido. Y no nos expongas a la tentación’».


También les dijo Jesús: «Supongamos que uno de vosotros tiene un amigo, y que a medianoche va a su casa y le dice: ‘Amigo, préstame tres panes, porque otro amigo mío acaba de llegar de viaje a mi casa y no tengo nada que ofrecerle’. Sin duda, aquel le contestará desde dentro: ‘¡No me molestes! La puerta está cerrada y mis hijos y yo estamos acostados. No puedo levantarme a darte nada’. Pues bien, os digo que aunque no se levante a dárselo por ser su amigo, se levantará por serle importuno y le dará cuanto necesite. Por esto os digo: Pedid y Dios os dará, buscad y encontraréis, llamad a la puerta y se os abrirá. Porque el que pide, recibe; el que busca, encuentra y al que llama a la puerta, se le abre. ¿Acaso algún padre entre vosotros sería capaz de darle a su hijo una culebra cuando le pide pescado? ¿O de darle un alacrán cuando le pide un huevo? Pues si vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más el Padre que está en el cielo dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan!»

Palabra de Dios

Compartimos:

Hoy, Jesús en oración nos enseña a orar. Fijémonos bien en lo que su actitud nos enseña. Jesucristo experimenta en muchas ocasiones la necesidad de encontrarse cara a cara con su Padre. Lucas, en su Evangelio, insiste sobre este punto.

¿De qué hablaban aquel día? No lo sabemos. En cambio, en otra ocasión, nos ha llegado un fragmento de la conversación entre su Padre y Él. En el momento en que fue bautizado en el Jordán, cuando estaba orando, «y vino una voz del cielo: ‘Tú eres mi hijo; mi amado, en quien he puesto mi complacencia’» (Lc 3,22). Es el paréntesis de un diálogo tiernamente afectuoso.

Cuando, en el Evangelio de hoy, uno de los discípulos, al observar su recogimiento, le ruega que les enseñe a hablar con Dios, Jesús responde: «Cuando oréis, decid: ‘Padre, santificado sea tu nombre…’» (Lc 11,2). La oración consiste en una conversación filial con ese Padre que nos ama con locura. ¿No definía Teresa de Ávila la oración como “una íntima relación de amistad”: «estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos que nos ama»?

Benedicto XVI encuentra «significativo que Lucas sitúe el Padrenuestro en el contexto de la oración personal del mismo Jesús. De esta forma, Él nos hace participar de su oración; nos conduce al interior del diálogo íntimo del amor trinitario; por decirlo así, levanta nuestras miserias humanas hasta el corazón de Dios».

Es significativo que, en el lenguaje corriente, la oración que Jesucristo nos ha enseñado se resuma en estas dos únicas palabras: «Padre Nuestro». La oración cristiana es eminentemente filial.

La liturgia católica pone esta oración en nuestros labios en el momento en que nos preparamos para recibir el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo. Las siete peticiones que comporta y el orden en el que están formuladas nos dan una idea de la conducta que hemos de mantener cuando recibamos la Comunión Eucarística.

sábado, 26 de julio de 2025

Sábado de la XVI Semana del Tiempo Ordinario, Santos Joaquín y Ana, padres de la bienaventurada Virgen María

Mt 13, 24-30. Dejadlos crecer juntos hasta la siega.

Primera Lectura

Lectura del libro del Éxodo (24,3-8):

En aquellos días, Moisés bajó y contó al pueblo todo lo que había dicho el Señor y todos sus mandatos; y el pueblo contestó a una: «Haremos todo lo que dice el Señor.»

Moisés puso por escrito todas las palabras del Señor. Se levantó temprano y edificó un altar en la falda del monte, y doce estelas, por las doce tribus de Israel. Y mandó a algunos jóvenes israelitas ofrecer al Señor holocaustos y vacas como sacrificio de comunión. Tomó la mitad de la sangre, y la puso en vasijas, y la otra mitad la derramó sobre el altar.

Después, tomó el documento de la alianza y se lo leyó en alta voz al pueblo, el cual respondió: «Haremos todo lo que manda el Señor y lo obedeceremos.»

Tomó Moisés la sangre y roció al pueblo, diciendo: «Ésta es la sangre de la alianza que hace el Señor con vosotros, sobre todos estos mandatos.»

Palabra de Dios


Salmo 49,R/. Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza


Santo Evangelio según san Mateo (13,24-30):

En aquel tiempo, Jesús propuso otra parábola a la gente: «El reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero, mientras la gente dormía, su enemigo fue y sembró cizaña en medio del trigo y se marchó. Cuando empezaba a verdear y se formaba la espiga apareció también la cizaña. Entonces fueron los criados a decirle al amo: «Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde sale la cizaña?» Él les dijo: «Un enemigo lo ha hecho.» Los criados le preguntaron: «¿Quieres que vayamos a arrancarla?» Pero él les respondió: «No, que, al arrancar la cizaña, podríais arrancar también el trigo. Dejadlos crecer juntos hasta la siega y, cuando llegue la siega, diré a los segadores: ‘Arrancad primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo almacenadlo en mi granero’.»»

Palabra del Señor


Compartimos:

Nada se nos dice en los evangelios sobre los padres de María, la madre de Jesús. Pero si aparecen en los evangelios apócrifos. Está claro que María no apareció de la nada. Lógicamente tuvo padres. De ellos nos sabemos absolutamente nada pero, dado las virtudes que atribuimos a María, terminamos suponiendo que sus padres eran también buena gente. Incluso, muy buena gente. Por eso les hemos terminado declarando santos. Por pura intuición y suposición. Aunque la verdad es que no siempre los hijos salen a sus padres. A veces son realmente la versión opuesta. De buenos padres salen hijos desastre y de malos padres salen, casi parece un milagro, hijos honestos, decentes y buenas personas. No solo eso, a veces entre los hermanos hay diferencias abismales.


