lunes, 16 de junio de 2025

Lunes de la XI Semana del Tiempo Ordinario

Primera Lectura

Lectura de la Primera Carta del Apóstol San Pablo a los Corintios (6,1-10):

Secundando su obra, os exhortamos a no echar en saco roto la gracia de Dios, porque él dice: «En tiempo favorable te escuché, en día de salvación vine en tu ayuda»; pues mirad, ahora es tiempo favorable, ahora es día de salvación. Para no poner en ridículo nuestro ministerio, nunca damos a nadie motivo de escándalo; al contrario, continuamente damos prueba de que somos ministros de Dios con lo mucho que pasamos: luchas, infortunios, apuros, golpes, cárceles, motines, fatigas, noches sin dormir y días sin comer; procedemos con limpieza, saber, paciencia y amabilidad, con dones del Espíritu y amor sincero, llevando la palabra de la verdad y la fuerza de Dios. Con la derecha y con la izquierda empuñamos las armas de la justicia, a través de honra y afrenta, de mala y buena fama. Somos los impostores que dicen la verdad, los desconocidos conocidos de sobra, los moribundos que están bien vivos, los penados nunca ajusticiados, los afligidos siempre alegres, los pobretones que enriquecen a muchos, los necesitados que todo lo poseen.

Palabra de Dios


Salmo  97,R/. El Señor da a conocer su victoria


Santo Evangelio según san Mateo (5,38-42):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Habéis oído que se dijo: «Ojo por ojo, diente por diente». Yo, en cambio, os digo: No hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica, dale también la capa; a quien te requiera para caminar una milla, acompáñale dos; a quien te pide, dale, y al que te pide prestado, no lo rehuyas.»

Palabra del Señor


Compartimos:

Se me ocurre que para comentar esta lectura sería bueno usar el lenguaje de los jóvenes de hoy: ¡Qué fuerte! Es verdad, es fuerte lo que dice Jesús: plantear de esta manera tan radical el perdón (un perdón  sin condiciones) como un elemento esencial para sus seguidores. Es fuerte porque nuestro mundo no funciona así. Seamos decentes y reconozcámoslo.


Estas palabras de Jesús tan radicales, tan opuestas a lo que vivimos y sentimos, me han hecho recordar, por oposición, una frase que he leído recientemente en una novela. Era la novela “El Padrino” de Mario Puzo. Pues bien, prácticamente en la última página de la novela, uno de los protagonistas para justificar todos los asesinatos que se cometen en el relato, dice con toda claridad: “En nuestro mundo no hay lugar para el perdón.” Así de claro y así de honesto. Podemos pensar que eso sucede solo en ese mundo de la mafia y de delincuentes de que se habla en la novela. Pero no es verdad. Es difícil encontrar en nuestra sociedad esa capacidad auténtica para el perdón. Y menos entre colectivos. Podíamos poner numerosos ejemplos pero baste pensar en israelíes y palestinos, que llevan setenta años en guerra y en conflicto y que aplican continuamente lo de “ojo por ojo y diente por diente”. Pero así solo van a lograr terminar todos ciegos y desdentados. O podemos pensar en aquella imagen de Goya en que dos hombres luchan con garrotes, enterrados hasta las rodillas en un paisaje desolado. La viva imagen del conflicto, del odio, de la violencia que demasiadas veces inunda las relaciones humanas.


Pero ese camino, el del “ojo por ojo y diente por diente” no lleva a ningún sitio. Sólo el perdón abre caminos de futuro. El perdón y el olvido también. Porque el perdón incluye necesariamente dar al otro la posibilidad de volver a empezar, de reconocer su error (¿y quién está libre de error? ¿quién no ha necesitado nunca el perdón?) y tener una nueva oportunidad. No se trata de hacer nada más que lo que Dios hace con nosotros: estar cerca de nosotros, perdonar y permitirnos siempre volver a empezar como si nada hubiese sucedido.

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