sábado, 31 de mayo de 2025

Visitación de la Bienaventurada Virgen María

Primera Lectura

Lectura de la profecía de Sofonías (3,14-18):

Regocíjate, hija de Sión; grita de júbilo, Israel; alégrate y gózate de todo corazón, Jerusalén. El Señor ha cancelado tu condena, ha expulsado a tus enemigos. El Señor será el rey de Israel, en medio de ti, y ya no temerás. Aquel día dirán a Jerusalén: «No temas, Sión, no desfallezcan tus manos. El Señor, tu Dios, en medio de ti, es un guerrero que salva. Él se goza y se complace en ti, te ama y se alegra con júbilo como en día de fiesta.» Apartaré de ti la amenaza, el oprobio que pesa sobre ti.

Palabra de Dios


Salmo Is 12,R/. Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel


Santo Evangelio según san Lucas (1,39-56):

En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre.

Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.»

María dijo: «Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia, como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.»

María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.

Palabra del Señor


Compartimos:

Salta de gozo, dice la lectura de Sofonías hoy. “El niño saltó en mi seno”, dice Isabel. “Mi espíritu se regocija en Dios”, dice María.


Saltar de alegría físicamente quizá sea algo que solamente pueden hacer los más jóvenes. Pero todos hemos sentido ese estremecimiento del corazón, ese “salto” que da cuando siente una profunda alegría. Juan saltó de gozo en el seno de Isabel. Es muy posible que Jesús también saltara de gozo en el seno de María ante un encuentro de una belleza tan intensa. El encuentro es de una mutua hospitalidad de los cuatro personajes. Isabel, bendecida y bienaventurada porque, como dice san Juan de Ávila, “el Señor le visita la casa”. Juan, por primera vez en presencia del “cordero” al que ha de anunciar; María en pleno reconocimiento de la maravillosa acción de salvación del Señor y de la sombra del Espíritu; en anuncio de la salvación de los pobres, los afligidos, los hambrientos. El niño en su seno, en medio de un increíble anuncio de salvación del mundo en el abrazo de dos mujeres. La estéril Isabel da fruto; la imposible madre por su virginidad, María, abre la puerta a la salvación y la deja entrar en el mundo.


En ese abrazo está resumido prácticamente toda la historia de la salvación. Del Dios que elige al improbable y al pequeño, que puede convertir lo imposible en realidad innegable. Del cumplimiento de todas las promesas atravesando el pequeño cuerpo de una joven. El fin del pecado y de la muerte. La increíble, gratuita hospitalidad de Dios que entra en nuestro mundo, quiere ser recibido en él y al mismo tiempo se convierte en nuestra casa.


En la carta a los Romanos, que se ofrece hoy como lectura alternativa a la de Sofonías, se enumera una serie de actitudes y acciones concretas que repiten el gesto del abrazo de María e Isabel. Lo que nos toca a los cristianos hacer como reflejo de la acción salvadora de Dios: “Amaos cordialmente unos a otros; que cada cual estime a los otros más que a sí mismo; en la actividad, no seáis negligentes; en el espíritu, manteneos fervorosos, sirviendo constantemente al Señor. Que la esperanza os tenga alegres; manteneos firmes en la tribulación, sed asiduos en la oración; compartid las necesidades de los santos; practicad la hospitalidad. Bendecid a los que os persiguen; bendecid, sí, no maldigáis.  Alegraos con los que están alegres; llorad con los que lloran.  Tened la misma consideración y trato unos con otros, sin pretensiones de grandeza, sino poniéndoos al nivel de la gente humilde.”


La escena de la Visitación se convierte así en un programa de práctica de la hospitalidad de Dios, que viene con la salvación y ofrece la posibilidad de vivir en su casa.

viernes, 30 de mayo de 2025

Viernes de la VI Semana de Pascua

Primera Lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (18,9-18):

Cuando estaba Pablo en Corinto, una noche le dijo el Señor en una visión:

«No temas, sigue hablando y no te calles, pues yo estoy contigo, y nadie te pondrá la mano encima para hacerte daño, porque tengo un pueblo numeroso en esta ciudad».

Se quedó, pues, allí un año y medio, enseñando entre ellos la palabra de Dios.

Pero, siendo Gallón procónsul de Acaya, los judíos se abalanzaron de común acuerdo contra Pablo y lo condujeron al tribunal diciendo:

«Este induce a la gente a dar a Dios un culto contrario a la ley».

Iba Pablo a tomar la palabra, cuando Gallón dijo a los judíos:

«Judíos, si se tratara de un crimen o de un delito grave, sería razón escucharos con paciencia; pero, si discutís de palabras, de nombres y de vuestra ley, vedlo vosotros. Yo no quiero ser juez de esos asuntos».

Y les ordenó despejar el tribunal.

Entonces agarraron a Sóstenes, jefe de la sinagoga, y le dieron una paliza delante del tribunal, sin que Galión se preocupara de ello.

Pablo se quedó allí todavía bastantes días; luego se despidió de los hermanos y se embarco para Siria con Priscila y Aquila. En Cencreas se había hecho rapar la cabeza, porque había hecho un voto.

Palabra de Dios


Salmo 46,R/. Dios es el rey del mundo


Santo Evangelio según san Juan (16,20-23a):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«En verdad, en verdad os digo: vosotros lloraréis y os lamentaréis, mientras el mundo estará alegre; vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría.

La mujer, cuando va a dar a luz, siente tristeza, porque ha llegado su hora; pero, en cuanto da a luz al niño, ni se acuerda del apuro, por la alegría de que al mundo le ha nacido un hombre.

También vosotros ahora sentís tristeza; pero volveré a veros, y se alegrará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestra alegría. Ese día no me preguntaréis nada».

Palabra del Señor


Compartimos:

Alguien me dijo una vez que, en su vejez, estaba perdiendo la memoria y que podría ser una cosa buena, porque no se acordaba de los dolores y dificultades que le contaban los de su alrededor. De una feliz falta de memoria nos habla Jesús hoy también, pero no es una falta de memoria con ausencia del gozo presente. Cuando una mujer está dando a luz sufre dolores inmensos: pero luego goza al ver a su hijo y la alegría le borra el dolor. Y, así como el dolor se borra, la alegría de la vida y la resurrección no se borra. Porque el fruto de vida siempre está ahí, dentro y fuera de nosotros.


Feliz desmemoria la que olvida lo malo para centrarse en el don infinito de la salvación de Cristo. Feliz desmemoria la que se centra en lo bueno, lo santo, lo justo. Y no es que no vaya a haber nada malo de ahora en adelante. El mundo está lleno de despropósitos, violencia, mentira, traiciones, pérdidas. Hay muchas razones para ver y sentir un mal quizá inolvidable.


Pero hay algo que nada ni nadie puede quitar, y es la fe inquebrantable en esa vida desbordante del Resucitado. Es lo que dice el Señor san Pablo en la primera lectura de Hechos: “No tengas miedo. Yo estoy contigo”. Nada ni nadie puede quitar ese gozo profundo. Como de costumbre, paradójicamente, hoy no se invita a olvidar, sino a recordar que la herida siempre está habitada, aunque siga abierta; a reconocer que habrá muchas más heridas y dolores a lo largo del camino. No se nos invita a olvidar el dolor, sino a reconocerlo como parte de esa alegría imperturbable de la presencia de Cristo que vence incluso a la muerte más terrible. Feliz memoria la que recuerda tal inamovible verdad. Nada ni nadie podrá quitaros vuestra alegría.

jueves, 29 de mayo de 2025

Jueves de la VI Semana de Pascua

Primera Lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (18,1-8):

En aquellos días, Pablo dejó Atenas y se fue a Corinto. Allí encontró a un tal Áquila, judío natural del Ponto, y a su mujer, Priscila; habían llegado hacía poco de Italia, porque Claudio había decretado que todos los judíos abandonasen Roma.