Pero con Joaquín y Ana estamos convencidos de que eran buenas personas. Y hasta los hemos convertido en santos a pesar de que no conocemos a ciencia cierta nada de ellos. Quizá por eso no hacemos más que proyectar en ellos la idea que tenemos actualmente de lo que debería ser una buena familia.


En ese no saber, es mejor pensar con sencillez que María nació en el seno de una familia normal de aquel tiempo. Allí creció y maduró como persona. Algo tuvo que aprender en el seno de aquella familia sobre cómo relacionarse con Dios. No podía ser de otra manera en aquel mundo. Así se iría preparando para asumir las sorpresas que le iba a dar su hijo Jesús a lo largo de su vida. Obviamente, sus padres no le pudieron preparar para todo lo que iba a vivir. Ningún padre puede hacer eso con sus hijos. Tienen que aceptar, para bien o para mal, que los hijos van a crecer y van a ir tomando sus propias decisiones y sus propios caminos, que no siempre coincidirán con los deseos de sus padres. María tuvo que asumir el desafío de criar a su hijo y de aceptar que su camino iba a ser realmente original. Pero, lo más importante, supo estar siempre a su lado, aun sin entender del todo, hasta su misma muerte en cruz. Quizá podamos pensar que había sido bien educada por sus padres para vivir en libertad y criar a su hijo en libertad.

viernes, 25 de julio de 2025

El Papa alienta a los dominicos a renovar su vocación misionera

En una carta con ocasión del Capítulo General en Cracovia, el Pontífice exhorta a la Orden de Predicadores a discernir guiados por el Espíritu y a predicar con audacia en los nuevos contextos culturales


En plena celebración del Capítulo General de los Priores Provinciales de la Orden de Predicadores, que se desarrolla en Cracovia del 17 de julio al 8 de agosto (fiesta de Santo Domingo de Guzmán), en el contexto del Año Jubilar, el Papa León XIV ha dirigido una carta al Maestro de la Orden, fray Gerard Francisco Timoner III, OP, en la que expresa su cercanía espiritual y anima a los frailes dominicos a vivir este tiempo como una ocasión privilegiada de renovación.


El encuentro congrega a representantes de todas las entidades de la Orden para reflexionar comunitariamente sobre el Propositum Ordinis, revisar las Constituciones y definir las prioridades para los próximos años. Entre los temas centrales figuran la vida fraterna, la formación, la misión ad gentes y el anuncio del Evangelio en los nuevos escenarios eclesiales y culturales.


En su mensaje, fechado el 17 de julio, día de la apertura del Capítulo, el Santo Padre subraya la pertinencia pastoral del tema elegido: la predicación dirigida a “cuatro públicos” —aquellos que aún no conocen a Jesús, los fieles cristianos, los que se han alejado de la Iglesia y los jóvenes que se encuentran en estas situaciones—. “Confío en que estos días de gracia sean una oportunidad para la renovación, arraigada en la esperanza que no defrauda”, escribe el Papa.


León XIV invita a los capitulares a dejarse guiar por el Espíritu Santo y a robustecer el compromiso con el servicio al Cuerpo de Cristo, permaneciendo fieles al estilo de vida evangélica elegido por Santo Domingo. “Vuestra experiencia compartida de fraternidad y oración fortalecerá los lazos de comunión que os unen como dominicos”, sostiene el Pontífice.

Asimismo, desea que este proceso "os inspire a vivir cada vez más plenamente vuestra vocación de predicadores contemplativos". "De este modo -puntualiza-, continuaréis sin duda llevando a cabo vuestra misión en el corazón de la Iglesia.


El Obispo de Roma encomienda el Capítulo General a la intercesión de Nuestra Señora del Rosario e imparte la bendición apostólica a toda la Orden "como prenda de sabiduría, alegría y paz en el Señor".

Santiago, apóstol

Primera Lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (4,33;5,12.27-33;12,2):

En aquellos días, los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con mucho valor y hacían muchos signos y prodigios en medio del pueblo. Los condujeron a presencia del Sanedrín y el sumo sacerdote los interrogó: «¿No os habíamos prohibido formalmente enseñar en nombre de ése? En cambio, habéis llenado Jerusalén con vuestra enseñanza y queréis hacernos responsables de la sangre de ese hombre.»

Pedro y los apóstoles replicaron: «Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis, colgándolo de un madero. La diestra de Dios lo exaltó, haciéndolo jefe y salvador, para otorgarle a Israel la conversión con el perdón de los pecados. Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo, que Dios da a los que le obedecen.» Esta respuesta los exasperó, y decidieron acabar con ellos. Más tarde, el rey Herodes hizo pasar a cuchillo a Santiago, hermano de Juan.

Palabra de Dios


Salmo 66 R/. Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben


Segunda Lectura

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (4,7-15):

Este tesoro del ministerio lo llevamos en vasijas de barro, para que se vea que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros. Nos aprietan por todos lados, pero no nos aplastan; estamos apurados, pero no desesperados; acosados, pero no abandonados; nos derriban, pero no nos rematan; en toda ocasión y por todas partes, llevamos en el cuerpo la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo. Mientras vivimos, continuamente nos están entregando a la muerte, por causa de Jesús; para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. Así, la muerte está actuando en nosotros, y la vida en vosotros. Teniendo el mismo espíritu de fe, según lo que está escrito: «Creí, por eso hablé», también nosotros creemos y por eso hablamos; sabiendo que quien resucitó al Señor Jesús también con Jesús nos resucitará y nos hará estar con vosotros. Todo es para vuestro bien. Cuantos más reciban la gracia, mayor será el agradecimiento, para gloria de Dios.

Palabra de Dios


Evangelio según san Mateo (20,20-28):

En aquel tiempo, se acercó a Jesús la madre de los Zebedeos con sus hijos y se postró para hacerle una petición. Él le preguntó: «¿Qué deseas?»

Ella contestó: «Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.»

Pero Jesús replicó: «No sabéis lo que pedís. ¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber?»

