miércoles, 16 de octubre de 2024

Miércoles de la XXVIII Semana del Tiempo Ordinario. Santa Eduviges, religiosa.

Primera Lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas (5,18-25):

Si os guía el Espíritu, no estáis bajo el dominio de la ley. Las obras de la carne están patentes: fornicación, impureza, libertinaje, idolatría, hechicería, enemistades, contiendas, envidias, rencores, rivalidades, partidismo, sectarismo, discordias, borracheras, orgías y cosas por el estilo. Y os prevengo, como ya os previne, que los que así obran no heredarán el reino de Dios. En cambio,

el fruto del Espíritu es: amor, alegría, paz, comprensión, servicialidad, bondad, lealtad, amabilidad, dominio de sí. Contra esto no va la ley.

Y los que son de Cristo Jesús han crucificado su carne con sus pasiones y sus deseos. Si vivimos por el Espíritu, marchemos tras el Espíritu.

Palabra de Dios

Salmo 1,1R/. El que te sigue, Señor, tendrá la luz de la vida

 Santo Evangelio según san Lucas (11,42-46):

En aquel tiempo, dijo el Señor: «¡Ay de vosotros, fariseos, que pagáis el diezmo de la hierbabuena, de la ruda y de toda clase de legumbres, mientras pasáis por alto el derecho y el amor de Dios! Esto habría que practicar, sin descuidar aquello. ¡Ay de vosotros, fariseos, que os encantan los asientos de honor en las sinagogas y las reverencias por la calle! ¡Ay de vosotros, que sois como tumbas sin señal, que la gente pisa sin saberlo!»

Un maestro de la Ley intervino y le dijo: «Maestro, diciendo eso nos ofendes también a nosotros.»

Jesús replicó: «¡Ay de vosotros también, maestros de la Ley, que abrumáis a la gente con cargas insoportables, mientras vosotros no las tocáis ni con un dedo!»

Palabra del Señor

Compartimos:

La vida humana nunca está libre de cargas. Algunas son más pesadas que otras. Algunas vienen dadas por el curso natural de acontecimientos, y otras vienen impuestas por quienes quisieran ser más, gobernar, dominar. Las lecturas del Evangelio de hoy, tanto la del día del tiempo ordinario como la de santa Margarita hablan de cargas de distintas maneras. En Lucas, las cargas las ponen los maestros de la Ley, que imponen cargas y normas absurdas sobre el pueblo, pero que no mueven un dedo por ayudar a llevarlas. En Mateo, la carga la pone el propio Jesús. Pero es una carga suave, ligera. Es un “yugo”. Y en el yugo se enlazan dos cabezas; de manera que la carga se lleva entre dos. Y en este caso, la otra cabeza es la del propio Cristo. “Mi yugo es suave”, dice. Pero hay que aprender de él. Las cargas de los maestros de la Ley no se pueden llevar porque están impuestas desde la prepotencia y la soberbia.


Pero, en la otra parte del yugo que nos presenta Jesús está su cabeza que es mansa, al contrario de la que impone cargas.


Es de suponer que, si uno de los bueyes que llevan el yugo es terco, insolente, rebelde e independiente, y el otro es suave y manso, las cosas se van a poner difíciles. No se va a poder caminar ni avanzar. El Señor tirará para el lado de su sabiduría y bondad y verdad, y el otro hacia su gusto, comodidad y sentimiento. Querrá hacer su propia voluntad en lugar de la de Dios, y eso dificultará enormemente la tarea. Además, si se lleva la carga a regañadientes, sin contar con la ayuda, con insolencia y rebeldía, el cansancio de la faena va a ser mayor, por la energía empleada en la pelea… Pero el Señor invita a descansar, a caminar en la misma dirección con él, sabiendo que él lleva la mitad de la carga y que, por lo tanto, es suave. Y entonces viene ese alivio prometido.

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