Primera Lectura
Lectura del libro de Job (3,1-3.11-17.20-23):
Job abrió la boca y maldijo su día diciendo: «¡Muera el día en que nací, la noche que dijo: «Se ha concebido un varón»! ¿Por qué al salir del vientre no morí o perecí al salir de las entrañas? ¿Por qué me recibió un regazo y unos pechos me dieron de mamar? Ahora dormiría tranquilo, descansaría en paz, lo mismo que los reyes de la tierra que se alzan mausoleos, o como los nobles que amontonan oro y plata en sus palacios. Ahora sería un aborto enterrado, una criatura que no llegó a ver la luz. Allí acaba el tumulto de los malvados, allí reposan los que están rendidos. ¿Por qué dio luz a un desgraciado y vida al que la pasa en amargura, al que ansía la muerte que no llega y escarba buscándola más que un tesoro, al que se alegraría ante la tumba y gozaría al recibir sepultura, al hombre que no encuentra camino porque Dios le cerró la salida?»
Palabra de Dios
Salmo 87 R/. Llegue hasta ti mi súplica, Señor
Santo Evangelio según san Lucas (9,51-56):
Cuando se iba cumpliendo el tiempo de ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros por delante. De camino, entraron en una aldea de Samaria para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron, porque se dirigía a Jerusalén.
Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le preguntaron: «Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo que acabe con ellos?»
Él se volvió y les regañó. Y se marcharon a otra aldea.
Palabra del Señor
Compartimos:
Como una prolongación de lo meditado ayer, hoy, día en que la Iglesia hace memoria de Santa Teresita, la oración colecta propone: “Oh Dios que preparas tu reino para los humildes y los sencillos, concédenos seguir confiadamente el camino de santa Teresita del Niño Jesús para que, por su intercesión nos sea revelada tu gloria eterna. Por Nuestro Señor Jesucristo”.
La primera lectura de hoy continúa con el libro de Job. El pasaje no muestra la famosa paciencia de Job, sino todo lo contrario. Es un amargo discurso y un trágico lamento por haber nacido. Algo muy humano y que en alguna medida experimentamos cuando creemos no poder soportar el fracaso y el sufrimiento físico o moral. José María Cabodevilla publicó, por los años 70, una obra titulada “La impaciencia de Job”. Y el poeta Carlos Pujol, autor de Fragmentos del libro de Job, dice: “Quien no se haya sentido Job en alguna situación no sabe lo que es vivir, porque esa experiencia del dolor insufrible que no se entiende es la clave más honda de lo humano”. Al final, sabemos, Job terminó bien. Y esta confianza en que al final todo estará bien y si no está bien es que no es el final, es la que nos libra de la desesperanza. Como muchos santos, Teresita probó, con su penosísima enfermedad, que es posible aguantar el dolor hasta el extremo, si acogemos la gracia de Dios.
En el la lectura del Evangelio hoy vemos la exasperada e impaciente reacción de Santiago y Juan ante un contratiempo puede que grave, desde luego no mortal, que quieren ¿resolver? con una lluvia de fuego. Algo desproporcionado ¿no? El evangelista dice escuetamente que Jesús les regañó. A mi me parece que la reprensión tuvo un cierto matiz de buen humor.
El seguimiento de Jesucristo implica constancia en la fe, incluso y sobre todo cuando todas las circunstancias parecen adversas, renunciar a la venganza si el mal proviene de un ser humano, tener paciencia y aguardar siempre la salvación que Cristo nos ha ganado. Y comprender, aunque sea misterioso, que la alegría del Señor es nuestra fuerza.
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