lunes, 31 de marzo de 2025

Evangelio del Lunes de la IV Semana de Cuaresma

Primera Lectura

Lectura del libro de Isaías (65,17-21):

Esto dice el Señor:

«Mirad: voy a crear un nuevo cielo

y una nueva tierra:

de las cosas pasadas

ni habrá recuerdo ni vendrá pensamiento.

Regocijaos, alegraos por siempre

por lo que voy a crear:

yo creo a Jerusalén “alegría”,

y a su pueblo, “júbilo”.

Me alegraré por Jerusalén

y me regocijaré con mi pueblo,

ya no se oirá en ella ni llanto ni gemido;

ya no habrá allí niño

que dure pocos días,

ni adulto que no colme sus años,

pues será joven quien muera a los cien años,

y quien no los alcance se tendrá por maldito.

Construirán casas y las habitarán,

plantarán viñas y comerán los frutos».

Palabra de Dios


Salmo 29,R/. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado


Santo Evangelio según san Juan (4,43-54):

En aquel tiempo, salió Jesús de Samaría para Galilea. Jesús mismo había atestiguado:

«Un profeta no es estimado en su propia patria».

Cuando llegó a Galilea, los galileos lo recibieron bien, porque habían visto todo lo que había hecho en Jerusalén durante la fiesta, pues también ellos habían ido a la fiesta.

Fue Jesús otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino.

Había un funcionario real que tenía un hijo enfermo en Cafarnaún. Oyendo que Jesús había llegado de Judea a Galilea, fue a verlo, y le pedía que bajase a curar a su hijo que estaba muriéndose.

Jesús le dijo:

«Si no veis signos y prodigios, no creéis».

El funcionario insiste:

«Señor, baja antes de que se muera mi niño».

Jesús le contesta:

«Anda, tu hijo vive».

El hombre creyó en la palabra de Jesús y se puso en camino. Iba ya bajando, cuando sus criados vinieron a su encuentro diciéndole que su hijo vivía. Él les preguntó a qué hora había empezado la mejoría. Y le contestaron:

«Ayer a la hora séptima lo dejó la fiebre».

El padre cayó en la cuenta de que esa era la hora en que Jesús le había dicho: «Tu hijo vive». Y creyó él con toda su familia. Este segundo signo lo hizo Jesús al llegar de Judea a Galilea.

Palabra del Señor


Compartimos:

Hay personas que dicen que no creen pero pasan la vida entregados a ayudar a los que les rodean, tendiendo la mano a los necesitados, desviviéndose por los demás. Es curioso que los que dicen no encontrar sentido a la vida, terminan viviendo para dar sentido a la vida de los demás, para levantar a los caídos y sanar a los dolientes.


En el relato del Evangelio de hoy, el padre termina cayendo en la cuenta de que su hijo se sintió mejor precisamente a la hora en que Jesús le pidió que confiase en su palabra. Él confió aunque no vio nada, aunque todas las evidencias estaban en contra. Creer es caminar en esa oscuridad. Creer es aprender a caminar en la oscuridad y seguir confiando. Creer es disfrutar de los regalos y aguantar los palos que la vida nos da. Siempre agradeciendo. Siempre confiando. A pesar de la oscuridad. Incluso si el hijo no se cura.


Que el Señor nos regale a todos esta fe hecha de confianza y cemento del duro, mantenida en el amor solidario y en la esperanza. Así llegaremos mejor preparados a celebrar la Pasión, la muerte de Jesús, afianzados en la esperanza en lo imposible: la resurrección.

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