Se juntó con ellos y, como ejercía el mismo oficio, se quedó a vivir y trabajar en su casa; eran tejedores de lona para tiendas de campaña. Todos los sábados discutía en la sinagoga, esforzándose por convencer a judíos y griegos. Cuando Silas y Timoteo bajaron de Macedonia, Pablo se dedicó enteramente a predicar, dando testimonio ante los judíos de que Jesús es el Mesías,

Como ellos se oponían y respondían con blasfemias, Pablo sacudió sus vestidos y les dijo:

«Vuestra sangre recaiga sobre vuestra cabeza. Yo soy inocente y desde ahora me voy con los gentiles».

Se marchó de allí y se fue a casa de un cierto Ticio Justo, que adoraba a Dios y cuya casa estaba al lado de la sinagoga. Crispo, el jefe de la sinagoga, creyó en el Señor con toda su familia; también otros muchos corintios, al escuchar a Pablo, creían y se bautizaban.

Palabra de Dios


Salmo 97,R/. El Señor revela a las naciones su victoria


Santo Evangelio según san Juan (16,16-20):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Dentro de poco ya no me veréis, pero dentro de otro poco me volveréis a ver».

Comentaron entonces algunos discípulos:

«¿Qué significa eso de “dentro de poco ya no me veréis, pero dentro de otro poco me volveréis a ver”, y eso de “me voy al Padre”?».

Y se preguntaban:

«¿Qué significa ese “poco”? No entendemos lo que dice».

Comprendió Jesús que querían preguntarle y les dijo:

«¿Estáis discutiendo de eso que os he dicho: “Dentro de poco ya no me veréis, y dentro de otro poco me volveréis a ver”? En verdad, en verdad os digo: vosotros lloraréis y os lamentaréis, mientras el mundo estará alegre; vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría».

Palabra del Señor


Compartimos:

En expresiones que parecen un trabalenguas, Jesús habla de la alegría y la tristeza. Para muchos de nosotros es fácil alegrarnos por alguna cosa pequeña: un éxito en el trabajo, suerte en la lotería, la adquisición de algo, una visita importancia. Pero muchas de esas cosas son pasajeras. Enseguida se acaban y tenemos que buscar una nueva fuente de placer. No hace falta nada más que mirar los programas de festejos de pueblos y ciudades en España, la proliferación de programas “rosa” o “reality”, las fotos de personas que se empeñan en contarnos lo bien que están comiendo en Facebook, el tiempo que se pasa en redes sociales… Nada de eso, en sí mismo, es malo moralmente. Pero no es duradero, y podría ser una colosal pérdida de tiempo, aunque dé placer momentáneo.


El “dentro de un poco” de Jesús es algo muy distinto, aunque pudiera parecer casi eterno. Estaréis tristes… La tristeza, también, puede ser pasajera y por cosas nimias. He perdido unas llaves, me he dado un golpe, alguien me ha contestado mal… Eso también se pasa. Otra tristeza más comprensible es la del dolor profundo por una pérdida, una separación, un conflicto, una guerra o un daño personal. Esa no parece nunca ser de un ratito, o un poco de tiempo como dice Jesús. Pero en esas palabras, “vuestra tristeza se convertirá en alegría” residen precisamente la esperanza. Solamente es un “ratito” esto que pasa ahora, porque tenemos la profunda convicción de que la presencia del Resucitado lo convertirá en alegría. Y no será una alegría pasajera, de ese placer efímero, sino la alegría más honda posible. El gozo del Espíritu prometido. Una alegría que nada ni nadie puede alterar. Los ratitos de Jesús en realidad son la eternidad; el dolor (que no la tristeza) siempre estará presente de una manera u otra; la alegría verdadera siempre está ahí. Solo hay que reconocerla. No es cuestión de tiempo sino de mirada y de espíritu.

miércoles, 28 de mayo de 2025

Miércoles de la VI Semana de Pascua

Primera Lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (17,15.22–18,1):

En aquellos días, los que conducían a Pablo lo llevaron hasta Atenas, y se volvieron con el encargo de que Silas y Timoteo se reuniesen con él cuánto antes.

Pablo, de pie en medio del Areópago, dijo:

«Atenienses, veo que sois en todo extremadamente religiosos. Porque, paseando y contemplando vuestros monumentos sagrados, encontré incluso un altar con esta inscripción: “Al Dios desconocido”.

Pues eso que veneráis sin conocerlo os lo anuncio yo. “El Dios que hizo el mundo y todo lo que contiene”, siendo como es Señor de cielo y tierra, no habita en templos construidos por manos humanas, ni lo sirven manos humanas, como si necesitara de alguien, él que a todos da la vida y el aliento, y todo.

De uno solo creó el género humano para que habitara la tierra entera, determinando fijamente los tiempos y las fronteras de los lugares que habían de habitar, con el fin de que lo buscasen a él, a ver si, al menos a tientas, lo encontraban; aunque no está lejos de ninguno de nosotros, pues en él vivimos, nos movemos y existimos; así lo han dicho incluso algunos de vuestros poetas: “Somos estirpe suya”.

Por tanto, si somos estirpe de Dios, no debemos pensar que la divinidad se parezca a imágenes de oro o de plata o de piedra, esculpidas por la destreza y la fantasía de un hombre. Así pues, pasando por alto aquellos tiempos de ignorancia, Dios anuncia ahora en todas partes a todos los humanos que se conviertan. Porque tiene señalado un día en que juzgará el universo con justicia, por medio del hombre a quien él ha designado; y ha dado a todos la garantía de esto, resucitándolo de entre los muertos».

Al oír «resurrección de entre los muertos», unos lo tomaban a broma, otros dijeron:

«De esto te oiremos hablar en otra ocasión».

Así salió Pablo de en medio de ellos. Algunos se le juntaron y creyeron, entre ellos Dionisio el areopagita, una mujer llamada Dámaris y algunos más con ellos.

Después de esto, dejó Atenas y se fue a Corinto.

Palabra de Dios


Salmo 148,R/. Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria


Santo Evangelio según san Juan (16,12-15):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues no hablará por cuenta propia, sino que hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir.

Él me glorificará, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará.

Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que recibirá y tomará de lo mío y os lo anunciará».

Palabra del Señor


Compartimos:

Hay una insistencia casi machacona en estos días sobre el Espíritu. Hay que repetirlo muchas veces, porque el Evangelio de Juan es muy difícil de entender. Y, sin embargo, el resumen es sencillo: vida y aliento, camino a la Verdad.


En la primera lectura de hoy, de Hechos, Pablo, con un cierto sentido del humor, comenta los muchos dioses de los griegos y su culto incluso al “desconocido”. Y justamente indica que el desconocido es el verdadero: es la vida y el aliento de todo. Los otros son solo imágenes, ídolos, cosas pasajeras sin ninguna fuerza vital. El “desconocido” es algo misterioso, que no se puede ver ni tocar, pero que es lo más auténtico de todo por ser el principio de vida.


En el Evangelio también se habla de eso misterioso, eso que los discípulos aún no podrían aguantar. ¿Por ser totalmente inabarcable, inmenso, inefable? El Dios tan cercano y tan conocido es al mismo tiempo el Dios totalmente inabarcable.


Solamente el Espíritu puede guiar a la Verdad, porque solamente el Espíritu es verdad.


Estamos rodeados de ídolos que muchas veces se consideran como lo más real, pero que, por el propio ambiente de relativismo en el que vivimos, no tienen ninguna sustancia. Pueden ser el placer, el dinero, “mi verdad”, los sentimientos…  ídolos que se esfuman con la misma velocidad con la que llegan. Vivimos en un mundo de grandes contradicciones entre el sentimentalismo y una cultura de muerte que no se detiene ante atentados contra la vida como son el aborto, la guerra o la eutanasia. Todo cohabita en los mismos grupos y a menudo en los mismos corazones. Y a menudo se asegura que no existe una verdad absoluta, porque la realidad es una construcción social… A la larga, a todo eso le falta vida, le falta aliento.