Contestaron: «Lo somos.»

Él les dijo: «Mi cáliz lo beberéis; pero el puesto a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre.»

Los otros diez, que lo habían oído, se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús, reuniéndolos, les dijo: «Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo. Igual que el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos.»

Palabra del Señor


Compartimos:

Hoy celebramos la fiesta de Santiago Apóstol. Es patrón de España y en muchos pueblos y ciudades de Latinoamérica también está presente su imagen en los altares de sus iglesias. De este apóstol hay dos imágenes que son las que más se repiten. En una se le ve subido a un caballo, espada en mano y liderando a las tropas castellanas contra las fuerzas musulmanas en la batalla de Clavijo. La otra es la del apóstol peregrino. Ya no lleva una espada en la mano ni va a caballo. Se le representa caminando, con el bordón en la mano.


Para ser sincero, me parece que la primera imagen es muy poco evangélica. Es más una construcción de la tradición, de aquellos cristianos que se sentían amenazados por la expansión musulmana, que una realidad. No me puedo imaginar ni a Santiago ni a ninguno de los apóstoles con espada en mano matando a los enemigos. Eso no tiene nada que ver con el Evangelio, con lo que fue el centro de la vida de Jesús. Hay que hacer mucha interpretación del Evangelio para llegar a ver a uno de los apóstoles matando moros, como se le representa en esas imágenes.


Me parece mucho más evangélica, mucho más estimulante para nuestra vida cristiana, la imagen del Santiago peregrino. Ya nos dice mucho el ver al apóstol sin caballo. A pie se está más cerca de las personas, de “los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren”, como dice el documento del Concilio Vaticano II Gaudium et Spes. A pie fue como anduvo el mismo Jesús. A pie caminamos con nuestros hermanos y hermanas, los hombres y mujeres de nuestro tiempo. Y a ellos les servimos tal como dice el Evangelio de hoy en sus frases finales. Porque para servir al reino, a la fraternidad y a la justicia es para lo que estamos. Como Jesús que no vino a ser servido sino a servir.

jueves, 24 de julio de 2025

Jueves de la XVI Semana del Tiempo Ordinario

Primera Lectura

Lectura del libro del Éxodo (19,1-2.9-11.16-20b):

Aquel día, a los tres meses de salir de Egipto, los israelitas llegaron al desierto de Sinaí: saliendo de Rafidín, llegaron al desierto de Sinaí y acamparon allí, frente al monte.

El Señor dijo a Moisés: «Voy a acercarme a ti en una nube espesa, para que el pueblo pueda escuchar lo que te digo, y te crea en adelante.»

Moisés comunicó al Señor lo que el pueblo había dicho. Y el Señor le dijo: «Vuelve a tu pueblo, purifícalos hoy y mañana, que se laven la ropa y estén preparados para pasado mañana; pues el Señor bajará al monte Sinaí a la vista del pueblo.»

Al tercer día, al rayar el alba, hubo truenos y relámpagos y una densa nube sobre el monte y un poderoso resonar de trompeta; y todo el pueblo que estaba en el campamento se echó a temblar. Moisés hizo salir al pueblo del campamento para ir al encuentro de Dios y se detuvieron al pie del monte. Todo el Sinaí humeaba, porque el Señor había descendido sobre él en forma de fuego. Subía humo como de un horno, y todo el monte retemblaba con violencia. El sonar de la trompeta se hacía cada vez más fuerte; Moisés hablaba, y Dios le respondía con el trueno. El Señor bajó al monte Sinaí, a la cumbre del monte, y llamó a Moisés a la cima de la montaña.

Palabra de Dios


Salmo Dn 3,52.R/. A ti gloria y alabanza por los siglos


Santo Evangelio según san Mateo (13,10-17):

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús los discípulos y le preguntaron: «¿Por qué les hablas en parábolas?»

Él les contestó: «A vosotros se os ha concedido conocer los secretos del reino de los cielos y a ellos no. Porque al que tiene se le dará y tendrá de sobra, y al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene. Por eso les hablo en parábolas, porque miran sin ver y escuchan sin oír ni entender. Así se cumplirá en ellos la profecía de Isaías: «Oiréis con los oídos sin entender; miraréis con los ojos sin ver; porque está embotado el corazón de este pueblo, son duros de oído, han cerrado los ojos; para no ver con los ojos, ni oír con los oídos, ni entender con el corazón, ni convertirse para que yo los cure.» ¡Dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen! Os aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis vosotros y no lo vieron, y oír lo que oís y no lo oyeron.»

Palabra del Señor

Compartimos:

Los sentidos nos permiten captar lo que sucede a nuestro alrededor. Pero también es verdad que a veces nos ponemos las gafas de nuestros intereses, nuestros prejuicios, nuestros miedos y terminamos deformando la realidad. Es lo que en el refrán español se expresa diciendo que “no hay peor ciego que el que no quiere ver”. Parece ser que entre los que rodean a Jesús hay muchos de estos, que miran sin ver y escuchan sin oír ni entender”. Porque, para ser sinceros, no es que las parábolas ni los dichos de Jesús sean difíciles de entender. Más bien son historias sencillas que hablan de la bondad del Padre Dios, de la necesaria fraternidad y cuidado que nos debemos unos a otros, del perdón… Las palabras de Jesús están al alcance de todos. Y la gente sencilla las entendía sin problema.


Pero siempre están los que no quieren oír. O más bien solo quieren oír lo que ellos creen que el otro está diciendo, sin atender mucho a lo que dice en realidad. Son los que son duros de oído, los que han cerrado los ojos. Así consiguen no ver ni oír ni, lo que es más importante, entender con el corazón.


Jesús nos hace una llamada a abrir los sentidos para escuchar la realidad en torno nuestro. Porque en ella es Dios mismo el que nos está hablando. Si nos dejamos llevar por nuestros temores y prejuicios, entonces no veremos la realidad tal cual es. El hermano necesitado lo veremos inevitablemente como una amenaza y no como una llamada a construir la fraternidad y el Reino.


