Poderosísimo y benigno Dios, en este tiempo de epidemia, acudimos a ti por socorro.
Líbranos, te suplicamos, del peligro que nos rodea; da fuerza y acierto a todos los que asisten a los enfermos; haz prosperar los medios que se usen para su curación; y concede que, percibiendo cuán frágil e incierta es nuestra vida, podamos aplicar nuestros corazones a la sabiduría celestial que conduce a la vida eterna; mediante Jesucristo nuestro Señor. Amén.
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