Porque precisamente la Verdad es el Dios desconocido en el que nos movemos, vivimos y somos. Donde tenemos aliento. Y es el Espíritu quien nos tiene que guiar hacia esa verdad.

martes, 27 de mayo de 2025

Martes de la VI Semana de Pascua

Primera Lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (16,22-34):

En aquellos días, la plebe de Filipos se amotinó contra Pablo y Silas, y los magistrados ordenaron que les arrancaran y que los azotaran con varas; después de molerlos a palos, los metieron en la cárcel, encargando al carcelero que los vigilara bien; según la orden recibida, él los cogió, los metió en la mazmorra y les sujetó los pies en el cepo.

A eso de media noche, Pablo y Silas oraban cantando himnos a Dios. Los presos los escuchaban. De repente, vino un terremoto tan violento que temblaron los cimientos de la cárcel. Al momento se abrieron todas las puertas, y a todos se les soltaron las cadenas. El carcelero se despertó y, al ver las puertas de la cárcel de par en par, sacó la espada para suicidarse, imaginando que los presos se habían fugado. Pero Pablo lo llamó a gritos, diciendo:

«No te hagas daño alguno, que estamos todos aquí».

El carcelero pidió una lámpara, saltó dentro, y se echó temblando a los pies de Pablo y Silas; los sacó fuera y les preguntó:

«Señores, ¿qué tengo que hacer para salvarme?»

Le contestaron:

«Cree en el Señor Jesús y te salvarás tú y tu familia».

Y le explicaron la palabra del Señor, a él y a todos los de su casa.

A aquellas horas de la noche, el carcelero los tomó consigo, les lavó las heridas, y se bautizó en seguida con todos los suyos; los subió a su casa, les preparó la mesa, y celebraron una fiesta de familia por haber creído en Dios.

Palabra de Dios


Salmo 137,1-2a.2bc.3.7cR/. Señor, tu derecha me salva


Santo Evangelio según san Juan (16,5-11):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Ahora me voy al que me envió, y ninguno de vosotros me pregunta: “¿Adónde vas?”. Sino que, por haberos dicho esto, la tristeza os ha llenado el corazón. Sin embargo, os digo es la verdad: os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito. En cambio, si me voy, os lo enviaré.

Y cuando venga, dejará convicto al mundo acerca de un pecado, de una justicia y de una condena. De un pecado, porque no creen en mí; de una justicia, porque me voy al Padre, y no me veréis; de una condena, porque el príncipe de este mundo está condenado».

Palabra del Señor


Compartimos:

Las dos lecturas de hoy insisten en la búsqueda del bien para los demás, por encima del propio. En la primera, conmovedora lectura de Hechos, Pablo y sus compañeros en prisión calman al carcelero y le piden que no se haga daño a sí mismo. Su interés y su vida han pasado por encima de la libertad y la vida de esos cristianos encarcelados. Mirar al bien del otro antes que al propio es algo difícil, complejo y quizá loco. Ceder el paso siempre puede significar quedarse varado en un lugar mirando cómo los demás ascienden, prosperan, pasan… O, lo que es aún más heroico, empujar para que los demás alcancen su mayor bien.


No es fácil, y menos en nuestro mundo, ceder ni un ápice de la propia comodidad, bienestar, riqueza o seguridad en favor de otros, y mucho menos de quienes están en el grupo opuesto, como era el caso del carcelero. No parece encontrarse una razón lo suficientemente fuerte como para hacer algo tan loco. Pero se trata de esa locura divina que había descubierto Pablo y que ya nunca lo dejó.


Esa misma locura de Dios es la que parece asomarse en el pasaje del Evangelio de hoy: conviene que yo me vaya. Cuando Jesús dice que conviene que se vaya, es para el mayor bien de los discípulos. Aunque les parezca duro, ahora es el momento en que recibirán el gran bien del Espíritu. Decir con Jesús “conviene que yo me vaya” es apartarse, soltar cosas, dar la oportunidad a que el Espíritu inunde el espacio que había ocupado yo injustificadamente. Ceder, desaparecer, permitir que un bien mucho mayor entre en la vida de otros. Significa a veces no aferrarse a puestos o cargos por muy insignificantes que sean; significa permitir que otros hagan lo que yo pensaba que hacía mejor que nadie. Ceda el paso.

lunes, 26 de mayo de 2025

Lunes de la VI Semana de Pascua

Primera Lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (16,11-15):

Nos hicimos a la mar en Tróade y pusimos rumbo hacia Samotracia; al día siguiente salimos para Neápolis y de allí para Filipos, primera ciudad del distrito de Macedonia y colonia romana. Allí nos detuvimos unos días.

El sábado salimos de la ciudad y fuimos a un sitio junto al río, donde pensábamos que había un lugar de oración; nos sentamos y trabamos conversación con las mujeres que habían acudido. Una de ellas, que se llamaba Lidia, natural de Tiatira, vendedora de púrpura, que adoraba al verdadero Dios, estaba escuchando; y el Señor le abrió el corazón para que aceptara lo que decía Pablo.

Se bautizó con toda su familia y nos invitó:

«Si estáis convencidos de que creo en el Señor, venid a hospedaros en mi casa».

Y nos obligó a aceptar.

Palabra de Dios


Salmo 149,R/. El Señor ama a su pueblo


Santo Evangelio según san Juan (15,26–16,4a):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Cuando venga el Paráclito, que os enviaré desde el Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí; y también vosotros daréis testimonio, porque desde el principio estáis conmigo.

Os he hablado de esto, para que no os escandalicéis. Os excomulgarán de la sinagoga; más aún, llegará incluso una hora cuando el que os dé muerte pensará que da culto a Dios. Y esto lo harán porque no han conocido ni al Padre ni a mí.

Os he hablado de esto para que, cuando llegue la hora, os acordéis de que yo os lo había dicho».

Palabra del Señor

Compartimos:

Tanto si se toman las lecturas de la sexta semana de Pascua como las de la Memoria de Felipe Neri, se encuentran algunos contrastes interesantes entre el dolor y la alegría, un futuro algo incierto y la esperanza. Todo es posible, y en el tiempo de Dios, todo es real. En la lectura del lunes en tiempo de Pascua hay una predicción oscura y un poco aterradora: “algunos creerán que están dando culto a Dios cuando os matan”. O estarán, al menos, pensando que le hacen un bien a la sociedad y a la cultura en que viven. En los tiempos que vivimos de persecución religiosa a nivel local y mundial, esto parece tener cumplimiento cierto. Y aquí viene un contraste más fuerte: esa creencia de quienes persiguen pensando hacer lo mejor para la sociedad y eliminando el mal que ven en el cristianismo, choca con la fe a la que se nos invita en la lectura en la conmemoración de san Felipe Neri. “Que todos sean uno para que el mundo crea.” Que el mundo crea en Cristo, no en la destrucción de todo lo cristiano.


¿Acaso se deberá la persecución a la falta de unidad? ¿Cómo, o en qué puede creer el mundo si quienes dicen profesar la Verdad de Cristo están divididos y enfrentados? ¿Cómo se podría convencer a quienes piensan que persiguiendo están haciendo un bien, si los cristianos mismos se cancelan mutuamente al no pensar lo mismo?


Quizá una buena clave para la unidad, la reconciliación y que el mundo pueda creer nos la dé la lectura de Filipenses en el día de san Felipe Neri: “Aprecien todo lo que es verdadero y noble, cuanto hay de justo y puro, todo lo que es amable y honroso, todo lo que sea virtud y merezca elogio.”  Si miramos a todas esas cosas, es difícil la ira y la división. Si practicamos todas esas cosas, será difícil que quienes se sientan justificados en su persecución encuentren una buena excusa. Y entonces será posible, no solo que se aleje el temor a la persecución, sino que el mundo crea. Alégrense, dice el mismo pasaje de Filipenses. “Que vuestra benevolencia sea conocida de todos.”  Frente a todo lo que desee destruirlo: alegría, bondad, belleza, virtud.

domingo, 25 de mayo de 2025

REGINA CAELI PAPA LEÓN XIV

Plaza de San Pedro


Queridos hermanos y hermanas, ¡feliz domingo!