Posiblemente antes de mirar y oír, tendríamos que limpiar bien ojos y oídos, desterrar los prejuicios, los miedos, liberarnos de los intereses personales o de grupo, que nos impiden ver más allá de la punta de nuestra nariz, para lanzar la mirada al horizonte y mirar a lo que nos rodean, a los que nos rodean, con los ojos de Jesús y la perspectiva del Reino. Casi seguro que entonces la realidad cobrará otro color y veremos y oiremos cosas que antes ni veíamos ni oíamos. Y lo que veamos nos llegará al corazón y nos hará comportarnos de otra manera.

miércoles, 23 de julio de 2025

Santa Brígida de Suecia, religiosa

Primera Lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas (2,19-20):

Para la Ley yo estoy muerto, porque la Ley me ha dado muerte; pero así vivo para Dios. Estoy crucificado con Cristo: vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí. Y, mientras vivo en esta carne, vivo de la fe en el Hijo de Dios, que me amó hasta entregarse por mí.

Palabra de Dios


Salmo  33,R/. Bendigo al Señor en todo momento


Santo Evangelio según san Juan (15,1-8):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento mío que no da fruto lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto. Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mi no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará. Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos.»

Palabra del Señor


Compartimos:

Hoy, Jesús —en la pluma de Mateo— comienza a introducirnos en los misterios del Reino, a través de esta forma tan característica de presentarnos su dinámica por medio de parábolas.


La semilla es la palabra proclamada, y el sembrador es Él mismo. Éste no busca sembrar en el mejor de los terrenos para asegurarse la mejor de las cosechas. Él ha venido para que todos «tengan vida y la tenga en abundancia» (Jn 10,10). Por eso, no escatima en desparramar puñados generosos de semillas, sea «a lo largo del camino» (Mt 13,4), como en «el pedregal» (v. 5), o «entre abrojos» (v. 7), y finalmente «en tierra buena» (v. 8).


Así, las semillas arrojadas por generosos puños producen el porcentaje de rendimiento que las posibilidades “toponímicas” les permiten. El Concilio Vaticano II nos dice: «La Palabra de Dios se compara a una semilla sembrada en el campo: los que escuchan con fe y se unen al pequeño rebaño de Cristo han acogido el Reino; después la semilla, por sí misma, germina y crece hasta el tiempo de la siega» (Lumen gentium, n. 5).


«Los que escuchan con fe», nos dice el Concilio. Tú estás habituado a escucharla, tal vez a leerla, y quizá a meditarla. Según la profundidad de tu audición en la fe, será la posibilidad de rendimiento en los frutos. Aunque éstos vienen, en cierta forma, garantizados por la potencia vital de la Palabra-semilla, no es menor la responsabilidad que te cabe en la atenta audición de la misma. Por eso, «el que tenga oídos, que oiga» (Mt 13,9).


Pide hoy al Señor el ansia del profeta: «Cuando se presentaban tus palabras, yo las devoraba, tus palabras eran mi gozo y la alegría de mi corazón, porque yo soy llamado con tu Nombre, Señor, Dios de los ejércitos» (Jr 15,16).

martes, 22 de julio de 2025

Santa María Magdalena

Primera Lectura

Lectura del libro del Cantar de los Cantares (3,1-4a):

Así dice la esposa: «En mi cama, por la noche, buscaba al amor de mi alma: lo busqué y no lo encontré. Me levanté y recorrí la ciudad por las calles y las plazas, buscando al amor de mi alma; lo busqué y no lo encontré. Me han encontrado los guardias que rondan por la ciudad: «¿Visteis al amor de mi alma?» Pero, apenas los pasé, encontré al amor de mi alma.»

Palabra de Dios


Salmo 62,R/. Mi alma está sedienta de ti, mi Dios


 Santo Evangelio según san Juan (20,1.11-18):

El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro. Fuera, junto al sepulcro, estaba María, llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús.

Ellos le preguntan: «Mujer, ¿por qué lloras?»

Ella les contesta: «Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto.»

Dicho esto, da media vuelta y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús.

Jesús le dice: «Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?»

Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta: «Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré.»

Jesús le dice: «¡María!»

Ella se vuelve y le dice: «¡Rabboni!», que significa: «¡Maestro!»

Jesús le dice: «Suéltame, que todavía no he subido al Padre. Anda, ve a mis hermanos y diles: «Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro.»»

María Magdalena fue y anunció a los discípulos: «He visto al Señor y ha dicho esto.»

Palabra del Señor

Compartimos:

Aquí tenemos a la María Magdalena hecha una campeona. Porque no sólo es una santa que celebramos todos los años en la liturgia en este día. Es que además en el texto evangélico de hoy se nos muestra como la elegida por Jesús resucitado para ir a anunciar a los demás discípulos su resurrección. Vamos que es una santa de categoría.


Un castizo diría, y con mucha razón, que quien la ha visto y quien la ve. Porque de María Magdalena se dice en otra parte de los evangelios que Jesús había expulsado de ella siete demonios (Lc 8,2). Ni uno ni dos, siete demonios. Vamos que la chica había sido una rapaza de mucho cuidado. Y como siempre que pensamos en una mujer pecadora pues lo relacionamos generalmente con el sexo, terminamos pensando que había sido una prostituta de mucho cuidado. O quizá no hubiese sido una prostituta pero con esos siete demonios dentro está claro que había sido muy peligrosa.


Pues aquí la tenemos, una de las primeras personas elegidas por Jesús para ser testigo de su resurrección y, más tarde, elevada a los altares. Esto no quiere decir más que una cosa: que Dios siempre nos da una segunda oportunidad (y tercera y cuarta y quinta…). Esto es lo grande de un Dios que es amor infinito, que es Amor, acogida, misericordia, paciencia, ternura.


