martes, 29 de abril de 2025

Santa Catalina de Siena, virgen y doctora de la Iglesia

Primera Lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (1,5–2,2):

Os anunciamos el mensaje que hemos oído a Jesucristo: Dios es luz sin tiniebla alguna. Si decimos que estamos unidos a él, mientras vivimos en las tinieblas, mentimos con palabras y obras. Pero, si vivimos en la luz, lo mismo que él está en la luz, entonces estamos unidos unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos limpia los pecados. Sí decimos que no hemos pecado, nos engañamos y no somos sinceros. Pero, si confesamos nuestros pecados, él, que es fiel y justo, nos perdonará los pecados y nos limpiará de toda injusticia. Si decimos que no hemos pecado, lo hacemos mentiroso y no poseemos su palabra. Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero, si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.

Palabra de Dios

Salmo 102 R/. Bendice, alma mía, al Señor

Santo Evangelio según san Mateo (11,25-30):

En aquel tiempo, exclamó Jesús: «Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.»

Palabra del Señor

Compartimos:

Debe de ser muy importante eso de que “hay que nacer de nuevo” porque el Evangelio de hoy insiste en ello. Veamos el asunto con tranquilidad. Cuando nacemos, somos criaturas nuevas. Algo así como un libro con todas las páginas en blanco. Pero es un libro que nace ya en una librería concreta. Sus primeras páginas se llenan a los pocos minutos de nacer si es que no se empiezan a llenar antes. Porque de hecho nacemos en un lugar y no en otro. No es lo mismo nacer en el norte que en el sur. No es lo mismo nacer en un país rico que en un país pobre. No es lo mismo nacer en el seno de una familia rica en un país rico que en una familia rica en un país rico. El idioma que empezamos a aprender al poco de nacer está también cargado de frases hechas, de ideas preconcebidas, de prejuicios. Y es y va a ser nuestra forma de expresarnos y, por ende, de entender el mundo y la sociedad para toda nuestra vida. Así se conforma todo eso que es la cultura.


En la práctica, la cultura es mucho más que una segunda piel. No es un adhesivo que se pone y se quita sin que nada suceda. Hace unos años, entre los misioneros que salían de su país para ir a llevar el Evangelio a otros países, otras lenguas y otras culturas, se puso de moda decir que se tenían que inculturar en su nuevo país. Era una comprensión un tanto ingenua de lo que es la cultura. Como si bastase con aprender el idioma y hacerse a unas formas diferentes de comer, de vestir o de relacionarse unos con otros. Por mucho que lo intentasen aquellos misioneros seguían siendo españoles o italianos o franceses o americanos o cualquier que fuese el país de origen.


Ahí se nos hace más clara la radicalidad de la propuesta de Jesús. Nacer de nuevo significa un poco borrar todas las páginas del libro que somos y comenzar a llenarlas de nuevo. Significa leer el Evangelio y acercarnos a Jesús con ojos nuevos y corazón abierto, limpio y libre de prejuicios, para dejarnos llevar por el Espíritu. Es una propuesta difícil pero no imposible. ¿Lo intentamos?

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