Estoy todavía en los inicios de mi ministerio entre ustedes y deseo agradecerles ante todo el afecto que me están manifestando, al mismo tiempo les pido que me sostengan con su oración y cercanía.


En todo aquello a lo que el Señor nos llama, tanto en el camino de la vida como en el de la fe, nos sentimos a veces insuficientes. Sin embargo, el Evangelio de este domingo (cf. Jn 14,23-29) justamente nos dice que no debemos fijarnos en nuestras fuerzas, sino en la misericordia del Señor que nos ha elegido, seguros de que el Espíritu Santo nos guía y nos enseña todo.


A los Apóstoles que, en la víspera de la muerte del Maestro, se encontraban turbados desconcertados y afligidos, preguntándose cómo podrían ser continuadores y testigos del Reino de Dios, Jesús les anuncia el don del Espíritu Santo, con esta promesa maravillosa: «El que me ama será fiel a mi palabra, y mi Padre lo amará; iremos a él y habitaremos en él» (v. 23).


De este modo, Jesús libera a los discípulos de toda angustia y preocupación y puede decirles: «¡No se inquieten ni teman!» (v. 27). Si permanecemos en su amor, en efecto, Él mismo hace morada en nosotros, nuestra vida se convierte en templo de Dios, y ese amor nos ilumina, y va entrando en nuestra forma de pensar y en nuestras decisiones, hasta alcanzar también a los demás, iluminando todos los ámbitos de nuestra existencia.


Sí, hermanos y hermanas, este morar de Dios en nosotros es precisamente el don del Espíritu Santo, que quien nos toma de la mano y nos hace experimentar, incluso en la vida cotidiana, la presencia y la cercanía de Dios, convirtiéndonos en morada suya.


Es hermoso que cuando al mirar a nuestro llamado, a las realidades y personas que nos han sido confiadas, a los compromisos que llevamos adelante y a nuestro servicio en la Iglesia, cada uno de nosotros pueda decir con confianza: aunque soy frágil, el Señor no se avergüenza de mi humanidad, al contrario, viene a habitar dentro de mí. Él me acompaña con su Espíritu, me ilumina y me transforma en instrumento de su amor para los demás, para la sociedad y para el mundo.


Queridos amigos, sobre el fundamento de esta promesa, caminemos en la alegría de la fe, para ser templo santo del Señor. Comprometámonos a llevar su amor a todas partes, recordando que cada hermana y cada hermano es morada de Dios; y que su presencia se revela especialmente en los pequeños, en los pobres y en quienes sufren, y nos pide ser cristianos atentos y compasivos.


Encomendémonos todos a la intercesión de María Santísima. Por obra del Espíritu, ella se convirtió en la “Morada consagrada a Dios”. Junto con ella, también nosotros podemos experimentar la alegría de acoger al Señor y ser signo e instrumento de su amor.


Después del Regina Caeli


Queridos hermanos y hermanas:

Ayer en Poznan (Polonia) fue beatificado Stanislaus Kostka Streich, sacerdote diocesano asesinado por odio a la fe en 1938, porque su labor en favor de los pobres y de los trabajadores irritaba a los seguidores de la ideología comunista. Que su ejemplo anime especialmente a los sacerdotes a gastarse generosamente por el Evangelio y por los hermanos.


También ayer se celebró la memoria litúrgica de la Bienaventurada Virgen María, Auxilio de los cristianos, Jornada de oración por la Iglesia en China, instituida por el Papa Benedicto XVI. En las iglesias y santuarios de China y de todo el mundo se han elevado oraciones a Dios como signo de preocupación y afecto por los católicos chinos y su comunión con la Iglesia universal. Que la intercesión de María Santísima obtenga para ellos y para nosotros la gracia de ser testigos fuertes y alegres del Evangelio, incluso en medio de las pruebas, para promover siempre la paz y la concordia.


Con estos sentimientos, nuestra oración abraza a todos los pueblos que sufren a causa de la guerra; y suplicamos al Señor que conceda valentía y perseverancia a cuantos están comprometidos en el diálogo y en la búsqueda sincera de la paz.


Hace diez años, el Papa Francisco firmó la Encíclica Laudato si’, dedicada al cuidado de nuestra casa común, y que ha tenido una difusión extraordinaria, inspirando innumerables iniciativas y enseñando a todos a escuchar el doble grito de la Tierra y de los pobres. Saludo y animo al Movimiento Laudato si’ y a todos aquellos que llevan adelante este compromiso.


Saludo a todos los peregrinos que llegan desde Italia y de muchas otras partes del mundo, especialmente a los peregrinos de Valencia y de Polonia, envío una particular bendición a cuantos participan en la gran peregrinación al Santuario mariano de Piekary Śląskie en Polonia. Saludo a los fieles de Pescara, Sortino, Paternò, Caltagirone, Massarosa Nord, Malnate, Palagonia y Cerello, y a los de la parroquia de los Sagrados Corazones de Jesús y María en Roma. Saludo con afecto a los niños de la Confirmación de la Arquidiócesis de Génova, a los confirmandos de San Teodoro, en la diócesis de Tempio-Ampurias, a los ciclistas de Paderno Dugnano y a los Bersaglieri de Palermo.


¡Les deseo a todos un feliz domingo!

sábado, 24 de mayo de 2025

VI Domingo de Pascua, Ciclo C.

Primera Lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (15,1-2.22-29):

En aquellos días, unos que bajaron de Judea se pusieron a enseñar a los hermanos que, si no se circuncidaban conforme a la tradición de Moisés, no podían salvarse. Esto provocó un altercado y una violenta discusión con Pablo y Bernabé; y se decidió que Pablo, Bernabé y algunos más subieran a Jerusalén a consultar a los apóstoles y presbíteros sobre la controversia. Los apóstoles y los presbíteros con toda la Iglesia acordaron entonces elegir algunos de ellos y mandarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé.

Eligieron a Judas Barsabá y a Silas, miembros eminentes entre los hermanos, y les entregaron esta carta: «Los apóstoles y los presbíteros hermanos saludan a los hermanos de Antioquía, Siria y Cilicia convertidos del paganismo. Nos hemos enterado de que algunos de aquí, sin encargo nuestro, os han alarmado e inquietado con sus palabras.

Hemos decidido, por unanimidad, elegir algunos y enviároslos con nuestros queridos Bernabé y Pablo, que han dedicado su vida a la causa de nuestro Señor Jesucristo. En vista de esto, mandamos a Silas y a Judas, que os referirán de palabra lo que sigue: Hemos decidido, el Espíritu Santo y nosotros, no imponeros más cargas que las indispensables: que os abstengáis de carne sacrificada a los ídolos, de sangre, de animales estrangulados y de la fornicación. Haréis bien en apartaros de todo esto. Salud.»

Palabra de Dios


Salmo 66,R/. Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben


Segunda Lectura

Lectura del libro del Apocalipsis (21,10-14.21-23):

El ángel me transportó en éxtasis a un monte altísimo, y me enseñó la ciudad santa, Jerusalén, que bajaba del cielo, enviada por Dios, trayendo la gloria de Dios. Brillaba como una piedra preciosa, como jaspe traslúcido. Tenía una muralla grande y alta y doce puertas custodiadas por doce ángeles, con doce nombres grabados: los nombres de las tribus de Israel. A oriente tres puertas, al norte tres puertas, al sur tres puertas, y a occidente tres puertas. La muralla tenía doce basamentos que llevaban doce nombres: los nombres de los apóstoles del Cordero. Santuario no vi ninguno, porque es su santuario el Señor Dios todopoderoso y el Cordero. La ciudad no necesita sol ni luna que la alumbre, porque la gloria de Dios la ilumina y su lámpara es el Cordero.

Palabra de Dios


Santo Evangelio según san Juan 14,23-29):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él. El que no me ama no guardará mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió. Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, pero el Defensor, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho. La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo. Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde. Me habéis oído decir: «Me voy y vuelvo a vuestro lado.» Si me amarais, os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es más que yo. Os lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda, sigáis creyendo.»