A nosotros nos cuesta dar esa segunda oportunidad (no digamos la tercera o la cuarta o la quinta… eso ya nos resulta imposible). Nos cuesta dar esa segunda oportunidad a los demás, cuando, por la razón que sea, nos han fallado. Y también nos cuesta darnos a nosotros mismos esa segunda oportunidad. Nos dejamos llevar por el desánimo, el desaliento, la pura depresión. ¡Menos mal que Dios no es así!


Hoy es día para alegrarnos con María Magdalena. No sabemos lo que fue antes de encontrarse con Jesús. Tampoco nos importa mucho. Lo cierto es que al encuentro con el Maestro aprendió a vivir de otra manera. Aprendió a amar y a amar mucho y sin medida. Ojalá nosotros también aprendamos lo mismo!

lunes, 21 de julio de 2025

Lunes de la XVI Semana del Tiempo Ordinario

Primera Lectura

Lectura del libro del Éxodo (14,5-18):

En aquellos días, cuando comunicaron al rey de Egipto que el pueblo había escapado, el Faraón y su corte cambiaron de parecer sobre el pueblo, y se dijeron: «¿Qué hemos hecho? Hemos dejado marchar a nuestros esclavos israelitas.»

Hizo preparar un carro y tomó consigo sus tropas: tomó seiscientos carros escogidos y los demás carros de Egipto con sus correspondientes oficiales. El Señor hizo que el Faraón se empeñase en perseguir a los israelitas, mientras éstos saltan triunfantes. Los egipcios los persiguieron con caballos, carros y jinetes, y les dieron alcance mientras acampaban en Fehirot, frente a Baal Safón. Se acercaba el Faraón, los israelitas alzaron la vista y vieron a los egipcios que avanzaban detrás de ellos y, muertos de miedo, gritaron al Señor.

Y dijeron a Moisés: «¿No había sepulcros en Egipto?, nos has traído a morir en el desierto; ¿qué es lo que nos has hecho sacándonos de Egipto? ¿No te lo decíamos en Egipto: «Déjanos en paz, y serviremos a los egipcios; más nos vale servir a los egipcios que morir en el desierto»?»

Moisés respondió al pueblo: «No tengáis miedo; estad firmes, y veréis la victoria que el Señor os va a conceder hoy: esos egipcios que estáis viendo hoy, no los volveréis a ver jamás. El Señor peleará por vosotros; vosotros esperad en silencio.»

El Señor dijo a Moisés: «¿Por qué sigues clamando a mí? Di a los israelitas que se pongan en marcha. Y tú, alza tu cayado, extiende tu mano sobre el mar y divídelo, para que los israelitas entren en medio del mar a pie enjuto. Que yo voy a endurecer el corazón de los egipcios para que los persigan, y me cubriré de gloria a costa del Faraón y de todo su ejército, de sus carros y de los guerreros. Sabrán los egipcios que yo soy el Señor, cuando me haya cubierto de gloria a costa del Faraón, de sus carros y de sus guerreros.»

Palabra de Dios


Salmo Ex 15,R/. Cantaré al Señor, sublime es su victoria


Santo Evangelio según san Mateo (12,38-42):

En aquel tiempo, algunos de los escribas y fariseos dijeron a Jesús: «Maestro, queremos ver un signo tuyo.»

Él les contestó: «Esta generación perversa y adúltera exige un signo; pero no se le dará más signo que el del profeta Jonás. Tres días y tres noches estuvo Jonás en el vientre del cetáceo; pues tres días y tres noches estará el Hijo del hombre en el seno de la tierra. Cuando juzguen a esta generación, los hombres de Nínive se alzarán y harán que la condenen, porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás. Cuando juzguen a esta generación, la reina del Sur se levantará y hará que la condenen, porque ella vino desde los confines de la tierra, para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón.»

Palabra del Señor


Compartimos:

Tenía razón Jesús. Los judíos que pedían un signo para creer en él, en el fondo no querían creer. Ningún signo les iba a llevar a la fe. Porque la fe es una decisión personal. Ni el signo de Jonás ni la sabiduría de Salomón, ni un milagro que haga ocultar el sol a mediodía, hará que crean los que no quieren creer. Ni por supuesto la vida ejemplar de muchos cristianos que en tantas partes se están dejando la piel para servir a sus hermanos, especialmente a los pobres y necesitados. Desviarán la atención hacia las riquezas de la iglesia o hacia los comportamientos pecaminosos de algunos cristianos, todo para darse una razón para no cambiar de vida, para no aceptar que el mensaje del Reino tiene tal fuerza en sí mismo, que va más allá de esta pobre Iglesia que lo difunde. Bien decía Pablo que “llevamos este tesoro en vasijas de barro para que se vea que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros” (2 Cor 4,7).


Así que, como Jesús, menos preocuparnos del que dirán y de los signos y más dedicarnos a hacer lo que tenemos que hacer para construir el Reino. Como Jesús.

domingo, 20 de julio de 2025

ÁNGELUS DEL PAPA LEÓN XIV

Plaza de la Libertad (Castel Gandolfo)

Queridos hermanos y hermanas, ¡feliz domingo!

La Liturgia de hoy nos recuerda la hospitalidad de Abraham y de su esposa Sara, y luego la de las hermanas Marta y María, amigas de Jesús (cf. Gn 18,1-10; Lc 10,38-42). Cada vez que aceptamos la invitación a la Cena del Señor y participamos en la mesa eucarística, es Dios mismo quien “pasa a servirnos” (cf. Lc 12,37). Sin embargo, nuestro Dios supo hacerse huésped primero, y también hoy está a nuestra puerta y llama (cf. Ap 3,20). Es sugerente que en la lengua italiana el huésped sea tanto el que acoge como el que es acogido. Así, en este domingo de verano podemos contemplar el juego de la acogida recíproca, fuera del cual nuestra vida se empobrece.


