lunes, 20 de julio de 2020

Lidia, la mujer que se encontró con Jesús


"Zarpando, pues, de Troas, vinimos con rumbo directo a Samotracia, y el día siguiente a Neápolis; y de allí a Filipos, que es la primera ciudad de la provincia de Macedonia, y una colonia; y estuvimos en aquella ciudad algunos días. Y un día de reposo salimos fuera de la puerta, junto al rio, donde solía hacerse la oración; y sentándonos, hablamos a  las mujeres que se había reunido. Entonces una mujer llamada Lidia, vendedora de púrpura, de la ciudad de Tiatira, que adoraba a Dios, estaba oyendo; el Señor abrió el corazón de ella para que estuviese atenta a lo que Pablo decía. Cuando fue bautizada con toda su familia, nos rogó diciendo: Si habéis juzgado que yo sea fiel al Señor, venid a hospedaros en mi casa. Y nos invitó a quedarnos" (Hch 16,11-15).

La historia de Lidia y de un grupo de mujeres es una hermosa parábola de la oración en común. los sábados, día de descanso para los judíos, se reunían para orar a orillas del rio, en una sinagoga improvisada; en la ciudad de Filipos.  Así adoraban a Dios y se ponían en sus manos. Lidia no era judía, pero se interesaba por las oraciones de los Salmos y las lecturas de la Biblia, el Espíritu la guiaba  ella de dejaba guiar.

Lidia, artesana que trabajaba en la industria de la púrpura, un tinte que se extraía de moluscos marinos y de plantas, con el que se tejía mantos muy caros, había venido desde Tiatira, ciudad de Asia Menor, a Filipos una de las ciudades más prósperas de Grecia.
Un sábado, mientras el grupo de mujeres está orando, reciben la visita de Pablo y Silas, se sientan, se integran en el grupo y entablan conversación con las mujeres.

Estando Lidia escuchando a Pablo, algo le pasa por dentro. Siente cómo se le abre el corazón, o mejor, experimenta que el Señor le abre el corazón. El anuncio que hace Pablo de Jesús de Nazaret toca sus entrañas y engendra en ella una vida nueva. Pronto pide ser bautizada para entregar su vida al Evangelio, siendo la primera persona convertida a Jesús en el continente europeo.

¿Qué fue lo que conmovió la vida de Lidia? ¿Acaso el mensaje de Jesús de Nazaret acerca de la igualdad e integración de la mujer en la nueva comunidad? ¿Fue la e en el ser humano en un ambiente en que las mujeres eran marginadas y tachadas de pecadoras perennes? ¿O fue el mensaje de amor de la  buena noticia, lleno de la ternura de Dios?

Lidia, agradecida fuerza a Pablo y a Silas, que no querían, a que se hospeden en su casa, cosa nada fácil por el ambiente de persecución hacia los judíos que se vive en la ciudad. Pone su casa y recursos al servicio del Evangelio, a  la vez que anima a los de su casa a seguir a Jesús. Su hospitalidad es una muestra de su fe y de su valentía. Su casa queda convertida en iglesia doméstica donde se reúne el grupo de oración.

Cuando Pablo y Silas sean encarcelados la casa de Lidia seguirá siendo el lugar de encuentro y oración de los seguidores del camino de Jesús en la ciudad. Y Lidia será la mujer responsable de la pequeña comunidad, la fundadora de la comunidad, la que acoge, acompaña, anima al grupo de oración. Más adelante, cuando Pablo les escriba una carta de consolación y ánimo, dirá que se siente orgulloso de su fe y generosidad; recordará con emoción a aquellas mujeres, que trabajaron con él en el Evangelio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.