Palabra de Dios


Compartimos:

Hoy, antes de celebrar la Ascensión y Pentecostés, releemos todavía las palabras del llamado sermón de la Última Cena, en las que debemos ver diversas maneras de presentar un único mensaje, ya que todo brota de la unión de Cristo con el Padre y de la voluntad de Dios de asociarnos a este misterio de amor.


A Santa Teresita del Niño Jesús un día le ofrecieron diversos regalos para que eligiera, y ella —con una gran decisión aun a pesar de su corta edad— dijo: «Lo elijo todo». Ya de mayor entendió que este elegirlo todo se había de concretar en querer ser el amor en la Iglesia, pues un cuerpo sin amor no tendría sentido. Dios es este misterio de amor, un amor concreto, personal, hecho carne en el Hijo Jesús que llega a darlo todo: Él mismo, su vida y sus hechos son el máximo y más claro mensaje de Dios.


Es de este amor que lo abarca todo de donde nace la “paz”. Ésta es hoy una palabra añorada: queremos paz y todo son alarmas y violencias. Sólo conseguiremos la paz si nos volvemos hacia Jesús, ya que es Él quien nos la da como fruto de su amor total. Pero no nos la da como el mundo lo hace (cf. Jn 14,27), pues la paz de Jesús no es la quietud y la despreocupación, sino todo lo contrario: la solidaridad que se hace fraternidad, la capacidad de mirarnos y de mirar a los otros con ojos nuevos como hace el Señor, y así perdonarnos. De ahí nace una gran serenidad que nos hace ver las cosas tal como son, y no como aparecen. Siguiendo por este camino llegaremos a ser felices.


«El Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, os lo enseñará todo y os recordará todo lo que yo os he dicho» (Jn 14,26). En estos últimos días de Pascua pidamos abrirnos al Espíritu: le hemos recibido al ser bautizados y confirmados, pero es necesario que —como ulterior don— rebrote en nosotros y nos haga llegar allá donde no osaríamos.

Sábado de la V Semana de Pascua

Primera Lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (16,1-10):

En aquellos días, Pablo llegó a Derbe y luego a Listra. Había alli un discipulo que se llamaba Timoteo, hijo de una judía creyente, pero de padre griego. Los hermanos de Listra y de Iconio daban buenos informes de él. Pablo quiso que fuera con él y, puesto que todos sabían que su padre era griego, por consideración a los judíos de la región, lo tomó y lo hizo circuncidar.

Al pasar por las ciudades, comunicaban las decisiones de los apóstoles y presbíteros de Jerusalén, para que las observasen. Las iglesias se robustecían en la fe y crecían en número de día en día.

Atravesaron Frigia y la región de Galacia, al haberles impedido el Espíritu Santo anunciar la palabra en Asia. Al llegar cerca de Misia, intentaron entrar en Bitinia, pero el Espíritu de Jesús no se lo consintió. Entonces dejaron Misia a un lado y bajaron a Tróade.

Aquella noche Pablo tuvo una visión: se le apareció un macedonio, de pie, que le rogaba: «Pasa a Macedonia y ayúdanos».

Apenas tuvo la visión, inmediatamente tratamos de salir para Macedonia, seguros de que Dios nos llamaba a predicarles el Evangelio.

Palabra de Dios


Salmo 99,R/. Aclama al Señor, tierra entera


 Santo Evangelio según san Juan (15,18-21):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Si el mundo os odia, sabed que me ha odiado a mí antes que a vosotros.

Si fuerais del mundo, el mundo os amaría como cosa suya, pero como no sois del mundo, sino que yo os he escogido sacándoos del mundo, por eso el mundo os odia.

Recordad lo que os dije: “No es el siervo más que su amo”. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra.

Y todo eso lo harán con vosotros a causa de mi nombre, porque no conocen al que me envió».

Palabra del Señor


Compartimos:

Resulta paradójico que concluyamos una semana dedicada a meditar sobre el amor con una advertencia acerca del odio. Jesús nos avisa de que es más que probable que la respuesta del mundo al amor procedente de Dios que hemos recibido de Él y que debemos practicar como norma de nuestra vida, sea el odio. Es una llamada a mantener la calma, a no responder al odio con odio, sino a perseverar en el amor.


Podemos preguntarnos cómo es posible que el amor cristiano provoque la respuesta del odio. El amor es, en realidad, lo más exigente que hay, más que cualquier ley, porque no impone un determinado comportamiento externo, sino una entrega total, de corazón, que conlleva renuncias y sufrimientos. Y “el mundo”, es decir, ese viejo mundo que “yace bajo el poder del maligno” (cf. 1 Jn 5, 20), del que todos venimos, prefiere vivir para sí, en la calidez de los pequeños egoísmos o las grandes ventajas, con un mínimo de amor (para no ahogarse), siquiera a los más cercanos, aunque se rompa con tanta facilidad y frecuencia. Este mundo rechaza esa llamada exigente a la entrega total, que supone vivir a la intemperie, como Jesús en la cruz. Por eso, dice Jesús, el mundo lo ha odiado a Él y, en la medida en que vivimos como Él vivió (cf. 1 Jn 2, 6) y lo hacemos así presente, también nosotros nos atraemos el odio del mundo.


La advertencia de Jesús está llena de sentido, porque, puesto que ese viejo mundo sigue presente, no solo a nuestro alrededor, sino también en nosotros, tenemos la tentación de responder al odio mundanamente, a la defensiva, con un odio proporcional (o mayor). Y, haciendo así, resbalamos a ese mundo viejo, abdicamos de nuestra vocación de cristianos. Para evitar esa tentación, debemos permanecer en Él, vivir en su nombre, conocer al que lo ha enviado.


Y esto es esencial, porque este mundo que nos odia, porque odia a Cristo, en el fondo de su ser lo anhela y lo necesita, lo llama, nos llama a nosotros para que le transmitamos el Evangelio de la salvación, como el macedonio del sueño de Pablo. Ser fuertes en amor frente al odio del mundo nos habilita para la misión y prolonga en nosotros la presencia de Cristo.

viernes, 23 de mayo de 2025

Itinerario de la Solemnidad del Corpus Christi

Torredonjimeno se prepara para vivir con solemnidad y devoción una de las celebraciones más emblemáticas del calendario litúrgico: la festividad del Corpus Christi. La procesión de este año tendrá lugar el próximo 22 de junio.


La jornada comenzará con la celebración de la Eucaristía a las 10 de la mañana en la Iglesia Mayor de San Pedro Apóstol, donde fieles, cofradías y grupos parroquiales se darán cita para conmemorar la presencia real de Cristo en la Eucaristía.


Durante la misa tendrá lugar la procesión del Santísimo Sacramento con salida desde San Pedro Apóstol. El itinerario previsto recorrerá las siguientes calles del casco histórico de la localidad: Virgen de las Angustias, Plaza de Cobos, Travesía de Mesones, Mesones, San Antonio, Dávolos, Rabadán, Plaza de la Constitución, La Muela, Postiguillo, Salsipuedes, Santa María, Egisipa Tirao y Carrera Alta, hasta finalizar en la Parroquia de Santa María.


Durante el recorrido, se espera la instalación de altares, alfombras florales y balcones engalanados, en una expresión de fe popular y tradición que año tras año reúne a mayores y pequeños. Las calles de Torredonjimeno volverán a vestirse de gala para acompañar al Santísimo.

Viernes de la V Semana de Pascua

Primera Lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (15,22-31):

En aquellos días, los apóstoles y los presbíteros con toda la Iglesia acordaron elegir algunos de ellos para mandarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé. Eligieron a Judas, llamado Barsabá, y a Silas, miembros eminentes entre los hermanos, y enviaron por medio de ellos esta carta:

«Los apóstoles y los presbíteros hermanos saludan a los hermanos de Antioquía, Siria y Cilicia provenientes de la gentilidad. Habiéndonos enterado de que algunos de aquí, sin encargo nuestro, os han alborotado con sus palabras, desconcertando vuestros ánimos, hemos decidido, por unanimidad, elegir a algunos y enviároslos con nuestros queridos Bernabé y Pablo, hombres que han entregado su vida al nombre de nuestro Señor Jesucristo. Os mandamos, pues, a Silas y a Judas, que os referirán de palabra lo que sigue: Hemos decidido, el Espíritu Santo y nosotros, no imponeros más cargas que las indispensables: que os abstengáis de carne sacrificada a los ídolos, de sangre, de animales estrangulados y de uniones ilegítimas. Haréis bien en apartaros de todo esto. Saludos».