Es necesaria la humildad tanto para acoger como para ser acogido. Requiere delicadeza, atención, apertura. En el Evangelio, Marta corre el riesgo de no entrar plenamente en la alegría de este intercambio. Está tan concentrada en lo que tiene que hacer para acoger a Jesús, que corre el riesgo de arruinar un momento de encuentro inolvidable. Marta es una persona generosa, pero Dios la llama a algo aún más hermoso que la propia generosidad. La llama a salir de sí misma.


Queridos hermanos y hermanas, sólo esto hace florecer nuestra vida: abrirnos a algo que nos aparte de nosotros mismos y al mismo tiempo nos plenificque. Mientras que Marta se queja de que su hermana la ha dejado sola para servir (cf. v. 40), pareciera que María ha perdido el sentido del tiempo, conquistada por la palabra de Jesús. No es que sea menos concreta que su hermana, ni menos generosa, sino que ha aprovechado la oportunidad. Por eso Jesús reprende a Marta: porque se ha quedado fuera de una intimidad que también a ella le daría una gran alegría (cf. vv. 41-42).


El tiempo de verano puede ayudarnos a “bajar el ritmo” y a parecernos más a María que a Marta. A veces no nos permitimos los mejores momentos. Necesitamos gozar de tener un poco de descanso, con el deseo de aprender más sobre el arte de la hospitalidad. La industria de las vacaciones quiere vendernos todo tipo de experiencias, pero quizá no lo que buscamos. En efecto, todo encuentro verdadero no se puede comprar, es gratuito: sea el que se tiene con Dios, como el que se tiene con los demás, o incluso con la naturaleza. Se necesita solamente hacerse huésped: hacer espacio y también pedirlo; acoger y dejarse acoger. Tenemos mucho que recibir y no sólo que dar. Abraham y Sara, aunque eran ancianos, se encontraron fecundos cuando acogieron discretamente al Señor mismo en tres viajeros. También para nosotros, aún hay tanta vida por acoger.


Oremos a María Santísima, la Madre hospitalaria, que acogió al Señor en su seno y junto con José le dio un hogar. En ella resplandece nuestra vocación, la vocación de la Iglesia de seguir siendo una casa abierta a todos, para continuar acogiendo a su Señor, que pide permiso para entrar.


Queridos hermanos y hermanas:


Esta mañana celebré la Eucaristía en la Catedral de Albano. Fue un momento significativo de comunión eclesial y encuentro con la comunidad diocesana.


Agradezco a Su Excelencia Mons. Viva que está aquí presente y a todos los que han trabajado para organizar esta hermosa celebración. Gracias a toda la comunidad diocesana.


En estos días también continúan llegando noticias dramáticas de Oriente Medio, en particular de Gaza.


Expreso mi profundo pesar por el ataque del ejército israelí contra la parroquia católica de la Sagrada Familia en la ciudad de Gaza, que como saben del jueves pasado, causó la muerte de tres cristianos y heridas graves a otros. Rezo por las víctimas, Saad Issa Kostandi Salameh, Foumia Issa Latif Ayyad y Najwa Ibrahim Latif Abu Daoud, y estoy especialmente cerca de sus familias y de todos los feligreses. Lamentablemente, este acto se suma a los continuos ataques militares contra la población civil y los lugares de culto en Gaza.


Pido una vez más el fin inmediato de la barbarie de la guerra y que se llegue a una resolución pacífica del conflicto.


Apelo a la comunidad internacional a que respete el derecho humanitario y la obligación de proteger a los civiles, así como la prohibición de los castigos colectivos, el uso indiscriminado de la fuerza y el desplazamiento forzado de la población.


A nuestros queridos cristianos de Oriente Medio les digo: comparto su sentimiento de lo poco que se puede hacer en esta situación tan dramática. Están en el corazón del Papa y de toda la Iglesia. Gracias por su testimonio de fe. Que la Virgen María, mujer de Oriente, aurora del nuevo Sol que ha surgido en la historia, los proteja siempre y acompañe al mundo hacia el amanecer de la paz.


Saludo a todos ustedes, fieles de Castel Gandolfo y a todos los peregrinos aquí presentes.


Extiendo mi saludo a los jóvenes participantes en la peregrinación organizada por la Catholic Worldview Fellowship, que visitan Roma tras varias semanas de oración y formación.


Agradezco al Foro Internacional de Acción Católica por patrocinar el “Maratón de Oración por los Gobernantes”. Cada uno de nosotros, desde las 10:00 a las 22:00 hs. de esta noche, está invitado a detenerse un minuto para orar, pidiendo al Señor que ilumine a nuestros gobernantes y les inspire proyectos de paz.


En las últimas semanas, varias familias del Movimiento de los Focolares han estado en Loppiano para la “Escuela Internacional de Familias Nuevas”. Ruego para que esta experiencia de espiritualidad y fraternidad los fortalezca en su fe y los llene de alegría al acompañar espiritualmente a otras familias.


Saludo a los estudiantes, profesores y personal del Instituto Católico de Tecnología, ubicado aquí mismo en Castel Gandolfo; saludo al Grupo Scout Agesci Gela 3, que participa en la peregrinación jubilar que concluirá ante la tumba del beato Carlo Acutis; saludo asimismo a los jóvenes de Castello di Godego, que participan en una experiencia de servicio con Cáritas Roma; saludo a los fieles de Palermo y Sarsina.


También están presentes los miembros del Grupo Folklórico “'O Stazzo”, así como la Banda de Música de Alba de Tormes.


Dentro de unos días, regresaré al Vaticano después de estas dos semanas aquí en Castel Gandolfo. Les agradezco su acogida y les deseo a todos un feliz domingo.


