lunes, 11 de agosto de 2025

Lunes de la XIX Semana del Tiempo Ordinario

Primera Lectura

Lectura del libro del Deuteronomio (10,12-22):

Moisés habló al pueblo, diciendo: «Ahora, Israel, ¿qué es lo que te exige el Señor, tu Dios? Que temas al Señor, tu Dios, que sigas sus caminos y lo ames, que sirvas al Señor, tu Dios, con todo el corazón y con toda el alma, que guardes los preceptos del Señor, tu Dios, y los mandatos que yo te mando hoy, para tu bien. Cierto: del Señor son los cielos, hasta el último cielo, la tierra y todo cuanto la habita; con todo, sólo de vuestros padres se enamoró el Señor, los amó, y de su descendencia os escogió a vosotros entre todos los pueblos, como sucede hoy. Circuncidad vuestro corazón, no endurezcáis vuestra cerviz; que el Señor, vuestro Dios, es Dios de dioses y Señor de señores, Dios grande, fuerte y terrible; no es parcial ni acepta soborno, hace justicia al huérfano y a la viuda, ama al forastero, dándole pan y vestido. Amaréis al forastero, porque forasteros fuisteis en Egipto. Temerás al Señor, tu Dios, le servirás, te pegarás a él, en su nombre jurarás. Él será tu alabanza, él será tu Dios, pues él hizo a tu favor las terribles hazañas que tus ojos han visto. Setenta eran tus padres cuando bajaron a Egipto, y ahora el Señor, tu Dios, te ha hecho numeroso como las estrellas del cielo.»

Palabra de Dios

Salmo 147,R/. Glorifica al Señor, Jerusalén

 Santo Evangelio según san Mateo (17,22-27):

En aquel tiempo, mientras Jesús y los discípulos recorrían juntos Galilea, les dijo Jesús: «Al Hijo del hombre lo van a entregar en manos de los hombres, lo matarán, pero resucitará al tercer día.» Ellos se pusieron muy tristes.

Cuando llegaron a Cafarnaún, los que cobraban el impuesto de las dos dracmas se acercaron a Pedro y le preguntaron: «¿Vuestro Maestro no paga las dos dracmas?»

Contestó: «Sí.»

Cuando llegó a casa, Jesús se adelantó a preguntarle: «¿Qué te parece, Simón? Los reyes del mundo, ¿a quién le cobran impuestos y tasas, a sus hijos o a los extraños?»

Contestó: «A los extraños.»

Jesús le dijo: «Entonces, los hijos están exentos. Sin embargo, para no escandalizarlos, ve al lago, echa el anzuelo, coge el primer pez que pique, ábrele la boca y encontrarás una moneda de plata. Cógela y págales por mí y por ti.»

Palabra del Señor

Compartimos:

El texto evangélico de hoy tiene dos partes que parecen muy diferentes y sin conexión. En la primera Jesús de camino con sus discípulos les explica una vez más lo que va a ser su futuro inmediato. Al Hijo del hombre, a él mismo, le van a entregar en manos de los hombres y lo van a matar. Probablemente la mención final de la resurrección es un añadido posterior. O, en caso de que sean palabras de Jesús, lo más probable es que los discípulos no entendieran lo que Jesús quería decir. Era una novedad demasiado novedosa para que entrase en sus mentes. Por eso se entiende que se pusieran muy tristes. Del futuro de Jesús dependía su futuro. Y si Jesús moría, ellos se habían equivocado de líder y de profeta.


En la segunda se nos plantea un tema muy diferente: el pago de los impuestos. Actualmente en la mayoría de los países todos los ciudadanos están obligados al pago de los impuestos. Ni el rey ni el presidente de la república está exento. Pero no era así en tiempo de Jesús. De hecho, los ciudadanos romanos estaban exentos del pago de impuestos. Sólo los habitantes de las naciones dominadas, conquistadas, colonizadas, controladas por los romanos pagaban impuestos. A eso es lo que se refiere Jesús cuando dice que los reyes del mundo no cobran impuestos a sus hijos, sólo a los extraños. Jesús que se siente ciudadano del reino, hijo de Dios, entiende que él no debería pagar. En el reino no hay impuestos y todos son hijos e hijas. En el reino no hay extraños. Pero ya se da cuenta Jesús de que el reino todavía no es una realidad. El reino está viniendo. Ya está pero no se ha cumplido definitivamente. Por eso termina pagando.


En el fondo estas dos partes están muy unidas. Jesús se mueve, por así decir, en otra dimensión. No pertenece ya a este mundo. El es ciudadano del reino de Dios. Por eso y nada más que por eso los hijos de los hombres lo van a matar. Porque no quieren aceptar esa nueva realidad que es el reino. Y por eso, aunque en el reino no hay impuestos, todavía hay que pagarlos. Pero no será así en el reino. Claro que para llegar al reino hay que pasar por la Pasión/Pascua. Quizá entonces los discípulos entenderán lo que significa eso de que “resucitará al tercer día.”

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