Los despidieron, y ellos bajaron a Antioquía, donde reunieron a la comunidad y entregaron la carta. Al leerla, se alegraron mucho por aquellas palabras alentadoras.

Palabra de Dios


Salmo 56, R/. Te daré gracias ante los pueblos, Señor


Santo Evangelio según san Juan (15,12-17):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Este es mí mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado.

Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.

Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando.

Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.

No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca.

De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros».

Palabra del Señor


Compartimos:

Encontramos en los Evangelios tres (incluso, cuatro) niveles del amor. En la respuesta de Jesús al fariseo que le pregunta por el mandamiento principal (cf. Mc 12,28-31), en la parte referida al segundo, semejante al primero, Jesús ya da dos respuestas: amar al prójimo como a sí mismo. Luego hay que amarse a sí mismo: procurar el propio bien es también un deber. Atender a nuestras necesidades físicas, psicológicas, intelectuales, espirituales nos da la medida del amor a los demás, que tienen necesidades similares, por no decir idénticas. El amor de sí no es egoísmo si está abierto a esas necesidades ajenas, que podemos remediar en la medida de nuestras posibilidades, en una actitud altruista, oblativa y generosa. Y esto, que es evidente en el caso de los más cercanos, se amplía a todos los seres humanos, porque por el primer mandamiento, por el que debemos amar al Señor Dios por encima de todo, descubrimos que Él es nuestro Padre y el Padre de todos, por lo que todos somos hermanos, todos nos hemos convertido en verdaderos prójimos, miembros de la misma familia. Por eso, en el evangelio de Lucas, Jesús completa la respuesta al fariseo con la parábola del buen samaritano (cf. Lc 10, 29-37).


Esta parábola nos conduce a un grado superior del amor: amar al prójimo como amamos a Cristo, sirviéndolo en sus pequeños hermanos (cf. Mt 25, 31-46); este amor, ya cristiano, está, por cierto, abierto a todos, pues los hay que aman a Cristo sin saberlo.


Pero la cima del amor es la que Jesús nos revela hoy: amarnos unos a otros como Él nos ha amado. Es un amor incondicional, que se da sin reservas y se entrega hasta dar totalmente la propia vida, como Jesús en la Cruz. Este amor es la plenitud del amor de Dios, del amor trinitario, el que se da entre el Padre y el Hijo, que Cristo ha traído al mundo, y que nos libera de toda esclavitud, nos da la verdadera libertad y nos hace amigos de Jesús. Solo practicando la amistad con él, el trato frecuente, la escucha de la Palabra, la oración, la participación en el banquete eucarístico, podemos avanzar en este amor, al que, por nuestras muchas limitaciones nos resistimos tanto. Pero es un amor posible, porque no es un ideal, un deseo lejano o utópico, sino el amor concreto con el que él nos ha amado primero.


Es un amor posible, como vemos en la primera lectura, por la presencia del Espíritu Santo, el Espíritu de Jesús, que crea comunidad, supera conflictos y ayuda a mantener la unidad en las diferencias.

jueves, 22 de mayo de 2025

Jueves de la V Semana de Pascua

 Primera Lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (15,7-21):

En aquellos días, después de una larga discusión, se levantó Pedro y dijo a los apóstoles y a los presbíteros:

«Hermanos, vosotros sabéis que, desde los primeros días, Dios me escogió entre vosotros para que los gentiles oyeran de mi boca la palabra del Evangelio, y creyeran. Y Dios, que penetra los corazones, ha dado testimonio a favor de ellos dándoles el Espíritu Santo igual que a nosotros. No hizo distinción entre ellos y nosotros, pues ha purificado sus corazones con la fe. ¿Por qué, pues, ahora intentáis tentar a Dios, queriendo poner sobre el cuello de esos discípulos un yugo que ni nosotros ni nuestros padres hemos podido soportar? No; creemos que lo mismo ellos que nosotros nos salvamos por la gracia del Señor Jesús».

Toda la asamblea hizo silencio para escuchar a Bernabé y Pablo, que les contaron los signos y prodigios que Dios había hecho por medio de ellos entre los gentiles. Cuando terminaron de hablar, Santiago tomó la palabra y dijo:

«Escuchadme, hermanos: Simón ha contado cómo Dios por primera vez se ha dignado escoger para su nombre un pueblo de entre los gentiles. Con esto concuerdan las palabras de los profetas, como está escrito:

“Después de esto volveré

y levantaré de nuevo la choza caída de David;

levantaré sus ruinas y la pondré en pie,

para que los demás hombres busquen al Señor,

y todos los gentiles sobre los que ha sido invocado mi nombre:

lo dice el Señor, el que hace que esto sea conocido desde antiguo”.

Por eso, a mi parecer, no hay que molestar a los gentiles que se convierten a Dios; basta escribirles que se abstengan de la contaminación de los ídolos, de las uniones ilegítimas, de animales estrangulados y de la sangre. Porque desde tiempos antiguos Moisés tiene en cada ciudad quienes lo predican, ya que es leído cada sábado en las sinagogas».

Palabra de Dios


Salmo 95,R/. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones


 Santo Evangelio según san Juan (15,9-11):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor.

Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.

Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud».

Palabra del Señor


Compartimos:

¿Puede la psicología desvelar la verdadera naturaleza del amor? Por muy útiles que puedan resultar la psicología, la antropología o las ciencias sociales para ilustrar las condiciones y los efectos benéficos del amor, ninguna de esas ciencias puede desentrañar lo que es, en realidad, un misterio. La verdadera clave de comprensión del amor es teológica. Solo mirando a Dios podemos atisbar la verdad de este misterio, en el que estriba el sentido de nuestra existencia y nuestra misma salvación. Porque el amor es un absoluto, que trasciende por completo los parámetros del espacio y del tiempo, que supera toda relatividad y se eleva por encima de todo límite. En pocas palabras, apenas en una frase, Jesús hoy nos ofrece todo un tratado sobre el amor: es la relación del Dios Padre con el Dios Hijo, la total donación que el Padre hace de sí y por la que el Hijo es lo que es. La relación intratrinitaria es una unidad y armonía perfecta que, sin embargo, no niega ni anula las diferencias (de las personas divinas), sino que las afirma como tales. Y eso es, en esencia, el amor: la unidad que afirma las diferencias.


Y ese amor en que consiste Dios se difunde y trasmite. Dios quiere compartir su ser y su esencia y lo hace creando y salvando. La creación es un acto de amor, y la salvación en Cristo es un amor redoblado, que no solo crea, sino que recrea y restablece lo que estaba perdido y condenado a muerte por el pecado. Acoger a Cristo es acoger el amor de Dios y transmitirlo, precisamente amando. El mandamiento que hay que guardar, si es que amamos a Cristo, es un envío (un mandado): hacernos heraldos de ese amor trinitario que hemos experimentado en Cristo.


Y si Dios ha tenido que esforzarse –por decirlo humanamente– para darnos su amor, como lo vemos en la Cruz de Jesucristo, es claro que nosotros no podemos reducir el amor a un pálido sentimiento romántico de simpatía, sino que tenemos que esforzarnos también en una entrega generosa y, en ocasiones, difícil. Porque el amor, la sustancia de Dios, tiene que actuar especialmente en las situaciones de conflicto, que con tanta frecuencia usamos como excusa para la agresión y la división. Vemos la utilidad del amor en la asamblea de Jerusalén. Sensibilidades distintas y, en parte, enfrentadas, se esfuerzan por encontrarse para salvar la unidad sin renunciar a las legítimas diferencias, con el objetivo de que la salvación en Cristo, la revelación del amor de Dios, alcance a todos, sin distinciones, superando toda frontera.

miércoles, 21 de mayo de 2025

«Catalina de Siena sería hoy la gran 'influencer' de la Iglesia, hasta el Papa quedaba deslumbrado»

 Solo cuatro de los treinta y seis doctores que tiene la Iglesia son mujeres. De esas cuatro, solo hay una que no fue monja ni vivió en un convento: Santa Catalina de Siena.