Domingo 16 (C) del tiempo ordinario

Primera Lectura

Lectura del libro del Génesis (18,1-10a):

En aquellos días, el Señor se apareció a Abrahán junto a la encina de Mambré, mientras él estaba sentado a la puerta de la tienda, en lo más caluroso del día. Alzó la vista y vio tres hombres frente a él. Al verlos, corrió a su encuentro desde la puerta de la tienda, se postró en tierra y dijo:

«Señor mío, si he alcanzado tu favor, no pases de largo junto a tu siervo. Haré que traigan agua para que os lavéis los pies y descanséis junto al árbol. Mientras, traeré un bocado de pan para que recobréis fuerzas antes de seguir, ya que habéis pasado junto a la casa de vuestro siervo».

Contestaron:

«Bien, haz lo que dices».

Abrahán entró corriendo en la tienda donde estaba Sara y le dijo:

«Aprisa, prepara tres cuartillos de flor de harina, amásalos y haz unas tortas».

Abrahán corrió enseguida a la vacada, escogió un ternero hermoso y se lo dio a un criado para que lo guisase de inmediato. Tomó también cuajada, leche y el ternero guisado y se lo sirvió. Mientras él estaba bajo el árbol, ellos comían.

Después le dijeron:

«Dónde está Sara, tu mujer?».

Contestó:

«Aquí, en la tienda».

Y uno añadió:

«Cuando yo vuelva a verte, dentro del tiempo de costumbre Sara habrá tenido un hijo».

Palabra de Dios


Salmo  14,R/. Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?


Segunda Lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses (1,24-28):

Hermanos:

Ahora me alegro de mis sufrimientos por vosotros: así completo en mi carne lo que falta a los padecimientos de Cristo, en favor de su cuerpo que es la Iglesia, de la cual Dios me ha nombrado servidor, conforme al encargo que me ha sido encomendado en orden a vosotros: llevar a plenitud la palabra de Dios, el misterio escondido desde siglos y generaciones y revelado ahora a sus santos, a quienes Dios ha querido dar a conocer cuál es la riqueza de la gloria de este misterio entre los gentiles, que es Cristo en vosotros, la esperanza de la gloria. Nosotros anunciamos a ese Cristo; amonestamos a todos, enseñamos a todos, con todos los recursos de la sabiduría, para presentarlos a todos perfectos en Cristo.

Palabra de Dios


 Santo Evangelio según san Lucas (10, 38-42):

EN aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa.

Esta tenía una hermana llamada María, que, sentada junto a los pies del Señor, escuchaba su palabra.

Marta, en cambio, andaba muy afanada con los muchos servicios; hasta que, acercándose, dijo:

«Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola para servir? Dile que me eche una mano».

Respondiendo, le dijo el Señor:

«Marta, Marta, andas inquieta y preocupada con muchas cosas; solo una es necesaria. María, pues, ha escogido la parte mejor, y no le será quitada».

Palabra del Señor


Compartimos:

Hoy vemos a un Jesús tan divino como humano: está cansado del viaje y se deja acoger por esta familia que tanto ama, en Betania. Aprovechará la ocasión para hacernos saber qué es “lo más importante”.


En la actitud de estas dos hermanas se acostumbra a ver reflejadas dos maneras de vivir la vocación cristiana: la vida activa y la vida contemplativa. María, «sentada a los pies del Señor»; Marta, atareada por muchas cosas y ocupaciones, siempre sirviendo y contenta, pero cansada (cf. Lc 10,39-40.42). —«Calma», le dice Jesús, «es importante lo que haces, pero es necesario que descanses, y más importante aun, que descanses estando conmigo, mirándome y escuchándome». Dos modelos de vida cristiana que hemos de coordinar y de integrar: vivir tanto la vida de Marta como la de María. Hemos de estar atentos a la Palabra del Señor, y vigilantes, ya que el ruido y el tráfico del día a día —frecuentemente— esconde la presencia de Dios. Porque la vida y la fuerza de un cristiano solamente se mantienen firmes y crecen si él permanece unido a la verdadera vid, de donde le viene la vida, el amor, las ganas de continuar adelante... y de no mirar atrás.


A la mayoría, Dios nos ha llamado a ser como “Marta”. Pero no hemos de olvidar que el Señor quiere que seamos cada vez más como “María”: Jesucristo también nos ha llamado a “escoger la mejor parte” y a no dejar que nadie nos la quite.


Él nos recuerda que lo más importante no es lo que podamos hacer, sino la Palabra de Dios que ilumina nuestras vidas, y, así por el Espíritu Santo nuestras obras quedan impregnadas de su amor.


Descansar en el Señor solamente es posible si gozamos de su presencia real ante la Eucaristía. ¡Oración ante el sagrario!: es el tesoro más grande que tenemos los cristianos. Recordemos el título de la última encíclica de san Juan Pablo II: La Iglesia vive de la Eucaristía. El Señor tiene muchas cosas que decirnos, más de las que nos pensamos. Busquemos, pues, momentos de silencio y de paz para encontrar a Jesús y, en Él, reencontrarnos a nosotros mismos. Jesucristo nos invita hoy a hacer una opción: escoger «la parte buena» (Lc 10,42).

sábado, 19 de julio de 2025

Sábado de la XV Semana del Tiempo Ordinario

Primera Lectura

Lectura del libro del Éxodo (12,37-42):

En aquellos días, los israelitas marcharon de Ramsés hacia Sucot: eran seiscientos mil hombres de a pie, sin contar los niños; y les seguía una multitud inmensa, con ovejas y vacas y enorme cantidad de ganado. Cocieron la masa que habían sacado de Egipto, haciendo hogazas de pan ázimo, pues no había fermentado, porque los egipcios los echaban y no los dejaban detenerse; y tampoco se llevaron provisiones. La estancia de los israelitas en Egipto duró cuatrocientos treinta años. Cumplidos los cuatrocientos treinta años, el mismo día, salieron de Egipto las legiones del Señor. Noche en que veló el Señor para sacarlos de Egipto: noche de vela para los israelitas por todas las generaciones.

