
Con gran aceptación de lo que Dios dispusiese, no se alteraba por las circunstancias que atravesaban y se avecinaban; el 20 de julio, tras el asalto al convento de Atocha, en la calle de Granada, lo hirieron gravemente en la región epigástrica con salida de bala por la región lumbar; sus palabras fueron éstas: «Dios os perdone como yo os perdono». Herido y sangrando, acompañó al resto de religiosos que condujeron al cuartelillo de Abtao y a la dirección general de seguridad para encerrarlos en el calabozo, allí se desangraba y perdía el conocimiento hasta que, personal de la Cruz Roja, lo condujo al día siguiente, 21 de julio, a un hospital, situado en la calle Navas de Tolosa, donde dio muestras de resignación y aceptación del sufrimiento; lo atendió una dominica de la Anunciata, hermana Dolores Robinat, y le administró los sacramentos el P. Nicanor Menéndez, O.P.; quedó transformado y lleno de paz, alegría y fortaleza. Murió, a los 40 años de edad, el 25 de julio de 1936 ofreciendo su vida por Dios, por la paz en España y la conversión de sus perseguidores, y rezando repetidamente la Salve y la antífona O, spem miram, a Santo Domingo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.