Patrona de Europa y de Italia, Catalina en ocasiones ha estado arrinconada entre una multitud de grandes nombres que son propuestos en la Iglesia como modelos de santidad. Algo que convierte a esta terciaria dominica en una figura muy interesante, un tanto enigmática y digna de redescubrir.


Para resaltar la valiosa voz de esta mujer valiente, decidida, combativa pero, a la vez, mística, caritativa y, sobre todo, santa, se acaba de publicar un atractivo libro titulado ¡Yo quiero! Pasión de Santa Catalina de Siena (Ed. San Pablo). 

"Un apasionante y sorprendente recorrido biográfico de Santa Catalina, que se narra en estas líneas jalonado con sus escritos, ofreciendo al lector una fuente de conocimiento de su vida e historia de la mano de su espiritualidad y doctrina", se dice en la contraportada del libro.


Su autora es sor Teresa de Jesús Cadarso Mateos (1993), monja dominica del Real Monasterio de Santo Domingo de Guzmán de Caleruega (Burgos, España), casa natal de Santo Domingo de Guzmán, fundador de la Orden de Predicadores.  


Sor Teresa ha estudiado en profundidad la historia y la espiritualidad de los dominicos, y compagina su vocación de contemplativa con la escritura. Colabora periódicamente en el blog La Llama y, en 2021, publicó su primer libro Domingo de Guzmán. Entre el silencio y la Palabra (Edibesa).


-¿Cómo nace tu devoción por Santa Catalina de Siena?

-Leyéndola. No le tenía ninguna devoción porque lo que había oído de ella me parecía demasiado raro. Aquello de que era una santa para admirar y no para imitar, me parecía que ya lo decía todo.


-¿Qué aspectos de su vida inspiraron tu vocación?

-Al empezar a conocerla me interesó mucho la relación entre la valentía y la humildad. Parece que una persona que se atreva a predicar la Verdad tiene que ser prepotente. Y es al contrario. En la vida de Catalina se aprecia esta lucha. Ella misma se resiste a hablar y tiene miedo de su propia vanidad, pero es Dios quien la llama a ponerse sobre el candelero.

-¿Y por qué un libro sobre una santa tan "peculiar"?

-Me pidieron unos artículos sobre la oración en Santa Catalina de Siena para la revista Magnificat. Los hice respondiendo a una petición, con mas dudas que ilusión, y descubrí un tesoro con un enorme potencial.


-¿Qué se va a encontrar el lector en este libro?

-La grandeza de Dios, su originalidad. Se van a encontrar con una persona y toda la riqueza humana de Catalina. Su historia, el contexto, las voces expertas en ella de autores antiguos y contemporáneos, pero también, y esto es algo que desde el principio sentí que debía ofrecerse, se van a encontrar con ella, con sus palabras, con sus cartas. Es difícil acceder a sus escritos y en este libro podrán leerla a ella directamente.


-Y, entrando en materia... ¿qué mensaje de Catalina sigue siendo urgente para la Iglesia y para el mundo de hoy?

-El amor gratuito de Dios. La Gracia. Es muy curioso cómo se da en ella, por un lado la exigencia de una vida radical, porque no se conforma con mediocridades y, al mismo tiempo, la conciencia de que todo es Gracia. Que es Dios quien actúa en ella y que sus obras no son el resultado de su esfuerzo o una forma de comprar la salvación. Para Catalina todo lo recibimos del costado abierto de Cristo.


Puedes comprar el libro en este enlace.


¿Cuál dirías que es su espiritualidad particular?

-Siguiendo en la línea de lo que acabamos de señalar, Catalina utiliza con demasiada frecuencia la imagen de la Sangre. Para ella, es la expresión del amor de Dios sin medida. El derroche y la gratuidad absoluta. La misericordia en definitiva.


»Otro mensaje central de Catalina es la doctrina de la celda del conocimiento. Como madre espiritual de una familia de discípulos, ella ha ido madurando en un proceso y esa misma experiencia es la que intenta inculcar en sus hijos espirituales.


»Insiste en que el cristiano debe habitar en el conocimiento de sí mismo. Y solo ahí podrá descubrir el Amor de Dios que le ha creado. Si no nos conociéramos, caeríamos en la presunción de quien piensa que se merece este amor. Y si nos quedáramos en la introspección de uno mismo, podríamos hundirnos. Porque lo impresionante es que Dios crea, elige y ama esta poca cosa que somos nosotros.


-Dices que Dios está "dentro" de nosotros...

-Más que "dentro", como si pudiéramos señalar un lugar, está en nosotros. Por la Cruz, Cristo nos ha abierto el Cielo, que es vivir en Dios. Y por el bautismo estamos habitados por esta Presencia. Lo que pasa es que a veces vivimos tan fuera de nosotros mismos que, aunque Dios esté en y con nosotros, vivimos como si no estuviera. Santa Catalina no se queda en una espiritualidad autorreferencial: yo, conmigo. Sino que insiste en que nos conozcamos para descubrir en nuestra verdad la Verdad del Amor de Dios.


-¿Cómo de importante fue su contexto vital para convertirse luego en lo que fue?

-Fundamental. No hay santidad sin contexto porque no hay vida sin cuerpo. La santidad, como nuestra espiritualidad, es encarnada. Son inseparables. Luego se puede sacar su enseñanza y su vida de lo concreto porque, de hecho, sigue siendo muy válido para el siglo XXI, pero todas las vidas de los santos son un camino en un tiempo y en un lugar determinado en los que la persona deja que Dios se haga presente a través de sí misma.

-Leyéndola... ¿cuál sería su anécdota más interesante?

-Toda su vida es una sucesión de anécdotas increíbles y muy singulares. El lector curioso va a disfrutar de la originalidad de esta biografía. Para mí, la noche en que está de paso en Génova, volviendo de Aviñón, y aparece en la casa en que se aloja un clérigo que pide ver a Catalina. Cuando entra en su habitación ella reconoce en aquel desconocido al mismísimo Gregorio XI que vuelve a dudar sobre el regreso a Roma y, además, tiene a sus cardenales en contra de la decisión. 


»Que todo un Papa de la Iglesia acuda de incógnito a buscar a esta mujer, ya dice mucho. Pero aun más impresionante es que salga de allí decidido a volver, a pesar de todo lo que tiene en contra. ¡Qué fuerza de convicción tendría que tener Santa Catalina! Catalina de Siena sería hoy, sin duda, la gran influencer de la Iglesia, hasta el Papa quedaba deslumbrado.


-Además de una mujer "valiente" era una gran mística... ¿la mística ha muerto? ¿o sigue teniendo cabida en la Iglesia de hoy? 

-La mística no puede morir. El libro comienza con la famosa frase de Rahner. O somos místicos o no somos cristianos. Otra cosa es lo que se ha entendido por mística. Como si todo se redujera a fenómenos sobrenaturales y espectaculares. 


»El místico es el que vive habitado por Dios y por eso su mirada, los ojos con los que observa la realidad, pueden captar con profundidad. No es que cambie la realidad o viva en un mundo paralelo, sino que tiene una mirada distinta capaz de ver desde la mirada y la bondad de Dios. 


»El místico tiene los pies en la tierra y las manos enfangadas. La Madre Teresa de Calcuta era una mística y solo porque era una mística pudo dar su vida por los más pobres. Hemos enfrentado a los místicos con los misioneros, cuando no se puede ser una cosa sin lo otro. El verdadero místico sale constantemente de sí mismo.


-¿Qué modelo de mujer es Catalina para el mundo de hoy? ¿representaría a esa "rebeldía femenina"?

