jueves, 24 de agosto de 2023

San Bartolomé, apóstol

Primera lectura

Lectura del libro del Apocalipsis (21,9b-14):

El ángel me habló así: «Ven acá, voy a mostrarte a la novia, a la esposa del Cordero.» Me transportó en éxtasis a un monte altísimo, y me enseñó la ciudad santa, Jerusalén, que bajaba del cielo, enviada por Dios, trayendo la gloria de Dios. Brillaba como una piedra preciosa, como jaspe traslúcido. Tenía una muralla grande y alta y doce puertas custodiadas por doce ángeles, con doce nombres grabados: los nombres de las tribus de Israel. A oriente tres puertas, al norte tres puertas, al sur tres puertas, y a occidente tres puertas. La muralla tenía doce basamentos que llevaban doce nombres: los nombres de los apóstoles del Cordero.

Palabra de Dios

Salmo 144,R/. Que tus fieles, Señor, proclamen la gloria de tu reinado

Santo Evangelio según san Juan (1,45-51):

En aquel tiempo, Felipe encuentra a Natanael y le dice: «Aquel de quien escribieron Moisés en la Ley y los profetas, lo hemos encontrado: Jesús, hijo de José, de Nazaret.»

Natanael le replicó: «¿De Nazaret puede salir algo bueno?»

Felipe le contestó: «Ven y verás.»

Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: «Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño.»

Natanael le contesta: «¿De qué me conoces?»

Jesús le responde: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.»

Natanael respondió: «Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel.»

Jesús le contestó: «¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has ver cosas mayores.» Y le añadió: «Yo os aseguro: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.»

Palabra del Señor

Compartimos:

Hay una distinción que nos puede ayudar mucho en nuestra vida cristiana y que tiene mucha importancia en la vida de los apóstoles y discípulos de Jesús. Es que Jesús no dijo a ninguno de ellos: “creed en mí”. Su palabra fue muy diferente: “Déjalo todo, ven y sígueme”. Aunque estas palabras no salgan exactamente en el texto evangélico de hoy, están implícitas en las palabras de Felipe a Natanael, cuando le dice “hemos encontrado a Jesús, hijo de José, de Nazaret”.

No dice Felipe que se haya encontrado con un libro de teología o con un catecismo donde se resuman una serie de verdades que es lo que hay que creer. Y que esté presentando a Natanael ese libro con las verdades que contiene para que Natanael crea en ellas y así se salve. Parece que el libro de Natanael no apuntaba a unas verdades sino a una persona: “Aquel de quien escribieron Moisés en la ley y los profetas”. Todo apunta a una persona, a un estilo de vida. Muy diferente de unas verdades en las que creer, a las que asentir. De lo que se trata es de ponerse en movimiento, de dejar de hacer y vivir lo que se estaba haciendo y viviendo para comenzar a vivir y hacer de otra manera.

Así lo vivieron Bartolomé / Natanael y los demás apóstoles. Así lo han vivido tantos y tantas a lo largo de estos veinte siglos. Aunque a veces nos haya parecido que lo más importante es saberse bien de memoria el credo y asentir a todas las verdades que propone la Iglesia, la realidad es que lo más importante es seguir a Jesús, hacer lo que él hacía, vivir a su estilo. Es significa estar cerca de los pobres y marginados, de los que sufren y de los que les ha tocado la peor parte en nuestro mundo. Eso es anunciar el Reino de Dios, tan importante o más que las hermosas celebraciones litúrgicas en nuestras catedrales.

Hoy Jesús nos sigue llamando e invitando a hacer de él nuestro modelo. Entonces seguro que veremos cosas mayores, porque veremos la gracia y el amor y la misericordia de Dios que se hace presente en nuestro mundo.

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