domingo, 29 de septiembre de 2024

ÁNGELUS, VIAJE APOSTÓLICO DE SU SANTIDAD FRANCISCO A LUXEMBURGO Y BÉLGICA

Estadio “Rey Balduino” (Bruselas)

Agradezco al arzobispo sus amables palabras. Expreso un sentido agradecimiento a sus majestades, el rey y la reina, así como a sus altezas reales, el gran duque y la gran duquesa de Luxemburgo, por su presencia y por la acogida de estos días.


Y extiendo también mi agradecimiento a todos aquellos que, de múltiples maneras, colaboraron en la organización de esta visita; de modo especial a los ancianos y enfermos que han ofrecido sus plegarias.


Hoy se celebra la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado con el lema “Dios camina con su pueblo”. Desde este país, Bélgica, que ha sido y sigue siendo aún hoy meta de tantos emigrantes, renuevo a Europa y a la Comunidad internacional mi llamado a considerar el fenómeno migratorio como una oportunidad para crecer juntos en fraternidad e invito a todos a ver en cada hermano y hermana migrante el rostro de Jesús que se ha hecho huésped y peregrino entre nosotros.


Sigo con dolor y gran preocupación el crecimiento e intensificación del conflicto en el Líbano. El Líbano es un mensaje, pero en este momento es un mensaje de dolor, y esta guerra tiene efectos devastadores sobre la población. Muchas, demasiadas personas, continúan muriendo día tras día en Oriente Medio. Oremos por las víctimas, por sus familias, recemos por la paz. Pido a todas las partes en conflicto un alto el fuego inmediato en el Líbano, en Gaza, en el resto de Palestina y en Israel. Que se liberen los rehenes y se permita la ayuda humanitaria. No olvidemos la lastimada Ucrania.


Les agradezco también a todos los que han venido de Holanda, Alemania y Francia para compartir esta jornada. Gracias a todos.


En este momento quisiera darles una noticia. A mi regreso a Roma iniciaré el proceso de beatificación del Rey Balduino, que con su ejemplo de hombre de fe ilumine los gobernantes. Les pido a los obispos belgas que se comprometan por llevar adelante esta causa. 


Dirijámonos ahora a la Virgen María rezando juntos el Ángelus. Esta oración, muy popular en las generaciones pasadas, merece redescubrirse. Es una síntesis del misterio cristiano, que la Iglesia nos enseña a introducir en medio de nuestras ocupaciones cotidianas. Se la entrego especialmente a los jóvenes, y a todos los encomiendo a nuestra Madre Santísima que aquí, junto al altar, es representada como Sede de la Sabiduría. Sí, necesitamos de la sabiduría del Evangelio. Pidámosla con frecuencia al Espíritu Santo.


Y, por intercesión de la Virgen María, pidamos a Dios el don de la paz para la martirizada Ucrania, para Palestina e Israel, para Sudán, Myanmar y todos los pueblos heridos a causa de la guerra.


¡Gracias a todos! Y adelante, “en route, avec Espérance”.

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