jueves, 31 de agosto de 2017

EL LIBRO DEL GÉNESIS

Un relato lento, solemne, rítmico, hierático, con todas las características de un redactor sacerdotal (P), abre la Biblia. Es el relato de los orígenes del mundo. Es un relato que presenta muchas dificultades a los lectores modernos por su anticientífica presentación del
comienzo del cosmos, de la vida y del hombre. 

A este relato siguen otros de estilos muy diversos y bastante desconcertantes si los leyéramos por primera vez, sin conocerlos previamente por la catequesis, ya que reflejan una mentalidad muy distinta de la nuestra y suponen una larga serie de conceptos previos que nosotros no tenemos en absoluto o que, en el caso de los lectores cristianos, hemos sustituido por otros muy alejados de la mentalidad inicial de los autores. ¿Qué se nos narra?: Dios es el autor de todo el universo y de la humanidad entera. Los humanos son desobedien-tes y Dios los expulsa del paraíso. La humanidad sigue apartándose de la Ley de Dios y Dios descrea el mundo con el diluvio. Los hombres son soberbios, quieren escalar la morada de Dios con sus propias fuerzas y Dios los confunde y divide en Babel. Pero Dios se va a formar un pueblo obediente como su primer antepasado, Abraham, descendiente de la mejor rama de la humanidad, la de Sem, que va a invertir la tendencia y va a salvar al mundo: ese pueblo es Israel, que desciende de Abraham, de Isaac y de Jacob a quienes
Dios ha llamado, ha hecho unas promesas y ha llenado de bendiciones. ¿Qué pretendía el autor? El autor que reunió todos estos relatos y le dio la forma que actualmente tienen
—que es en definitiva la que de veras nos importa—parece que quería enseñar a los judíos que el pueblo de Israel es uno más entre los pueblos de la tierra y que Dios es único, origen de todas las cosas, superior a todos los dioses de los gentiles y Dios de todos los pueblos,
lo reconocieran o no. Este Dios único se ha elegido a Israel (que así ya no es simplemente "uno más" entre todos los pueblos), para remediar lo que los hombres habían estropeado desobedeciendo a Dios. Estos relatos servían así a un proyecto importante: enseñar a
Israel a cumplir la Ley que se expone a partir de la mitad del libro del Éxodo, pues esta Ley es la razón última del ser de Israel.

Para enseñamos eso (y muchas cosas más que dan de sí para una inagotable colección de libros y artículos), el autor recogió cuidadosamente las explicaciones de los orígenes del mundo: leyendas, historias, recuerdos, novelas ejemplares, etc., que se daban en los
centros culturales más prestigiosos de la época, que al parecer se situaban en Babilonia; y con todo ello, y sobre todo con su revolucionaria idea de Dios, organizó los materiales, los depuró todo lo que pudo de ideas politeístas, los refundió y los publicó. El autor quería
aprovecharlo todo. No eliminó historias extrañas, se le colaron repeticiones, compuso relatos recargados con afirmaciones contrapuestas, dejó pasar anacronismos...podríamos decir que hizo una chapuza si no le hubiera salido una obra genial. Claro que para eso estaba allí el Espíritu de Dios aleteando sobre las confusiones de su Cuando los cristianos releemos
estos relatos sobre la creación del mundo y sobre los orígenes del pueblo de Israel tenemos
dos posibilidades: buscar ciencia e historia y entonces sacamos poco en claro, o buscar una explicación sobre el sentido de nuestra vida y entonces tenemos ahí una fuente inagotable. Dios es el origen de todo, Dios sostiene todo, Dios es el creador del mundo y el Señor de la historia, Dios ha hecho todo bueno y ha querido que el hombre sea feliz. Dios no se conforma con que el hombre destruya su obra por el pecado y está siempre dispuesto a comenzar de nuevo.
Por eso cuando todo está más hundido y deshecho, Dios tiende de nuevo su mano a los hombres y empieza una nueva creación. Así sucede cuando Adán y Eva son expulsados del Paraíso, cuando Noé sale del arca, cuando bendice a Sem que ha sido respetuoso con su padre. Y luego, en los ciclos de los patriarcas y en el resto de la historia de Israel que se extiende por el Pentateuco y por la obra deuteronomista, sigue esta acción salvadora cuando elige a Abraham después de la confusión de las lenguas en Babel; cuando da un hijo a Abraham y Sara ya ancianos, cuando protege a Jacob de las iras de Esaú, cuando saca a José de la prisión y lo hace Virrey de Egipto, cuando salva a Moisés de las aguas, cuando saca a los esclavos de Egipto, cuando dirige y alimenta a su pueblo por el desierto, cuando le hace vencer a reyes poderosos, cuando lo hace entrar en la tierra prometida. Todo apunta a Jesucristo y en Él se cumple perfectamente esta regla ya que cuando los hombres han
asesinado al Hijo de Dios y todo está absolutamente perdido, Dios lo resucita y empiezan los tiempos definitivos con una humanidad nueva y con un pueblo nuevo en el que se cumplen todas las promesas. 

En el libro del Génesis se nos dan los orígenes del mundo y del pueblo de Israel y Así se nos dice cual es el plan de Dios sobre el mundo y el hombre y, a Través de eso, conocemos quién es Dios, cómo es Dios y quién es el hombre y lo necesitado que está de la salvación de
Dios. En fin, que el comienzo de la Biblia tiene bastante más que la historia de una serpiente y una manzana...

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