Palabra de Dios


Salmo 135,R/. Porque es eterna su misericordia


Santo Evangelio según san Mateo (12,14-21):

En aquel tiempo, los fariseos planearon el modo de acabar con Jesús. Pero Jesús se enteró, se marchó de allí, y muchos le siguieron. Él los curó a todos, mandándoles que no lo descubrieran. Así se cumplió lo que dijo el profeta Isaías: «Mirad a mi siervo, mi elegido, mi amado, mi predilecto. Sobre él he puesto mi espíritu para que anuncie el derecho a las naciones. No porfiará, no gritará, no voceará por las calles. La caña cascada no la quebrará, el pábilo vacilante no lo apagará, hasta implantar el derecho; en su nombre esperarán las naciones.»

Palabra del Señor


Compartimos:

¿Nunca habéis tenido un deseo, que ha tenido que pasar bastante tiempo para que se cumpliera?


Algo así es la historia de Israel. Desde los acontecimientos vividos, descubren al Dios que les libera de la esclavitud en Egipto. Ese Dios es el mismo que ha engendrado la vida. Y, como contrapartida, establece una Alianza con su pueblo, para hacer de ellos una semilla de su salvación para toda la humanidad.


Aunque la historia no fue tan sencilla: así como Dios siempre permaneció fiel a su Alianza, el pueblo se alejó muchas veces por otros caminos. Y sin embargo, no por ello Dios retiró su Palabra. El profeta Isaías intuye que esa Alianza se va a cumplir a través de “un siervo”, elegido y amado de Dios, que de manera misteriosa, en su debilidad, cumplirá las promesas.


Y he aquí que llegó Jesús. Muchos no fueron capaces de descubrir en Él nada distinto de otros tantos profetas que había habido. Sin embargo, algunos descubrieron en Él aquél que cumplía las palabras del profeta: “Mirad a mi siervo, mi elegido, mi amado, mi predilecto. Sobre él he puesto mi espíritu para que anuncie el derecho a las naciones. No porfiará, no gritará, no voceará por las calles. La caña cascada no la quebrará, el pábilo vacilante no lo apagará, hasta implantar el derecho; en su nombre esperarán las naciones”.


Ese es Jesús: la belleza de una figura que se da, en debilidad, renovando la Alianza de Dios con su pueblo y poniendo la semilla definitiva del mundo nuevo que el Padre tiene preparado para todos los pueblos.


Ese Jesús cuenta contigo para continuar esa historia. Por Él, con Él y en Él… caminando sinodalmente como Iglesia, para el mundo. ¿Qué le responderás?


Espíritu de Dios,

cuenta conmigo

para seguir a Jesús

en el camino hacia el Reino del Padre.

viernes, 18 de julio de 2025

Suicidio joven sacerdote

de Martín Gelabert Ballester, OP

El pasado sábado, 5 de julio, falleció un joven sacerdote italiano. Tras no presentarse a celebrar la eucaristía, algunas personas fueron a su casa y lo encontraron muerto. La diócesis de Novara, en una nota oficial, confirmó que se trataba de un suicidio. Al parecer, el sacerdote llevaba una vida normal y era apreciado por los fieles. No se conocen los motivos que le llevaron a quitarse la vida.


Las tasas de suicidio, en nuestros países europeos, son relativamente altas, algo más de 10 por cada 100.000 habitantes; en algunos países de América o África son bastante más altas. Es un tema del que no se suele hablar. Es lógico suponer que, entre los sacerdotes, religiosas y religiosos, en este tema y en otros (adicciones, determinadas tendencias), las tasas serán similares a las del conjunto de la población. Pero el fallecimiento del sacerdote italiano ha sido muy comentado en redes sociales, bastante más que otros casos similares.


Antiguamente, hechos como este eran muy mal vistos y juzgados negativamente. El código de derecho canónico de 1917 excluía a quienes se quitaban la vida del derecho a las exequias cristianas. Esta prohibición ha desaparecido del actual código. En el caso que nos ocupa, el funeral fue presidido por el Obispo de la diócesis, Mons. Franco Giulio Brambilla, que hizo una emotiva homilía y se preguntó qué nos dice a todos la muerte de Don Matteo. Sí, qué dice la muerte de una persona querida y valorada por los jóvenes a los propios jóvenes. Y qué dice una muerte así a los obispos y a los sacerdotes.


Una muerte es siempre una pregunta frente a Dios. Y toda pregunta pide una respuesta. Pero el exceso de preguntas puede desvirtuar la respuesta. No es sano preguntar continuamente al amado si te ama. Deberíamos aprovechar la ocasión para preguntarnos por el tipo de formación afectiva que se da en los seminarios; por los primeros destinos a los que se envía a los jóvenes sacerdotes; y por la soledad que todos sentimos, pero los célibes de un modo especial. Todos necesitamos amor, y solo con amor podemos superar nuestras debilidades. Y el amor de Dios pasa siempre por el amor a y de los hermanos y por la manera de situarnos con y frente a ellos.


El Vaticano II, a propósito del voto de castidad de los religiosos, dijo algo muy sabio: “recuerden todos, especialmente los superiores, que la castidad se guarda más seguramente cuando entre los hermanos reina verdadera caridad fraterna en la vida común”. En el contexto del amor, la castidad se guarda fácilmente. En la soledad, seguramente ya no tanto. En el contexto del amor, la vida tiene sentido. Fuera de este contexto, la vida resulta, a veces, insoportable.


Cuando un sacerdote está contento con su ministerio, cuando está ocupado, cuando reza, cuando vive fraternalmente y se siente querido, las depresiones desaparecen pronto. Yo no sé qué es lo que llevó a este sacerdote italiano a tomar la decisión que tomó, pero de una cosa estoy seguro: el buen sacerdote no quería quitarse la vida; en todo caso, quería quitarse de encima lo insoportable de la vida. Cuidemos las vidas y estemos atentos a los hechos y acontecimientos que, a veces, las hacen insoportables, para atacar lo insoportable y cuidar la vida.