-Santa Catalina es una ejemplo evidente de la capacidad creadora que tiene el amor. Ese es el verdadero feminismo. Ella prefirió la valentía, la obediencia, la pureza y el sacrificio. La mujer inventa y proyecta más allá de lo establecido porque el amor le urge dentro de sí. La reivindicación no es lo esencial ni lo primero. 


»No tiene ningún interés en romper moldes o afán de hacerse admirar. Ella ama sin medida y por eso rompe los moldes. A veces incluso a su pesar. Se mantiene a la escucha de Dios y por eso innova en su ser mujer en la Iglesia. Porque el Espíritu es la eterna novedad. Pero no es una cuestión humana ni un proyecto que nazca de ella.

-¿Cuál debe ser el papel de la mujer en la Iglesia... según la vida de Santa Catalina?

-La santidad. Ser mujer u hombre no impide al cristiano aspirar a la santidad. Cada uno tendrá su camino, pero no hay atajos por pertenecer a uno u otro sexo. Amar y matar el egoísmo. Lo haremos de diversa forma y con vocaciones concretas y cada uno tendrá su camino, pero la exortación continua de Catalina es a amar y a refugiarse en el costado de Cristo, y ahí no hay discriminación.


-¿Y el papel de los laicos? Como terciaria que era...

-Es un misterio del Espíritu el que Catalina no se metiera monja. Sin duda que hubo unos motivos circunstanciales, porque al final ella vive los tres votos religiosos, sin tener por qué. Pero al mismo tiempo pienso que es una cuestión más allá del contexto. Era necesario que fuera laica, que estuviera en el mundo, que recorriera la Toscana y parte de Europa. Que enseñara a los cristianos que podemos estar en medio de los quehaceres y vivir la intimidad con Dios. Que no hay que encerrarse en un convento para ser mística.


-Acabamos de recibir a León XIV... para ella, el Papa tuvo siempre mucha importancia... ¿no?

-Santa Catalina es una hija de la Iglesia, defensora y fiel incluso cuando estaba formada por hombres y mujeres pecadores, con heridas graves, con escándalos dolorosos. Ella demuestra que la fidelidad es algo mucho más profundo que la respuesta proporcionada a los merecimientos personales. 


»A veces miramos en la Iglesia las heridas que nos provocamos unos con otros y dejamos de sentirnos identificados, nos avergonzamos… La vida de Catalina es el ejemplo de que el amor a la Iglesia, al Papa, a cada creyente es algo mucho más profundo que la simple opinión, el gusto, la ideología o el partido.

-Ahora que ya eres "experta" en Santa Catalina... si pudieras tener una conversación con ella, ¿qué le dirías?

-Le preguntaría por su soledad. Pienso que a pesar de tener esa familia de discípulos, de ser una mujer influyente y de movilizar a tantos… se debió de sentir muy sola, humanamente hablando, porque los éxitos no dan la felicidad. Le preguntaría cómo experimentar esa unión con Dios en medio de la soledad que todos sufrimos de una u otra manera.


-Y, ¿a una joven de hoy que esté buscando modelos de santidad?

-Que no deje que la rutina, los formalismos, o la mediocridad que puede observar a su alrededor, le apaguen esa inquietud. Que no se conforme con menos que una vida entregada sin reservas.


-Pero... ¿la santidad implica siempre "radicalidad"?

-Sí, claro. Otra cosa es lo que se entienda por radicalidad. La RAE tiene hasta 10 acepciones para el término radical. La santidad implica radicalidad en el sentido de totalidad. Porque no se puede servir a dos señores. Hay que optar. Y cuando se opta por Cristo se renuncia al resto de señores. Y a uno mismo, sobre todo. Si lo que se quiere decir con radicalidad es vivir en el extremo, creo que no. Hay una santidad escondida en el término medio, en la zona más discreta. Y hay extremismos que tienen más de búsqueda de uno mismo que de santidad.

Miércoles de la V Semana de Pascua

Primera Lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (15,1-6):

En aquellos días, unos que bajaron de Judea se pusieron a enseñar a los hermanos que, si no se circuncidaban conforme al uso de Moisés, no podían salvarse. Esto provocó un altercado y una violenta discusión con Pablo y Bernabé; y se decidió que Pablo, Bernabé y algunos más de entre ellos subieran a Jerusalén a consultar a los apóstoles y presbíteros sobre esta controversia. Ellos, pues, enviados por la Iglesia provistos de lo necesario, atravesaron Fenicia y Samaría, contando cómo se convertían los gentiles, con lo que causaron gran alegría a todos los hermanos. Al llegar a Jerusalén, fueron acogidos por la Iglesia, los apóstoles y los presbíteros; ellos contaron lo que Dios había hecho con ellos.

Pero algunos de la secta de los fariseos, que habían abrazado la fe, se levantaron, diciendo:

«Es necesario circuncidarlos y ordenarles que guarden la ley de Moisés».

Los apóstoles y los presbíteros se reunieron a examinar el asunto.

Palabra de Dios


Salmo 121,R/. Vamos alegres a la casa del Señor

Santo Evangelio según san Juan (15,1-8):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento que no da fruto en mí lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto.

Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros.

Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.

Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden.

Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará.

Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos».

Palabra del Señor


Compartimos:

Es evidente que la gran noticia de la Resurrección de Cristo y su proclamación a todas las gentes no significa la apertura de una historia luminosa y sin sombras, donde todo avanza como en una balsa de aceite. De modo semejante a como la encarnación supone la presencia real del Hijo de Dios en nuestro mundo, pero una presencia opaca y sometida a todas las limitaciones que ese mundo impone, la difusión del mensaje pascual se realiza en medio de muchas dificultades. Hasta ahora, leyendo los Hechos de los Apóstoles, hemos visto sobre todo las dificultades externas: prohibiciones, persecuciones, prisiones y martirios. Hoy descubrimos que esas dificultades se dan también dentro de la Iglesia, en la que chocan diversas formas de ver la novedad de la vida cristiana. La “encarnación” del mensaje pascual choca con inercias de las que no es fácil liberarse. Para algunos la novedad del Evangelio no es suficiente, y pretenden encerrarla en los estrechos límites del judaísmo. A ello se oponen con energía Pablo (que de fariseísmo sabía un rato) y Bernabé. Podemos estar tentados de interpretar el conflicto en términos actuales como una disputa entre “progresistas” (Pablo y Bernabé) y “conservadores” (los fariseos conversos), con algunas posiciones “de centro” (Pedro, tal vez). Y este esquema lo trasladamos con mayor facilidad a nuestra Iglesia de hoy, por ejemplo, respecto de la reciente elección del sucesor de Pedro, clasificando a los cardenales de manera partidista, según esos parámetros, más políticos que evangélicos. En cierto modo, esto es inevitable, pues vivimos en este mundo y no somos, ni debemos ser, herméticos a él. Pero sería un craso erros limitaros a esas categorías y no ir más allá. Ese “más allá” se expresa escuetamente en las palabras: “los apóstoles y presbíteros se reunieron”.


No era una asamblea “entre ellos”, sino que se reunieron para unirse como los sarmientos a la vid. No era una reunión sólo de confrontación de opiniones y búsqueda de compromisos, sino que se reunieron para escuchar la Palabra y dejarse iluminar por el Espíritu. Se trata de abrir un proceso de escucha, que tendrá sus momentos difíciles y dolorosos, momentos de poda, pero que, unidos a la vid, se convierten en momentos de purificación, que acaba dando sus frutos.


Sin esa voluntad de unirse a la vid verdadera que es Cristo, el progresismo se convierte en un mero gusto por la novedad y la moda del momento; y el conservadurismo se reduce a una cerrazón sectaria incapaz de trasmitir la luz: unos y otros se convierten en ramas secas y estériles. Pero, unidos a la vid, reciben unos y otros la savia que les permite ser fieles al depósito de la fe y que hay que conservar; y se abren sin miedo al mundo, al que deben anunciar la vida nueva del Resucitado. Y así, unidos a la única vid verdadera, unos y otros se descubren como hermanos, comparten sus respectivos dones, y dan fruto abundante para sí y para todo el mundo.