sábado, 15 de marzo de 2025

Sábado de la I Semana de Cuaresma

Primera Lectura

Lectura del libro del Deuteronomio (26,16-19):

MOISÉS habló al pueblo, diciendo:

«Hoy el Señor, tu Dios, te manda que cumplas estos mandatos y decretos. Acátalos y cúmplelos con todo tu corazón y con toda tu alma.

Hoy has elegido al Señor para que él sea tu Dios y tú vayas por sus caminos, observes sus mandatos, preceptos y decretos, y escuches su voz. Y el Señor te ha elegido para que seas su propio pueblo, como te prometió, y observes todos sus preceptos.

Él te elevará en gloria, nombre y esplendor, por encima de todas las naciones que ha hecho, y serás el pueblo santo del Señor, tu Dios, como prometió».

Palabra de Dios


Salmo 118,R/. Dichoso el que camina en la voluntad del Señor


Santo Evangelio según san Mateo (5,43-48):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Habéis oído que se dijo: “Amarás a tu prójimo’ y aborrecerás a tu enemigo”.

Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos.

Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y, si saludáis solo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto».

Palabra del Señor


Compartimos:

La ley del Señor es perfecta y es descanso del alma; el precepto del Señor es fiel e instruye a los ignorantes, dice el salmo de la Antífona de entrada en la Liturgia de hoy. La ley del Señor se nos propone como perfecta. Parece razonable confrontar nuestros criterios, nuestros juicios y nuestros actos con lo perfecto. Después en la lectura de la Palabra, con el Salmo 118 decimos “Quiero guardar tus decretos exactamente” para teminar -una vez hecho el propósito- implorando: “tú no me abandones”. Porque ciertamente no basta con la voluntad o el deseo y necesitamos la gracia para ser fieles.


Jesús, como todo judío piadoso, conocía la Ley y los profetas. Los había leido y escuchado en la Sinagoga desde la ceremonia de Bar Mitzvá  por la que los varones judíos, al cumplir los 13 años de edad, asumen su responsabilidad para cumplir los preceptos. Nosotros creemos que Jesús es el mejor ser humano y también el Hijo consustancial a Padre. Y por tanto lo que dice Jesús es cosa de Dios, Trinidad Santa. En los libros atribuidos a Moisés no está escrito “aborrecerás a tu enemigo” pero sí en otros libros de las escrituras. Por eso el “pero yo os digo amad a vuestros enemigos” debió sonar como escándalo a sus discípulos.


Aborrecer al enemigo responde a una lógica humana. Amarlo es lógica divina. Y Jesucristo nos pide entrar en esa lógica que es de un orden diferente. Amar según Dios es sobeponerse al  sentimiento, la simpatía, el agrado o el desagrado que nos producen los demás.


Ayer el Señor nos pedía reconciliación que significa volver a conciliar. Recuperar la armonia. Hoy nos pide extender el amor a quienes nos odian, nos han ofendido, son una amenaza, nos molestan o en definitiva, preferiríamos que desaparecieran.


El amor a los enemigos incluye algo más: rezar por los que nos persiguen. No podemos seguir odiándolos si rezamos por ellos. Al rezar los ponemos delante de Dios. ¿Podemos odiar en su presencia? Como Jesucristo oró por sus enemigos en la Cruz estamos llamados a orar nosotros. Hoy los cristianos sufren persecución en muchos lugares. A veces el ataque no deja lugar para el testimonio de la palabra, otras veces sí y mueren perdonando. Aprendamos de ellos y de la innumerable Iglesia triunfante de los Santos que se tomaron muy en serio lo de seguir a Cristo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.